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24-Caminar Hacia la Luz

Yamiko había salido de la casa de baño, sentándose en una parada de autobús cercana durante aquella noche solitaria, aún seguía llorando, nunca antes le había contado a alguien la historia de Fujiwara Yuko ni siquiera a Kirei. Florentino se acercó a paso lento hacia ella, sentándose a su lado y ofreciéndole una cerveza que había comprado después de salir del local, tomándose él una también.

—¿Por qué me siguió? —preguntó sin poder con su alma.

—Aún tenía ganas de hablar contigo, pequeña —respondió con una dulce sonrisa—. No estuve allí para mis hijos en momentos difíciles, no quisiera cometer el mismo error contigo.

—Pierde su tiempo, no me arrepiento de nada —admitió mientras abría la cerveza para tomársela—. En mí solo queda oscuridad, el gozo de hacer sufrir a los humanos con mis técnicas más crueles como pudo apreciar en el Torneo Sun Wukong. 

—Pude notarlo, pero también pude escuchar a una joven dolida que aún no quiere dejar ir el pasado debido al rencor y a la culpa —replicó mientras tomaba un sorbo de su botella—. Eres como yo, cuando comencé mi entrenamiento era igual, culpé a todos los seres sobrenaturales por igual debido a lo que ocurrió con mi familia, pero al final me di cuenta de que no todos son iguales y que hay espectros y monstruos nobles.

—Lo que usted vivió no me interesa —confesó frunciendo el ceño.

—Quisiera que respondieras tres cosas —confesó levantando sus dedos índice, medio y anular—: ¿tú me odias?

—Y mucho.

—¿Odias a todos los humanos? —volvió a preguntar.

—¡Por supuesto! Los humanos son escoria, han hecho miles de atrocidades a lo largo de los años y ahora tengo que lidiar con su basura que son los Yokais —respondió con aborrecimiento acumulado—. Toda mi vida me han llamado "demonio", ¡pero ellos son los verdaderos demonios! ¡Me arrebataron a mi amiga del alma y por eso odio a todos los humanos por igual!

—¿También odias a Yuko-chan? —remató.

—¡¿Cómo se atreve a preguntar eso?! —gritó al agarrarle del cuello de su camisa—. Yuko-chan era mi amiga del alma, jamás la odiaría por nada del mundo.

—Ah, pero tú dices que odias a todos los humanos por igual y Yuko-chan era una humana, ¿o me equivoco? —señaló dejando sin palabras a la chica—. Su familia también es humana, ¿también odias a su abuela y a su hermano menor?

—Yo... ehm, b-bueno —balbuceó hundiendo sus dedos en su largo y negro cabello suelto.

—Al igual que los espectro y Yokais, los humanos son una dualidad —explicó poniendo una mano en su hombro—. Así mismo, existen humanos buenos y humanos malos y encerrarlos a todos en una misma categoría es algo inmaduro, pero comprensible dado lo que viviste. Buscaste un culpable y en medio del dolor, viste que un montón de personas tenían la culpa por no ver las señales de que Yuko-chan trataría de suicidarse, sin embargo, allí está el detalle y es que muchas personas simplemente no ven las señales hasta que es muy tarde. Nadie más a excepción de esos malnacidos que las atormentaban tiene la culpa de lo que pasó con ella, ya cobraste tu venganza y eso no te la devolvió, todo lo que queda es dejar atrás el dolor del pasado y caminar hacia la luz del futuro. Yamiko, perdónate a tí misma y al resto de personas por lo ocurrido y verás como las pesadillas se irán.

Ella alzó la mirada, como preguntándose como aquel anciano podía saber sobre las pesadillas que tenía algunas veces a la semana.

—Como dije, yo era igual que tú, el olor del cuerpo quemado de mi madre, el rebuznar del espectro y los llantos de mi hermanita me atormentaban en mis sueños todas las noches y no me dejaban en paz —relató mortificado—. Eventualmente con el pasar de los años, mis demonios me abandonaron y solo quedaron los bellos recuerdos que pasé al lado de mi familia.

—He sido tan malditamente hipócrita, me siento tan estúpida —confesó abrazando a Florentino en medio de un llanto silencioso—. C-cada vez que maldecía a la humanidad, t-también maldecía a Yuko-chan, soy tan estúpida.

Yamiko volvió a llorar, estaba vez mucho más fuerte y desconsoladamente.

—Ya, ya, buen soldado, buen soldado —susurró Florentino en un intento de consolarla mientras acariciaba su espalda—. Solo queda seguir hacia adelante.

—¿Cómo puedo hacer eso? —musitó hecha polvo después de todas esas verdades.

—Con nuevos logros y nuevas caídas, con nuevas heridas dadas y recibidas —respondió limpiando sus lágrimas con un pañuelo que traía en el bolsillo—. Todos alguna vez hemos sentido rencor a la vida, pero si nos la arrebatan lo odiaríamos enseguida. Eres fuerte, Kuroneko Yamiko, si te rodeas de la gente correcta, estoy seguro de que te volverás una mejor persona de lo que ya eres.

La joven volvió a abrazar a Florentino y este besó cariñosamente su frente, como si de su propia nieta se tratase. 

Tras ese momento, ambos volvieron a reunirse con el resto de sus amigos y Yamiko bajó la cabeza en una reverencia en señal de disculpas.

—Lamento lo que dije hace rato, no debí decir esas cosas de sus amigos y familia —reconoció tragándose todo su orgullo para ser lo más sincera posible—. Entenderé si siguen enfadados conmigo, me lo merezco.

—¿Eh? Yo no recuerdo que fue lo que dijiste —dijo Shui, haciéndose la loca con picardía.

—Mientras no vuelvas a hablar mal de mi maestro no tendremos problemas —advirtió Oyama, con un poco más de seriedad.

—Yo ya te perdoné hace rato, Yamiko-chan —agregó Akira, con su característica sonrisa.

—Entonces, de ser así, me gustaría que nos volviéramos a reunir más seguido —sugirió para sorpresa de los presentes—. Siento que puedo aprender algo de cada uno de ustedes y por eso... ¡ah, diablos, esto es vergonzoso! —exclamó con algo de rubor— ¡trabajemos juntos como un equipo!

—Ahora si que llamaste mi atención —comentó Shui.

—Uhmmmm, bueno, supongo que no pierdo nada por unirme a esta banda de locos —mencionó Oyama.

—¡Me encantaría! —exclamó Akira, con júbilo.

Tras aquella petición, todo mundo regresó a sus casas o lugares de residencia, menos Akira quien pidió permiso para pasar la noche en el departamento de Yamiko y Kirei, terminando por dormir en el sillón del departamento.

Eran casi la media noche, cuando Yamiko rezó pidiendo perdón a su amiga del alma por haber sido tan tonta durante dos años y procuró ser una mejor persona, por ella, por su familia y por ella misma. Aquí empezó un nuevo viaje para Kuroneko Yamiko, un viaje para ser una verdadera samurái y no deshonrar nunca más el código del Bushido.

En la mañana siguiente, muy temprano a las seis y media, Akira se despertó por el olor de deliciosa comida.

—¡Desayuno! —exclamó al levantarse con gran energía.

—¡Idiota! No grites tan temprano, me asustas —le regañó Yamiko desde la cocina.

Akira fue a sentarse en el mesón de la cocina, viendo a Yamiko hacer panqueques. Mientras él andaba con la misma ropa que tenía ayer, Yamiko solo llevaba su camisa de tirantes negra y holgada y unas pantis negras, pero más importante, él notó como los ojos de Yamiko estaban algo hinchados después de haber llorado tanto anoche.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó tratando de romper el hielo.

—Lloré como nunca ayer, fue... liberador —confesó cabizbaja—. No solo tengo que hacerme fuerte en cuerpo, sino también en mente para que esta oscuridad no se apodere de mí otra vez.

—Leí sobre un investigación que decía que sonreír ayuda levantar el ánimo —comentó al bajarse del mesón para acercarse a ella—. Intenta sonreír, Yamiko-chan.

—Oblígame —negó con desgano.

—Ok, no voy a contenerme —advirtió metiendo sus manos debajo de su camisa para hacerle cosquillas.

—¡E-e-espera! N-no me hagas cosquillas... ¡Aajajajajaja! ¡P-para, por favor, t-tengo muchas cosquillas! ¡Ajajajajajaja!

—¡Zehahahaha! ¿Ves? Eres muy linda cuando sonríes, Yamiko-chan —remarcó Akira, pasando las cosquillas a su vientre.

—¡Ajajajajaja! Y-ya se que soy linda, i-idiota —replicó con un poco de rubor.

Akira tuvo que parar una vez que Yamiko le dio una pequeña bofetada.

—No vuelvas a hacer eso, tengo una imagen que cuidar —advirtió volviendo a su rostro serio.

—Valió la pena el golpe solo por escucharte reír —dijo sin haberle dolido la bofetada, Yamiko ni siquiera puso mucha fuerza en eso.

—Cierra la boca y disfruta de tu desayuno —dijo entregándole el plato con los panqueques—. Será mejor que no dejes ni una migaja, me esforcé mucho para que tengan buen sabor.

—Gracias, Yamiko-chan, se ven deliciosos —mencionó con una sonrisa.

Él no lo notó, pero Yamiko le contentaba su comentario, tanto que sonrió ligeramente.

Kirei se despertó al rato y también bajó para el desayuno, poniéndose los tres a conversar de varios temas, casi todos sobre manga y videojuegos. 

Tras terminar de comer, ambos fueron a un templo budista de la ciudad de Tokio para ingresar a la Sede de la Organización Lovecraft de Tokio donde se reunirían con los demás. Al entrar en un area privada, Yamiko recitó el encantamiento y los tres fueron teletransportados al interior de dicha sede. La Sede de Tokio era similar a la Sede de Pekín, combinaba el estilo antiguo de la arquitectura japonesa, principalmente en murales y decoraciones, junto con un estilo moderno y casi futurista. En la sala de conferencias, los estaban esperando Yasunari Oyama, Shui Li y Florentino Cantaclaro sentados en la larga mesa y enfrente de todos ellos, estaba un hombre de edad avanzada, calvo, barba medianamente larga y blanca y ropajes budistas, él era el supervisor de Tokio, Kotetsu Momoshiki.

https://youtu.be/79naEO__Y_w

—Debo decir que tu solicitud de formar un equipo me sorprendió bastante, Kuroneko-san —comentó el anciano monje con una sonrisa burlona—. Creo recordar que cuando te sugerí la posibilidad antes de tu primera misión dijiste algo como: "puedo arreglármelas sola, no necesito de gente que solamente sería un estorbo para mí".

—¡¿Ah?! Ahórrate el palabrerío, monje, ¿acaso no tengo derecho a cambiar de opinión? —replicó sacándole el dedo medio, para luego verse un poco más tranquila y con un poco de rubor—. Mientras pueda divertirme y tener a la mano un buen manga, quien me acompañe es lo de menos y creo que con estos locos de aquí podría pasar un buen rato.

—Hahaha, es buena descripción de lo que es esto —comentó Florentino.

—Kotetsu-dono, tengo una petición —manifestó Akira, levantando la mano.

—Adelante, Akatsuki-san —aprobó el monje.

—Se me ocurrió un nombre para nuestro equipo mientras leía un manga anoche —explicó vivaz y con algunos ademanes de manos—. Quisiera que este equipo lleve por nombre: Eiyū no Tabi (El Viaje del Héroe).

—¿El Viaje del Héroe? ¿Por qué ese nombre? —preguntó Kirei, arqueando una ceja.

—Porque eso lo que estamos viviendo ahora —reflexionó poniéndose cómodo en su silla—. Cada uno está en un viaje propio por diferentes objetivos y sueños, ¿Qué nos aguardará este viaje del héroe que estamos haciendo? Muero de ganas por averiguarlo.

—Ahora suenas como mi padre —bromeó Yamiko—. Mi padre solía decirme en mis entrenamientos: "Vida antes que muerte. Fuerza antes que debilidad. Viaje antes que destino".

—Bueno, el nombre me parece bien —dijo Kotetsu, asintiendo con la cabeza para luego presionar el botón de un control remoto.

Las luces de las salas se apagaron y una diapositivas se mostraron a una lado suyo desde un proyecto de la mesa.

—En la ciudad de Nara han ocurrido veinte desapariciones sospechosas —comenzó a relatar con un rostro serio—. Ninguno de los desaparecidos tienen mucho en común a excepción de que todos eran turistas, por lo demás todos varían en género, edad hasta en etnia. Nuestros agentes infiltrados en la policía han descubierto que todos los desaparecidos se han hospedado en un hotel tres estrellas llamado "Refugio Vacacional". Su misión es hospedarse en dicho hotel, resolver el misterio detrás de las desapariciones, salvar a los turistas desaparecidos si es posible y detener al sospechoso a toda costa.

—¡Ajajajaja! ¡Esto es justo lo que necesitaba! —exclamó Yamiko, levantándose de su silla de un solo salto— ¡Vamos rufianes, esta misión parece que será muy divertida!

—Llevaré mis cartas para jugar quinchoncho —comentó Florentino.

—¿Podemos rentar unas películas? —preguntó Kirei mientras abandonaban la sala.

Estos idiotas se lo toman como si fueran unas vacaciones, será mejor que no gasten todo nuestro presupuesto en estupideces —dijo Kotetsu para sus adentros.

Eiyū no Tabi estaba rumbo a su primera misión como un equipo, estaban conformados por gente muy fuerte, pero ¿qué clase de misterios se encontrarán?

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