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048.

A veces es increíble como el mundo, la sociedad y la vida es tan ajena al ser humano, siendo este el habitante más desarrollado del planeta Tierra.

No importa si tu mundo se estaba cayendo a pedazos, la vida continúa, la sociedad continúa, sin importarle menos lo que estás sintiendo en ese momento, no hay empatía ni consuelo para nada ni nadie.

Pero así es la vida y así somos los seres humanos, ¿no? Continuamos. Seguimos. Avanzamos. Sin mirar atrás. Fingimos demencia y proseguimos para el siguiente capítulo de nuestras vidas. Nos colocamos en piloto automático de forma intencional. Reprimimos y nos aguantamos nuestras emociones hasta que eventualmente dejan de doler. Aprendemos a vivir con ello, pero no lo superamos, porque las memorias jamás desaparecen.

Las memorias son experiencias, las experiencias son lecciones y las lecciones son parte de nuestra vida.

Cada persona es un mundo, un universo y galaxia completamente diferente al otro. Todos somos humanos, nos equivocamos, tropezamos, cometemos errores, aprendemos, sonreímos, nos alegramos, vivimos.

Pero, ¿qué es realmente vivir? ¿Sufrir? ¿Reír? ¿Ambas? Lo único a lo que todos los seres humanos aspiramos es a buscar la felicidad. Queremos ser felices. Somos ambiciosos, cuando estamos felices y en nuestro mejor momento queremos más de esa felicidad, y cuando todo nuestro mundo es un desastroso basurero alrededor a lo único que seguimos aspirando es a la esperanza de en algún momento ser feliz. Siempre buscamos la felicidad.

Pero lo desgarrador de la felicidad, es que es como el clima, viene y se va, y no siempre sabemos cuando la estamos experimentando hasta que ya no la sentimos.

Jungkook se preguntaba constantemente a sí mismo si había sido feliz en todos esos seis meses que estuvo lejos de su país natal, su cultura, su gente y todas las personas que conocía, los recuerdos de Filipinas cruzaban su mente uno tras otro mientras observaba el cielo desde la ventanilla del avión. Y es que su estadía no fue para nada mala, en realidad fue excelente, conoció facetas de sí mismo que no pensó que tenía, aprendió cosas nuevas de personas tan extraordinarias que se sentía como una nueva persona y a la vez un anciano. Hizo buenos amigos, compañeros de trabajo y uno que otro pequeño ligue. Él siempre había sido una persona sociable y Filipinas sacó su lado extrovertido a más no poder cuando sólo quería pasar desapercibido y dejar atrás su pasado.

Pero nunca podremos huir permanentemente de nuestro pasado, sólo aprender de él.

Al llegar a Corea y salir del aeropuerto, fue recibido por el frío y refrescante viento de septiembre, cerrando placenteramente sus ojos para dejarse acariciar por el sentimiento de bienvenida. Después los abrió y, con una mochila negra recargada de forma despreocupada en su hombro, alzó su mano para llamar la atención de un taxi. No traía maletas consigo, se había ido a Filipinas con una sola mochila en donde le cabía lo importante y volvió de la misma forma, no necesitaba más ni menos.

A continuación se subió al taxi y le dictó la dirección a la que quería ir, permitiéndose recostarse en el asiento con un largo suspiro y volver a cerrar sus ojos.

Iría a visitar a su abuelo en el cementerio.

No había ido a verlo en seis meses desde que se fue de Corea y sólo podía pensar en lo poco atractiva que se debía de ver su tumba con flores marchitas y restos de polvo, porque sabía que él era el único que pasaba constantemente remodelando y limpiando ese espacio sagrado de su difunto abuelo. En el fondo sentía pesar de haberlo "abandonado", pero parte de su duelo era aceptar que en realidad no había abandonado a nadie porque él ya no estaba.

Finalmente pagó el monto del viaje al taxista deseándole un buen día para bajar del auto y observar a su alrededor mientras cerraba el zipper de su suéter ante el repentino frío que atacó su cuerpo. Alzó la mirada al cielo dándose cuenta que estaba un poco nublado, lo más probable pronto llovería y no llevaba ninguna sombrilla consigo por lo que debía de darse prisa.

Para su fortuna aquel florista que siempre se encontraba vendiendo flores afuera del cementerio seguía allí, pero no cantó victoria tan rápido porque en su puesto no vió las flores favoritas de su abuelo que eran las gardenias.

—Justamente se me acabaron hoy, joven, pero mañana tendré —explicó el señor con pesar porque sabía que era un cliente frecuente— Lo siento mucho.

Jungkook negó con la cabeza restándole importancia y extendiéndole un par de billetes.

—No se preocupe, me llevaré los claveles morados —pidió con una sonrisa amable. De la misma forma, el señor le entregó un hermoso ramo de flores clavel color morado que desprendía un suave aroma— Gracias. ¡Buen día! —se despidió de él para entrar al cementerio.

Existen personas que encuentran los cementerios agradables y tranquilos, pero Jungkook no podía estar en mayor desacuerdo, pues por obvias razones a él no le gustaban. Sólo le traían malos recuerdos, siempre intentaba no mirar las tumbas a su alrededor porque sentía que de alguna forma invadía la privacidad del difunto, siempre entraba y caminaba rápidamente hacia su objetivo. El problema es que como había pasado tanto tiempo desde que visitó la tumba de su abuelo, fue cuestión de segundos en que logró perderse y entrar en una pequeña crisis.

Malditos cementerios y sus laberintos.

De milagro mantuvo la calma antes de estresarse y comenzó a repasar mentalmente las imágenes de cómo se veía el lugar donde estaba la tumba de su abuelo, recordando que estaba cerca de un árbol que tenía una banca y sin más se encaminó en su búsqueda.

Le demoró cinco minutos, pero por fin logró encontrar la tumba de su abuelo, soltando un pesado suspiro de alivio para contemplarla en un nostálgico silencio. Sin embargo, su momento íntimo no duró por mucho tiempo porque al instante notó que la tumba estaba limpia y adornada hermosamente con gardenias blancas.

¿Qué carajos?

Casi al mismo tiempo escuchó unos pasos detenerse cerca suyo y con un rostro confundido guió su mirada al sonido para encontrarse con más ni menos que Jimin.

El rostro de ambos pasó a uno completamente anonadado y pálido en cuanto encontraron miradas, viéndose por primera vez después de seis meses desde la boda. Jimin estaba estático y con la boca ligeramente abierta, Jungkook observó que llevaba consigo un pequeño ramo de jazmines blancos.

—A-Ah... Yo... —balbuceó torpemente el rubio quien tenía su cabello en un tono más claro y las mejillas sonrojadas, comenzando a retroceder— N-No pensé que estuvieras aquí, volveré después.

—Espera —el pelinegro le detuvo dando un paso al frente para señalar la tumba con el dedo índice y fruncir el ceño— ¿Tú... Tú hiciste esto?

Los ojos mielosos de Jimin miraron de reojo la tumba para después volver hacia los oscuros de Jungkook y asentir con la cabeza mientras tragaba saliva e intentaba controlar los acelerados latidos de su corazón.

—¿Por qué? —cuestionó Jeon sintiéndose más desconcertado.

—P-Pues... Como no estarías en un largo tiempo, supuse que nadie cuidaría la tumba de Appa Yejun y no quería que... que se viera mal —relamió sus labios y bajó la mirada hacia su propio ramo de flores— Acabo de decorarla con gardenias pero volví para colocarle estos jazmines porque creí que se vería mejor...

—¿Entonces has estado cambiándole las flores y manteniéndola limpia todo este tiempo?

Park mordió su labio inferior con fuerza y volvió a asentir.

—Sí... Lo siento, debí habértelo preguntado antes pero no creí que-

—No, está bien —le interrumpe con una expresión ligeramente suave y conmovida— Gracias... —traga grueso y aparta la mirada ante el sinfín de sentimientos que su cuerpo comenzó a experimentar y decidió ignorar.

—N-No fue nada, yo... creo que mejor me voy —hizo de nuevo ademán de irse.

—La verdad no me molesta que estés aquí —Y Jungkook vuelve a detenerle alzando una mirada apacible hacia él— Puedes terminar lo que querías hacer y de paso ayudarme con esto —levantó su ramo de orquídeas moradas con una pequeña mueca fingida— Me temo que voy a arruinar tu diseño porque no son del mismo color.

Jimin esboza una pequeña sonrisa de lado y finalmente avanza un poco hacia Jungkook mientras variaba su vista entre su ramo y el del contrario.

—El blanco y el morado no hacen mala combinación —murmura con voz suave y tímida— Creo que le daría el toque especial y más puro.

—Es verdad.

—¿Me ayudarías? —pidió de forma inocente e insegura— Quiero decir, somos dos diseñadores, p-podríamos crear algo mejor, ¿no crees?

Jungkook alzó una ceja con un rostro serio y en silencio cortó la distancia con Jimin para comenzar a tomar algunos jazmines blancos de su ramo y acomodarlos detalladamente en su propio ramo de orquídeas moradas. La respiración de Jimin estaba un poco agitada, turnando su vista entre lo que hacía Jungkook y viéndolo a él, tan cerca y apuesto que nunca, pero también algo diferente. Entonces Jungkook alzó la mirada para verlo a él y su corazón se detuvo por un milisegundo.

—¿Qué tal así? —pregunta Jeon refiriéndose a la improvisada combinación que hizo con ambos ramos de flores.

Park observó el ramo y no pudo evitar hacer una rápida y pequeña mueca en desaprobación para después morder su labio inferior con indecisión.

—Adivinaré, vas a corregirme, ¿cierto? —se adelantó el pelinegro viéndole con una sonrisa inquisitiva, el contrario también sonrió pero de forma avergonzada y delatadora a lo que él terminó por voltear los ojos— Vaya, qué novedad.

—Lo siento —Jimin intensificó su sonrisa apenada y comenzó a quitarle algunas flores blancas al ramo de Jungkook— Pero se ve muy cargado así, es mejor que quede con más morado que blanco... No es necesario que haya un balance, así se ve un poco minimalista.

—Bien, entonces dejémoslo así.

Sin más, Jeon se encaminó hacia la tumba de su abuelo y comenzó a colocarle con detalle y delicadeza su ramo de orquídeas corregido por Park quien no tardó en también acercarse y acomodar los pequeños jazmines alrededor. Juntos decorando el lugar de descanso del querido Appa Yejun en un tranquilo y concentrado silencio. Al final lograron que la tumba se viera mil veces mejor en un contraste de flores blancas con morado, dándole una imagen de completa paz y serenidad.

—Creo que ya quedó —finalizó el pelinegro incorporándose mientras sacudía un poco sus manos y ajustaba mejor la mochila en su espalda— Se ve bien, estoy seguro de que a Appa Yejun le gustaría mucho, dondequiera que esté.

—Me alegra saberlo —concuerda el rubio volviendo a concentrarse en la persona que tenía al frente y tragar saliva— ¿Hace cuánto llegaste?

—Ahm... —miró la hora en su reloj— Aproximadamente hace cuarenta y cinco minutos.

—¿En serio? —alzó sus cejas con sorpresa echando un vistazo alrededor del contrario— ¿Y dónde están tus maletas?

—No traigo ninguna, somos mi mochila y yo contra el mundo —el pelinegro sonrió con orgullo.

Jimin se rió un poco de forma disimulada mientras que Jungkook volteó su vista hacia la tumba de su abuelo para contemplarla por más tiempo en silencio, a lo que instintivamente Jimin le imitó, colocándose a su lado a una distancia considerable mientras ambos observaban la sepultura de Appa Yejun recién decorada. No lo supieron en ese momento pero ambos recordaron los viejos tiempos en los que eran dos jóvenes que debían de aguantarse los regaños de ese señor.

—Te ves diferente —Jungkook es quien rompe el silencio mirando a Jimin con una tranquilidad envidiable. Jimin era quien sentía envidia, porque desde que lo vió su corazón no había vuelto a su estado normal y seguía retumbando con fuerza una y otra vez, y más aún cuando volvió a dirigirle la palabra.

—¿Yo? —frunció el ceño pues justamente estaba pensando que era Jungkook quien se veía diferente— ¿En qué sentido? ¿Es mi cabello? —se llevó una mano hacia su hebras rubias— Lo teñí hace una semana, no pensé que se notara tanto.

—Me gusta, se ve bien —halagó discretamente— Y no hay una ciencia detrás, sólo te ves diferente... Es todo —se excusó para después verle con curiosidad— O quizás el divorcio te sentó bien.

La expresión de Jimin fue de película para después apartar la mirada repentinamente incómodo y con un rubor en sus mejillas.

—A-Ah sí, puede que sea eso.

—¿Y estás bien?

—Sí, muy bien —asintió y al instante entrecerró sus ojos de forma cómica— Vaya, al parecer no es necesario que vayas a otro país para seguir sabiendo de mi vida, ¿no?

Jungkook se encogió de hombros con una sonrisa simple y confiada.

—¿Qué te diré? Yo no busco el chisme, el chisme llega a mí.

—Lo curioso es que yo no sé absolutamente nada de la tuya... Por desgracia los pajaritos no llegan tan lejos para poder contarme al oído sobre tu vida.

Jeon soltó una carcajada.

—No te creas, tampoco sé nada sobre ti aparte de eso —aclaró acercándose un poco más a él— ¿Acaso ahora eres una especie de médico forense y es por eso que frecuentas a visitar la tumba de mi difunto abuelo?

—Oh, Dios —Park no pudo evitar voltear los ojos y negar con la cabeza intentando ocultar su sonrisa— ¿Cómo puedes decir eso?

—Es mi abuelo, puedo hacer todas las bromas pesadas que quiero —se justificó para después soltar un largo suspiro y mirarlo de pies a cabeza— Actualízame.

Jimin tragó saliva y comenzó a moverse lentamente por el camino de forma indirecta, Jungkook lo captó y poco a poco lo siguió, ambos comenzando a avanzar por el césped mientras se alejaban de la tumba de Appa Yejun.

—Pues... No he hecho nada nuevo —empezó a contar en voz baja el rubio con la mirada fija en el camino— Conseguí otro trabajo en una agencia de modelaje, sólo que esta vez yo no soy el modelo sino parte del equipo de diseño de la marca y así... Empecé hace un mes y creo que me ha ido bien... No me he topado a ningún ex, así que todo en orden.

—Joder —se rió el pelinegro negando con la cabeza y metiendo las manos en sus bolsillos— Me alegro, apuesto a que eres de los mejores diseñadores.

—Y yo apuesto a que discutiste con más de uno de los empleados porque no entregaron los quince diseños que pediste.

—En realidad sí.

Ambos rieron.

—Descubrí que soy bueno tejiendo... —agregó el rubio un poco pensativo— No tenía mucho qué hacer en casa así que comencé a probar muchas cosas nuevas pero ninguna me gustaba, hasta que probé tejer y extrañamente me sale muy bien... ¿Estaré entrando a mi etapa de señora y no me di cuenta?

—Mhm, probablemente. No te juzgo, cada día siento que el dolor de espalda me terminará matando —se estiró un poco haciendo una mueca dolorosa— Creo que debo de ir al doctor, pero fuera de eso, opté por dibujar más.

—¿Ah sí?

—Sí, mira.

Jeon se detuvo en medio cementerio para sacar de su jacket aquella pequeña libreta que siempre llevaba consigo, el rostro de Park se suavizó un poco mientras el contrario le mostraba sus dibujos de algunos paisajes de Filipinas que logró plasmar en las hojas. Eran realmente hermosos, genuinos y originales.

—Son geniales —esbozó una suave sonrisa y de pronto recordó algo por lo que tragó saliva con dificultad— ¿P-Por qué no te fijas en la última hoja?

—¿Por qué? —le miró confundido.

—Sólo hazlo.

Frunciendo el ceño, Jungkook no le cuestionó más y se dispuso a pasar página por página hasta llegar a la última y toparse con un retrato de él mismo. No era completamente realista, rescataba muy bien sus facciones mediante ligeros trazos y un fondo al aire libre. Pero ese dibujo no era suyo y por la forma de las líneas y técnica pudo reconocer de quién era.

—¿Es tuyo? —preguntó alzando una mirada entre sorprendida y confundida a Jimin.

—Sí... —mordió su labio inferior con nerviosismo— Lo hice cuando fuimos la primera vez a la playa mientras jugabas volleyball con unos niños.

Eso pareció tocar un punto interno en el pelinegro porque al instante tragó grueso volviendo a contemplar el dibujo por unos segundos más.

—Oh, pues está lindo... —dijo y cerró la libreta para volver a guardarla en su lugar inicial— Por cierto, comencé a ir a terapia y déjame decirte que es la cosa más difícil que he hecho en mi vida. En cada sesión termino discutiendo con mi psicóloga, no sé cómo me aguantó tanto...

—¿Cómo vas a discutir con tu terapeuta?

—Es broma, yo sé que ella me ama. Sólo que no logro entender muchas cosas que me dice o me pide que haga.

—¿Cómo cuáles?

Jimin sólo necesitó una mirada sincera y delatadora de Jungkook para darse cuenta a qué se refería. Ambos sólo se miraron a los ojos en silencio. Joder. No se han visto en meses, inclusive años, y aún podía leer perfectamente sus ojos, sus señales, su lenguaje corporal y sus pícaras sonrisas. Duraron seis años en volver a reencontrarse y fue como si nada hubiera cambiado, ahora duraron seis meses sin verse y es como si todo y nada hubiese cambiado a la vez. Pero si de algo estaba seguro, es que había algo diferente en esta ocasión, una sensación desconocida parecida al sabor agridulce.

—¿También te dijo que debías alejarte de mí? —intuyó Jimin con una sonrisa dolorosa que intentó disimular pero fracasó terriblemente en ello porque Jungkook la notó y la imitó asintiendo con la cabeza.

—Sí.

—Y no lo estás haciendo.

—Tú tampoco.

De pronto el cielo comenzó a tronar sobre sus cabezas, tornándose más gris, convirtiendo el aire en una leve ventisca que incrementaba a cada segundo y hacia danzar sus cabellos.

—Creo que a este punto es imposible porque estamos destinados a reencontrarnos una y otra vez, ¿no lo crees? —sugirió Park con un eje esperanzador y afectado— Es como si un hilo invisible me uniera y guiara hacia a ti.

—Bueno, se supone que debemos de haber cortado ese hilo invisible desde hace tiempo, pero henos aquí.

—Tal vez sea irrompible.

—Tal vez no lo sea —corrige Jeon cambiando a un semblante serio— Talvéz simplemente uno de los dos es quien deba de tomar las riendas en el asunto, sacar las tijeras y cortarlo de una vez.

Poco a poco los ojos de Jimin comenzaron a brillar de aquella forma que tantas veces en el pasado habían sido el comienzo de una tortura y culpabilidad para Jungkook pero ahora no podía sentir nada más que indiferencia. Un antiguo dolor disfrazado de indiferencia, pero ajena. En ese momento se preguntó si alguna vez le había dicho lo hermoso que se veía incluso cuando lloraba, ahora era demasiado tarde para decírselo.

Era muy tarde para cualquier cosa que quisieran hacer.

—Lo siento —murmuró Jimin con la nariz roja y los ojos cristalizados como dos diamantes en bruto, pero sin derramar ni una sola lágrima, resistiendo con valentía y persistencia.

Había llorado demasiado estos últimos meses.

—¿Por qué? —Jungkook sintió un nudo en su garganta que decidió ignorar estúpidamente porque por un carajo que eso no se podía ignorar, sólo sentir y doler.

Y finalmente una lágrima sola se desbordó del ojo izquierdo de Jimin, bajando con lentitud hasta terminar en su mentón, dando un lento y tortuoso recorrido como una metáfora de su propia relación.

No lo pudo resistir.

—Por no haber luchado lo suficiente por nosotros.

Un relámpago estruendoso y ensordecedor gobernó todo el lugar e interrumpió su conversación para dar paso a una lluvia intensa que comenzó a caer abruptamente sobre ellos.

—¡Mierda! —maldijo el pelinegro tensándose al instante y cubriéndose inútilmente con sus brazos— ¡No traje un paraguas!

Por otro lado, el rubio quien llevaba un bolso consigo no tardó en sacar un paraguas y abrirlo para cubrirse a sí mismo y de paso al pelinegro, ninguno dijo nada, ambos tuvieron la misma idea de salir rápidamente de allí hasta algún lugar techado. Se vieron obligados a salir del cementerio donde a los alrededores de la entrada había un pequeño techo en el que se refugiaron con la esperanza de que la lluvia cesara pronto. Jimin volvió a cerrar el paraguas con las puntas de su cabello levemente húmedas mientras que Jungkook se aseguró de que su mochila no se hallase mojado demasiado.

Volvieron a encontrar miradas con la respiración agitada, esta vez a una distancia más corta del otro debido al espacio reducido del tejado.

—No tendrás que preocuparte más por eso, yo me encargaré de cortarlo de forma permanente —continuó Jungkook la conversación en un tono seguro— Pues pienso en irme.

—¿Otra vez?

—Sí, Seokmin me ofreció un trabajo fijo en Filipinas.

El rostro de Jimin decayó.

—Oh...

La lluvia no cesaba a su alrededor, sólo incrementaba más, más y más. Jimin se sumió momentáneamente en sus pensamientos teniendo un fuerte debate mental consigo mismo, Jungkook miraba a cualquier lugar con un aura intranquila, excepto a Jimin, luchando con no verlo a los ojos. Sin embargo, de alguna u otra forma terminaron de nuevo volviendo a sus ojos, a ese lugar seguro y tan familiar que conocían, era irónico lo cerca que se encontraban en ese momento pero a la vez lo lejos que estaban al mismo tiempo.

Era tan impresionante el hecho de tener al frente a esa persona que te conocía en cuerpo y alma, dueño alguna vez de tus sonrisas, carcajadas, gritos, lágrimas y quejidos. Cuyas manos tocaron y acariciaron cada centímetro de tu piel, y sus labios marcaron como un tatuaje en cada esquina de tu cuerpo, y su alma se unió la tuya en todas las formas más inimaginables posibles. Esa persona que conocía perfectamente tus defectos, tus errores, tus rechazos y terremotos pero al mismo tiempo tus virtudes, tus halagos, tus logros y arcoiris. Allí en tus mejores y peores momentos, a la distancia o a centímetros de ti, pero siempre allí.

Era tan frustrante tener a esa persona en frente de ti, tan cerca de su piel y sin poder tocarla, tan cerca de su boca y sin poder besarla, ardiendo de deseos y gritos con cada mirada.

Era tan doloroso tener a esa persona en frente de ti y saber que probablemente ese era su último reencuentro.

Y fue ahí cuando Jimin tuvo una corazonada envuelta de valor, y viendo a Jungkook de forma afligida pero segura, abrió la boca dispuesto a hablar:

—Jungkook... yo...

—¡Taxi!

Pero Jungkook no la tuvo, o simplemente no la quiso compartir porque alzó su mano para pedir a un taxi que vió a lo lejos sin dejarlo continuar. Jimin se quedó desubicado. El taxi se estacionó al lado de ellos, la lluvia seguía igual y no parecía dar indicios de detenerse. Jungkook no le dijo nada a Jimin, sólo le dedicó una extraña mirada para girar su rostro hacia el taxi y alejarse.

Sin embargo, antes de subirse, sintió la misma corazonada y devolvió veloz e inesperadamente sus pasos hacia Jimin para tomar su nuca y atraerlo a su boca.

Tan impulsiva y locamente, pero lo besó. Sintiendo el cuerpo del contrario estático por completo y sin corresponderle debido a la impresión y emoción del momento. Entonces tomó el rostro de Jimin entre sus manos y movió sus labios como si quisiera extraer algo de él, aferrarse a algo de él, sentir por última vez algo de él. Y fue ahí cuando Jimin le correspondió de forma devota, anhelada y sumisa, lágrimas cayendo por su rostro cuando llevó las manos a su cuello y comenzó a mover sus labios pero fue ahí cuando Jungkook se despegó de él de forma abrupta, grosera y descabellada.

Abrumado y confundido mientras mantenía la respiración agitada, Jimin vió a Jungkook subirse rápidamente al taxi y yéndose sin decir ni hacer nada más y en ese momento lo comprendió.

Fue un beso de despedida.

Tan agridulce.

Y a la vez tan amargo.

Sin embargo, sintió que era algo más que un beso de despedida, como una señal, un aviso, una súplica silenciosa que expresaba una última oportunidad.

Tal vez no sería la última vez que su hilo invisible volviera a reencontrarlos.

¿Qué creen que significó el beso de Jungkook? ¿Se lo esperaban? Yo tampoco, él se controló solo, yo fui expectora.

Jungkook planea irse, pero no dijo cuándo se iría... ¿Qué piensan de este breve reencuentro?

Sólo les diré que se preparen mentalmente para el siguiente capítulo porque... Bueno, es uno de los capítulos más importantes de la historia.

Nos vemos el sábado bbs, les tkm y gracias por llegar hasta acá. Sólo los reales 😔✊🏻

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