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007.

Había pasado una semana desde la llegada de los nuevos diseñadores a la agencia.

Durante esa semana fueron instalándose y actualizándose sobre las novedades del proyecto, así mismo como la valoración de sus portafolios para verificar en qué se especializarían en el trabajo. Dicha evaluación era realizada por el director ejecutivo: Jungkook. Por lo que tenía que reunirse individualmente con cada uno para discutir sobre sus habilidades y destrezas, y asignarles un rol en el proyecto.

Primero se reunió el lunes con Hanaku, y hoy, martes debería reunirse otro día con Jimin a las dos de la tarde en su oficina.

Cabe destacar que desde que Jimin llegó a la agencia, él y Jungkook no se habían dirigido ninguna palabra ni vuelto a ver, tampoco coincidido en los mismos sitios. Simplemente se habían mantenido alejados e ignorados uno del otro, haciendo como si no existieran. Sin embargo, Jungkook no podría hacerse el loco por mucho tiempo con Jimin, ya que tarde o temprano tendría que hablarle y trabajar juntos.

Tenía que dejar sus asuntos personales de lado y actuar como un profesional.

Pero, mierda, estaba jodidamente nervioso.

—¿Qué opinas de los nuevos? —le preguntó Ryujin mientras se encontraban sirviéndose un poco de café en la máquina.

—Son muy buenos —respondió cortamente llevando la taza a su boca para beber.

—La chica, Hanaku es muy linda, me parece que le caí bien porque compartimos algunos gustos musicales —contó alegre revolviendo su café con leche— Y el chico, Jimin, es sumamente encantador, jamás había conocido a un hombre con un rostro tan hermoso... Es como un ángel.

Jungkook detuvo el brazo que llevaba la taza de café a su boca.

Ángel.

Tragó saliva y lentamente bajó la taza hasta dejarla en la repisa, los recuerdos que conformaban esa simple palabra invadieron su mente en un santiamén.

—¿Jungkook?

Agradeció que la voz de Ryujin le sacara de allí.

—¿Ah? —la miró confundido.

—Te pregunté sobre la evaluación que le harás a Park Jimin, quiero saber si lo pondrás a trabajar conmigo.

—Oh —relamió sus labios y negó con la cabeza— Aún no lo he hecho, lo veré en la tarde.

—¿Y al menos le has hablado?

—Claro que no —respondió con obviedad pero enseguida se dio cuenta de la forma en que lo dijo y la mirada confusa de la mujer, así que agregó— No he tenido la oportunidad de hablar con él.

Ryujin asintió poco convencida mientras tomaba de su taza.

—Entiendo, es que la mayor parte del tiempo pasa pegado al jefe —ríe un poco— Me resulta adorable, de hecho creo que hacen linda pareja. ¿Tú que crees?

—Me reservo mi opinión.

—¿Por qué? —la pelinegra le miró confundida pues últimamente su compañero había comenzado a actuar muy extraño, no entendía por qué desaparecía tan de repente o a veces evitaba temas de conversación, más ahora que ella finalmente había accedido a volver a ser su amiga. Realmente no lo entendía en absoluto, pero estaba intentando no tomarse su actitud de forma personal.

Jungkook se encogió de hombros con indiferencia y se metió las manos en los bolsillos.

—No es de mi incumbencia.

—¿En serio? ¿Tú? —le señaló de forma irónica— ¿El hombre que se sabe todos los chismes de absolutamente todas las personas de este lugar? Eres peor que una tía latinoamericana.

—Olvidaste mencionar la parte en la que me sé todos esos chismes gracias a ti, porque tú vienes a contármelos. Eres una chismosa de primera, Ryu, mírate, tú fuiste la que metió el tema de conversación y no yo —sonrío con insuficiencia.

—Sí, pero tú no te niegas a escucharlos e inclusive preguntas más al respecto. No eres tan diferente a mí —se cruzó de brazos devolviéndole la sonrisa— Somos el dúo chismoso de la agencia y no lo puedes negar.

Jeon volteó los ojos y se encaminó a la máquina expendedora con Shin para comenzar juntos a decidir el snack que compartirían como tenían acostumbrado a hacer.

—¿Cuál quieres? —interroga el pelinegro.

—¿No es tu turno?

—La vez pasada fui yo, elegí unas papas, ¿recuerdas? Es tu turno, por lo que me toca pagar.

—Oh, cierto. Uhm... —la pelinegra hizo una mueca pensativa mirando cada producto con sus ojos brillantes por la luz artificial que desprendía la máquina— Esas galletas —eligió señalando el producto.

—Bien —sentenció Jungkook mientras colocaba el número del producto en el cajero de máquina e insertaba su tarjeta de crédito.

Mientras la máquina procesaba la tarjeta y el producto, tanto él como Ryujin observaron a Jimin pasar tranquilamente por el pasillo. Jungkook notó cierto interés en los ojos de la chica por lo que no pudo evitar tensarse y aclarar su garganta.

—¿Y cuál es la afinidad con Park Jimin? —se atrevió a preguntarle viéndola de reojo— ¿Te lo quieres ligar o qué?

—¿Qué? —le miró sorprendida con las mejillas comenzando a sonrojarse— Claro que no, es decir, sí, es jodidamente atractivo. Pero yo no-

—Pues si te resulta tan jodidamente atractivo deberías salir con él —bramó sacando la tarjeta de la máquina y guardándola en su billetera— Que no te detenga el hecho de que el jefe es su pareja a no ser que quieras ser una chica buena.

Ryujin frunció el ceño y recogió el paquete de galletas cuando cayó por la expendedora.

—No me metería con un hombre que está comprometido.

El corazón de Jungkook dio un brusco y doloroso vuelco.

—¿Qué? —soltó viéndola pasmado.

¿C-Comprometido?

Ryujin no lo miró pues estaba concentrada en abrir el paquete de galletas.

—Sí, él y Taehyung están comprometidos —dijo como si nada llevando una galleta a su boca— Él mismo me lo dijo, se casarán a mediados de abril. ¿Acaso no viste el anillo de compromiso en su dedo?

No, ni mierda que había visto un maldito anillo de compromiso cuando todo lo que había hecho era mantenerse alejado de él.

—¿Tú crees que Taehyung nos invite a la boda? —preguntó la chica mirándole con emoción— Porque no sabes lo mucho que amo-

No pudo terminar de hablar porque inmediatamente Jungkook se alejó de ella diciéndole un rápido:

—Tengo que irme.

Y sin escuchar su respuesta, solamente salió de allí. Como últimamente estaba acostumbrándose a hacer, a huir, a salir, a esconderse, y carajo que ya estaba hartándose de eso. Estaba harto de todo. Avanzó velozmente por los pasillos de la agencia sintiéndose enojado. ¿Por qué estaba enojado? Jodida mierda que sí lo sabía, pero no quería pensar en la respuesta porque le daría una crisis existencial en el trabajo y no quería eso. De hecho estaba con la mente en blanco, dirigiéndose ahora mismo a la oficina de Taehyung con el único pensamiento de decirle que por nada del mundo iba a trabajar con Park Jimin.

Le importaba una mierda todo. No estaba dispuesto a trabajar o compartir espacio ni un minuto más con una persona tan-

—¡Lo siento! —musitó avergonzado cuando chocó accidentalmente con una persona y tiró al suelo lo que traía en las manos. Agachándose por instinto a recoger con rapidez lo que parecía un portafolio del suelo para continuar con su camino.

—¿Jungkook?

Su respiración se entrecortó y alzó la mirada sorprendida hacia aquella voz que desgraciadamente conocía demasiado bien.

Jimin le miraba de igual forma desde arriba pero también un poco confundido.

—Hola, Jimin —murmuró Jeon con una voz increíblemente suave y neutral a diferencia de como se encontraba hace unos cinco segundos. Fue como si todo el enojo se hubiera esfumado mágicamente de todo su mente y cuerpo.

—Hola, Jungkook... —respondió Park de la misma forma tragando saliva antes de agacharse también y recoger sus propias cosas.

—Yo... lo siento mucho —se apresuró a decir Jeon mientras terminaba de juntar todos los documentos del portafolio— Estaba distraído.

—No te preocupes —dijo el rubio entregándole los documentos faltantes al pelinegro rozando ligeramente la pie de sus manos en el proceso y haciéndoles sentir mutuamente una sensación electrizante que ambos ignoraron.

Finalmente se incorporaron del suelo y miraron fijamente a los ojos sin quitar el aura sorprendida e incómoda de sus cuerpos.

—Ten —Jungkook le extendió el portafolio nuevamente impecable.

—Gracias —Jimin lo tomó y en ese momento Jungkook logró por fin identificar el anillo de compromiso en su dedo anular.

Decir que sintió como si un peso de cien toneladas le cayera encima, es poco.

Pero decidió ignorarlo.

—Ahm... Justamente me dirigía hacia tu oficina para lo de la evaluación... —habló el rubio con una pequeña sonrisa tímida y sin dejar de analizar el rostro del contrario— Aunque creo que me perdí un poco... Este lugar es inmenso.

—Sí, lo es —asintió el pelinegro y miró a su alrededor— En realidad no estabas tan perdido, por allá es mi oficina —señaló un pasillo a lo lejos que era por donde iba el rubio desde un inicio— Ven, sígueme.

—Claro.

Comenzaron a caminar juntos hacia la oficina de Jeon a una distancia considerablemente grande entre ellos.

—Yo... no tenía idea de que trabajabas aquí —se atrevió a hablar Park conforme cruzaban el pasillo repleto de oficinas modernas y finas.

—Y yo no tenía idea de que eras diseñador, pensé que habías terminado la carrera de medicina.

—Oh, sí. Decidí que no era para mí, así que empecé con diseño y... me gustó.

—Qué raro, nunca te vi en la facultad —frunció el ceño un poco confundido— Aunque bueno, yo estaba más adelantado así que habían menos probabilidades de encontrarnos. ¿Estudiaste en Tokio?

—No, estudié en la misma universidad, sólo que éramos de años distintos así que seguro fue eso... —excusó vacilante el rubio cuando en el fondo la razón por la que el pelinegro nunca lo había visto fue porque en su momento matriculó cursos en horarios diferentes a él para no tener que volver a verlo.

Jungkook y Jimin se habían conocido en la universidad.

—¿Y qué te indujo a querer estudiar mi carrera? —preguntó el más alto mientras avanzaba con las manos metidas en sus bolsillos.

El más bajo relamió sus labios con nerviosismo ante la pregunta indirecta, pues en el tiempo que estuvieron saliendo, Jungkook fue quien lo impulsó frecuentemente a estudiar lo mismo que él después de ver sus habilidades para el dibujo y diseño. Además de que siempre se mostró interesado en lo que él hacía y quería aprender, a diferencia de la medicina. Por lo que fueron incontables las veces en las que Jungkook le insistió con que su destino era el diseño y no la medicina.

Jimin suspiró.

—¿Tú que crees? —respondió mirándole de reojo con las pupilas ligeramente dilatadas.

Jungkook le devolvió la mirada y sólo sonrió de forma ladina volteando la vista al frente pues sabía perfectamente la respuesta.

—Me alegro de que lo hayas hecho.

—Yo también.

Finalmente llegaron a la oficina de Jungkook quien sin más abrió la puerta y le cedió el paso a Jimin. Este mordió disimuladamente su labio inferior y entró, mientras que el contrario soltó un largo suspiro y le siguió, cerrando con seguro la puerta detrás de él.

¡Hola, hola! Ya por fin nuestro protagonistas compartieron palabras y les vengo con un maratón miedo así que espero lo disfruten mucho y puedan leerlo en orden.

¡Ya pueden leer los siguientes capítulos!

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