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➤ CAPÍTULO ÚNICO

DELANEY HELLER

Un calor penetrante se había apoderado de nosotros mientras intentaba corresponder la manera en la que sus labios delgados y ahora enrojecidos me besaban con suavidad, con aquella dulzura de siempre sin importar en la situación que nos encontráramos. Pues, si había algo que destacaba a Jeon Jungkook, era la manera en la que siempre actuaba tan dulce, tan delicado como si yo fuera capaz de romperme en cualquier instante, expresando con su mirada una mezcla de amor, pero a la misma vez una desesperación que claro que era capaz de comprender y prefería más que nada ignorar.

Dejó un beso húmedo sobre la comisura de mi labio inferior, sobre mi barbilla, para luego esconder su rostro en el hueco de mi cuello a la vez que gemía. Necesitaba poder concentrarme, por lo que enredé las piernas en sus caderas mientras continuaba embistiéndome lentamente, algo que antes podía ser torturante, pero que ya estaba más que acostumbrada.

—¿Estás bien? —preguntó con voz profunda, llevando una de sus manos a la mía para así entrelazar nuestros dedos.

—Continúa, Jungkook —hablé con la respiración pesada.

No dijo nada en absoluto, tan sólo gruñó en mi oído mientras continuaba con las embestidas. Sus gemidos y gruñidos iban en aumento, sus embestidas volviéndose hasta algo torpes, lo que me hacía saber que estaba cerca.

—Delaney...—gruñó entre molesto y por el placer.

Eso tan sólo me hacía saber que estaba dándose cuenta que no estaba disfrutándolo, por lo que apreté con más fuerza su mano mientras la libre la llevé a su ancha espalda. La frustración estaba apoderándose cada vez más de mí y es que no quería que él siguiera dándose cuenta, que tardara más o que esto nos llevara a otra conversación de porqué cada vez que teníamos relaciones, me sentía más agobiada, como si no lo disfrutara en absoluto.
Cerré los ojos con fuerza sintiendo cómo su caliente y húmedo miembro entraba y salía de mi interior, por lo que me esforcé por gemir, enterrando las uñas en su espalda.

Podía escuchar su respiración violenta, sentir su frente sudada, y por cómo gemía y gruñía ya estaba demasiado cerca, por lo que volví a gemir enterrando con más fuerza las uñas, rogando que acabara pronto. Y fue cuestión de pocos segundos para sentir cómo llenaba mi interior, soltando un gemido liberador a la vez que se aferraba con fuerza a mi cuerpo.

Sentía el gran calor que desprendía nuestros cuerpos y la humedad por el sudor, sumado al peso de su cuerpo, provocaba que sintiera que estaba asfixiándome. Quería poder apartarlo, por lo que solté su mano y la llevé a su fuerte brazo, pero pareció no entender lo que quería, ya que levantó la cabeza permitiéndome ver su rostro sonrosado y sudoroso, para luego darme un beso largo, lento y amoroso.

—Ya, Jungkook, no puedo respirar —murmuré rompiendo el beso.

Este soltó una risilla, abriendo los ojos, permitiéndome notar aquel brillo especial cada vez que me miraba.

—Lo siento —musitó antes de volver a juntar nuestros labios en un pequeño beso.

Jungkook se salió de mi interior para recostarse mi lado soltando un jadeo, y cubrirse con la sábana mientras yo me aferraba a esta, soltando un suspiro. Él parecía intentar recuperar el aliento mientras yo tan sólo observaba el techo, perdiéndome en mis pensamientos.

—Hey, cariño...

Al escuchar su voz luego de un momento, reaccioné nuevamente, girando a verlo, notando que estaba también haciéndolo, apoyando el peso en uno de los brazos y la cabeza en la mano. Podía notar cómo en su mirada oscura se reflejaba un poco la preocupación, como también la curiosidad.

—¿Estás bien?

—Sí.

—Entonces, ¿sigue en pie lo de salir a cenar?

Quería decirle que no. Quería decirle que no quería salir de esta casa, que cada vez que estaba en la escuela trabajando, sólo deseaba poder encerrarme aquí, escapar de las miradas y murmullos, pero no quería matar su ilusión.

Podía notar en su mirada que sí entendería si me negaba, pero al ver su pequeña sonrisa de ilusión, tan sólo asentí mientras me detestaba por haberlo hecho.

—Perfecto —la comisuras de sus labios se elevaron más, permitiéndome ver su gran sonrisa. Se levantó y buscó sus bóxers negros que estaban en el suelo, colocándoselos rápidamente—. Entonces, deberías pasar a darte una ducha.

—¿Qué harás? —indagué curiosa.

—Continuaré trabajando un poco en el garaje.

—¿Con esa motocicleta?

—Seokjin la necesita lista en estos días —explicó haciendo una mueca—. Tú ve a darte una ducha.

—Está bien —suspiré sentándome, aún cubriéndome el cuerpo con la sábana.

Jungkook se acercó con una pequeña sonrisa para inclinarse hacia adelante y dejar un pequeño beso en mis labios.

—No me quedaré trabajando y me olvidaré de lo que acordamos —aseguró como si esa fuera mi preocupación.

Se dirigió a la puerta para salir de la habitación, mientras yo tan sólo rogaba que sí pasara eso. A pesar de que no era de mi agrado el trabajo de Jungkook, prefería que se le pasara el tiempo arreglando esa maldita motocicleta, que se olvidara hasta de venir a la cama —como pasaba algunas veces—, porque nuevamente no tenía fuerza alguna para fingir estar bien y mucho menos frente a otras personas.

Aun así, me levanté para dirigirme lentamente al baño, ignorando por completo mi reflejo frente al espejo, para entrar la ducha. Apoyé ambas manos en la pared mientras sentía cómo el agua hirviendo caía en la parte alta de mi espalda, y aunque no pudiera verme, estaba segura de que mi piel debía estar comenzando a enrojecerse, pero es que el sentir la sensación de quemadura era como un cálido abrazo mental en ese momento.

Quizás la forma en que pienso y veo las cosas no era la mejor, al contrario, parecía que con el tiempo iba volviéndose cada vez más angustiante y confusa, o al menos eso solía hacerme sentir Jungkook cada vez que daba mi punto de vista en alguna conversación. Aunque eso pasaba pocas veces, y porque él se interesaba. De lo que sí estaba segura era de que la manera en la que manifiesto mis emociones resultaba peligrosa, hasta dañina y no dejaba de contaminarme cada día un poco más. Pero ¿qué otra manera había para mí?

Estoy perdida. Sí. Lo había aceptado.

Sé que existe la tranquilidad, y lo sabía por Jungkook, hasta deseaba poder tener eso, pero mi mente no se detenía nunca. No sabía cómo hacerlo. Lo anhelaba más que nada y no podía hacerlo. Quizás eso podría hacerme llorar de frustración, pero tampoco podía.

Una vez que acabé de bañarme, enrollé la toalla en mi cuerpo, dirigiéndome hacia el garaje, pudiendo ver a Jungkook que se acercaba a la estantería donde se encontraban algunas herramientas, que aunque él siempre me dijera cómo se llamaba cada una y más cuando me pedía que se las pasara, no podía aprendérmelos porque no era algo que fuera de mi interés. Sólo podía pensar en que tenía la forma de pequeñas palancas, logrando caber perfectamente en las palmas sucias de sus manos.

Su cabello algo largo y ondulado, estaba desordenado, su piel bronceada brillaba por la fina capa de sudor, por lo que solté un suspiro tembloroso que logró llamar la atención de Jungkook, permitiéndome notar cómo sus paletas se asomaban en su pequeña sonrisa, dándole aquel aspecto que alguna que otra vez provocaba una presión en mi pecho y no lograba entender.

—Oh, cariño, ahora mismo acabo con esto y paso... 

—No. Si estás muy ocupado...

—¿Sabes qué? Mejor lo dejo para después. Pasaré ahora mismo a darme la ducha así salimos —asintió dejando la herramienta en la estantería—. Tú arréglate. No me tardaré.

—Dúchate bien —ordené cuando se acercaba con una sonrisa.

—Oye, siempre lo hago y esta vez no tengo tanta grasa...—reprochó bromeando mientras soltaba una ligera risa.

—Ya, cómo sea, pero pasa. 

Asintió aún con una gran sonrisa para pasar por mi lado y comenzar a dirigirse hacia el baño, lo que me hizo voltear a verlo, preguntándome cómo es que siempre mantenía aquella sonrisa, aunque mi manera de hablarle casi nunca fuera la mejor. Pero podía suponer que, probablemente, Jungkook no lo sentía así.








(...)







Los minutos habían pasado, y yo había estado lista en unos veinte minutos, tal vez hasta menos porque no tardé en elegir el vestido negro con mangas y que llegaba hasta mis rodillas, pegándose a mi cuerpo, como también unas sandalias negras. Había dejado mi cabello liso suelto, llevando unos mechones detrás de mis orejas, y optando por no maquillarme tanto, tan sólo un poco de rímel y brillo labial rosado como siempre.

Jungkook parecía estar tardándose más de lo normal, por lo que decidí esperarlo en el coche, rogando que pudiera cambiar de opinión, aunque no era algo común viniendo de él. Cuando estuvo listo y se subió al coche, durante el camino pude sentir una tensión que me desconcertaba, hasta había colocado música y me dedicaba alguna que otra sonrisa nerviosa, lo que lograba incomodarme más. No iba a negar que esa noche se veía demasiado atractivo con su cabello oscuro echado hacia atrás con gel aunque unos mechones comenzaban a caer por su frente, su camisa blanca, chaqueta de cuero negra, pantalones y zapatos del mismo color. El aroma a su colonia había inundado mis fosas nasales, algo que no me resultaba nada molesto, además, eran muy pocas las veces que lograba ver a Jungkook arreglado de esa manera.

Una vez que llegamos, Jungkook dijo su apellido para que nos guiaran hacia la mesa que había reservado, lo que hizo que bajara la cabeza al pensar que estábamos llamando la atención, pero al instante pude sentir el tacto cálido de Jungkook, sus largos y finos dedos entrelazándose con los míos. Al levantar la mirada, me regaló una pequeña sonrisa tranquilizadora, lo que quise agradecer porque siempre era demasiado atento.

Corrió la silla y agradecí por lo bajo antes de tomar asiento, por lo que él tomó asiento en frente, para mirar el menú y comenzar a pensar lo que podría ordenar, así que decidí hacer lo mismo aunque no tuviera apetito alguno. Cuando el mesero se acercó, pidió rápidamente una botella de vino para que pidiéramos de comer, pero antes de que el joven se fuera, lo sorprendí pidiendo una botella de agua, lo que dejó a Jungkook atónito, aunque no fue capaz de decir algo al respecto frente al mesero.

—Cariño, por esta noche podrías beber vino conmigo. 

—Sabes que no me gusta beber...

—Por eso digo que tan sólo por esta vez —aclaró por lo bajo, haciéndome saber que no estaba molesto.

—No quiero hacerlo.

—Está bien.

Lo vi asentir decidiendo dejar ese tema de lado pese a que no parecía agradarle demasiado, pero no podía pensar en eso cuando sentía las intensas miradas, lo que me hizo desviar la mía mientras masajeaba mi nuca con una de las manos, sintiendo cómo a los pocos segundos Jungkook apoyaba su mano en la mía libre que estaba sobre la mesa. 

—Esta noche concéntrate solamente en mí, ¿sí? —habló con suavidad, regalándome nuevamente una pequeña sonrisa tranquilizadora mientras acariciaba el dorso de mi mano con su pulgar.

Asentí sintiendo aquella presión en mi pecho que seguía sin entender porqué aparecía cada vez que Jungkook se comportaba de esa manera conmigo. 

Así los minutos pasaron mientras intentaba ignorar las miradas, concentrándome en la comida, en lo que me hablaba Jungkook sobre su trabajo, aunque no fuera nada de mi interés. Sabía que muy probablemente era consciente de que cada vez que me hablaba sobre eso, no le prestaba la suficiente razón o siquiera le entendía y tampoco me esforzaba, lo que a veces creía que podía provocar la culpa en mí, que debía sentirme mal por ser de esa manera porque sabía perfectamente que si Jungkook estaba viviendo en este país, en este pueblo, lejos del suyo natal, era porque había querido alejarse lo más posible de sus padres. Ellos no aceptaban para nada que no haya querido seguir el legado familiar, trabajar en su empresa, lo que hizo que lo vieran como alguien rebelde, pese a que Jungkook era todo lo contrario a eso, pero viviendo aquí se enamoró de mí, lo que fue otra gran decepción para sus padres que habían creído que podrían reconciliarse y quizás hacerlo cambiar de opinión.

Lo que sí era verdad, es que Jungkook desde el primer momento había sido consciente de que sus padres se decepcionarían de él por mí, de que desataría la furia en ellos, y no por mi pasado, porque siquiera parecía saberlo él, sino por el hecho de que lo que correspondía es que estuviera con una mujer coreana, respetada y con un trabajo que cumpliera con las expectativas de ellos. En cambio, yo era americana, ganando treinta y cinco mil dólares al año al trabajar como profesora, y con un vídeo sobre mi pasado oscuro que por temporadas rondaba por Internet, provocando que hablaran de mí en el pueblo y rogara que Jungkook jamás lo viera.

—De todas maneras, ya no importa. Su coche quedó bien y no volveré a verlo —le restó importancia mientras se encogía de hombros y tomaba la copa de vino para darle un sorbo.

—Deberías hacer algo con esas personas que no tienen respeto alguno —opiné sintiéndome algo frustrada por el hecho de que siempre dejara pasar los malos tratos de algunas personas en su trabajo.

—¿Para qué? Eso sólo empeoraría la situación, y sabes que detesto tener que levantar la voz —hizo una mueca—. Pero ya, ¿cómo fue tu día en tu trabajo? 

—Como siempre. Nada interesante. 

Asintió mientras mordía el interior de mejilla, ya acostumbrado a mis pocas palabras, más cuando de contarle mi día se trataba.

—¿Recuerdas la primera vez que nos vimos? —preguntó intentando reprimir la sonrisa mientras no podía evitar tensarme.

—Cuando te busqué en el taller porque mi coche no arrancaba.

—Realmente tenías razón sobre que no sabías absolutamente nada sobre coches —negó repetidamente con la cabeza mientras reía—. Sólo tenías que cambiarle la batería.

Podía recordar perfectamente ese día, dos años atrás cuando entré al taller y buscaba al dueño, pero terminé sorprendiéndome cuando de debajo de un coche salió un pelinegro, manchado de grasa y su piel brillosa por una capa de sudor. Nunca pude negar lo atractivo que se me hacía, pero realmente en ese tiempo estaba completamente negada a fijarme en un hombre, pese a que pude sentir su intensa mirada y por cómo me hablaba, intentaba mostrarse seductor. 

Luego de esa vez, nos encontramos sorprendentemente en un festival del pueblo. No tenía amistades, no tenía a nadie más que a una prima que estaba de visita, ya que ella vivía en San Diego. Ella fue la razón por la que decidí ir esa tarde al festival, donde al vernos, él se acercó sonriente a saludarme, lo que se me hizo sorpresivo, pero por la mirada y ligero empujón por parte de mi prima, Ivy, acabé saludándolo. 

Pude notar el tiempo ahí cómo se mantenía cerca, pese a estar acompañado de amigos, y yo tan sólo podía estar tensa, sobrepensando si es que sabía de mí y tenía ese tipo de interés completamente desagradable. Quería marcharme, pero mi prima había desaparecido de mi vista y no sólo las intensas miradas estaban alterándome, sino que por la noche dos hombres ebrios se habían acercado a mí. Eso había sido suficiente para que acabara explotando, pues el miedo me invadió, lo que hizo que Jungkook no dudara ni un segundo en acercarse para ayudarme y alejarme de ese lugar. Según sus palabras, había estado atento a mí al ver que ellos se acercaron, lo cual agradecí y sigo agradeciendo. Aquella noche había acabado de una manera demasiado extraña para mí, ya que luego de intentar respirar cómo él me decía, imitándolo, pude relajarme mientras me abrazaba al sentir la brisa fresca que erizó mi piel. Jungkook me prestó su chaqueta y quiso acompañarme a mi casa, la verdad es que podría haber pensado en mi prima, podría haber seguido pensando en sus malas intenciones —las mismas que tenían todos los hombres cuando se acercaban a mí—, pero, por primera vez, pude ver el buen corazón en la mirada de uno y no lo dudé en absoluto. 

Tenía miedo de caminar sola a casa, y el que Jungkook pareciera ser un buen hombre, hizo que acabara aceptando. Caminamos tranquilos bajo la luz de la luna, hablando por momentos, él más que yo que intentaba prestarle atención e ignorar mi cabeza, lo que sorprendentemente pude y hasta se me hizo agradable. 

Después de eso, parecía ser que la vida se había empeñado en juntarnos en ciertos lugares, donde Jungkook en un principio llegaba a acercarse con su intensidad, logrando asustarme, lo que le hacía reír. Sabía perfectamente cuáles eran sus intenciones, por lo que me mostraba seca con él ya que quería que supiera que eso jamás podría ser, aunque se me hiciera agradable, pero es que no podía creerme que él no supiera nada de mí. Al contrario, parecía tener toda la intención de conocerme, lo que me estresaba porque detestaba hablar sobre mí, detestaba no poder ser alguien con una buena vida y maravillosa como él. Pero, poco a poco fue ganándose mi confianza con su dulce sonrisa, sus palabras llenas de amabilidad y sus cálidos abrazos, al menos una parte, donde comencé a creer que en verdad no sabía de mí, ni mucho menos de ese vídeo. Y rogaba que se mantuviera así, porque era como si generara algo bueno en mí. Algo que no entendía, pero me daba miedo perder, aunque llegaba también a incomodarme el sentirme intensamente amada por él.

—¿Me amas, Delaney? —preguntó de repente, sorprendiéndome por completo.

¿Qué significa amar a una persona? ¿Cómo era sentirlo? ¿Acaso alguna vez había amado a alguien? ¿Eso había sentido? Cada vez que pensaba en eso, el pánico me invadía porque no quería volver a pasar por algo así. Si era así, entonces, esperaba no amar a Jungkook.

Al sentir una presión en mi mano, dirigí mirada a esta pudiendo ver la de Jungkook sobre la mía, dándole un pequeño apretón. Levanté la mirada encontrándome con la de él y notando algo de temor por mi respuesta, lo que hizo que sintiera una punzada en mi abdomen.
Siempre había escuchado que si te tienes que preguntar eso, es porque dudas, y en medio de la duda uno no puede amar. Pero, entonces, ¿cómo podía saber qué era lo que sentía cuando la mayoría del tiempo no sentía absolutamente nada?

—Por algo hasta acepté el vivir juntos, ¿no?

Jungkook medio sonrió mientras asentía repetidamente, desviando la mirada.

—¿Sabes por qué te amo?

Negué con la cabeza.

Sabía que me amaba intensamente, pero no entendía el porqué y era algo que me preguntaba constantemente.

—Porque cuando estoy contigo no me importa en absoluto lo que pase, podría afrontar cualquier situación de mierda, pero estaría bien porque te tengo a mi lado —respondió sorprendiéndome—. Delaney, creo que no tienes ni una jodida idea de todo lo que siento por ti, o quizás sí, porque creo que no es algo que pueda ocultar, ni siquiera me alcanzan las palabras para expresar todo lo que me haces sentir o lo que significas para mí —presionó los labios por un momento, acariciando el dorso de mi mano con el pulgar—. Quiero ser el hombre que te haga sonreír cada vez que te dice un "te amo", quiero ser el hombre que esperes cada día con emoción, quiero ser ese hombre al que ames con locura, el único para ti, y el que te proteja en todo momento de todo mal.

En ese momento podía sentir una gran inquietud, queriendo poder ser capaz de hacer que dejara de hablar y así poder levantarnos para marcharnos de una vez, porque estaba comenzando a sentir que el ambiente se volvía asfixiante. Pero, para mi sorpresa, Jungkook se levantó sacando del bolsillo de su chaqueta un estuche azul mientras se arrodillaba frente a mí.

—Delaney Heller, ¿me harías el honor de casarte conmigo? —preguntó con una pequeña sonrisa nerviosa mientras un brillo de ilusión aparecía en su oscura mirada.

Sentía cómo mis latidos se aceleraban y el oxígeno se me quedaba atascado en la garganta, mientras que ya no era para nada capaz de ignorar las intensas miradas y hasta algunos murmullos. Aquellas personas que estaban a unos metros, tenían a su familia, y anteriormente los había visto felices, compartiendo, sin importar que por momentos fijaran su atención en nosotros, algo que intenté ignorar porque quería concentrarme en Jungkook, así como él me lo pidió. Pero es que el estar rodeada de personas, el verlos felices, compartiendo, era cuando más soledad podía sentir, aún teniendo a Jungkook en frente.

No podía respirar con normalidad y estaba comenzando a alterarme cada vez más.

—Cariño...

No era capaz de hablar. Mi voz no salía por más que intentara esforzarme. Sólo pude levantarme rápidamente, tomando mi bolso para salir de allí, escuchando los llamados de Jungkook que quiso seguirme mientras yo intentaba más que nada ignorar las llamadas y murmullos, pero una voz masculina hizo que él tuviera que detenerse. Quizás se trataba del mesero que creía que iba a marcharse sin pagar, por lo que agradecí.

La brisa fresca me envolvió mientras intentaba respirar. Inhalaba y exhalaba queriendo poder ser capaz de huir, pero sabía que Jungkook me alcanzaría fácilmente. Esa fue suficiente razón para que mirara a mis lados, buscando algún escondite antes de que Jungkook saliera, por lo que apresuré mis pasos para llegar a un costado de este y me apoyé en la pared siendo cubierta por la planta con hojas grandes.

—¡Delaney!

Al escuchar voz masculina que se oía agitada, moví un poco una de las hojas, observando cómo Jungkook bajaba rápidamente las escaleras mirando a sus lados. Sacó rápidamente el celular del bolsillo de su chaqueta, lo que me hizo suponer que intentaría llamarme.
Llevó el celular a su oreja derecha mientras pasaba los dedos por las hebras de su cabello, tirando de este, a la vez que seguía mirando a sus lados.

Sentía mi celular vibrar en el bolsillo de mi bolso, por lo que me apegué más a la pared para abrirlo, observando en la pantalla del celular su fotografía sonriente y su nombre, por lo que decidí rápidamente rechazar la llamada y apagarlo. Al volver a asomarme, pude ver cómo tiraba de su cabello completamente frustrado y miraba nuevamente la pantalla de su celular.
En ese momento tan sólo intentaba ignorar la presión en mi pecho, observando cómo se dirigía a su coche para subirse a este, llevando nuevamente el celular a su oreja, quizás intentando volver a llamarme, algo que no sabría al haberlo apagado. Y así lo vi marcharse, por lo que solté un suspiro de alivio mientras volvía a apegar mi espalda en la pared, cerrando los ojos.










(...)









Caminaba por la calle teniendo a la luna como única compañera, pensando en que quizás todos tenían razón y era un asco de persona. Mis pies dolían cada vez más, pero no iba a detenerme aunque tampoco quisiera llegar a casa, sentía que hasta conmigo arrastraba cadenas, pero aquellas de palabras de ajenos. Tan sólo deseaba poder tener un interruptor para poder apagar las voces de mi cabeza en la que nunca había descanso alguno, porque era como si vivieran miles de personas ahí y estuvieran gritándome todo el tiempo. Y quizás eran aquellas que cada vez que me veían no dudaban en seguir juzgándome como si siguiera siendo esa adolescente, como si las personas no cambiaran y se arrepintieran de ese pasado.

Estaba cada día más agotada.

No había silencio alguno. Todo lo pensaba, todo lo analizaba, algo que se estaba transformando en otra manera de autodestruirme. Sólo necesitaba que se callaran por un momento y poder sentirme en paz, así como en esos pequeños momentos que estaba en brazos de Jungkook. Pero ahora sabía que en cuanto llegara, eso no sucedería, sino que todo se tornaría aún peor para mí.

Al llegar a casa, abrí la puerta y entré, pero después de cerrarla, al voltear, me encontré a Jungkook sentado en el sofá con su cabello más desordenado como si hubiera estado tirando de este, y sin chaqueta, llevando la camiseta blanca lisa. Se veía realmente alterado, mirándome entre aliviado, pero a la vez desesperado como si tuviera miles de preguntas para hacerme. Y yo tan sólo decidí ignorar aquella situación, sintiéndome incapaz de enfrentarla, así que me dirigí a la habitación.

Estaba sorprendida de que pareciera que Jungkook se había quedado en la sala, como si comprendiera perfectamente que no podía verlo ahora y que necesitaba mi espacio. Hasta comencé a esperar que —como algunas veces—, se pusiera a trabajar en el garaje y volviera a la cama de madrugada. Pero cuando salí del baño, ya con mi camisón rosado colocado y sin maquillaje, lista para intentar dormir aunque sabía que probablemente no podría hacerlo hasta la madrugada, Jungkook entró a la habitación.

Me tensé intentando ignorar su intensa mirada mientras me acercaba a la cama, rogando que no dijera nada en absoluto.

—¿Por qué has actuado de esa manera? ¿Por qué me dejaste de esa manera en el restaurante? —examinó mientras rodeaba la cama—. Estoy hablándote. No me ignores esta vez, por favor.

—No quiero hablar —murmuré tomando asiento en la cama, ignorando por completo su mirada.

—Pero yo lo necesito —recalcó acercándose rápidamente, tomando asiento frente a mí—. Por favor, dime algo —pidió desesperado. Bajé la mirada incapaz de decir algo, pero él tomó mi barbilla con suavidad, haciendo que me encontrara con su mirada oscura que expresaba angustia y preocupación.

—No puedo...

—Ayúdame a comprenderte. Dime qué sucede —ordenó con suavidad—. Si es que no me amas realmente...

—Estaba bien, Jungkook —lo interrumpí aún por lo bajo, mientras él me miraba con atención y cierto temor—. Había aceptado regresar aquí y estar completamente sola. Creí que todos se olvidarían de mí, que tendría una vida tranquila porque hasta me había hecho amiga de mi soledad, pero... me equivoqué —suspiré frustrada—. Todos siguen recordando quién fui, todos hablan de eso cuando me ven...

—Las personas prefieren ignorar su propia mierda y señalar con el dedo la de las demás, Delaney.

—No supe cómo manejar eso, y apareciste tú...

—¿Qué...? ¿Qué quieres decir con eso? —indagó tenso, ya que no fui capaz de continuar.

—No me siento digna de tu amor, Jungkook —confesé de manera casi inaudible.

Apartó su mano de mi barbilla y cuando creí que hasta sería capaz de marcharse, Jungkook se quitó los zapatos para sentarse a su lado, pasando uno de los brazos alrededor de mis hombros.

—Jungkook, no...

Shh... ven conmigo, cariño —murmuró pasando su otro brazo por debajo de mis rodillas, obligándome a quedar sobre sus piernas cruzadas—. Mereces ser amada, y yo me encargaré de demostrártelo día tras día.

Quise decir algo al respecto, pero Jungkook dejó un beso en la coronilla de mi cabeza, abrazándome con más fuerza mientras yo intentaba luchar contra mi impulso de apartarlo. En ese momento me sentía una niña entre sus brazos, recordando mi infancia, preguntándome si acaso hubiera sido completamente distinta si hubiera tenido un padre que me diera cariño, y no sentiría a día de hoy este jodido vacío.








(...)








Había decidido dormir por la tarde ya que Jungkook se encontraba en su taller, y el haber trabajado y soportado lo mismo de siempre me había dejado agotada. Al despertar, me dirigí al baño, observándome en el espejo, como tenía grandes ojeras bajo mis ojos verdes, mi piel luciendo tan pálida como siempre, mis labios de un rosado pálido.
Ahora podía escuchar ruido proveniente de la sala, hasta el sonido de la radio que siempre colocaba, y sabía que no estaba solo porque escuchaba dos risas. Todo emitía ruido y eso era estruendoso. Pero yo no podía escucharlo al estar tan metida en mi propio silencio. Aquel silencio que resultaba asfixiante y me decía cosas que no quería escuchar.

Y quizás eso sucedía porque sabía de quién se trataba la otra persona que estaba con Jungkook.

Llevaba mi cabello liso y con mechones detrás de mi oreja, un vestido largo y floreado. Caminaba arrastrando los pies, sin ganas de poder entrar allí, mucho menos cuando escuché aquella ruidosa risa que provocó que un escalofrío recorriera mi espina dorsal.

—Son buenos tiempos —aseguró aquel castaño, llevando la botella de cerveza a sus labios esponjosos y carmesí.

—Por lo que me cuentas, ya lo creo —asintió dejando de reír—. Pero ¿no crees que ya deberías asentar cabeza, Seokjin?

Este volvió a apoyar la cerveza en la mesa mientras ladeaba la cabeza y chasqueaba la lengua.

—¿Cómo quién? ¿Cómo tú?

—Tal vez —se encogió de hombros.

—Ay, JK, JK, JK, no sé si eres un gran estúpido o demasiado inteligente —comentó pensativo mientras Jungkook fruncía el ceño.

—¿Vas a empezar otra vez?

—Es que, ¿querer estar con una mujer manchada como ella? —negó repetidamente la cabeza en modo de desaprobación—. Pero si lo vemos por el lado de que va a aceptar comerte el pene...

—Cállate...

—Buenas tardes —hablé decidiendo entrar.

Llamé la atención de ambos mientras sentía cómo mis latidos se aceleraban por la intensa mirada de Seokjin, que recorría todo mi cuerpo. Era algo completamente desagradable, pero debía estar acostumbrada porque lo conocía demasiado bien al haber sido compañeros de colegio.

—Oh, cariño, ¿descansaste bien? —preguntó mirándome con una pequeña sonrisa, Jungkook. Pero sabía perfectamente que se encontraba demasiado incómodo, como las raras veces que coincidíamos con Seokjin.

Asentí.

—Bien, entonces, ¿me tendrás la motocicleta mañana?

—Lo juro.

—Más te vale que así sea, JK —palmeó su hombro mientras se levantaba.

—Claro que sí.

—Delaney Heller...—dirigió su mirada a mí mientras las comisuras de sus labios se elevaban—, realmente sigues sorprendiéndome.

Desvié la mirada mientras mordía el interior de mi mejilla, pero Jungkook se levantó rápidamente.

—Te acompaño afuera.

Al escuchar la puerta abrirse y sentir una intensa mirada, volví a levantar la vista, observando cómo Seokjin se había inclinado hacia adelante para hablarle al oído a Jungkook mientras me miraba, pero él acabó empujándolo levemente para despedirse y cerrar la puerta.
Se había quedado así unos segundos, con la mano en el pomo y la cabeza gacha, lo que tan sólo hizo que la inquietud despertara en mí.

Jungkook volvió a voltear mientras pasaba los dedos por su cabello para echarlo hacia atrás, aunque este volvía a caer por su frente. Llevaba una camiseta blanca sin mangas, la cual estaba manchada de grasa que dejaba notar sus anchos hombros como también sus fuertes brazos, resaltando más el derecho que estaba completamente tatuado, jeans desgastados y holgados y unas zapatillas negras. 

Cuando lo veía de esa forma, siempre lograba recordarme a aquellos "chicos malos" del colegio, provocando algo en mi interior, hasta que él fijaba su mirada en mí, volviéndome a la realidad donde notaba hasta cierta ingenuidad en él. Algo que detestaba.

—¿Jungkook...?

—Iré a continuar trabajando con la motocicleta de Seokjin en el garaje —informó aún sin mirarme, para así comenzar a caminar.

Quise ser capaz de decir algo para detenerlo, para hablar y saber que estaba bien, pero mi voz jamás salió. Jungkook se dirigió al garaje mientras caía sentada en el sofá, sintiendo con cada minuto que pasaba cómo la ansiedad comenzaba a invadirme.

¿Qué rayos estaba pasándome?

Y es que en ese momento comenzaba a comprender que esta era la razón por la que temía dejar a entrar a mi vida a Jeon Jungkook. No quería que él supiera más de lo que podría imaginarse que estaría en lo correcto sobre mi pasado.
Finalmente me daba cuenta que no era tan fuerte para ser capaz de soportar la indiferencia de Jungkook, hasta prefería aquella intensidad tan característica de él cuando se trataba de mí por más que llegaba a incomodarme muchas veces.

Me levanté temblorosa decidida a dirigirme al garaje, pero cuando estaba cerca no pude evitar sobresaltarme al escuchar un estruendo cómo si Jungkook hubiera tirado una herramienta al suelo. Aun así, me atreví a acercarme, asomando un poco la cabeza para poder verlo. Este limpiaba sus manos manchadas de grasa con un paño azul que se encontraba todo manchado, para luego pasar su brazo sobre su frente sudada y tomar su celular que estaba en el bolsillo delantero derecho de sus pantalones.

Jungkook se veía realmente frustrado y molesto, como nunca lo vi porque conmigo siempre intentaba mostrarse relajado. Eso llamaba realmente mi atención y me hacía temer lo que pudiera haberle dicho Seokjin.
Mientras miraba la pantalla de su celular arrugaba ligeramente la frente y sus labios se encontraban entreabiertos, por lo que deseaba saber qué podría estar viendo. Y es que la música de la radio sólo estaba alterándome aún más en ese momento, pues Jungkook ahora arrugaba su rostro expresando un gran disgusto, hasta que levantó la mirada encontrándose con la mía.

—¿Qué sucede, Jungkook? —me atreví a preguntar mientras me acercaba.

Él parecía realmente atónito, que luchaba consigo mismo para poder reaccionar hasta que sacudió la cabeza.

—N-Nada. No sucede nada —balbuceó bloqueando rápidamente su celular para guardarlo en el bolsillo de sus jeans.

—No me mientas...

—No pasa nada, en verdad, Delaney.

Sabía que intentaba sonar convincente para mí, pero su forma de mirarme hacía que no pudiera creerle en absoluto.

—¿Qué te dijo Seokjin sobre mí? —examiné acercándome más, cruzándome de brazos al quedar frente a él.

—Siempre te digo lo mismo. Jamás lo escucho cuando intenta hablarme de ti.

—¿Y por qué esta vez actúas diferente, Jungkook?

—¿D-Diferente?

—Ya, dime qué sucede.

—No quiero...—musitó nervioso.

—¡Dime, Jungkook!

Frustrado sacó el celular del bolsillo de sus jeans, tragando con dificultad al desbloquearlo para entregármelo.

Grave error.

Ahí estaba aquel video que desde que estaba Jungkook en mi vida se había convertido en una de mis peores pesadillas que él pudiera ser capaz de verlo. Pues, me encontraba en una cama con mis rodillas y una de mis manos apoyadas en el colchón mientras se veía solamente el cuerpo de aquel joven que me embestía con dureza, y al frente mío se encontraba alguien más, el cual embestía mi boca.

Pero miren que perra es Dela —dijo aquella voz masculina y grave que filmaba, acercando más la cámara mientras a mí se me escapaba una arcada ya que había embestido hasta el fondo mi boca al correrse. Este se había alejado soltando una risotada mientras el semen caía por mi barbilla, pudiéndose ver cómo mi maquillaje se encontraba todo corrido y las lágrimas brotaban, pero aún así gemía al todavía seguir siendo embestida—. ¿Por qué me obedeces? Porque quieres ser follada por mí, ¿verdad, Dela? —preguntó riendo cínico—. ¡Dilo!

—¡Sí! ¡Fóllame...!

—¡Es suficiente, carajo! —alzó la voz histérico para arrebatarme el celular mientras volvía a bloquearlo—. ¡No tienes que ver esta mierda!

—Lo has visto...—musité con la mirada perdida.

—Sólo pude verlo un poco —murmuró tenso—. Y en verdad no puedo entender cómo pudieron filmarte así, cómo es que esto sigue en Internet...

—¿Ahora entiendes por qué no podía aceptarte? ¿Por qué no puedo casarme contigo? —pregunté volviendo mi mirada a él que frunció el ceño mientras bajaba la suya por un momento.

—No me importa ese video, Delaney —aseguró volviendo a conectar nuestras miradas.

—¡Pero todo este maldito pueblo sabe de la existencia y la mayoría lo debe haber visto! —exclamé histérica—. Si ahora hablan de nosotros, imagínate si nos...

—Hey...—me interrumpió tomándome de los hombros—, comprende que me importa una mierda lo que ellos digan de ti, de nosotros. Ni ellos, ni tú pueden decidir por mí, y yo quiero estar contigo. Quiero casarme contigo

—No sabes lo que dices —murmuré negando repetidamente con la cabeza mientras él se acercaba más a mí, bajando la cabeza para mirarme.

—Tan sólo dame la oportunidad de demostrarte que puedo cuidar tu corazón —pidió con suavidad, acariciando mi mejilla con el pulgar—. Te ayudaré a dejar aquel pasado atrás porque ahora estás en mi vida, y quiero que puedas confiar en mí, en ti misma así podrás ver la luz que te rodea.

Cerré los ojos mientras me inclinaba hacia adelante, apoyando mi frente en su pecho, sin importar que su camiseta estuviera manchada, como también sudada, porque tan sólo estaba cansada y aquella presión había vuelto a mi pecho.

—Sólo voy a decepcionarte, Jungkook —aseguré de manera casi inaudible—. Vas a terminar dejándome.

—Mírame, Delaney —ordenó con seriedad, provocando que a pesar de mi agotamiento, levantara la cabeza—. Jamás te dejaré. No hay nada en el mundo que haga que yo pueda dejarte, ¿y sabes por qué? —negué con la cabeza—. Porque te has vuelto la necesidad de mi corazón. No voy a dejarte nunca y menos si aceptas casarte conmigo.

No sabía qué estaba pasando conmigo, pero el simple de pensar en que algún día podría marcharse, dejarme sola con aquella soledad que me torturaba, lograba desesperarme. No quería que él pudiera dejarme, menos al saber de mi pasado, por lo que apoyé las manos en sus brazos a la vez que hacía puntillas de pies, para así juntar nuestros labios.

—Quiero casarme contigo, Jungkook —murmuré antes de volver a juntar nuestros labios.

Sentía cómo él pasaba rápidamente sus brazos alrededor de mi cintura, apegándome más mientras el beso se iba volviéndose intenso y hacía un sonido involuntario con la garganta.











(...)










El tiempo había pasado y por primera vez demasiado rápido para mí, tanto así, que en un abrir y cerrar de ojos la ansiedad comenzó a invadirme porque habían comenzado a faltar semanas para la boda. Ahora tan sólo faltaban dos y no podía dejar de pensar en eso, siquiera ahora que me encontraba en clase, sentada mientras giraba el anillo en mi dedo anular, intentando mantener la calma y no perderme demasiado en mis pensamientos.
Observaba por momentos a mis alumnos que estaban concentrados en las hojas de sus exámenes, algo que me gustaba porque eran las únicas veces que no escuchaba sus risas y murmullos, buscando controlarme porque sabía que muchos hablaban de mí. Eso me había traído algún que otro problema, pero era mejor ignorarlo porque ya había sido rechazada en otros colegios, y este había sido el único donde me habían aceptado, por lo que no quería que las cosas se me complicaran más y decidieran echarme.

Un ligero suspiro escapó de mis labios, preguntándome cómo es que tres meses habían pasado tan rápido. Y es que en ese momento en donde decidí aceptar la propuesta de Jungkook, estaba tan segura de que era lo que quería con tal de no perderlo, pero ahora el pensar en unir mi vida a la de él era algo que me alteraba, que me quería hacer huir y aceleraba mis latidos.

Necesitaba mantener la calma y no seguir mis impulsos. No buscar una forma de autosabotearme como hacía constantemente para poder sentir algo, ya que se suponía que se trataba de alguien a quien no quería perder, por lo que debía sentir amor, aunque no fuera capaz de reconocerlo porque no sabía si lo había sentido años atrás.

Cuando escuché el sonido del timbre, observé nuevamente a mis alumnos, algunos alegrándose y otros que parecían frustrados, como también molestos por no haber acabado sus exámenes.

—Entréguenme sus exámenes y salgan —ordené levantándome mientras un joven se acercaba a dejar las hojas sobre el escritorio.

Cada vez que uno se acercaba, intentaba regalarle una sonrisa que la mayoría de veces era devuelta, pero al ver al joven de cabello castaño y rizado, acercándose con una sonrisa burlona para dejar la hoja, borré rápidamente la mía. Pues, Louis Willson era el principal problema para mí junto a su pequeño grupo que no dudaba en murmurar en clases, como también reírse, sin disimular en absoluto. Pero aun así, intentaba mantener la calma porque sabía que los demás no eran así, o al menos, pasaban por desapercibidos y no provocaban que acabara agotada.

Cuando todos entregaron sus exámenes y salieron del salón, suspiré agotada para guardar aquellas hojas en mi carpeta que metí en el bolso. Salí rápidamente del salón para dirigirme a la sala de profesores, encontrándome con Macy, la profesora de matemáticas.

—Quedó un poco de café por si quiere —mencionó enseñándome su taza para correr una de las sillas y tomar asiento.

—Oh, muchas gracias.

Al tomar una de las tazas, tomé la cafetera para comenzar a servirme, ignorando por completo la intensa mirada del profesor de arte que estaba sentado frente a Macy. Sabía perfectamente que aquel calvo era uno de los que no estaba para nada de acuerdo que trabajara en este colegio ya que arruinaba su imagen. Pero, de todas maneras, tampoco le daba la atención que probablemente quería.

En cuanto tuve mi taza media llena, me acerqué a la silla que estaba al lado de Macy para así tomar asiento dejando el bolso en la mesa. Tenía la idea de corregir aunque sea algunos exámenes hasta esperar la siguiente clase, pero comencé a ver cómo dos profesores más entraban conversando animadamente, lo que decidí ignorar por un instante.
Escuchaba otras voces de personas que también entraban a la sala de profesores, y una grave provocó que sintiera cómo me estremecía.

—Como saben, lamentablemente, el profesor Arthur Corwin tuvo que tomarse licencia...—habló el Director, llamando la atención de todos—, así que les presentó al nuevo profesor que ocupará su puesto, Min Yoongi.

En ese momento levanté la mirada sintiendo cómo se me dificultaba hasta respirar, pero al ver a aquel hombre de cabello azabache ondulado y largo que resaltaba su piel tan pálida como la porcelana y con mirada felina, sentí cómo un escalofrío recorría mi espina dorsal. Sonreía saludando amablemente a los demás, hasta que sus ojos cafés se fijaron en mí, por lo que su sonrisa desapareció por un momento, pero volvió su atención a los demás.

Mi mundo parecía comenzar a dar vueltas, por lo que apoyé las manos en la mesa para así intentar levantarme aunque sintiera todo mi cuerpo temblar.

—A-Ahora vuelvo, con permiso —hablé débilmente llamando la atención, para comenzar a caminar torpemente sintiendo su intensa mirada—. Bienvenido, Min.

Este asintió presionando sus labios mientras el Director le hablaba, por lo que tomé una temblorosa bocanada de aire para así retomar el camino hacia la salida. Necesitaba urgentemente encontrar el baño, pues mi visión parecía nublarse cada vez más, mi corazón querer salirse de mi pecho y no podía respirar.

Al entrar di un portazo para caminar hacia un cubículo, cerrando luego con seguro para apoyarme en la pared de mi costado. Mi mundo parecía dar vueltas y estaba segura de que me desvanecería en cualquier momento, por lo que comencé a deslizarme torpemente por la pared hasta caer por completo al suelo.
Necesitaba reaccionar, pero los recuerdos volvían a mi cabeza junto a un inmenso miedo. Cubrí mis ojos con las manos mientras intentaba inhalar y exhalar como cuando Jungkook me pedía que lo imitara, pero esta vez contando hasta treinta.

El celular vibró en mi chaqueta blanca, por lo que una vez que aparté mis manos y me sentía menos mareada, con mis latidos volviendo poco a poco a la normalidad, lo saqué del bolsillo con mis manos temblorosas. Al leer el nombre "Jungkook", tragué con dificultad para abrir el mensaje.

Jungkook

¿A qué hora paso por ti, cariño?
Esta noche sí cenaré contigo, así que ve pensando qué te gustaría que te cocinara.









(...)







Luego de aquella situación, había buscado todas las formas posibles para evitarlo, esforzándome lo más que podía por prestar atención a mi siguiente clase, aunque no podía evitar mirar hacia la puerta con temor de volver a verlo. Las siguientes dos horas me la pasé alterada, rogando porque el tiempo se pasara rápido y pudiera estar en casa junto a Jungkook, pensar en alguna solución para no tener que volver a encontrármelo.

Una vez que mi hora de marcharme llegó, me dirigí rápidamente hacia la salida como si estuviera desesperada por salir y eso era verdad. En cuanto salí y sentí la brisa cálida, tomé una bocanada de aire mientras observaba hacia el estacionamiento el coche de Jungkook. Pude ver cómo este sacaba el brazo y movía su mano, lo que hizo que pudiera ser capaz de sonreír, pero de alivio, hasta que quise correr...

—¡Delaney Heller!

Aquella voz masculina logró que me detuviera abruptamente, sintiéndome paralizada al escuchar sus pasos apresurados acercarse. Sentía cómo mis latidos se aceleraban mientras que por mi cabeza gacha podía ver sus zapatos negros relucientes frente a mí.

—Vaya, creí que no te alcanzaría.

Tragando con dificultad, levanté lentamente la mirada pudiendo observar sus pantalones negros, camiseta blanca y chaqueta beige, encontrándome finalmente con su mirada felina que lograba hacerme temblar.

—¿Q-Qué sucede?

—Es sólo que... estoy sorprendido de encontrarte aquí —confesó con una media sonrisa—. Jamás me esperé siquiera volver a verte.

—Yo tampoco. Tenía entendido que ya no vivías aquí.

—Regresé hace unas semanas —comentó, por lo que asentí—. De todas maneras, espero que ahora que nos reencontramos, que somos compañeros de trabajo, sea un ambiente agradable, Dela.

—Buenas tardes...

Al escuchar esa manera de llamarme y aquella otra voz masculina, abrí los ojos a la par mientras el oxígeno parecía abandonar mis pulmones. Mi mirada estaba fija en Yoongi, pero este giró su cabeza a ver de quién se trataba.

—Buenas tardes. Min Yoongi, es un placer —se presentó estirando la mano.

—Jeon Jungkook.

A pesar de todo, no era capaz de siquiera voltear a ver a Jungkook, seguía con mi mirada en Yoongi, intentando poder respirar, hasta que sentí una mano pasar por la parte baja de mi espalda.

—¿Nos vamos, mi amor? —preguntó con suavidad.

Podía sentir su mirada, pero seguía observando a Yoongi que tenía la suya fija en Jungkook, hasta que fui capaz de asentir.

—Vamos —murmuré de manera casi inaudible.

Mi prometido pareció fijar su mirada en Yoongi, el cual asintió con la cabeza mientras me obligaba a caminar hacia su coche aunque me sintiera todavía temblar.

—Nos vemos mañana, Dela.

Al notar cómo rápidamente Jungkook giró su cabeza a verlo, lo miré sintiendo una punzada en el estómago. Pues, además que esa manera de llamarme por parte de Yoongi, revolvía todo en mí, podía ver las facciones endurecidas de mi prometido, pese a que seguíamos caminando hacia su coche.









(...)







El camino a casa había sido sumamente extraño y tenso, pues al subir ninguno dijo ni una sola palabra y esta vez siquiera colocó música. No sabía si él estaba tan perdido en sus pensamientos como yo o es que sabía que no me encontraba nada bien, al punto de no ser capaz de esforzarme por fingir. Hoy no podía fingir.

Jungkook había salido del garaje en el anochecer mientras yo intentaba seguir prestando atención a los exámenes que tenía frente a mí, ni siquiera fui capaz de escuchar si él me habló al pasar, pero lo dudaba demasiado. Pues, al llegar tan sólo tomó una botella de cerveza de la nevera y se encerró en el garaje a trabajar, sin siquiera decirme una sola palabra. Podría haber sido capaz de sentirme afectada por eso, de querer atacarlo con miles de preguntas, pero mi cabeza estaba siendo invadida solamente por un hombre. Min Yoongi.

Tenía un sentimiento paralizante como si el suelo debajo de mí se hubiera hecho añicos. Estaba siendo consumida una vez más por mis malos pensamientos, sin saber a dónde ir o qué hacer, ahogándome en la desesperación.

¿Por qué todo tenía que tornarse difícil justo ahora?

Al sentir en mi hombro la humedad, no pude evitar sobresaltarme, hasta que al girar mi cabeza me encontré con Jungkook que acababa de salir de bañarse. Pues, su cabello aún estaba húmedo y desordenado, como también gotas caían por su pecho desnudo, ya que solamente llevaba una toalla enrollada en su cadera.

—Hey, ¿estás bien? —preguntó inclinándose hacia adelante, apoyando la mano en la mesa a un lado de los exámenes mientras yo podía sentir su hombro apoyarse en parte de mi espalda.

—Sí.

—¿Segura? —asentí—. Sabes que puedes decirme lo que sea, ¿verdad?

—Claro que sí —respondí de manera casi inaudible, aunque por cómo él me miraba fijamente parecía estar intentando leerme, lo que me ponía más nerviosa.

Tenía que mentir entre dientes porque creía que era la única manera de mantenerme cuerda.

—Bien —musitó asintiendo con la cabeza—. ¿Te falta demasiado? Quizás podría comenzar a cocinar.

—¿Así? —fruncí el ceño mirando su torso desnudo, su abdominales marcados y cómo algunas gotas resbalaban por ahí hasta llegar a la toalla.

—Así se cocina mejor —bromeó con una media sonrisa, ladeando la cabeza—. ¿Te parece mal?

—Sólo creo que es más recomendable que te vistas para cocinar.

—Lo haré, entonces —asintió acercándose más, por lo que volví mi vista a los exámenes—. ¿Hay algo que preferirías comer hoy, cariño?

Comencé a pensar si había algo que prefiriera comer, pues cada vez que me hacía preguntas de ese tipo era como si mi cabeza se bloqueara, porque la verdad era que hacía tiempo no sabía qué era lo que verdaderamente quería. Todo se me hacía sumamente aburrido, hasta que comencé a acostumbrarme y ya no parecía sentir absolutamente nada por la mayoría de cosas.

Intentaba pensar en alguna comida que aunque sea se me antojara más, pero me sorprendí al sentir cómo Jungkook depositaba besos por mi mandíbula.

—¿Qué haces?

—Intento ayudarte a pensar, ¿no funciona? 

Lo observé notando cómo las comisuras de sus labios se elevaban, pero él llevó la mano a mi barbilla para juntar nuestros labios. Me besaba con aquella delicadeza y suavidad que siempre lo destacaba, haciéndome estremecer cuando su lengua tocó la mía por un segundo, hasta que acabó pidiéndome acceso abriéndose paso.

Jungkook rompió el beso mientras acariciaba mi mejilla con su pulgar, rozando nuestras narices. No entendía cómo podía ser tan dulce hasta en hacerme saber qué era lo que quería, pero la verdad es que hoy no estaba para soportar eso, por lo que me levanté rápidamente, provocando que se sorprendiera mientras se reincorporaba. 

Hoy parecía estar sumamente extraño, y podía notar lo tenso que se encontraba como si tuviera la intención de dar marcha atrás, pero lo sorprendí cuando me abalancé sobre sus labios y esta vez en un beso intenso. Jungkook llevó las manos a mi cintura para apegarme más a su cuerpo, intentando llevar mi ritmo, haciendo un sonido involuntario cuando succioné su labio inferior mientras lo obligaba a caminar conmigo hacia donde se encontraba el sofá.

—Delaney...—murmuró jadeante, como también sorprendido.

Logré hacerlo recostar sobre mí en el sofá, por lo que él volvió a juntar nuestro labios mientras yo abría las piernas para que pudiera acomodarse mejor, jadeando sobre sus labios al poder sentir lo excitado que ya se encontraba, recorriendo mi cintura con una de las manos, llegando hasta mi muslo para comenzar a subir el vestido. Jungkook estaba dejándose llevar entre besos y jadeos lentos y suaves, quitándome el vestido para tirarlo a un lado. Pasó una de manos por mis senos, turnándose al apretar mis pezones con dos de sus dedos, para bajar sus besos hasta tomar uno con su boca, chupando, mordiéndolo levemente y humedeciéndolo, provocando que gimiera mientras arqueaba la cadera.

Jungkook levantó la mirada por un momento mientras sonreía, para así volver su concentración al otro, por lo que cerré los ojos dejándome llevar mientras una de mis manos bajaba hasta su toalla para sacársela de una vez. Jadeé sintiendo cómo su erección golpeaba mi muslo, por lo que la tomé con la mano, sorprendiéndolo.

—¿Quieres que te lo chupe?

—N-No es necesario —respondió tenso, llevando la mano a mi muñeca.

—Oh, vamos, ¿en verdad no te gustaría sentir mi boca ahí? —pregunté llevando mi mano libre a su nuca, mientras con la otra comenzaba a bombear lentamente su miembro, escuchando cómo un leve jadeo escapaba de sus labios, pero acabó aplicando más presión en mi agarre.

—Dije que no es necesario.

—Jungkook...

—No soy como ellos —recalcó apartando mi mano para acercar más nuestros rostros y juntar nuestros labios con suavidad—. Conmigo no tienes que hacer nada que no quieras.

Volvió a pegar sus labios y cuerpo con el mío, su lengua paseándose sobre mis labios humedeciéndolos, para luego abrirse paso en mi boca y comenzar a jugar con mi lengua. Podía sentir su mano acariciar mi abdomen hasta llegar al borde de mi bragas, comenzando a bajarlas, lo que terminé haciendo yo para tirarlas a un lado.
Jungkook volvió a acomodarse entre mis piernas mientras nuestras lenguas luchaban, pero un sonido involuntario escapó de mi garganta al sentir cómo causaba fricción entre nuestros sexos. Pero eso no pareció serle suficiente porque comenzó a mover sus caderas, haciendo que eso se repitiera una y otra vez, pudiendo sentir mi humedad.

No pude evitar romper el beso para gemir ante el delicioso cosquilleo que me provocaba su miembro que se deslizaba por el interior de mi vagina, cómo si delineara mi línea vaginal.

—Fóllame de una vez, Jungkook —ordené empuñando su cabello, haciendo que gruñera.

Arqueé inconscientemente el cuerpo cuando el placer me inundó al Jungkook clavar la punta de su miembro en mi interior, por lo que abrí más las piernas permitiendo que él comenzara a deslizarse con más facilidad a la vez que jadeaba. Se había deslizado por completo en una lenta embestida, dedicándome como de costumbre una sonrisa, por lo que apoyé mis manos en su espalda cuando comenzó a mecer sus caderas hacia adelante y atrás.

Se movía de manera y delicada, pasando su mano libre por mi cintura, buscando apegarme más a él. Me follaba de la misma manera que siempre, aquella que ya no me provocaba absolutamente nada e intentaba fingir que sí. Pero es que esta noche el impulso de desatar su lujuria, estaba mucho más fuerte.
Necesitaba sentir el desenfreno de sus manos tocando las partes más sagradas de mi cuerpo, que me embistiera tan duro que me hiciera gritar su nombre y olvidar el mío.

—Más rápido —ordené por lo bajo.

Jungkook me miró algo sorprendido y aún así comenzó a obedecer, pero eso no era suficiente para mí. Seguía causándome una gran frustración porque aquellos malos pensamientos estaban todavía presentes, así que necesitaba que él me follara de una manera que me hiciera olvidar de todo.

—Más rápido, Jungkook.

—D-Delaney....

—Fóllame más rápido —exigí empuñando con más fuerza su cabello, lo que lo hizo gruñir.

Me miraba con su respiración pesada y tragó con dificultad, pero obedeció. Jungkook me follaba más rápido y más profundo, enterraba su miembro todo lo posible, haciéndome arquear la cadera mientras gemía. En ese momento notó lo que estaba causando en mí y pareció motivarlo para acelerar más sus movimientos, su miembro penetrándome más rápido y más seguido mientras llevaba mis manos a su ancha espalda y mi cuerpo le pedía más.

—¿Está bien así para ti? ¿Te gusta, Delaney? —preguntó con voz profunda en mi oído.

—¡Sigue, Jungkook! —gimoteé.

Él volvió a besarme con ardor, introduciendo su lengua, pareciendo hasta extasiado a la vez que con una de sus manos acariciaba mi piel, llegando hasta mi muslo haciendo que enredara la pierna en su cadera para acelerar aún más sus movimientos. Eso hizo que rompiera el beso para inclinar la cabeza hacia atrás soltando un gemido liberador, sintiendo cómo luego de tanto un calor abrasador me invadía.
Jungkook gruñía mientras me observaba con lujuria, embistiéndome más fuerte y profundo, provocando que chillara al sentir cómo mi vientre se contrajo siendo invadida por una gran oleada de placer.

Podía escuchar la respiración pesada de Jungkook en mi oído, cómo se aferraba a mi cuerpo con más fuerza, bastando un par de empujones para su orgasmo se uniera al mío, gimiendo mi nombre en mi oído y yo jadeara al sentir cómo me llenaba. Jungkook cayó exhausto sobre mi cuerpo, ambos sudados y con nuestros corazones latiendo con fuerza mientras intentábamos recuperar el aliento.

—¿J-Jungkook? —mi voz salió entrecortada a causa de mi respiración pesada. Él levantó la cabeza para mirarme, permitiéndome ver su rostro sonrosado y sudado, por lo que medio sonreí, confundiéndolo, pero provocando la suya—. Te amo.









(...)









Los días siguieron pasando, ahora tan sólo faltaban cinco para la boda, pero ya no me invadía la ansiedad, al contrario, sino una sensación incapaz de reconocer. Podía decir que los días estaban... ¿Mejorando? No lo sabía bien, pero lo que sí sabía era que ya no los sentía tan vacíos, ni desgastados. Eso quizás podía ser porque el hecho de que Yoongi estuviera en el pueblo y trabajando en el mismo colegio, no había sido un grave problema como creí, ya que siquiera parecía tener malas intenciones, lo que era un alivio.

Y respecto a Jungkook me sentía más cómoda a su lado. Quizás estaba dejándome llevar finalmente como tanto me había pedido que hiciera, o podía ser porque estaba dándome un poco de eso que tanto necesitaba sin saberlo. Pero una parte de mí estaba inquietándose, aquella voz en mi cabeza no dejaba de gritarme que algo estaba mal con él, aunque prefería ignorarlo porque podía ser solamente que estoy intentando autosabotearme para ver si Jungkook podía ser quien lograra hacerme sentir algo, a pesar de que fuera por las malas. Y es que me había convencido de que él lo lograría, pero cuando buscaba profundamente en mí, tan sólo seguía encontrando aquel vacío que parecía que nunca me abandonaría.

Ahora me encontraba en la cocina dejando la taza de café en la mesada, pero al escuchar unos pasos y sentir una mano acariciar mi cintura, una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios, por lo que giré la cabeza para ver a Jungkook. Este se acercó a la alacena para tomar una taza, pero no me importaba en absoluto lo que estaba haciendo porque mi mirada se dirigió a su cuerpo desnudo, llevando tan sólo unos bóxers rojos.

—¿Dormiste bien? —pregunté llamando su atención mientras se servía café.

—Sí, ahora sólo tomaré esto e iré al taller —informó asintiendo—. Seth me está esperando.

—Oh, envíale saludos de mi parte. Hace tiempo que no lo veo.

Él tan sólo asintió antes de darle un sorbo al café.

Seth conoció a Jungkook en el taller, desde entonces se habían hecho muy buenos amigos, hasta él lo consideraba su mejor amigo y eso me gustaba. Pues, al contrario de la mayoría de hombres, Seth siempre se había mostrado demasiado amable, lo cual agradecía, más por ser alguien importante para Jungkook.

Me acerqué lentamente a Jungkook, pasando mi mano por su cintura mientras apoyaba mi cabeza en su hombro, viendo cómo abría los ojos a la par por la sorpresa y más al sentir mi otra mano recorrer su abdomen.

—Entonces, ¿me quedaré sola?

—No puedo fallarle a Seth. Hay mucho trabajo en el taller —hizo una mueca mientras dejaba la taza en la mesada.

—Te he notado muy tenso estos días...

Mmm... puede ser. No lo sé —respondió algo nervioso mientras mi mano seguía bajando, acariciando su miembro sobre la tela de los bóxers—. Quizás podría ayudarte.

—Delaney, debo ir a trabajar —recalcó llevando la mano a mi muñeca.

—No nos tomará mucho tiempo lo que quiero hacer por ti para ayudarte —aseguré con picardía, acercando nuestros rostros.

—Ya te he dicho que no es necesario que hagas eso conmigo —suspiró—. Tú no eres esa...

—Sigo siéndolo —aclaré alzando una ceja mientras él arrugaba el rostro.

—¿De qué hablas? Tú ya no eres esa Delaney. Aunque nunca la conocí y no sé nada sobre ella, estoy seguro que no lo eres —habló algo molesto mientras apartaba mi mano—. De todos modos, ni siquiera creo conocer a la nueva versión porque nunca me hablas de lo que piensas, de lo que sientes —murmuró desviando la mirada al notar que no era capaz de hablar—. No tienes una idea de cuánto me gustaría encontrar las palabras correctas o la forma correcta para poder lograr llegar a ti, que logres abrirte un poco conmigo. No puedo entenderte, no puedo saber qué es lo que sientes y eso... me estresa.

—La Delaney de antes sólo se fijaba en esos "chicos malos y populares" del colegio...—comencé sorprendiéndolo.

—Bueno, supongo que si hubiera estado aquí y en el colegio que ibas, jamás te hubieras fijado en mí —comentó con una pequeña sonrisa—. Era popular, sí, pero tan sólo por mi familia, por la empresa, por el dinero —rodó los ojos—. Luego de eso sólo era un aburrido que se la pasaba estudiando.

—Pero debías tener muchas chicas atrás, es decir, mírate...

—Puede ser —soltó una risilla mientras ladeaba la cabeza—. Pero mi interés solamente estaba en una, y ella tan sólo me veía como su compañero de estudios. Ya estaba ocupada —hizo una mueca—. Siempre he tenido la costumbre de elegir personas que hacen mi corazón doler.

—Oh, lamento si entro ahí...

—No digas eso. Vamos a casarnos, Delaney —recalcó tomándome de los hombros—. Ahora sigue hablándome de ti.

—Bien —musité tensa mientras él me miraba atento—. Como dije, me fijaba justamente en esa clase de chicos, y era una jodida perra que se la pasaba en fiestas, drogándose y follando con el primero que se cruzara en mi camino, hasta con el profesor de economía —sonreí falsamente, notando cómo a él parecía no agradarle demasiado lo que escuchaba de mi parte, pero intentaba fingir—. No era para nada una buena chica, y hoy... no soy una buena mujer. No soy una buena mujer para ti.

Jungkook conectó nuestras miradas y, no sabía porqué, pero algo me decía que era angustia lo que veía en su mirada. Aquella como si él supiera que tenía mucha razón en mis palabras, pero estuviera completamente negado a aceptarlo y hacer algo al respecto.

—¿Por qué no lo eres si has cambiado? —cuestionó en un murmuro casi inaudible.

—Esa Delaney aún vive en mí...—respondí acercándome nuevamente a él, acariciando su abdomen mientras sonreía a medias—, pero tú me has salvado. Eres algo así como... mi héroe.

—¿Por qué?

—Porque si no estuvieras aquí, conmigo, seguramente, estaría sintiéndome completamente muerta por dentro o... podría haber vuelto a esa vida. Tú eres el amor que necesitaba. Mi buen amor.

Jungkook tragó con dificultad mientras bajaba la cabeza, pero llevé mi otra mano a su barbilla para conectar nuestras miradas.

—Ya te he hablado de mí, así que, ¿podemos continuar? —sonreí con picardía mientras volvía a bajar la mano para acariciar su miembro sobre la tela de los bóxers—. Tú eres lo que necesitaba, Jungkook.

Escuchaba cómo su respiración se iba volviendo pesada mientras su miembro comenzaba a endurecerse ante mis caricias. Fui bajando lentamente, rozando con mis otros dedos aquellos abdominales tan tentadores, tanto así, que decidí pasar mi lengua por estos, escuchando un suspiro de su parte.

Al estar finalmente de rodillas, tomé el elástico de sus bóxers para bajarlo hasta que cayó a sus pies, viendo cómo su prominente erección saltó. Mi mano se dirigió a su falo, recorriéndolo lentamente, pudiendo ver cómo su cuerpo se tensaba, lo que me motivaba muchísimo más.
Había ansiado tanto este momento que sentía que estaba mojada, porque quería más que nada tenerlo finalmente en mi boca, tragármelo hasta el fondo de la garganta, saborearlo, ahogarme en su sabor, y escuchar lo que provocaba en él. Era tanto que lo deseaba que, sin soportarlo más, comencé a darle pequeñas lamidas en el glande.

Hacía mi camino de saliva de arriba abajo, apoyando los labios en la punta para succionarlo un poco, intentando volverlo loco mientras alzaba un poco la cabeza para poder mirarlo. Su mirada parecía haberse oscurecido y tenía sus facciones endurecidad, lo que me hacía saber que estaba intentando controlarse.

Continuaba chupando su glande, haciendo movimientos circulares con la lengua, ayudándome con la mano para masturbar su falo.

—Oh, Delaney, me gusta —jadeó inclinando la cabeza hacia atrás.

El escucharlo de esa forma tan sólo me excitaba más, por lo que iba introduciéndolo poco a poco, cada vez más profundo y sacándolo más húmedo. Cada vez que la metía, jugaba con la lengua y podía sentir sus venas, escuchándolo gruñir de placer.

—Sabes que estás volviéndome loco —reprochó entrecortado a causa de su respiración pesada.

Sentía que mis bragas ya estaban empapadas, pero aún así tomé una bocanada de aire preparándome para meterlo entero en mi boca, hasta el fondo, escuchando cómo soltaba un gemido liberador.

Estaba repitiéndolo, queriendo escucharle hablarme más, pero él parecía ya no reaccionar, por lo que comencé a chuparlo mientras levantaba la cabeza. Ahí me di cuenta que su cabeza se había girado y su mirada estaba en la mesada.

—Para...—murmuró con la respiración pesada.

No sabía qué había sucedido, pero tan sólo quería que toda esa tensión desapareciera y volviera a disfrutar, por lo que chupaba como nunca.

—¡Que pares, Delaney! —alzó la voz histérico por primera vez hacia mí, alejándose rápidamente, haciendo que su miembro saliera de mi boca.

Rápidamente limpie mi barbilla y labios húmedos por mi saliva, mientras Jungkook se volvía a colocar los bóxers, por lo que me reincorporé con algo de dificultad.

—¿Q-Qué sucede?

—¿Por qué demonios está escribiéndote ese profesor? —examinó alzando una ceja, tomando rápidamente mi celular que estaba en la mesada, provocando que sintiera cómo un escalofrío recorría mi espalda—. ¡Dime!

Rápidamente le arrebaté el celular y vi que tenía razón sobre que me escribió, lo que hizo que un escalofrío recorriera mi espina dorsal, pero al entrar en los mensajes, fruncí el ceño.

Min Yoongi

Hey, Dela

¿De casualidad hoy cuando estábamos en la sala de profesores, no tomaste por equivocación mi carpeta naranja?

Ya le he preguntado a algunos profesores, tú eres de mis últimas opciones

T-Tan sólo me escribió por una de sus carpetas...

—¡¿Crees que soy tan estúpido para no saber quién es él en tu vida?! ¡¿Crees que no escuché la manera en la que te llama?! —cuestionó indignado mientras yo sentía que mi respiración quedaba atascada en mi garganta, y él tomaba una bocanada de aire a la vez que llevaba los dedos al puente de su nariz como si intentara calmarse un poco—. ¿Por qué jamás me lo dijiste? ¿Por qué me lo ocultas? —fijó su mirada en la mía.

—Porque sólo somos compañeros de trabajo, en verdad no...

—¿No crees que debía saber quién era él?

—Jamás pasó nada entre nosotros...

—¡Vi el video, Delaney!

—¡Pero jamás follamos! —aclaré rápidamente.

—¿Cómo se supone que te crea? —preguntó cínico, por lo que bajé la cabeza—. ¿No dirás nada? Perfecto —asintió repetidamente, riendo decepcionado—. Me daré un baño y me iré a trabajar. Hoy no me esperes...—pasó por mi lado para dirigirse al baño, pero se detuvo—, si es que acaso lo has hecho alguna vez.

Al escucharlo murmurar eso, bajé la cabeza, aunque sabía perfectamente que una parte de él esperaba algo de mí, quizás que reaccionara, que intentara detenerlo y expresar lo que sentía, pero eso era algo que se me hacía imposible.

Cuando él ya no estaba, miré hacia el techo volviendo a enfrentar aquellos pensamientos que tanto detestaba. Necesitaba calmar mis latidos, los nervios e intentar respirar lento. Tan sólo quería poder olvidar ese pasado que me tenía todavía atada y poder alejar todos lo temores, pero la paz seguía sintiéndose demasiado lejana mientras mi mente estaba confusa.











(...)









Al día siguiente me encontraba en la sala de profesores, sola al ya haber acabado con las clases y fingir que estaba ocupada, sin mirar las hojas que estaban frente a mi, pero es que no podía poner mi atención en eso. Jungkook había llegado de madrugada a casa, esperé que se recostara a mi lado, pero los minutos pasaron y jamás apareció, por lo que decidí levantarme para buscarlo. Cuando llegué a la sala me llevé la sorpresa de que estaba recostado en el sofá, boca abajo, apoyando la cabeza en su brazo que estaba sobre el cojín, por lo que me debatí sobre si lo mejor era despertarlo para que durmiera cómodo en la cama, pero al inclinarme hacia adelante el aroma a cerveza se colocó por mis fosas nasales haciéndome arrugar la nariz por el disgusto.

Finalmente, tomé la decisión de que durmiera ahí, pues si estaba ebrio sabía que quizás si me veía tan sólo volvería a despertar su enfado y diría todo lo que cruzaba por su cabeza, demostrándome que a pesar de que estemos a días de nuestra boda, seguía doliéndole no sentirse amado por mí. Y es que es algo que pasó en la mayoría de ocasiones que acababa embriagándose, lo que hacía que me detestara.

¿Algún día volveré a permitirme sentir? Sentir libre, sin miedo alguno, sentir aquellas emociones invadirme a flor de pie, permitir que me perforen la piel como si de clavos se tratara.

Sentir.

Algo que anhelaba tanto.

¿Algún día lo haré otra vez?

Pude escuchar el sonido de la puerta, pero no podía prestar nada de atención hasta que sentí una presencia, y al levantar la mirada me encontré con Yoongi, lo que hizo que tragara con dificultad.

—Hey, ¿por qué sigues aquí? —preguntó curioso.

Por más que quería, no podía apartar la mirada de él que llevaba una camisa blanca con sus mangas dobladas hasta sus pálidos antebrazos, pantalones negros y zapatos. Pasó los dedos por su cabello ondulado y largo echándolo hacia atrás, pero este cayó nuevamente hacia los lados rozando sus pómulos.

—¿Está todo bien, Dela? —volvió a hablar, sacándome de mi trance.

—C-Claro que sí —balbuceé mirando las hojas frente a mí, intentando respirar lento.

—Oh, hoy te noté demasiado distraída, pero quizás es sólo imaginación mía —comentó llenando su taza de café—. De todas maneras, que bueno que estés bien.

—Sí.

—¿Y cómo estás con la boda? ¿Emocionada? ¿Nerviosa? —interrogó acercándose, para darle un sorbo al cafe y dejar la taza en la mesa—. Te casarás el viernes. Tres días.

—Estoy bien —mentí de manera casi inaudible, intentando sonreír falsamente, pero por su expresión al alzar un poco una ceja por un momento y las comisuras de sus labios elevarse, pude darme cuenta que me salió más una mueca.

—Sigo sorprendido por tu boda. Jamás creí que serías la primera en dar un paso así entre los dos.

—Tú ibas a hacerlo —mencioné sin pensar.

—¿Qué? ¿Cómo sabes eso? —indagó arrugando el rostro, apoyando una de las manos en la mesa para inclinarse hacia adelante.

—Y-Yo...

—¿Acaso seguiste de acosadora conmigo? —soltó una risa burlona—. Ay, Dela, por más que pase el tiempo... pareces no haber cambiado tanto, ¿eh?

—Sólo... hace un tiempo me salieron tus redes sociales y... entré —mentí encogiéndome de hombros mientras sentía mi rostro arder, tratando de ignorar la sonrisa burlona de Yoongi.

Ajá...—volvió a asentir mientras pasaba la lengua por el interior de su mejilla derecha—. Pues, las cosas no salieron muy bien y decidí volver aquí, llevándome la sorpresa de que trabajas en este colegio y que encontraste al hombre perfecto que no le importa nada de lo que se diga de ti —habló burlón mientras reía—. Aunque no lo creas, estoy feliz por ti.

—¿Por qué? —alcé una ceja, conectando nuevamente nuestras miradas mientras él humedecía sus delgados labios de un rosado pálido.

—¿Acaso no es bueno que alguien te ame? ¿No es algo que querías? ¿O no lo es porque no es el hombre que te vuelve loca? —frunció el ceño, pero desvié la mirada al no saber qué responder—. Es una pena que no esté invitado.

—No es correcto, además que es algo pequeño.

—¿Por qué?

—Tú sabes perfectamente porqué —recalqué levantándome rápidamente, para así tomar las hojas, juntarlas y ponerlas en la carpeta negra.

—Pero nada pasó entre nosotros, además que el pasado debería quedar atrás, ¿no? —examinó acercándose lentamente—. Nos hemos reencontrado después de años, somos compañeros de trabajo y creo que tenemos una buena relación ahora.

Levanté la mirada mientras mis facciones se endurecían, encontrándome con aquella mirada felina que hacía que pareciera que mis órganos se revolvían. Quizás seguía teniendo un gran efecto en mí que creí que con los años ya habían muerto.
Y es que años atrás, cuando éramos compañeros, Min Yoongi tenía un gran poder sobre mí. Me hacía perder la cabeza por completo y él lo disfrutaba de gran manera, ilusionándome para luego acabar follándose a otra frente a mí, haciéndome hacer cosas que quizás no quería, hasta buscar una manera de vengarme cuando probablemente a él no le importaba en absoluto a qué chico eligiera para follarme.

En ese tiempo estaba pérdida por él y, ahora... necesitaba que se alejara de mí porque temía volver a perder la cabeza.

—Tenemos una buena relación de compañeros de trabajo, pero... no somos amigos y jamás lo seremos —aclaré alzando una ceja.

—Está bien. Entiendo.

No sentí la necesidad de decir nada más, pese a que no sabía porqué una pequeña parte de mí quería que él sí lo hiciera. De todas maneras, tomé la carpeta negra para guardarla en el bolso, y cuando quise tomar el celular con la intención de finalmente despedirme y marcharme, sentí aquella cercanía detrás de mí que me hizo paralizar.

—Yoongi...

Intenté hablar, pero él pasó la mano por mi cintura, apegándose tanto que pude sentir el bulto entre sus pantalones contra mis nalgas. Estaba tan duro que provocó que aquel contacto y su respiración en mi cuello a causa de llevar mi cabello atado en una coleta, hicieran que un suspiro tembloroso escapara de mis labios.

—¿Estás segura de que quieres irte? —preguntó con voz profunda—. Quizás esta puede ser la única vez que tengas suerte de que te folle, Dela.

A mi cabeza vinieron todos los recuerdos con él, las veces que rogaba por su atención y terminaba humillada frente a todos o solos, la vez que acepté aquel trío para demostrarle lo que era capaz de hacer por él mientras me filmaba, cómo en aquella grabación salía restregando parte de mi rostro en el bulto de los pantalones de Yoongi, rogándole que me dejara chupársela, lo que probablemente había visto Jungkook. Y es que estaba tan perdida por él, que no me importa nunca cuánto me humillara mientras pudiera tener su atención.

—¿P-Por qué haces esto ahora? —me atreví a preguntar, girando a verlo para enfrentar su mirada.

—Porque ahora no eres de todos —respondió simple—. No voy a mentirte. Siempre quise estar entre tus piernas, probarte, pero el simple hecho de verte follándote a quién sea... no me gustaba. No quería estar con quien estuviera con todos. En cambio, ahora...—medio sonrió llevando su mano a mi barbilla para levantar mi cabeza mientras se acercaba más—. Sólo le perteneces a uno, y eso sí se me hace excitante, porque sé que aún sigues muriendo por mí, así que quiero que me lo demuestres.

Sentía cómo el oxígeno abandonaba mis pulmones mientras la tibia respiración de Yoongi chocaba contra mi rostro, la voz de mi cabeza gritando que no estaba bien, que debía apartarlo, pero mi cuerpo tan sólo reaccionaba a él. Sus delgados labios se estamparon con los míos haciendo que me estremeciera, y sus manos se aferraron a mi cintura apegando más nuestros cuerpos.
Su lengua invadió mi boca y no dudé intentar seguir sus movimientos, queriendo poder reaccionar de una vez, hasta que sus manos comenzaron a recorrer mis curvas sobre la ropa como si lo hubiera ansiado. Recorrían mi cintura, mis muslos, mis nalgas dándoles fuertes apretones que me hacían jadear sorpresivamente sobre sus labios.

A pesar de que empuñaba su cabello, bajé las manos por sus hombros, su pecho, hasta llegar llegar a sus pantalones para desabrochar su cinturón. Al abrirlo, rocé con mis uñas sus caderas y podía sentir el calor de su erección, lo que hacía que se me antojara muchísimo.

—¿Quieres chupármela, Dela? —preguntó rozando nuestros húmedos labios—. Ponte de rodillas y hazlo de una jodida vez.

Tragando con dificultad, obedecí sintiendo mis piernas temblar, mientras él sonreía bajando sus pantalones junto a sus bóxers blancos, liberando su erección. Podía ver su punta rosada y brillosa, las venas en su falo marcándose como si fueran a explotar, lo que provocó que jadeara mientras llevaba mis manos a su miembro, comenzando a acariciarlo y recorriendo toda su longitud.

—Vamos, demuéstrame lo que hacías con esa sucia boca hace años atrás —ordenó con voz profunda—. Enséñame cuánto llevabas deseándolo.

Me incliné hacia adelante acercando mis labios a su punta, empezando a lamer como si fuera un helado todo su glande hinchado, saboreando su líquido pre-seminal. Un gruñido escapó de sus labios mientras yo sentía cómo me mojaba intensamente al tener en mis manos y boca su miembro duro, grueso y caliente que estaba completamente listo para mí, por lo que comencé a lamer con más intensidad.

Una de mis manos estaba en su falo para comenzar a masturbarlo, mientras con la otra me dedicaba a masajear sus testículos, haciéndolo gemir sonoramente.

—Mételo todo en tu boca y cómelo como la zorra que siempre has sido —ordenó empuñando mi cabello, provocando que soltara un quejido.

Podría mandarlo al carajo, pero lo brusco que era y aquellas palabras sólo hacían que me excitara más, ¿a quién iba a mentir? Bajo aquel vestido estaba siendo un desastre al punto de sentir que mi humedad llegaba hasta mi entrepierna. Rápidamente lo metí hasta el fondo en mi boca para comenzar a chupar de manera desenfrenada y con desesperación, haciendo que jadeara mientras empuñaba con más fuerza mi cabello, por lo que un sonido involuntario escapó de mi garganta.

Quería poder sacar su miembro para poder respirar, pero él empezó a follar mi boca mientras gruñía y yo sentía que me ahogaba, al punto en que mi visión se nubló a causa de las lágrimas que se asomaron. A pesar de estar obligándome, de no poder respirar, tan sólo quería complacerlo.

Cada vez me faltaba más el aire, la saliva caía por mi barbilla y las lágrimas rodaban por mis mejillas. Estaba ahogándome cada vez más, pero Yoongi acabó sacando su miembro de mi boca, y rápidamente llevé ambas manos al suelo para no caer, tomando una gran bocanada de aire.

Intentaba recuperar el aliento, pero él volvió a empuñar mi cabello haciéndome levantar con dificultad a causa de mis piernas temblorosas. Me sorprendió besándome intensamente, como loco, absorbiendo hasta mis jadeos mientras yo llevaba mis manos a su espalda. Al separarse bruscamente mientras un hilillo de saliva colgaba de nuestros labios, llevó la mano al bolsillo de adentro de su chaqueta, sacando su bolsa negra. Seguía intentando recuperar el aliento mientras observaba cómo la abría para tomar un condón, lo que me hizo sorprender, pero si algo sabía de él antes, es que siempre estaba preparado.

—Levanta tu vestido y ponte en la mesa rápido —ordenó antes de abrir el condón.

Coloqué mi torso sobre la mesa, comenzando a levantar torpemente mi vestido, permitiendo que él pudiera ver mi trasero y bragas blancas. Al sentir su cercanía mis latidos volvían a acelerarse, estremeciéndome cuando su mano se dirigió a mis bragas corriéndolas, para así dirigirse a mi sexo caliente y palpitante.

—Carajo, mira el desastre que eres aunque no te haya tocado —murmuró triunfante—. Con sólo rozarte podría hasta hacerte venir.

No pude evitar lloriquear mientras levantaba más mi trasero, haciéndole saber que estaba desesperada porque me follara de una vez. Pude escuchar una ligera risa de su parte, pero sorpresivamente comenzó a tocar de manera magistral mi clítoris hinchado y necesitado de atención. Hacía movimientos circulares mientras abría mis labios y rodeaba mi vagina con sus largos dedos, haciéndome gemir de manera liberadora.

Al apartar la mano, volví a lloriquear, pero pude sentir cómo restregaba ahora su miembro por mi vagina, acercándolo y alejándolo de mi entrada, haciéndome desesperar.

—¡Fóllame ya, carajo! —exigí lloriqueando.

Aunque no estaba mirándolo, podía jurar que eso le había hecho sonreír arrogante. Y de repente, la metió por completo de una sola estocada, llegando hasta el fondo, haciéndome chillar al sentir cómo mi vagina se abría alrededor de su grueso miembro.

Yoongi había comenzado a embestirme de manera brutal mientras empuñaba con fuerza mi cabello, así cómo nadie me había follado nunca a pesar de haber estado con tantos imbéciles, porque ninguno me había provocado tal placer. Entraba y salía con un ritmo y fuerza que se me hacía maravillosa, enterrando los dedos de su otra mano en mi cadera, sin importar poder marcarme.

Sentía cómo golpeaba con fuerza mi interior, cómo se me dificultaba respirar y mi visión se volvía nublada a causa de las lágrimas. No podía siquiera respirar, tan sólo chillaba y lloriqueaba aferrándome con fuerza a los bordes de la mesa, porque era tan intenso el placer que hasta el dolor se volvía excitante. Podía escucharme, escuchar el golpe de la pelvis de Yoongi contra mi trasero, sus testículos golpeando el punto exacto, sus gruñidos, que no me importaba en absoluto tener a mi lado el celular sonando, aunque deseaba que se callara de una vez.

—¡Carajo! —exclamó con voz ronca, llevando la mano de mi cadera bruscamente a la mesa, pero ni siquiera pude darle atención a lo que hacía al estar sumergida en el placer.

Luego de eso escuché como algo caía al suelo y volvía a llevar la mano a mi cadera, enterrando sus dedos mientras me embestía con más fuerza.

—¡¿La sientes toda?! ¡¿Te gusta como te follo, Dela?!

—¡Sí!

—¡¿Te gusta mi regalo de bodas?! —empuñó con más fuerza mi cabello para hacerme inclinar mi cabeza hacia atrás y lloriquear mientras él me embestía profundo—. ¡Responde!

—¡Sí! ¡Ah! ¡Me encanta! —gimoteé—. ¡Sigue, Yoongi!

Me sentía realmente poseída en ese momento como para poder pensar en algo más, ya que estaba follándome como tanto había deseado, haciéndome olvidar hasta de mi nombre, pero decir el suyo a los gritos.
Seguía embistiéndome rudo, empujando con fuerza, moviéndose cada vez más rápido, haciéndome sentir cómo el orgasmo estaba cada vez más cerca. Así entre lágrimas mientras se me dificultaba respirar y me aferraba a la mesa, sentí cómo me invadía un torrente de placer haciéndome retorcer y arquear la espalda con mis piernas temblando. Yoongi soportó hasta mis contracciones, por lo que pude sentir cómo se corría en el condón a la vez que gemía de manera ronca y liberadora.

Tras el intenso orgasmo simultáneo, nos quedamos quietos por un momento, intentando recuperar el aliento. Yoongi se salió de mi interior para sacarse el condón usado mientras yo seguía temblando, me acomodé las bragas húmedas y bajé con dificultad su vestido sintiendo cómo al reincorporarme todo mi cuerpo dolía.
Tuve que ahogar un quejido cuando vi mi celular en el suelo y me incliné a tomarlo, escuchando cómo Yoongi se abrochaba el pantalón. Al acercarme a mi bolso, tragué con dificultad, intentando reaccionar para poder salir de allí.

—¿Dela...?

—No sucedió absolutamente nada —murmuré de manera casi inaudible, antes de comenzar a caminar con dificultad, escuchando cómo él volvía a decir mi nombre.

¿Qué demonios había sido capaz de hacer? ¿Acaso perdí nuevamente la cabeza?









(...)








Me levanté de la cama con dificultad, sintiendo mi cuerpo demasiado pesado, ni siquiera lograba recordar de dónde vengo, era como si mis recuerdos se volvieron inexistentes y mi nombre incoherente. No sé ni quién demonios estaba habitando este cuerpo, pero ¿antes en realidad lo sabía? Tal vez ahora había perdido toda posibilidad de saber quién fui yo.
Hasta respirar se me dificultaba, pero intentaba recordar, reaccionar, hasta que escuché mi celular vibrar en la mesa de noche. Volví a caer sentada en la cama al sentir mi cuerpo pesado, tomando algo dudosa el celular, pudiendo ver a través de la pantalla trizada la fotografía de mi prima, lo que me hizo fruncir el ceño por tener el celular así y el recibir una llamada de ella, pero aun así la acepté.

¡Hasta que me contestas, Delaney! —exclamó frustrada—. ¿Qué estabas haciendo?

Dormía —respondí con la voz algo grave y baja.

—¿Acaso no trabajas? ¿Te has tomado estos días libres? —interrogó, pero no respondí—. Bien, como sea. Llegaré mañana. Lamentablemente, no pude convencer a tu madre, pero claro que yo sí voy a estar para ti en tu boda. Sólo quería avisarte, ¿está bien?

En ese momento, bajé el celular para cortar la llamada mientras los recuerdos volvían a mi cabeza, provocando que mis latidos se aceleraran.

Cuando llegué lo primero que había hecho era tomar una ducha, quedándome ahí bajo el agua hirviendo por un buen rato hasta que decidí salir. Me había recostado olvidándome por completo del celular, de Jungkook, intentando procesar lo que había sido capaz de hacer, quedándome profundamente dormida.
Ni siquiera sabía qué hora era ahora, si Jungkook había llegado a dormir conmigo, si había notado que algo me sucedió para estar en la cama desde temprano. Y si era así, ¿por qué no me había despertado para hablar como hacía siempre?

Tragué con dificultad bajando mi mirada a la pantalla de mi celular, dándome cuenta que tenía mensajes sin abrir del día anterior, por lo que entré.

Jungkook

Sé que no he estado actuando bien, así que pensé en que podríamos salir a cenar así hablamos, ¿qué te parece? 06:45 PM

¿Estás molesta conmigo? 07:00 PM

Sé que fui un imbécil, pero podemos arreglarlo, ¿sí? 07:06 PM

¿Paso por ti o fuiste en tu coche, cariño? 07:10 PM

Sintiéndome temblar entré al historial de llamadas porque estaba segura de que si no le contesté los mensajes, entonces, había tratado de llamarme ya que eso hacía siempre. Jungkook era demasiado insistente, algo que llegaba a molestarme al sentirme invadida, pero como siempre jamás lo decía.
Al ver que solamente había una llamada de Jungkook a las 07:30 PM, la cual había sido contestada y con una duración diez segundos, sentí cómo me estremecía. Y así los recuerdos de cuando me aferraba a la mesa por la manera tan salvaje de cómo me follaba Yoongi mientras intentaba ignorar el molesto sonido de la llamada, el sonido del brusco golpe en la mesa, llegaron a mi cabeza.

¿Yoongi había contestado la llamada antes de tirar el celular al suelo? ¿Jungkook nos había escuchado? ¿Esa era la razón por la cual ahora me daba cuenta del desastre en la habitación?

Rápidamente me levanté pese a sentirme débil, observando aquel armario con las puertas abiertas donde se encontraba mi vestido de novia que estaba cubierto por el portavestido negro para que él no pudiera verlo. Ahora estaba siendo consciente de que la ropa de Jungkook ya no estaba allí, por lo que mi corazón golpeaba con fuerza mientras sentía cómo mi mundo daba vueltas, mi respiración volviéndose cada vez más pesada, así que con dificultad me acerqué a la cama para dejarme caer.

Quería huir de mí misma, pero ¿cómo podría hacerlo? Quería huir de estos malos pensamientos, arrancarme el corazón del pecho que dolía por sus intensos latidos. Quería huir, dejar atrás este cuerpo, esta vida que detestaba porque ni siquiera podía llamarlo vida.
¿Cuántas veces ya lo había intentado? No lo sabía porque ya perdí la cuenta como también las ganas, la esperanza. Lo intenté una y otra vez, pero siempre acababa perdiendo, si no era por los demás, era por mí como ahora. Y seguía, en esta existencia tan vacía sin sentido alguno, buscando salida de este oscuro lugar que se tornaba otra vez demasiado frío, reencontrándome otra vez con el eco de mi propia soledad y el vacío en mi pecho de donde volvía a brotar la sangre. Quizás ya era la hora de aceptar que nunca iba a poder vivir de una forma decente, nunca iba a conseguir ser feliz porque, quizás, hay personas que no nacieron para serlo, y yo, lamentablemente, era una de esas.

¿Por qué no era capaz de llorar o gritar? Quería pensar que me dolía tanto, de una manera profunda y oscura que mi propio corazón decidía anestesiarme. Pero todo perdía más sentido mientras yo seguía perdiendo mi alma.













(...)








Estaba sentada en el sofá, abrazando mis piernas al haber perdido por completo el sentido de la realidad. Ni siquiera sabía cuántas horas habían pasado o si acaso ya pasó un día entero. Sólo sabía que era una noche oscura y fría, sintiéndome nuevamente demasiado sola en esta vida tan vacía, cayéndome a pedazos mientras gritaba en silencio, queriendo pedir ayuda a los cuatro vientos, pero nunca nadie se dio cuenta y mucho menos se darían cuenta que, probablemente, ahora estoy al borde de un colapso.

En los oscuros pasillos de mi mente sólo habitaba una gran depresión y ansiedad, llegando a susurrarme y a hacerme creer que, quizás, la muerte era la única salida de esta agonía. Pero la verdad era que sentía que yo ya estaba marchitando en vida, lento y vacío mientras veía, pero no sentía, mirándome al espejo para no reconocerme, ver los días pasar de la soledad absoluta a estar rodeada de personas sintiéndome ausente y nada requerida, del ruido de mi cabeza al silencio absoluto de esta casa, admirando mi desolación.

¿Cuánto he perdido luchando conmigo misma estos años?

¿Sí hubiera tenido otra familia todo sería distinto? ¿Qué hubiera sido de mí si hubiera tenido un padre presente y una madre que me diera la atención y el cariño necesario?

De todas maneras, ¿de qué servía pensar en el "hubiera"? Ya había pasado mi infancia, mi padre me dejó, mi madre nunca fue demostrativa, ni siquiera me regaló muñecas o me dejaba actuar como una niña normal porque todo eso parecía hacerla enfadar y prefería complacerla. Quizás gracias a ella no sabía lo que era reír de verdad, mucho menos hasta que me doliera el estómago, ni sabía lo que era la felicidad, y tenía que vivir con este vacío.

No había sido hecha para el amor y eso era algo que ahora terminaba por aceptar, porque los hombres después de utilizarme siempre habían huido, y ahora que quizás encontré a alguien que sí logró sentir algo por mí, yo lo había arruinado por completo al demostrarle quién era, lo rota y vacía que estaba. Había hecho que terminara huyendo como todos.

Ya no sabía cómo seguir, si volvería a ser capaz de fingir y seguir enfrentando la vida, poder continuar con la desgastante monotonía, sólo que ahora nuevamente sin Jungkook. Sin nadie a mi lado que me sostenga de la mano, sin tener a alguien que me mirara como si de verdad fuera bueno tenerme en su vida, sin alguien que me diera palabras de aliento, que intentara darme esperanza. Sin él. Otra vez.

Sólo quería desaparecer entre el dolor, la culpa y la oscuridad.

Podía escuchar el sonido de unos golpes, pero no era capaz de moverme del sofá, tan sólo quería quedarme ahí sentada, hundiéndome más sin esperanza de algún día encontrar una salida. Pero de repente, una presencia llamó mi atención, por lo que fui levantando la mirada, encontrándome con una vestimenta oscura, las manos empuñadas con tanta que fuerza que parecían temblar, hasta que pude ver aquellos ojos oscuros, hinchados, enrojecido y apagados, y su cabello desordenado cayendo por su frente.

Mis ojos se abrieron a la par mientras mi corazón parecía volver a latir, pero seguía sin ser capaz de moverme porque estaba segura que sólo estaba frente a mí para decirme de cancelar la boda, sin importar que tan sólo faltaran horas, ya que era imposible que pudiera perdonar algo como lo que hice. Tampoco merecía el perdón de alguien como él, que jamás debió acercarse a mí porque tan sólo sabía arruinarlo todo.

—¿J-Jungkook...? —mi voz salió rasposa, sentía hasta mi garganta seca, pero decidí hablar—. Si has venido a decirme sobre cancelar la boda, está bien...

—¿En serio? —preguntó con la voz ahogada mientras me permitía ver sus ojos cristalizarse al acercarse—. ¿Eso es lo que me dirás luego de lo que me hiciste? ¿No intentarás explicarme nada? ¿No intentarás arreglar esto? ¿No harás nada para que te perdone y regrese a tu lado? —soltó una risa amarga mientras limpiaba bruscamente con su puño una lágrima—. Claro que no lo harás. No lo harás porque nada significa algo para ti, ¡ni siquiera yo, el hombre con el que ibas a casarte en unas horas y te ama como un maldito imbécil! 

—Jungkook...

—No digas nada —me interrumpió—. Sea lo que sea que salga de tu boca, sólo terminará de romperme.

Ambos nos quedamos en silencio, yo escuchando cómo este sorbía su nariz mientras las lágrimas comenzaban a brotar y él tenía la cabeza gacha, sin ser capaz de mirarme.

—Lo siento —musité luego de un tiempo.

Aquello pareció provocar que Jungkook terminara de derrumbarse al acercarse torpemente, cayendo de rodillas frente a mí, observándome con dolor mientras su labio inferior temblaba y su rostro estaba húmedo por las lágrimas rodaban por sus mejillas cayendo de su barbilla.

—¿Por qué me haces esto? —preguntó con un hilo de voz—. ¿Por qué me hiciste amarte? ¿Por qué estabas conmigo si jamás logré enamorarte? ¡¿Por qué no puedes amarme siquiera un poco?! —alzó la voz histérico, rompiendo en llanto.

Sollozaba de manera desconsolada con la cabeza gacha, cubriéndose el rostro con una mano, por lo que no pude soportarlo más y me incliné hacia adelante en un intento de abrazarlo. Él intentaba impedirlo, como si lo que menos quisiera era ser tocado por mí, aunque yo intentaba sacar fuerzas hasta de dónde no tenía para no permitir que me apartara. Detestaba tenerlo de esa manera en mis brazos, por lo que se suponía que debía sentir una parte de todo el dolor que le había provocado, así que quería poder llorar, sentir la bala de dolor atravesarme el pecho por lo que le hice, poder ser capaz de expresar con palabras algo de lo que estaba sintiendo, algo que pudiera ayudarlo a calmarse, pero nada salía de mis labios que no parecían poder despegarse.

—Este amor me está consumiendo y no sé cómo dejarte ir —expresó aferrándose a mis brazos—. ¡Por favor, ayúdame a dejarte ir! ¡Termina de romperme! ¡Haz algo, por favor! —suplicó entre sollozos—. No voy a poder irme sin que termines de hacerme pedazos el corazón. Hazlo, por favor...

No sabía qué decir o hacer, porque quizás no quería que se fuera de mi lado. Quería que siguiera sosteniendo mi mano, que intentara darme esperanzas pese a saber que no me merezco para nada su amor, que eso no me pertenecía a mí sino que lo hacía a otra mujer que pudiera amarlo de la manera en que se merecía. Pero si su amor por mí se acababa, entonces, la soledad inundaría todo mi ser, el adiós se transformaría en un vacío y mi alma terminaría de desgarrarse de dolor, quedando la más cruel desolación.

Jungkook sorbía su nariz mientras yo llevaba mis manos a su mentón para conectar nuestras miradas, pudiendo ver su rostro enrojecido y empapado de lágrimas, cómo cerraba los ojos con fuerza mientras sollozaba desconsoladamente.

—Tú eres la única persona que me ha hecho sentir algo bueno...—aseguré limpiando sus lágrimas con suavidad con mis pulgares mientras él negaba repetidamente con la cabeza.

—N-No hagas esto —pidió con voz temblorosa a causa del llanto y estar agotado.

—Tú eres mi buen amor, Jungkook.

Me observó negando repetidamente con la cabeza, teniendo la intención de volver a hablar, pero lo sorprendí juntando nuestros labios, moviéndolos sobre los suyos en busca de que reaccionara y me correspondiera.

—P-Por favor, no...—sollozó sobre mis labios.

Llevé la mano a su nuca para volver a juntar nuestros labios, haciendo presión con mis labios al besarlo para así obligarlo de cierta manera a corresponderme, lo cual resultó ser más fácil de lo que pensaba, porque fue cuestión de pocos segundos para que moviera los suyos, besándome con una intensidad que me robó el aliento mientras pasaba el brazo por mi cintura apegándome a él. Sus manos bajaron a mi trasero, acariciándolo hasta llegar a mis muslos, haciendo que enrollara las piernas en sus caderas para así levarse con dificultad, cargándome para dirigirnos a la habitación.

Así llegamos a la cama, yo ayudándole a que se quitara la camiseta antes de que me hiciera caer al colchón para acomodarse sobre mí, volviendo a besarme mientras acariciaba mis muslos subiéndome el vestido. Jungkook apegaba nuestros cuerpos permitiéndome sentir el bulto que comenzaba a crecer dentro de sus pantalones, moviendo sus caderas para buscar la fricción, forzando su lengua entre mis labios, lo que le dejaba, ahogándome entre lo que me hacía. 

Fuimos deshaciéndonos de nuestras prendas de ropa, tirándolas en alguna parte de la habitación, entre besos y caricias cada vez más obscenas, robándonos suspiros y jadeos. Sentía como su miembro acariciaba mi piel desnuda y necesitada de él, por lo que jadeé cuando estaba besando mi cuello, llegando a succionar levemente, pero acabó dirigiendo la mano a su miembro. Lo restregaba por mi humedad, dándose cuenta que estaba más que lista para él, y al parecer tampoco estaba aguantando tanta excitación, por lo que me tomó con fuerza de las caderas para hacernos girar, dejándome sobre él, para luego acabar forzando su virilidad dentro de mí con un intenso empujón que logró hacerme gemir demasiado fuerte.

Jungkook llevó las manos a mi trasero para ayudarme, levantándome alto para después hacerme caer, hundiéndose profundamente dentro de mí. En ese momento, no podía dejar de gemir, porque estaba follándome con más fuerza de la que anteriormente había comenzado a usar ya que se lo había pedido, pero ahora también me dejaba llevar el control, mirándome de una manera que se me hacía tan peligrosa como excitante, con sus facciones endurecidas y su respiración pesada.

No podía hablar, ni él tampoco lo hacía, tan sólo me embestía una y otra vez, haciéndome atorar los gemidos de placer, por lo que pasé mis brazos alrededor de sus anchos hombros, llevando las manos a su nuca para empuñarle el cabello con fuerza, inclinando mi cabeza hacia atrás mientras arqueaba la espalda al sentir como se acercaba el clímax. 

Me follaba con más intensidad mientras yo gemía en su oído, hasta que pude escuchar su respiración entrecortada, como pequeños sollozos escapaban de sus labios, pero cuando intenté verlo, me sostuvo con más fuerza para impedirlo. A pesar de mi preocupación, el placer era demasiado intenso, y podía jurar que para él también, pues levantó mi trasero bruscamente para acabar embistiéndome con fuerza, enterrándose profundamente para golpear el punto exacto que me hizo chillar al sentir cómo mis paredes se contrajeron alrededor de su miembro. 

Cuando Jungkook alcanzó el orgasmo, se aferró con más fuerza a mí, dejándose caer exhausto hacia atrás, para luego cubrirse el rostro con una de las manos, lo que provocó que volviera la punzada en mi pecho al saber que podía ser porque estaba llorando. Sintiendo cómo nuestros fluidos se escurrían por mis piernas, me recosté a su lado para envolverlo entre mis brazos.

—Todo va a estar bien —murmuré insegura, acariciando su cabello—. Tenemos que descansar para mañana. 

Lo escuché sollozar débilmente, sintiendo cómo sus lágrimas caían por mi pecho desnudo, pero continué con mis caricias hasta que logró relajarse, deseando más que nada que todo saliera bien en unas horas en nuestra boda. Haría hasta lo imposible por intentar hacerle bien y que no me dejara, porque cada vez me convencía más de que no quería perderlo.











(...)









Hace tanto tiempo que dejé de encontrarme en el espejo y en las miradas. Quizás estaba siendo protegida en capas de los pocos buenos recuerdos, donde hacía que la vida pesara menos, ya que en algún punto empezó a doler tanto que me escondí y no fui capaz de volver al haber descubierto que vivir así lograba que las cosas dolieron un poco menos.
Ahora comenzaba a darme cuenta que era débil, porque lo que había hecho y hacía, no se le podía llamar seguir, sino que intentaba sobrevivir.

Sobrevivir a pesar de estar tan perdida entre las sombras.

Ahora sólo quería que la paz volviera a mi mente, porque estaba cansada de estar todos los días en una guerra constante hacia mí. Tenía que volver a levantarme y con fuerza porque esta vez iba a disfrutar de no estar sola, de tener a Jungkook a mi lado.

Tomé una bocanada de aire temblorosa mientras me observaba en el espejo, ya tenía el peinado hecho dejando unos mechones ondulados, como también el vestido puesto. Era completamente ajustado a mi cuerpo hasta llegar a las rodillas donde se abría, teniendo arriba una fina capa de tela transparente que cubría el escote, decorado con encaje.
Eso hacía que luego de mucho tiempo me sintiera bonita al verme, tanto así, que no lograba reconocerme para nada.

—¡Ay! Estoy muy emocionada por ti, Delaney —comentó mi prima, Ivy, acercándose con una gran sonrisa—. Te ves hermosa, ¿sabes?

Sentía sus caricias en mi hombros, y a través del espejo la observé con una pequeña sonrisa.

—También creo que me veo bien hoy —confesé con una pequeña sonrisa.

—¡Bien es poco! Hermosa, Delaney —recalcó provocando que mi sonrisa se ensanchara, por lo que bajé la cabeza.

—¿Jungkook habrá llegado?

—Me gusta verte así —la miré confundida—. Has estado sintiéndote mejor, ¿verdad?

—Hoy me siento mejor.

—Cuando te llamé estos días, creí que acabarían cancelando todo —comentó provocando que me tensara—. Pero me alegra que no haya sido así, y hoy verte bien. ¿Jungkook tiene que ver con eso?

—Jungkook me hace bien —asentí—. Este último tiempo han cambiado algunas cosas, y él está ayudándome en verdad. Quiero dejar todo atrás, y quizás, hablar con él sobre... mudarnos.

—¿Ahora? —preguntó abriendo los ojos a la par por la sorpresa.

—No ahora. Recuerda que tiene su trabajo en el taller, así que tendría que resolver todo, y tampoco sé si puede llegar a aceptar porque aquí están sus amigos —expliqué haciendo una mueca—. Pero quiero más que nada que acepte. Alejarnos de este pueblo, de todas estas personas, me haría bien. Lo necesito.

—Estoy segura que lo hará. Jungkook haría lo que sea por verte feliz, y creo que eso lo ha demostrado muchas veces.

Al ver a través del espejo cómo ella me regalaba una sonrisa tranquilizadora, provocó que yo sonriera porque sabía perfectamente que tenía toda la razón, así que esperaba que esta vez no fuera diferente. Necesitaba empezar junto a Jungkook lejos de este pueblo y el pasado que quería poder enterrar de una vez.

—¿Jungkook estará listo? —pregunté levantándome—. Seth no nos ha dicho nada más.

—Tranquila. Estoy segura que sí —soltó una ligera risa—. ¿Cómo va a ser capaz de perderse su propia boda y con la mujer que ama más que nada? Hicieron bien en elegir hacerla en esta hostería.

—El señor Jaxon es un buen amigo de Jungkook, así que no iba a negarse, hasta nos bajó el precio.

—Oh, entiendo.

—Ya, quiero ver a Jungkook —confesé sintiendo mis mejillas arder, lo que supe que pudo notarse porque mi prima volvió a reír.

—¿Por qué siento que estás más enamorada que nunca? —indagó divertida.

—¿Qué hora es? —miré a mis lados nerviosa.

—Oh, ya va a ser la hora de que salgas —informó mirando la pantalla de su celular—. Deberíamos salir...

Mi prima fue interrumpida por unos toques en la puerta que llamaron la atención de ambas, por lo que nos miramos sorprendidas.

—Quizás sea Jungkook, pero no te preocupes que no lo dejaré pasar —aseguró comenzando a caminar hacia la puerta—. Ya sabes lo que dicen que es de mala suerte que vea a la novia antes de llegar al altar.

Al escucharla, no pude evitar reír por sus ocurrencias, porque la verdad era que yo sentía por primera vez ganas de verlo. Era una ansiedad que no lograba comprender, pero quería verlo en el altar, frente a mí, ver aquellos orbes oscuros y brillantes, aquella sonrisa donde sobresalían sus paletas y unas arruguitas aparecían a los lados de sus ojos.

Los nervios estaban haciéndose presentes junto a una emoción que me hacía sentir viva.

Estaba tan perdida en lo que sentía, hasta que pude escuchar con claridad a mi prima que hablaba sacando la cabeza por la puerta.

—¡¿De qué carajos hablas?! ¡Dime que es una maldita broma! —exigió molesta, llamando toda mi atención.

—Hey, ¿qué sucede? —pregunté rápidamente, acercándome.

Ella volteó rápidamente con sus ojos abiertos a la par y mostrándose algo tensa, pero me acerqué para abrir más la puerta, pudiendo encontrarme con Seth. Este llevaba un traje ceniza, moño negro, y su cabello castaño echado hacia atrás con gel.

Al verme juntó sus manos mientras tragaba con dificultad y desviaba la mirada.

—¿No van a decirme?

—Jungkook sigue sin llegar —informó por lo bajo.

—¿Q-Qué?

—He intentado contactarme de mil maneras, hasta fui a la casa donde viven y al taller, pero no lo he encontrado en ningún lugar —explicó frustrado—. Lo he llamado cientos de veces, le escribí y... hace un momento recibí un mensaje de él.

—¿Qué te dijo?

—Sólo se despidió.

En ese momento sentí como mi pecho se oprimía, sin ser capaz de creer lo que me decía, porque era imposible imaginar para mí que Jungkook sería capaz de hacerme algo así.
Negué repetidamente con la cabeza, saliendo de la habitación mientras escuchaba los llamados de mi prima, pero es que tenía que tratarse de una mentira. Caminé completamente histérica hacia el jardín donde se haría la boda, encontrándome con los arreglos, las sillas decoradas, el altar y los invitados —la mayoría por parte de Jungkook—, que seguramente debían estar sorprendidos de verme a mí primero y de esta manera.

Escuchaba que hablaban, pero no podía entenderlos para nada, porque sólo podía pensar en Jungkook y que era cierto que no estaba. El altar estaba frente a mí, el Juez de Paz que parecía también algo desconcertado, pero Jungkook no estaba esperándome y eso tan sólo estaba desesperándome más.

—¡Delaney!

Aquel grito femenino y la forma en que me tomaron del brazo, hizo que volteara encontrándome con mi prima.

—¿Qué rayos haces aquí? Vamos adentro...

—E-El celular...

—¿Qué...?

—¡Dame tu celular, Seth! —exigí histérica, estirando mi mano hacia su dirección.

Este que tenía su respiración pesada, seguramente por haber corrido junto a mi prima para buscarme, sacó su celular del bolsillo derecho y delantero de sus pantalones, para entregármelo no muy convencido.

Intentando pensar con claridad, busqué el número de Jungkook para marcarle, comenzando a caminar por la alfombra blanca con pétalos a sus lados, sintiendo cómo mis latidos se aceleraban.

Él no contestó la llamada.

Estaba temblando de lo histérica que me encontraba, pero aún así volví a insistir y no solamente dos veces, sino cuatro, sintiendo cómo el alivio me envolvía al haber contestado la llamada.

¿Qué rayos quieres, Seth? —preguntó de mala gana, lo que me hizo tensar.

—N-No soy Seth...

Delaney...—musitó sorprendido.

—Estoy esperándote en el altar —informé nerviosa—. Vamos a casarnos, ¿lo olvidas, Jungkook?

No voy a casarme contigo, Delaney —aclaró frío, provocando que sintiera como si el mundo se me viniera encima.

—¿Q-Qué? Pero nosotros...—mi voz salió con un ligero temblor, lo que me hizo tomar una bocanada de aire—. Nosotros nos amamos.

No. Yo te amo a ti, pero ¿tú? Quizás te gusto... O quizás solo disfrutas de mi atención, pero no me amas, Delaney —aseguró—. Porque cuando amas a alguien... serías incapaz de lastimar a esa persona como tú me lastimaste a mí.

No podia creerme para nada la manera en la que me hablaba, tan frío como si hubiera dejado de amarme de la noche a la mañana, lo que hacía que sintiera cómo mi pecho dolía, el aire me faltaba y mi estómago parecía querer vomitar.

Lo siento. ¡En verdad lo siento! —grité con la voz desgarrada, sintiendo cómo mi prima intentaba tomarme del brazo, pero la aparté rápidamente porque la desesperación era tanta que estaba comenzando a dejarme llevar—. ¡No sé porqué lo hice! ¡Lo siento!

Yo creí encontrar finalmente la belleza en nuestro amor, pero tú te encargaste de destruirlo todo a tu paso...

No me hagas esto, por favor...

Lo que realmente conocí contigo fue todo lo que no quiero en mi vida. Sólo me llamabas "tu buen amor" mientras no me dejabas entrar a tu vida y te encargabas de darme inseguridad, de romperme, Delaney.

Me siento presa a punto de explotar, la presión acumulándose sin poder salir al exterior, haciéndome notar que, por primera vez, al dolor se le estaba olvidando apagar mi cabeza y anestesiar a mi corazón.

¡Lo siento! ¡En serio te amo, y lamento no haber reaccionado antes!

Esta es la última vez que me escucharás y sabrás de mí...

¡No...!

Ahora estoy en el aeropuerto a punto de marcharme.

¡Por favor, no! No me dejes —pedí sollozando—. No lo hagas, por favor.
Te necesito y nunca dejaré de hacerlo, así que no te vayas, por favor.

Créeme que escucharte así... lo hace aún más difícil para mí, porque a pesar de que me has dejado el corazón hecho trizas, aún así, todavía te ama —confesó con voz débil—. Pero esta vez... he tomado la decisión de romper el tuyo para poder salvar aunque sea una parte del mío.

J-Jungkook...—intenté hablar, pero los sollozos no me lo permitían.

Aunque no lo creas, deseo que algún día puedas ser feliz. Adiós para siempre, Delaney.

Eso fue lo último que había escuchado al caer al suelo mientras sollozaba desconsoladamente, sabiendo que había colgado y me había dejado aquí sola.

Podía escuchar a mi prima hablarme, pero no podía comprender nada de lo que me decía, sólo sentía como se colocaba a mi lado y me abrazaba. Sentía que me ahogaba en mi llanto, pero en ese momento comencé a darme cuenta de lo que estaba verdaderamente sucediendo.

Estaba llorando.

Luego de tanto, estaba sintiendo con intensidad, estaba llorando nuevamente, dejando salir todas las emociones y sentimientos que había reprimido por tantos años. Lloraba intensamente en los brazos de mi prima, dándome cuenta que, a pesar de que Jungkook me había dejado, eso había logrado que me sintiera más viva que nunca.

¡Hola!

¿Qué les pareció el OS? ¿Qué les pareció el personaje de Yoongi y Delaney? ¿Están odiándome por cómo sufrió Jungkook y cómo terminó?

¿Vos estás odiándome, EnyaJeonMin12? Creo que ahora entendes perfectamente porqué sanbabie después de saber el título decidió no elegirla y votar por Summertime JAJAJAJAJ pero la verdad es que tenía la idea desde marzo y no veía la hora de escribirla, así que te amo por haber elegido este OS ♡

De todas maneras, quiero decir algo para esas personas que van a venir a criticar el final porque sólo leen historias románticas con finales felices. El hecho de que yo pregunte qué les pareció, no significa que pueden venir a comentar olvidándose del respeto y la empatía, si se quejan de que perdieron el tiempo, tampoco jamás los obligué a leer mi OS y si vienen a comentar si conozco los finales felices, sí, lo hago, tengo varias historias que terminan bien, que ustedes elijan estas no es mi culpa. Así que si van a venir con sus malos comentarios, entonces, soporten que yo también les conteste de mala manera porque ya estoy cansada de recibir todos los días esos tipos de comentarios.
La única que tiene permitido criticar esta historia es EnyaJeonMin12 porque se la escribí a ella.

Como siempre digo, lamento si hay varios errores, esta vez mi excusa es que pasó las 18.500 palabras y no dormí nada esperando el live de Jimin y Jungkook, así que las 6 horas editando intentaba no dormirme JAJSJAJA

A los demás lectores, espero que de todas maneras hayan disfrutado de la lectura ♡

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