Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Me gusta la lluvia, YoonGi

La lluvia no paró durante toda la semana y NamJoon estaba decidiendo si seguir feliz porque ese tipo de clima le agradaba o hartarse un poquito porque también quería ver el sol nacer nuevamente. Decidió dejar de pensar en el tema porque no lograba nada con eso, no era como si el sol mágicamente fuese a salir sólo si él lo deseaba.

Salió de su cama, echó un vistazo a su reloj despertador y se sorprendió que un sábado él se haya levantado temprano. Bajó en pijama hasta la cocina donde su abuela estaba haciendo el desayuno. Sonrió para sus adentros, verla siempre le causaba ternura. La quería mucho, era su única familia después de todo.

—Buen día —saludó provocando que su abuela diese un pequeño brinco.

—¡Ah! Ingrato, me asustaste —chilló su abuela con una mano en su corazón—. ¿Y ese milagro?

NamJoon se encogió de hombros. —He comenzado a ser un nuevo hombre.

—Qué bueno, ¿este nuevo hombre se bañará a diario? —Su abuela rió ante la cara de vergüenza de su nieto.

—¡Abue! Eso ya quedó en el pasado. ¡Tenía 15 años! —Se defendió.

Su abuela rió mientras posaba su vista de nuevo hacia el desayuno.

—Voy a salir a casa de mi amiga para acabar mi bordado, así que te quedarás haciendo el aseo…

NamJoon suspiró. Pensar en que tenía que limpiar lo agobiaba, trató de poner cara de atención cuando su abuela lo miró interrogante.

—… Desayuna, lava tu ropa, no me dejes platos en la cocina, y no se te olvide darle de comer a Hope.

—Sí, señora —contestó Nam con más fuerza de la que pretendía—. Lo siento —dijo con voz normal—. Sí, señora.

Su abuela sólo sonrió triunfante.

* * *

Eran la una de la tarde, el volumen de la música estaba a todo lo que da mientras NamJoon estaba en el cuarto de lavado, cantaba y bailaba al ritmo de la canción. En una de sus ocurrencias se colocó una bandana en su cabeza y un mandil de su abuela mientras que la canción de Bad Guy de Billie Eilish se reproducía.

I’m the bad guy —gritó y bailó frente a la lavadora. Subía y bajaba sus caderas con todo lo que podía. Colocó sus manos sobre el aparato e intentó hacer un twerk—. Duh!

—¿Qué haces? —Alguien preguntó y su corazón se detuvo.

Miró hacia la puerta aún en su posición, su cara se puso de un color rojizo por la vergüenza. Él sólo quería morir en ese momento, ¿por qué YoonGi siempre tenía que verlo en momentos así? Tragó saliva, se compuso, se quitó la bandana y el mandil. Entonces, él dijo—: Nada.

YoonGi rió fuertemente. —Sabes, está bien, sólo avísame cuando quieras ponerte otro vestido.

NamJoon puso sus ojos en blanco. —Tenía 17, estaba muy curioso sobre ese tipo de cosas. ¡Sólo fue una vez!

La mirada de YoonGi indicaba que no le creía, pero NamJoon sabía que en su mayoría lo hacía para molestarlo.

—Por cierto, ¿qué haces aquí? —preguntó Nam sacando la ropa de la lavadora—. Creí que como estaba lloviendo no saldrías a algún lado.

—Sí, bueno… No quise quedarme en casa deprimiéndome más. —Alzó sus hombros—. Caminando con el paraguas el aire sopló tan fuerte que casi se resbala de mis manos —contó.

—Me imagino que el paraguas se fue hacia atrás y tú luchando con tus manitos diciendo: “no, aire, no, por favor” —rió Nam.

YoonGi chasqueó su lengua. Siempre hacia eso cuando no sabía qué contestar o cuando NamJoon tenía razón.

—Pero no sueno como un niño pequeño. —Se defendió un poco irritado.

—Seguro, campeón —dijo Nam terminando dando por terminado su labor de lavar su ropa—. ¿Me ayudas con lo demás?

Y así fue como YoonGi también acabó con una bandana en su cabeza y mandil rosa cantando canciones en la sala con NamJoon; su pendejo favorito.

* * *

El timbre se escuchó exactamente a las 3 de la tarde. Yoon y Nam se miraron interrogantes mientras estaban en la cocina tratando de cocinar algo, pues la abuela Kim llegaría hasta la noche. El timbre sonó nuevamente y NamJoon se apresuró a abrir.

—¿Sí? —preguntó, pero no había nadie. Miró unos segundos más allá, en la calle y pudo ver como un auto negro daba marcha.

Alguien se aclaró la garganta. —Aquí abajo.

NamJoon miró. Su cara denotó sorpresa, no se esperaba ver al pequeño JiMin; su vecino, justo a esas horas.

—Hey, Chimmy. ¿Qué pasa? —preguntó haciéndose a un lado para que el pequeño pasase.

—Ya vine.

—Puedo ver eso —aseguró Nam riendo.

JiMin sonrió, sus mejillas coloreándose un poco.

—¿Entonces…? —habló Nam de nuevo. Aún no lograba comprender.

—Tienes que cuidarme —contestó JiMin—. ¿Tu abuela no te dijo?

—¿Decirme qué?

—Mamá le ha pedido que tú me cuides por hoy porque ella salió de viaje y llegará mañana. ¿Ella no te dijo nada?

—Mmm, no… —confesó NamJoon.

—Pero ¿me vas a cuidar, verdad? —preguntó JiMin con un ligero temblor en sus labios—. Me portaré bien, ¡lo prometo!

NamJoon sonrió en grande, aunque su abuela no le hubiese avisado sobre esto, él no pensó acerca de mandar a JiMin de vuelta a su casa. No era tan desconsiderado. Además, su abuela ya había hecho un compromiso, debía ayudarla.

—Vamos a la cocina, Chim —dijo con un movimiento de cabeza.

—Oye, Nam, creo que se me quemó el… —YoonGi se interrumpió cuando se percató del pequeño niño a un lado de él—… arroz —completó por lo bajo—. ¿Hola?

—Te dije que lo revisaras bien —refunfuñó Nam acercándose a la estufa—. No quiero comer arroz quemado.

Sin embargo, YoonGi no lo escuchó, su vista seguía fija en el niño que ahora le sostenía la mirada también.

—Y ¿quién es él? —preguntó Yoon mientras Nam le daba la espalda para verificar el estado del alimento.

—¿Qué? ¡Ah! Es JiMin. Cuidaré de él hasta mañana, su mamá le ha pedido el favor a mi abuela. Es nuestra vecina, así que…

YoonGi no emitió ninguna respuesta, pero su boca hizo una ‘o’, y asintió ligeramente.

—Bueno, sólo se pegó un poco —habló Nam con alivio—. Se ha salvado. Oh, JiMin —llamó al niño que seguía teniendo esa batalla de miradas con YoonGi—. Él es mi mejor amigo, YoonGi.

El pequeño miró a NamJoon al fin y asintió con una linda sonrisa que hizo que YoonGi frunciera el ceño.

—Hola —dijo JiMin al fin hacia Yoon.

—Hola.

—Bien. Ya que se están volviendo amigos, tengo ropa que tender… Yoon, ¿podrías…? —Dejó la pregunta al aire, su amigo sólo asintió. Bien, ahora tenía que cuidar al pequeño niño raro mientras NamJoon se encargaba de la ropa.

Cuando NamJoon se fue revolviendo el cabello del niño, YoonGi sintió un retorcijón en su estómago.

—¿Llevas mucho tiempo conociendo a hyung? —preguntó JiMin yéndose a sentar a la mesa que había ahí.

YoonGi chasqueó. —Sí, mucho tiempo.

—¡Es genial! —chilló JiMin—. ¿No quieres contarme cómo era antes o sigue siendo igual?

El mayor caminó hasta sentarse frente al niño y cuestionó—: ¿Por qué quieres saber? ¿No es eso mucha información?

Las mejillas de JiMin se colorearon de nuevo. —Lo siento. Es sólo que hyung me causa mucha curiosa, además de que es muy lindo, ¿no te parece lindo? ¡Es muy lindo!

YoonGi sintió como su garganta se secaba mientras sus dedos apretaban la tela de sus pantalones. —¿Lindo? —La pregunta salió raspando su garganta. Él no iba a enrojecerse, no lo haría.

—¡Lo es, ¿verdad?! Tiene unos hoyuelos muy bonitos, quisiera tocarlos alguna vez.

YoonGi bajó su mirada hacia la mesa. ¿Qué le pasaba a ese niño? ¿Acaso él hizo algo para que le dijese con tanta confianza lo que pensaba de su no… amigo?

—Eh… ¿Sí? Bueno… —Se recompuso sobre el asiento—. Puedes pedirle permiso y así sabrás —aconsejó aunque una nueva oleada de un raro sentimiento lo embargó.

—¿Será posible? ¡Gracias, YoonGi hyung! Lo haré hoy mismo —chilló JiMin alegremente, dando palmadas al aire.

Un retorcijón más se hizo presente en el chico mayor logrando que una mueca se hiciese presente.

—Hyung, ¿está bien? —preguntó el niño algo preocupado.

Sin embargo, YoonGi no tuvo tiempo de responder, ya que NamJoon entró a la cocina preguntando con mucho entusiasmo—: ¿Quién quiere comer?

El pequeño JiMin levantó su mano.

* * *

Como era costumbre, NamJoon estaba absorto en su teléfono mientras comía lentamente con los palillos en la otra mano. YoonGi lo había estado observando, aunque no estaba sorprendido, sólo que esa era una de los hábitos que no le agradaba mucho de su mejor amigo, pero lo dejaba estar. YoonGi había puesto en su mente la siguiente pregunta: “¿por qué decirle que deje su celular si al final no es que yo sea un buen conversador?”, y con eso solía comer en silencio junto a NamJoon, a veces incluso él también jugaba con su celular.

No obstante, esta vez era diferente. Esta vez estaba un pequeño niño llamado JiMin que tenía un gran puchero en sus labios. JiMin había estado intentando llamar la atención de Nam e incluso le contó algo que le sucedió en su clase, pero Nam de limitó a asentir y hacer un ruidito de afirmación.

YoonGi no sabía si estaba exagerando, pero de repente sintió una pesadez en el aire. JiMin no dejaba de mirar a NamJoon, y este seguía comiendo y viendo su teléfono.

—¡NamJoon hyung! —exclamó.

—¿Sí? —soltó Nam, mientras su vista estaba en la pantalla.

JiMin puso sus ojos en blanco, él ni siquiera había terminado su plato. —¿Por qué no me hace caso?

—Te estoy escuchando.

—¡Eso no es cierto! ¿Qué le dije hace rato?

—Bueno, me dijiste que… —Se detuvo y miró de reojo a YoonGi como pidiendo ayuda, pero el pálido bajó su vista a su comida—. Que… Algo sobre tu clase… un compañero tuyo se… ¿Enfermó?

—¿Sabía que estar con el celular mientras comes es malo? ¿No es también de mala de educación? —cuestionó JiMin con el ceño fruncido—. Sé que las cosas que le digo son aburridas, pero sólo quería conversar con usted. —De repente su voz se quebró un poco, YoonGi dudó que todo eso fuese cierto, más como  un intento por llamar su atención. Quería felicitarlo.

NamJoon sonrió avergonzado, bloqueó su celular y lo colocó pantalla abajo.

—Disculpa, Chim. No fue mi intención, soy algo adicto a ese aparato. Soy todo tuyo ahora, te escucho.

YoonGi lo miró perplejo. ¿NamJoon estaba coqueteando con un niño de diez años o qué? Había creído que la frase correcta era “soy todo oídos”, no un “soy todo tuyo”, y ¿por qué de repente estaba analizando todo cuanto NamJoon decía? Antes ni siquiera se le hubiese cruzado por su mente.

La cara de JiMin denotaba suma alegría y sus mejillas estaban rojizas. El niño claramente tenía un tipo de flechazo por NamJoon, algo que YoonGi encontraría lindo si no fuese porque ese niño tenía un flechazo por su NamJoon… ¡Basta! ¿Qué se diablos se supone que estaba pensando?

Los observó a ambos, hablaban animadamente y NamJoon asentía y respondía con una linda sonrisa que enmarcaba sus hoyuelos, mientras JiMin le platicaba sobre sus ocurrencias en la escuela. Se sintió un poco alejado, así que sólo se dedicó a comer y a jugar con su celular.

«No importa», se dijo a sí mismo, «Nam tiene que cuidarlo».

* * *

—No, ¿por qué te vas? —preguntó Nam tomando la mano de YoonGi.

Habían pasados dos horas desde que JiMin había llegado, YoonGi se sentía bastante tonto al sentir un poco de… ¿celos? Ugh, tan sólo pensar que lo sentía hizo que su cabeza explotase. Él no podía sentir celos de un niño de diez años, eso era muy tonto. Además, estaba consciente de que NamJoon tenía que cuidarlo. No podía dejarlo a la ligera cuando el niño le estaba pidiendo jugar o hablar con él. JiMin resultó ser muy parlanchín y también muy cariñoso, hasta con él. JiMin le había dado un abrazo cuando YoonGi le había explicado algo mientras NamJoon estaba ocupado en otra cosa, ese gesto hizo que se sintiese culpable. No podía odiar a un niño como JiMin, ni siquiera se lo merecía. Pero cuando ese pequeño logró tocar los hoyuelos de su mejor amigo y este se sonrojó supo que ya no podía seguía ahí sin empezar a estar de mal humor.

—Dejé pendiente unos deberes y…

—¿Te ocurrió algo, te sientes mal? —preguntó NamJoon preocupado, acariciando su mano—. No te vayas, dijiste que pasarías aquí el fin de semana. Lamento si los planes no fueron como esperabas, pero en verdad necesito tu ayuda para cuidarlo…

YoonGi suspiró. Sería una mala idea si se quedaba, pero tampoco quería dejar a la deriva a su buen amigo NamJoon. Siempre ha estado para él hasta donde puede recordar, aun cuando las cosas parecen de los más sencillas.

—De acuerdo —pronunció, no muy seguro de sí mismo.

—Eres el mejor —dijo NamJoon sonriendo y atrayéndolo consigo para un apretado abrazo.

Min YoonGi jamás se había sentido tan sonrojado.

—Necesito mi espacio. Gracias. —Fue lo único que pudo decir

* * *

Claramente había sido una mala idea… Ver a JiMin corretear detrás de NamJoon no era algo para lo que estaba preparado. Se veía tan lindo tratando de comportarse como un niño de diez también y reír enormemente mientras da vueltas alrededor del sillón. Cuando atrapa a JiMin, lo levanta entre sus brazos dándole vueltas en el aire, parece la escena de un padre de familia en una cómoda casa.

Cielos, YoonGi debería dejar de pensar en ese tipo de cosas, sólo hace que los retorcijones aumenten en su estómago y no sepa cómo lidiar con ellos. Intenta respirar mientras espera que sus mejillas no lo delaten porque se siente tan caliente aunque afuera hay frío y la lluvia no cesa.

—YoonGi hyung —habló JiMin—, venga a jugar con nosotros.

El nombrado mira de JiMin hacia NamJoon y viceversa, había algo en sus rostros que lo hizo sentirse un poco incómodo, mirándolo con esos ojos chisposos deseosos de que él aceptase. Sus labios se arrugaron hacia el frente al tiempo que llevaba su mano derecha para rascarse la barbilla falsamente.

—Creo que podría jugar… —musitó pensativo—, pero ¿qué obtengo yo a cambio?

NamJoon resopló aunque estaba acostumbrado a los chantajes de YoonGi habían veces que no podía esconder su irritación, eso hizo a YoonGi reír.

—De acuerdo —accedió Yoon finalmente—, vamos a jugar.

JiMin aplaudió y pronto los tres estuvieron jugando a las escondidas dentro de la casa. El pequeño se quedó contando hasta diez en la cocina con sus ojos cerrados mientras que los mayores corrían a esconderse.

—¡Listos o no, allá voy! —gritó JiMin saliendo rápidamente d la cocina para comenzar su búsqueda.

YoonGi estaba tratando de analizar cómo es que terminó escondido con NamJoon en el pequeño armario que había en la planta baja. Había creído que su amigo se esconderla en el baño o algo, pero esa idea se rompió cuando NamJoon abrió de golpe la puerta y se introdujo sin siquiera percatarse de la otra presencia.

NamJoon quería reírse mucho, quizás toda esa adrenalina y la alegría que les estaba contagiando el pequeño JiMin le estaba haciendo efecto, ya que de pronto tuvo la cara de su mejor amigo escondida casi entre el espacio de cuello y su hombro para intentar que su risa no se escuchase. Las vibraciones que eso causó en YoonGi fueron inexplicables, sentir la pequeña respiración de NamJoon tan cerca hizo que su imaginación volase en mil pedazos. Lo peor fue cuando esos segundos se hicieron interminables para YoonGi, una parte quería que se retirase y la otra sólo quería abrazar a su amigo y tenerlo más cerca. Por suerte, no fue necesario poner en marcha ningún plan de emergencia ya que JiMin abrió la puerta del armario gritando y saltando.

—¡Los encontré!

Y vaya que Yoon jamás se había sentido tan aliviado por haber sido encontrado en alguna situación.

Minutos más tarde, el trío estaba parado fuera de la casa debajo del gran techo de entrada, lo que evitaba que se mojasen. Sin embargo, estaban ahí por una razón: jugar en la lluvia. Yoon, como de costumbres, dudó sobre esa idea pero fue convencido por ese par de astutos chiquillos.

La lluvia había cesado un poco, quedando solamente en una ligera llovizna. Cada uno llevaba consigo un impermeable y estaban dispuestos (más ellos que YoonGi) a jugar en los charcos de agua que se habían formado en la calle.

YoonGi intenta recordar cuándo fue la última vez que hizo eso, se remonta a una infancia lejana y un poco de dolor se instala en su corazón. Él en verdad no puede superar su ligera batalla con la lluvia, pero ahí está, dispuesto a mojarse y no dejar que sus pensamientos deprimentes le afecten ese día, a pesar de que parezca que se la ha pasado quejándose por dentro lo está disfrutando plenamente. Claro, sin contar los ligeros retorcijones y el irremediable ataque de celos que le da cuando JiMin toca los hoyuelos de NamJoon, pero sigue estando todo bien.

De repente NamJoon y JiMin comienza a caminar llegando hasta un charco y saltando arriba de este, el agua salpica; parecen disfrutarlo mucho, así que YoonGi se une a ellos. El tiempo avanza mientras todos terminan empapados, jugando de un charco al otro, corriendo detrás de todos, riendo fuertemente mientras que la lluvia sigue su curso.

Cuando la lluvia se vuelve recia nuevamente, todos corren hacia la casa. YoonGi se encuentra compartiendo un momento con NamJoon, ambos se quedan mirando con caras serias hasta que Nam le sonríe y asiente como diciéndole “gracias”, y YoonGi lo único que puede hacer es responderle con otra sonrisa, pero quizás su significado es diferente, quizás su sonrisa diga “me gustas”, y sus ojos titilen con emoción.

NamJoon acaba preparando tazas de chocolate caliente cuando todos se limpiaron y los demás fueron a sentarse en el sillón con una enorme manta sobre ellos. YoonGi daba sorbos lentamente para no quemarse la lengua, el chocolate caliente no era su preferido, pero había algo especial en ese que lo hizo sentirse cálido como aquel que hornea pan en un día de invierno.

—Delicioso, hyung —felicitó JiMin con sus labios llenos de espuma.

Los mayores rieron llenos de ternura. «¿Cómo podría tratar mal a JiMin?», se preguntó YoonGi dándose cuenta del ángel de ese niño.

Por alguna razón que Yoon no quiso sobreanalizar, NamJoon se acurrucó junto a él a pesar de que había más espacio en la sala para sentarse, y él no pudo contenerse. Dejó caer su cabeza sobre el hombro contrario y cerró sus ojos fingiendo dormir.

En ese momento, los recuerdos de YoonGi sobre un día lluvioso tuvieron otra perspectiva. Ese día quedaría guardado en un rinconcito de su corazón, haciéndolo sentir feliz y emocionado.

Antes de que sueño falso se convirtiese en uno real y pesado, sintió como unos dedos acariciaban su frente, sus mejillas y su cabello. «Me gusta la lluvia, NamJoon», pensó, «me gustas tú». Con esa sensación, se rindió y cayó profundamente dormido.

- - -

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro