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Capítulo 12

Es un nuevo día en Midgard, al levantarte abrumada por el sonido del despertador, oyes a las aves cantar fuera de tu ventana, y sonríes, extrañabas tanto estar en casa, que incluso levantarte para ir a la universidad hace que te contentes. Luego de ducharte, y vestirte, bajas las escaleras en busca del Dios que convive contigo desde las últimas semanas, y como lo suponías, allí se encuentra, sentado al lado de la chimenea, leyendo un libro.

— Buenos días —Saludaste alegre.

— Buenos días, mortal —Responde aún reparando la vista en el escrito.

— ¿Qué pasó con esa palabra tan bonita que solías decirme? ¡Oh!, Ya lo recuerdo... "Lady".

— No estoy de humor para hacerte cumplidos —Acotó dándole vuelta a la página de su libro.

Suspiras desganada, sabes que aún está afectado por lo sucedido, pero no te rendirás tan fácil, hoy tu misión es sacarle una sonrisa al Dios de las travesuras, cueste lo que cueste, y después de la universidad, claro, esos parciales no se aprobarán por sí solos.

— ¿Tienes hambre? —Preguntaste—. Puedo preparar el desayuno.

El no respondió, pero te dió a entender que sí, cuando cerró su libro, caminó hacia ti, y te jaló del brazo hasta la cocina. Reiste internamente por su accionar, y le seguiste el paso.

— Está bien, está bien, te prepare un rico desayuno —Sonríes.

De inmediato te adentrarste en la cocina, y preparas los huevos fritos, luego el tocino.

— ¿Que clase de artefactos Midgardianos son estos? —Pregunta acercándose a la nevera.

— Es un refrigerador —Ríes, y ves como camina hacia el microondas para inspeccionarlo—. Eso sirve para recalentar alimentos.

Mientras tú te dedicas a preparar el desayuno, Loki se mantiene entretenido examinando cada aparato que encuentra en tu cocina. Lo observas dulcemente mientras colocas el desayuno en una gran bandeja de plata, realmente nunca te hubieras imaginado que intentó conquistar la Tierra, pues se lo ve como un niño jugando con tu exprimidor eléctrico.

Ya con el desayuno servido en la mesa, Loki y tu se encuentran sentados, degustando cada uno de tus platos recién preparados.

— ¿Y bien? —Preguntas al ver como el Dios le da un mordisco a una de tus rosquillas.

— Es un desayuno aceptable —Alega limpiándose con una servilleta de papel.

— ¿Aceptable? —Te pones de pié frustrada.

— Eso fue exactamente lo que dije, mortal —Le dió un sorbo a su café.

— ¿A caso crees que puedes hacerlo mejor? —Preguntaste desafiante.

— Por supuesto, soy un Dios, midgardiana —Responde con sorna.

— Bien —Te pusiste tu abrigo y luego tu bolso, para aproximarte a la puerta—. En cuánto vuelva de la universidad, quiero ver unas ricas rosquillas hechas por ti —Sonríes, Loki te mira confundido.

— ¿Esperas que te obedezca? —Enarcó una ceja.

— Si no lo haces, significa que yo soy mejor que tú cocinando —Ríes victoriosa.

— Eso ya lo veremos —Contestó desafiante.

Y así fue como terminaste por desafiar al mismísimo dios de las travesuras, en un concurso de repostería.

Rápidamente te marchaste a la universidad, pues ya se te hace tarde, y estás muy emocionada por dejar al dios nórdico del engaño a solas con tus artefactos de cocina.

Sólo esperas que al regresar, tu departamento siga de pié.

[...]

Transcurridas tus horas de clase, al fin puedes regresar a casa.

Realmente tuviste un día fatal. No aprobaste si quiera la mitad de tus parciales, aunque agradeces a Odín no haberlos reprobados todos. Tienes una pila de libros por leer, y eso sólo para una asignatura. Y~ para rematar la situación, la chica mas popular de la universidad, Jossie, demostró una vez más que tanto te detesta, cuando te encontrabas fuera de la parada de autobús, ella pasó con su lujoso Porsche en frente de ti. Ese no fue el problema, sino que para tu desgracia, pasó por encima de un charco de lodo, empapándote de pies a cabeza con la sustancia mencionada.

— Definitivamente los nueve mundos conspiran en mi contra el día de hoy —Suspiras agotada.

Pasó media hora y el autobús aún no ha llegado, así que decides regresarte a pié, pero justo y cuando caminas dos calles, El autobús llega a la parada donde te encontrabas minutos atrás.

— ¡¡ODÍN!! —Gritas al cielo—. ¡YA SÉ QUÉ ME ODIAS!, ¡Pero parale wey!, ¡Ya es suficiente por hoy!

Pronto la gente que se encuentra a tu al rededor voltea para mirarte de una manera extraña, y tú te dedicas a aniquilarlos con tu mirada.

— No estoy loca, ¿Okey?, Sólo intento que mi infortunio me cause gracia —Acotaste ante aquellas personas, y seguiste tu paso.

Viéndole el lado positivo al asunto, pudiste haber reprobado todos los parciales, quizá tienes suerte de que Jossie no te atropellara con su carro de lujo, y por lo menos ya no tienes que lidear con tus compañeros de clase en el autobús.

— No, definitivamente mi día sigue siendo una verdadera mierda, pero nunca está de mas pensar positivamente —Te dijiste a ti misma.

Al llegar a tu departamento, para tu buena suerte, te encuentras con el lugar en perfectas condiciones, tal cuál como lo habías abandonado.

— ¿Loki? —Lo llamaste buscándolo con la mirada.

De inmediato divisaste su cabeza en el sofá, cómo siempre disfrutando de un libro.

— Hola, mortal —Saluda desde donde se encuentra, sin voltear a verte—. Llegas tarde —Anunció.

— Si no me lo dices no me entero —Replicaste con enfado.

— Sólo lo digo por el echo de que mis rosquillas y yo te hemos estado esperando un largo rato. Al notar que tardarías más de la cuenta en llegar, las dejé en la cocina.

— Lo siento —Suspiras arrepentida por tu forma de tratarlo—. No fue mi intención hablarte así.

— Descuida, he recibido tratos peores —Enuncia mientras se levanta del sofá. Al mirarte su rostro pasa a uno de preocupación—. ¿Que te ha sucedido?, ¿Es otra de esas costumbres extrañas que tienen los midgardianos?

Ojalá así lo fuera —Susurraste, pero no lo suficientemente bajo.

— ¿Quieres hablar de ello? —Pregunta acercándose a ti.

— Olvídalo, sólo fue un accidente —Sonries desganada—. ¿Por qué no traes las rosquillas?, Iré a darme un baño y bajo enseguida.

Loki asiente, y te diriges a darte una ducha.
Luego de haberte relajado bajo el agua caliente, y de cambiarte de ropa a un conjunto limpio, bajas las escaleras, y te topas con un Loki muy enfadado.

— ¿Me perdí de algo? —Preguntas confundida.

— Yo soy el qué debería hacerte esa pregunta —Responde. Se lo ve alterado—. ¿Eres estúpida?

— ¡Oye! —Increpas—. ¿¡Por qué me hablas así!?

— ¡Porque comienzo a creer que todos los midgardianos lo son! —Eleva la voz. Tú te intimidas, claramente su tono de timbre siempre será mas amenazante que el tuyo—. ¿Por qué no me comentaste sobre lo que te sucedió hoy?

— Espera... ¿Cómo te enteraste?

— ¡Soy un dios, criatura tonta! —Replica—. Responde mi pregunta.

— ¿Por que querría cargarte con mis tontos problemas?, Nada son comparados con los tuyos. —Susurras aquella última oración.

El dios del engaño te observa jocoso, y se acerca hacia tí, ya más calmo.

— Me temo que tengo razón —Acaricia tu cabello—. Si eres una tonta —Susurra, y tu le frunces el seño—. Mis problemas son diferentes a los tuyos, pero eso no le quita importancia.

Loki te jala bruscamente del brazo, y te empuja hacia el sofá.

— ¡Auch! —Te quejas—. ¿Podrías ser un poco más delicado?

— Cállate —Ordena.

El dios pasa una mano por detrás de tu cuello para abrazarte, de manera tal que tu cabeza termina posicionada sobre uno de sus hombros. El te brinda pequeñas caricias en forma de consuelo. Lo miras sorprendida, pero finalmente te acurrucas; el toma el libro que dejó sobre la mesa, y retoma su lectura.

Decidiste probar una de las rosquillas que el príncipe preparó, así que sin despegarte de su agarre, intentaste llegar a estas, y tomaste una. Al colocarla en tu boca y darle el primer mordisco, Loki te observa de reojo, realizando una sonrisa de lado.

— Oye, estan muy buenas —Sonríes dándole otro bocado.

— Lo sé —Sonríe victorioso—. ¿Que esperabas, mortal?

Al dar el tercer mordisco, sientes un sabor muy similar a una masa que anteriormente ya conocías. Observaste más detenidamente la rosquilla, la decoración del glasé, con las chispas de colores te resultan muy familiares.
Arqueaste una ceja confundida, desviaste tu mirada hacia la ventana de manera pensativa, y frente a tu departamento, divisaste la típica panadería a la cuál siempre recurres cuándo se te antoja algo dulce y no quieres cocinar.

— Un momento... —Recapacitaste—. ¡Eres un tramposo! —Te pusiste de pie enfadada, arrojando la rosquilla al suelo. Loki se sobresaltó y te mira con confusión—. ¡¡Las compraste!! —Señalaste al suelo, en donde se encuentra dicho alimento.

— No se de que me estás hablando, mortal —Regresa su mirada al libro.

— ¡No te hagas!, ¡Me refiero a las rosquillas!, ¡Me mentiste!, ¡Cruzaste la calle para comprarlas!

— Un dios como yo, mi querida ____, no cometería jamás un acto tan desafortunado —Alega—. A demás no tienes pruebas.

Caminaste con enfado hacia la cocina, y revisas dentro del bote de basura, encontrando lo que esperabas.

— ¿Que me dices de esto? —Regresas hacia el, señalandole el empaque donde venían las rosquillas.

— ¿Realmente revolviste en la basura sólo para probar que tu acusación es cierta? —Te mira divertido. Tú estás enfadada, no porque haya comprado las rosquillas, sino porque no admite que te ha mentido.

— Sólo dí la verdad —Acotaste cruzada de brazos.

— Ese empaque puede ser viejo —Deduce—. Aún así te perdono por haberme acusado —Sonríe victorioso.

— ¡Agh! —Gruñes.

¿Cómo esperabas ganarle? Después de todo por algo es conocido como el Dios de las travesuras, y del engaño.

Nuevamente el príncipe te jala hacia el, para regresar a la posición en la que se encontraban antes del escándalo.

— Así estábamos mejor —Afirma retomando nuevamente su lectura, y abrazándote con su otro brazo.

Frunces el seño aún molesta, pero poco después te dedicas a acurrucarte en su pecho, mientras el acaricia tu cabello de vez en cuando.

Sí, definitivamente están mejor así.

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