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Capítulo 3: Me enfoco en el presente

Uso mi camisa blanca con mangas largas hasta las muñecas, con un bolsillo en el lado izquierdo del pecho para guardar mis lapiceros negro, rojo y azul, las orillas de la camisa están por dentro del pantalón de vestir negro ajustado por un cinturón marrón oscuro, uso tenis blancos y cómodos, y en el brazo derecho llevo colgada mi bata blanca.

—¡Por fin! —ladró una Bella irritada con los pies colgando del respaldar del sofá y el cabello rozando el piso, mientras tiene su celular en las manos— Eres peor que una mujer bro, tardas mucho para arreglarte cuando solo atiendes una farmacia.

Rodé los ojos mirando mi reflejo en el espejo ovalado de la sala, pasé los dedos con delicadeza por mi cabello estando satisfecho con mi imagen.

—Me gusta verme bien, quién sabe cuándo mi chica ideal entrará por esas puertas de cristal a comprar alguna Aspirina —ella rió con el comentario acomodando su cuerpo a sentarse como una persona normal.

—O tal vez le vendas sus toallas sanitarias, una copa menstrual o mejor aún —me miró guasona apagando el brillo de su móvil—, quizá le vendas pruebas de embarazo.

—Gracias por tus buenos deseos, amor —ella se paró rodeando mi cuello con sus brazos.

—No hay de qué, cariño.

Así somos también, nos decimos nombres de broma de vez en cuando y actuamos como una pareja cuando nos molestamos, aunque bueno, me molestó solo yo ya que me encantaría poder decirlo con total libertad sin fingir que no me gusta, cuando en realidad me muero por estrecharla entre mis brazos y comerme ese dulcecito picante que es.

—¿Ya nos vamos? —preguntó pasando sus dedos por mi nuca.

—Ni se te ocurra despeinarme, Bella —sonreí pícaro juntando mi frente con la suya, ella tampoco retira la curvatura de esos labios rojos oscuros que me encantaría devorar—. Atrévete a hacerlo y te hago un chupetón en el cuello —ahora no veo mala idea que lo haga, sí, vamos Bella, atrévete.

Sus dedos subían lentamente por mi cuero cabelludo haciendo erizar mi piel y generando una eléctrica sensación por mi espalda —Ya, ya, me rindo—. Se apartó dando la vuelta yendo a la puerta y tomar las llaves del auto que cuelgan del percherito en la pared.

Eres muy cruel Bella.
Suspiro sin dejar de torcer mis labios con decepción en mis adentros para así seguirla y que me lleve a mi trabajo, donde atiendo en su mayoría a los clientes junto a una chica de nombre Mónica, algo parecida a Bella por su estilo más punk, su cabello debajo de los hombros lo tiene pintado de rosa, creo que cada mes tiene un nuevo color.

—Bien, la función del cine termina a las 11.30, dándome media hora para venir justo a tiempo a recogerte —me dice antes de que baje.

—No hay necesidad, puedo llamar a un taxi o tomar el bus, diviértete, pero no llegues tarde jovencita —imité a un padre antes de reír y salir, viendo como se despide y yo entrando a trabajar.

Me encantaría poder ser yo quién la lleve al cine, comprarle sus golosinas y botes grandes de palomitas y soda que ella sola puede comerse, quisiera verla con mis ojos de borrego enamorado gritando públicamente que estoy enamorado de ella, quiero besarla frente a los demás de manera tierna.
Pero eso no es posible, no cuando la cláusula estipula que cuando uno confiese su amor al otro, la persona que reciba la confesión se irá, y no quiero que mi bestia huya, la quiero conmigo aún si eso significa callarme lo que siento.

¿Y qué pasará cuando se vaya con su novio?

Ya pensaré luego en eso. Ahora me enfoco en lo que tengo en el presente, en mi princesa.

Coloco mi bata de forma correcta tras el mostrador mientras mi compañera atiene a un señor de mediana edad que está por resurtir su medicamento para la presión. Él me saluda animado, pues suelo llevarme bien con las personas, en especial con los ancianos y los niños.

Hago una seña a mi compañera para que me deje atenderlo yo— Buenas noches señor Dikens —tomo su frasco y receta para hacer el proceso—, ¿cómo se ha sentido?

—Muy bien, gracias, la semana pasada fui de vacaciones con mis nietos e hijos —siempre parece risueño, desde que su esposa murió hace un par de años lo he visto ir y venir con su familia.

Siempre han sido unidos y eso me da gusto. En principio el viejo no quería mudarse de la casa por todos esos recuerdos y años de convivencia con su amada, pero sus hijos tampoco querían dejarlo solo, así que hicieron un esfuerzo y algunos se intercambiaban turnos para vivir con él y también se lo llevaban a sus hogares, la meta era que no pasara el duelo solo.

—Eso me alegra mucho, espero que no se pase ninguna medicina y las tome como es debido —el anciano rió fuerte y dijo: No me digas como vivir mi vida. Siempre lo dice, pero no juega con ello, así que hace caso al médico, y a mí que soy como su enfermero—. Qué le vaya bien, dele mis saludos a su familia —dije agitando la mano con alegría despidiéndole luego de atenderlo.

—No sé cómo tienes paciencia para los clientes —Mónica está irritada y no quiero preguntar el porqué—. A estas horas no deberíamos de estar aquí, ¡es fin de semana por Dios! —pero igual me contará sus dilemas de adolescente, porque ella es menor, sólo está aquí porque su madre la castigó a que trabajara con su tío, que es dueño de la farmacia— Ahora mismo podría estar con mi novio.

—Qué mal que escogieras escapar de la escuela y estar con tu novio a estudiar y no estar castigada —dije guardando el dinero en la caja, ella me miró mal.

Si no quieres algo que no pediste entonces que no hables de algo que nadie te preguntó. Lo pensé, más no lo dije aunque quisiera.

—¿No me digas que jamás hiciste algo por amor?

—Niña, el amor no es para que te perjudique, por muy enamorado que alguien esté, no debe dejar que eso le ciegue —me viró los ojos fastidiada y se fue atrás a seguramente usar el móvil dejándome atender la barra.

—Se nota que no te has enamorado —no respondí.

[Suspiro.] Si supieras cuan loco estoy por Bestia, claro que haría muchas cosas por ese demonio devora-mis flanes de vaso, como ver películas de terror en la madrugada de los domingos (porque sabe que las odio), o aceptar llevarla a los lados que me pide, pero jamás haría nada que pusiera en riesgo algo de mi vida, mi trabajo o me denigrara como persona, y eso ella no me lo pediría porque el amor se trata de un apoyo mutuo, donde cada uno da algo del otro con todo el esfuerzo, no cosas a medias ni solo uno. Y algo así tenemos, nos damos lo mejor de nosotros, pero de diferentes formas.

Yo fantaseando ser más que amigos, ella sólo queriendo detenerse en ese tope.

×~×~×~×~×

00.00. Preparo mis cosas para salir. Mónica está preparada para cerrar la puerta de la cortina de acero que cubre el frente del local cuando acaba el horario del día. Además la casa de su tío queda arriba del negocio, y la de su madre está justo al lado, así que por eso no se preocupan de que salga del trabajo a esta hora.

—Adiós Mónica —digo viendo que entra a su casa después de cerrado la farmacia, para yo poder continuar el camino a mi hogar.

Estoy por cruzar la calle por la esquina cuando las luces de un auto estacionado se encienden logrando que giré mi cabeza, con una mano cubro un poco la luz que me ciega, luego estas se apagan sin dejarse ver el interior del SUBARU, al menos hasta que activa la luz de cortesía iluminando a Bella saludándome. Sonreí de lado para acercarme y meterme con ella.

—Te dije que podía regresar por mi cuenta —una vez me monté ella empezó el recorrido.

—Y yo dije que vendría por ti —la noto algo rara, sin embargo no fue necesario preguntar—. Travis y yo peleamos un poco, es todo, no dejaba el teléfono en toda la película.

—Lamento eso Bella —alzó los hombros restando importancia—. ¿Quieres hacer algo mañana? Podemos ir al parque de atracciones, o quedarnos en casa.

—De hecho, mañana iré a la escuela, se van a hacer las pruebas de quiénes tendrán qué papeles —le miré emocionado y ella frunció el ceño con una sonrisa—. No, no me acompañarás.

—¡Por favor! Prometo portarme bien, quedarme sentado en el lugar que me digas como buena mascota —rogué con ojitos de gato, pero ella no cedía.

—Prefiero darte la sorpresa de qué me tocará hacer ¿sí? —guiñó el ojo haciéndome aceptar, pero sé que no quiere que vaya porque la animaría a participar con todo.

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