Capítulo 12: Ten cuidado III
Las siguientes semanas fueron de maravilla, es cansado por toda la energía que tengo que invertir en mis clases, el trabajo, la banda y la casa. Alten y yo vamos progresando en nuestra relación de compañeros, incluso puedo decir que somos amigos, es divertido, animado, algo cursi cuando ve películas de romance y miedoso con las de terror, es tan diferente a mí y aún así nos llevamos bien, hasta me agrada.
Hace poco fuimos juntos a una de esas tiendas de segunda mano que tienen cosas muy interesantes, queremos darle nuestro toque a la vivienda y este lugar parece ser nuestra salvación porque cumple con las tres B. Bueno, Barato y Bonito.
—¡Eso! —exclamó al ver la rockola— ¡Lo necesitamos!
—Estoy de acuerdo —y no era nada una mentira—. ¿Qué tal una mesa de billar?
—¡¿Y una de ping pong?! —su entusiasmo se alzaba entre todos, era más raro de ver que esa silla con respaldar de mano esquelética.
Pasamos mucho tiempo en esa tienda comprando cosas geniales, algunas las pagamos al contado y otras a plazos, pero definitivamente éramos cómplices en esto.
—Llegaré en un rato y haré la cena ¿ok? —le dije al teléfono.
—¡Ok! Compré helado Oreo y napolitano, podemos comerlo mientras vemos películas —apuesto a que brilla como un sol, hasta siento el calorcito de su emoción.
—De acuerdo, nos vemos —colgué riendo internamente por lo divertido que es tenerlo cerca.
Suspiré rascando mi cabeza sintiendo que esto es extraño, pues a pesar de que ha pasado otro mes más de vivir juntos, decidimos hacer una celebración por los buenos momentos en los que no nos hemos matado. Compramos cerveza y brindamos, no me pareció mala idea, pero el problema es que no me medí cuando competimos por ver quién bebía más rápido. Yo gané, pero…
—Bella —di un pequeño salto cuando Travis me habló—, ¿quieres ir a beber algo?
—Ah no, ya tengo que volver a casa.
—Bien, vamos, tengo que pasar por tu ruta.
Asentí un poco nerviosa, él me pone así cada que se acerca y no sé qué es, porque no es el único que me acelera el corazón.
Mientras caminamos rumbo a casa el silencio no ha dejado de estar desde que salimos del ensayo con los chicos. Veo de reojo a este chico todo lo contrario a Alten, no se parecen en nada excepto en causarme un lío en mi interior.
Por un lado estar con Travis es agradable, Alten también lo es, pero no me imagino algo más, o quizá no quiero. Recuerdo cuando mi hermano conoció a Romina, fueron amigos como Alten y yo, se volvieron novios y todo cambió. Él cambió para mal, se conocían bien, se celaban demasiado cuando se trataban de otros amigos. Cuando antes se hacían pequeñas bromas luego eso era una ofensa en pareja. Toda esa amistad se convirtió en una relación inestable, luego ella le engañó y le culpaba por eso diciendo que mi hermano la provocó.
Perdimos la pequeña casa por las deudas que mi hermano acumuló por cumplir los caprichos de su novia, cuando en amigos si bien le daba uno que otro regalo, no eran tantos ni tan caros como los que en noviazgo exigía.
Lo curioso es que ellos se conocieron por redes cuando eran adolescentes, salimos de Alemania rumbo a América porque querían conocerse. Era una amistad de años que continuó hasta casi ocho meses después de haber llegado aquí, y su relación destructiva duró un puto año cuando ella se hartó y lo dejó.
No digo que mi hermano haya sido un santo ni justifico que hubiera permitido que Romina se mudara a la casa y se diera aires de dueña y señora, sólo porque hacerse cargo de mí haya sido complicado, comprendo que un muchacho de veintiuno es joven para cuidar de una adolescente después de que hayamos vivido entre violencia doméstica, pero Romina tampoco era una perita en dulce, era una doble cara que me hacía la existencia imposible, muchas veces en el noviazgo trató de hacer que Wotan me sacara de la casa, y si algo voy a reconocer de mi hermano, es que siempre me defendió y sentenció que no me dejaría.
Esa fue la gota que derramó el vaso en su relación, lo que hizo que ella le dejara y que empezaran los problemas de mi hermano.
Por eso me preocupa lo que creo puedo sentir por Alten, lo que me alborotó más el día que celebramos brindado con mi estómago vacío, lo cual hizo que me emborrachara rápido y empezara a comportarme como una niña, que me hizo lanzarme a sus brazos y darle mi primer beso, uno que en un principio le sorprendió y luego correspondió con efusividad.
—Aquí estamos —me dijo Travis sacándome de mis recuerdos que me hacen sentir avergonzada.
—Ah sí, gracias por acompañarme —sonreí para despedirme, sin embargo no alcancé a irme porque él apresó mi muñeca—. ¿Qué pasa?
—Tengo qué preguntar. Tú y ese amigo del que nos has hablado y nos presentaste hace unas semanas atrás. ¿Qué son en realidad?
—¿Qué somos? —esa pregunta me impresiona, pues por alguna razón no la quiero contestar, sin embargo, lo hice— Amigos, sólo…, eso.
Él sonrió también, pero con picardía y un jalón de mi brazo que me hizo quejarme por la bajo y por muy corto tiempo, porque no dio oportunidad de hacerlo más. ¿La razón? Arremolina su mano en mi cabello por la nuca mientras mantiene apresada mi muñeca con algo de intensidad, su boca atrapó la mía, el beso es atrevido, demandante, ladrón. No me deja respirar, provoca que tiemble por querer llevar aire a mis adentros, y fue que me dejó cuando me quejo en su interior.
Con la sonrisa divertida guía sus manos a mi cintura y me pega a él. Fuera por el shock de lo que me hizo o porque no entiendo lo que me pasa, es que no me muevo, no puedo pensar.
—Me interesas, Bella —acercó sus labios a los míos—, por eso serás mi novia.
Me besa de nuevo, no es tierno, es en cierta forma de decirlo, salvaje. No fue como Alten que me permitía experimentar, conocer. Travis exige.
A la mañana siguiente de mi borrachera desperté en la cama de Alten, no hicimos nada, pues nuestras ropas estaban puestas y no había indicios en mi cuerpo que me dijera lo contrario.
Cuando despertó yo estaba más que avergonzada, quería desaparecer en ese instante, pero Alten fue tan lindo que me calmó en lo que podía hacerlo.
—Esto no debió pasar —le dije saliendo de la cama—. No puede volver a pasar.
—Bella, cálmate, está bien, no pasa nada, escucha, la convivencia ha sido muy buena, tú me…
—No —le corté al instante—. No termines esa frase, no quiero oírla y no puedes sentirlo.
—Bella…
—Nada de sentimientos más allá de nuestra amistad, por favor.
Intentó refutar, pero me mantuve firme en no ir más lejos, no quiero que lo nuestro termine como Wotan y Romina, no quiero repetir ese patrón.
Por eso acepto a Travis, porque sí, me interesa, lo hizo cuando lo conocí, y creo que puedo llegar a convertir ese enamoramiento en un amor más profundo, uno que no termine mal y que me permita no perder a Alten.
Esto es mejor ¿no?
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