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Capítulo 4 "El secuestro"

NOTA ANTES DE LEER: 

Se han echo una modificaciones en los capítulos, nada muy complicado, lo único que se hizo fue lo de la mortalidad de los protagonistas. Antes morían y revivían infinidad de veces y ahora el implante en forma de rombo que tienen incrustado les dará inmortalidad, solo ante golpes y caídas realmente graves, pero morir por dinosaurios si es posible. 

Estos cambios son con el fin de que la historia no pierda coherencia y esto servirá para más adelante. 

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Capítulo 4
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Preparamos flechas con narcóticos para poder dormir a los lobos, matamos unos animales y obtenemos carne de ellos, la cocinamos y la cruda la guardamos para utilizarla con los lobos que capturemos. Aparte de lo mencionado realizamos herramientas como arcos, una cuerda con una roca atada a cada extremo para inmovilizar a los bichos, también guardamos algunas flechas normales y creamos paracaídas por que los vamos a necesitar porque el camino es largo. 

— Hacer con Helena todo es mucho más práctico que hacer todo manual —señala Herny mientras es iluminado por una luz azul y aparecen en sus manos más flechas— Solo por esto me quedaría a vivir aquí por siempre.

— Nos facilita la vida —asegura Paula—. 

— Aún no entiendo con que tipo de tecnología está fabricada, es impresionante la velocidad con la que crea todo lo que le pedimos—agrega Lexosi—.

Como no tengo la más mínima de lo que hablan yo continuo metiendo las cosas que voy a necesitar a la mochila de cuero. Yo no se lo que es tecnología, ni siquiera sabía lo que era un robot, este es un nuevo mundo para mí. 

(...)

Una vez que comprobamos que tenemos todo en orden nos preparamos para marcharnos, los que van montando dinosaurios nos dicen que nos esperaran cerca de la zona del río, Jesusa y yo al no tener un bicho nos lanzamos desde el precipicio abrimos nuestro paracaídas para avanzar mientras flotamos en el aire.  

La vista del lugar es sorprendente, se mira todo tan maravilloso y espectacular, lleno de arbolitos y praderas donde estos enormes bichos comen y descansan de lo más tranquilos, inclusive los carnívoros devoran a los de su misma especie con una calma impresionante. 

Cada que voy cayendo se me acumula el nerviosismo por la caída, miro tantos bichos que siento que está algún carnívoro esperando que yo esté ahí para devorarme, se que el implante de mi muñeca me da inmortalidad pero, si un animalejo de esos me come ¿Qué voy a hacer? ¿Vivir dentro de la panza del dinosaurio? lo dudo mucho. 

Una vez que llego al suelo me deshago del paracaídas, o al menos eso estoy haciendo cuando escucho a Jesusa llamarme justo donde termina el bosque, me deshago más rápido de todo y tomando la lanza que traía colgada en mi espalda y corro hacía esa dirección, cuando llego me encuentro a Jesusa y a otra chica corriendo y atacando a un bicho parecido a una tortuga pero enorme, me acerco a ellas y comienzo a atacar al bicho, pero luego un raptor llega queriéndose unir a la fiesta, así que mientras ellas están peleando con ese animal yo me voy tras el carnívoro que nos puede liar bastante las cosas. 

— Se les ha liado ¿No? —Es lo primero que pregunto en cuanto me he deshecho del raptor y ellas se salvan del otro bicho—.

— si, es que yo quería capturar a este bicho bola y se me ha venido encima toda la familia. —Explica la otra chica mirando a los bichos que se encuentran al fondo de lo más tranquilos como si hace unos segundos uno de ellos no había sido correteado y casi capturado—. 

— ¿Por qué querías capturar uno de esos? —Inquiero— lindos no son. 

— A estos bichos les gusta romper piedra y yo la necesito para hacer mi casita. —Explica— aunque creo que si no hubiesen llegado hubiera partido algo y no iba a ser precisamente piedra. 

— Encantados de ayudar —le dice mi compañera— nosotros nos dirigimos al norte, vamos a capturar un lobo. 

—  ¿Sólo ustedes dos? 

La incredulidad de la chica me ofende bastante ¿No nos cree capaces de capturar un lobo? Ni que fuese tan difícil.  

— No, vamos en grupo, nuestros demás compañeros nos esperan en los barcos, ellos van en dinosaurios y nosotros corriendo —le explica mi compañera a la rubia—.

La chica nos ve a ambos para luego voltearse y mirar más allá de donde estamos. 

— Vengan. 

Comienza a caminar subiendo la montaña y al girarse y ver que no la seguimos nos hace señas para que la acompañemos. 

conforme vamos subiendo la montaña se va haciendo visible una estructura de madera, la que posiblemente es un casa, o lo que será su casa porque no está del todo terminada. 

—   Ayer mi compañero y yo atrapamos a unos bichos, aún son bastante rebeldes pero, al ser bichos pequeños son fáciles de controlar —va comentando mientras camina rodeando su estructura— tenemos otros dos, así que estos nos sobran. Se los regalo, irán más rápido así. 

— Muchas gracias hermosa, nos será de mucha ayuda —agradece Jesusa mientras se acerca al bicho— estamos bastante lejos del punto de encuentro aún.  

— Entonces más razón para regalárselos. 

Agarramos a los bichos, ayudo a mi compañera porque al soltarlos de la estructura donde estaban atados querían escapar por lo que sujetaba los dos mientras ella trataba de subir.

No fue fácil pero, ambos logramos subirnos a estos bichos rebeldes, apenas y estuvimos arriba echamos a correr lo más veloz que pudimos. 

Siendo sincero llegamos un más rápido de lo que lo hubiéramos hecho corriendo pero aún así yo me encontraba tenso por si aparecía un dinosaurio más grande o que solamente en los que íbamos montados decidieran que ya no querían ser dominados y trataran de tumbarnos y devorarnos. 

Cuando llegamos nuestros compañeros ya nos estaban esperando cerca de una balsa, ato a los dinosaurios al árbol más cercano y corremos para reunirnos con ellos, apenas llegamos nos subimos a la balsa y comenzamos nuestro transcurso hacia el norte, donde capturaremos un lobo.

Llegamos lo bastante cerca como para que el resto de camino a pie sea más ameno y no tan agotador, el lugar parece una zona normal de este mundo pero, a medida que vamos avanzando el frio se hace presente y la nieve comienza a ser parte del suelo que pisamos y de todo lo que observamos.

— Hay que tener cuidado —avisa Paula— no sabemos que bicho puede haber en estas zonas. 

— Tranquila —pide Lexosi— no nos pasara nada. 

Después de como veinte minutos de búsqueda encontramos al primer lobo bebiendo agua y en cuanto lo veo me arrepiento de lo que estamos a punto de hacer, estos lobos son casi del tamaño de un humano. 

¿Cómo vamos a controlar a una cosa así? 

Al principio todo marcha bien, planeamos la captura, nos organizamos y comunicamos y pudimos atrapar al primero, lo atamos a un árbol y nos aseguramos de que su hocico quedara bien sellado para evitar que destrozara las sogas y nos atacara. 

El segundo también cayó fácil pero, luego se desató el caos, comenzaron a llegar más lobos, tres de ellos se comieron al que capturamos primero, el segundo logró liberarse y nos atacó cuando estábamos planeando la tercer captura y después solamente buscábamos donde meternos para que estos bichos enormes no acabaran con nuestra existencia. 

Nervioso y sin saber a donde huir subí una montaña hasta que llegué a una especie de nido de un ave gigante. temí, si con los lobos me dio un miedo enorme, al verme en tal situación el terror se apoderó de mi. 

Durante no se cuanto tiempo permanezco dentro del nido pero ya me siento más tranquilo ya que al parecer parece ser un nido deshabitado, no se donde estén mis compañeros y eso me preocupa bastante porque la noche está próxima y los bichos nocturnos salen a rondar. 

 (...)

No he pegado el ojo en toda la noche con el temor de que algo subiera hasta aquí y me quisiera devorar. 

Y al final de todo, si subió... El dueño de este nido llegó a dormir, aunque pareció no percatarse de mi presencia, eso y que cuando vi a semejante ave llegar me oculté para no ser descubierto, pero, debo de ser sincero, tenía miedo de que se percatara de mi olor y me buscara para devorarme, pero, afortunadamente o ya había devorado a un bicho y estaba satisfecha o no le parecí lo bastante apetitoso. 

Espero y haya sido la primera, porque la segunda sería muy ofensivo para mí. 

Hay lobos abajo y otra bestia de uñas largas que me produce un temor enorme. 

Así que llámame loco, pero, como última opción me preparé y cuando observé que el ave estaba lista para emprender vuelo, me subí sobre el animal y bien sujeto de sus plumas volé junto a el. 

Llevábamos varios minutos en el cielo y al mirar al frente me percato que nos estamos acercando a el lugar donde estuvimos viviendo cerca de dos semanas, el pueblo central. 

No se hacia donde voy y probablemente me esté llevando a mi muerte así que, al ya identificar algo que conozco y un lugar donde puedo recibir ayuda decido hacer algo aún más loco de lo que fue subirme a esta bestia y eso es... Lanzarme. 

No lo pienso más y me lanzo, la adrenalina y el temor me envuelven, y, segundos más tardes el dolor, ya que, me golpeo con las ramas de los árboles, cada rama me golpea y rasguña en una parte del cuerpo diferente, al principio el escozor es un sufrimiento pero, poco a poco comienza a doler menos, no llego a caer hasta el suelo porque me tomo de unas ramas del árbol y afortunadamente ya no caigo más.

Mis brazos... No, todo mi cuerpo escoce, arde y duele pero, sacando las pocas fuerzas que me quedan termino de bajar el árbol, me lastimo en el proceso pero lo logro, una vez estoy en el suelo echo a correr en la dirección en la que se encuentra el poblado, por un momento creo que probablemente me perdí pero, lo alcanzo a ver y por un momento los dolores desaparecen al verme a salvo. 

Cruzo el puente y apenas llego doy un par de pasos más y me tiro al suelo agradeciendo estar vivo. 

¿Cómo puede ser posible que todo se haya complicado tanto?

Todo comenzó también ayer en la mañana, mis compañeros y yo nos preparábamos para capturar lobos, atrapamos unos cuantos, todo estaba perfecto, luego... Todo se complicó hasta el punto en el que me encuentro. 

Me levanto y comienzo a caminar por todo el sitio esperando encontrar a mis compañeros de tribu o a los que me acompañaron a capturar ese animal que nos trajo la desgracia.

Voy caminando sin rumbo y sin saber muy bien que es lo que debo hacer cuando un hombre se atraviesa en mi camino, es el mismo que nos daba comida cuando estábamos prisioneros y por la noche nos gritaba que nos calláramos o el mismo nos fusilaría.   

 — ¿Quiere algo señor? —Pregunta el hombre de sombrero verde—. 

— Una vida sin problemas —digo sin pensar—

— ¡Ah! De eso no tengo —contesta—

Yo paso de él y sigo mirando alrededor, aunque pertenece a mi lado, de la nada comienzo a escuchar a alguien que me llama, no se si alguien se llame igual que yo o probablemente lo estoy imaginando. 

— ¿Tú oyes una voz? —Inquiere el hombre mirando en todas las direcciones—. 

— Si escucho una voz pero no se de donde viene la verdad. 

Seguimos mirando a nuestro alrededor esperando que alguien se asome por algún lugar y se acerque a nosotros, pero durante los quince segundos eso no sucede.  

— Pensé que era un fantasma, es que aquí hay muchos —susurra—.

— Pues yo he estado varias veces a casi nada de morir, así que creo que yo soy uno, estoy muerto y no me di cuenta cuando sucedió. 

— Pobre, ¿Quieres que te invite una cervecita? —Inquiere mirándome con lastima—

— Pues si, creo que me lo merezco por todo lo que he pasado —digo resignado—. 

— Venga vamos. Que la cerveza alegra las penas. 

Camino tras él hasta donde está la taberna, ambos entramos y me siento de una de las mesas más cercanas. 

La taberna al igual que todas las construcciones es de madera, se siente bastante acogedora y parece un buen lugar para disfrutar con amigos o para ahogar las penas solos. El hombre tras la barra le sirve los tragos a mi acompañante y el los trae a nuestra mesa. 

Doy el primer trago, el segundo, me bebo el primer tarro y no es hasta el tercero que es cuando comienzo a hablar.  

— He perdido todo, estoy sin nada, ni siquiera tengo ropa decente —hago alusión a que mi ropa está toda rota, llena de sangre y de tierra—. 

— ¿Qué le ha pasado? —Pregunta un chico entrando a la taberna—.

— Se me ha complicado todo.

— ¡Uy! Cuanto lo siento —Musita el chico con lastima—.

Mi compañero de bebida se aproxima con dos tarros de cerveza y coloca uno frente a mi. 

— Aquí tiene su cervecita.

— Gracias hermoso. —Agradezco tomando un trago bastante largo—.

Espero y el pague por que yo no tengo ni una sola moneda. 

- Dígame Copernico no hermoso. Haber cuénteme sus penas soy psicólogo Mercader —susurra esto ultimo ya que al parecer no quiere que nadie lo escuche—.

— Pues mire —antes de comenzar le doy un sorbo más a mi tarro con cerveza— Ayer por la mañana mis compañeros y yo decidimos que queríamos ir por lobos, fuimos a capturarlos —doy un sorbo más— todo iba bien hasta que llegó una manada, mataron a los que habíamos capturado y casi a nosotros, lo perdimos todo —otro trago— todo lo que anhelábamos. 

Él me mira no se si con incredulidad o si está analizando lo que digo.

— Pasé la noche en el nido de un ave enorme y hoy me he lanzado de encima de esa ave al vacío y no he muerto de milagro —continuo narrando.— He tenido un día asqueroso. 

El hombre sigue mirándome atentamente, probablemente piense que estoy loco pero es la verdad. 

— Veo que usted ya está borracho, —señala el hombre— que bien, ahora le diré al señor whinchester para que os meta en la cárcel. 

Antes de que yo le pueda decir algo se marcha. 

Genial, este hombre me cree loco. 

Y me meterá en la cárcel, además no se si ha pagado las cervezas o no. 

— Oh, aún estás aquí, por un momento pensé que ya te habías marchado —comenta el hombre que anteriormente había entrado y me había mostrado su lastima— mira te traje esto. 

Me entrega una camisa y pantalones de tela completamente intactos y que en este momento se me hacen muy valiosos. 

— Gracias.

— Es lo único que pude conseguir, perdón por no traerte un poco más —comenta un poco apenado—. 

— Con esto estás haciendo mucho por mí, no te preocupes, esto es más que suficiente. 

— Bueno si un rato más nos vemos te daré algo más ¿Va? —Inquiere el hombre caminando otra vez hacia la salida—

— Tranquilo hombre, no te preocupes.

Con un breve adiós por parte de lo dos se marcha, coloco la ropa que me ha dado en la mesa y bebo lo que me queda de la cerveza. 

Cuando me la termino dado que no puedo pedir más porque no tengo dinero me quito la camisa y me coloco la que me ha dado el hombre hace un momento. Llevo mis manos a la cinturilla del pantalón y comienzo a bajarlo. 

— ¡Pero bueno que pasa aquí! —Exclama una mujer haciendo que me suba de golpe el pantalón y voltee hacía la puerta palido, o al menos así creo que estoy—.

— Tengo un mal día —Es todo lo que se me ocurre decir—. 

La mujer de cabello blanco me mira de arriba a abajo. 

— ¿Y eso es razón suficiente para desvestirte frente a una mujer?

— Pues hasta hace unos segundos no había una mujer aquí —agrego—. 

Ella pasa de mi y llega a la barra donde después de unos gritos el hombre que atiende este lugar sale y le da un tarro con cerveza. 

Se sienta en la mesa al lado de la en que me encuentro yo y comienza a beber en total silencio. 

O al menos hace eso durante unos cuantos segundos. 

— ¿Por qué dices que tuviste un mal día? —Inquiere sin quitar la vista de su bebida— 

En otro momento, tal vez si me encontrara sobrio  no le habría confesado nada pero, dado que me he bebido cerca de cuatro o más, ya ni lo recuerdo le cuento todo. Desde la ilusión que teníamos todos hasta el como sentía la sangre salir por cada una de mis heridas. 

— Pues vaya que necesitas apoyo.

— Sí y mucho —confieso—. 

— Lo malo de capturar ese tipo de animales es que ellos viven en manada y que nos pueden devorar en cuestión de segundos, hasta ahí llega la inmortalidad. 

Tiene razón estos animales siempre están en manada y los lobos solitarios son muy peligrosos también. 

— Lo se, la emoción pudo con nosotros y quisimos hacer más de lo que podíamos. —confieso—

— ¿Sabes? Me has echo sentir lastima, y yo muy pocas veces siento eso —comienza a narrarme ella— así que te ayudaré a encontrar a tus compañeros. 

— No quería causar lastima en ti, pero te agradezco que me ayudes. 

— ¿ Y qué esperamos? Vamos por esos lobos —Toma el resto de su bebida y se pone de pie— andando. 

La imito y me pongo de pie también para ir tras ella, al llegar a la planta de abajo me encuentro a quien el se hace denominar el amo y señor de todo esto, él se encuentra junto a el hombre con el que estuve embriagándome en la taberna, que si mal no recuerdo se llama Copernico.

— Copernico me ha encantado hablar contigo otro día nos seguimos conociendo —le digo para que note que estoy en mis cinco sentidos y que no me vaya a querer enviar a la cárcel—. 

Suena ridículo pero, es lo único que se me ocurre. 

— Claro que si señor. —contesta bastante energético para mi gusto— 

— Vaya, ya veo que se conocen bastante —comenta el sheriff—. 

— Si señor, este hombre ha sufrido mucho, pobrecillo —dice negando con la cabeza—. 

— ¿Qué es lo que te ha pasado? —Inquiere el hombre de manera burlesca—. 

Como si ya no he repetido varias veces mi historia vuelvo a contarla y cada vez me siento más miserable y humillado cada que la cuento. Y me siento aún más humillado cuando el señor comienza a reírse de mis desgracias. 

— Ya Rusito, no te burles del pobre hombre, en lugar de eso deberías ayudarle —le pide la chica con una sonrisa burlona en su rostro, se que ella también quiere reírse de mi pero se está aguantando las ganas—. 

Si la chica en algún momento me llegó a decir su nombre no lo recuerdo, pero me estoy comenzando a sentir mal por no saberlo. 

— Hoy me toman de muy buen humor ¿Qué necesitas buen amigo? —Inquiere el hombre aún con una sonrisa en su rostro—. 

— Solo quiero ir a buscar a mis compañeros —musito— estoy preocupado por ellos. 

Él asiente un par de veces y luego le susurra algo a Copernico el cual asiente y se marcha. 

— En otra circunstancia yo no habría echo esto pero, me causaste lastimas así que, les prestaré mi bicho volador pero, quiero que me lo regresen sano y salvo o sino sufrirán mucho ¿Entendido?

Ambos asentimos y vemos como Copernico se acerca con un enorme ave blanca con azul y negro. 

— Lo cuidaré muy bien —Asegura la cabello blanco—

Enserio necesito saber su  nombre.

Ella se sube al bicho lista para manejar esta cosa y yo me subo tras ella listo para lo que está por venir.

Pero, yo estaba listo para encontrar a mis compañeros, no lo que sucedió a continuación. 

Una vez en el cielo me giré hacia los dos hombres que miraban hacia arriba y les grité: 

— ¡SU BICHO A SIDO SECUESTRADO! 

Esas palabras jamás hubieran salido del Roberto centrado e inteligente que soy. 

La culpa es de la cerveza. 

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