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Capítulo 1. Un nuevo mundo

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CAPÍTULO 1
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Siento una punzada de dolor en mi cabeza, aunque el ardor y dolor mayor se encuentra cerca de mi muñeca izquierda.

— El nuevo, el nuevo, ya está despertando -comienzo a ser consiente de voces a mi alrededor — vamos a rodearlo todos.

Abro mis ojos con pesar y me encuentro a varias personas en ropa interior observándome fijamente, me siento un poco incomodo y trato de levantarme lo más rápido posible, pero al encontrarme un poco débil y adolorido mi acto se vuelve torpe por lo que provoco algunas risas.

Me encuentro desorientado, no se donde estoy ni como llegue aquí, lo ultimo que recuerdo es que estaba en un campo, llego una mujer, la acompañe y lo demás solo es oscuro. Al levantar la vista y ver a tantas personas me abruma, todos hablan acerca de algo y se encuentran bastante cómodos en el lugar, el sitio parece una especie de cárcel, hay barrotes, un suelo de piedra y al fondo hay un sitio más pequeño donde hay una cama y una letrina.

Camino hacia una de las paredes de barrote para observar hacia fuera, mi visión solo me deja ver un cuarto lleno de sillas, como un sitio donde se reúnen las personas. Al colocar mis manos en los barrotes y hacer presión mi mano izquierda me manda una corriente de dolor que me hace quejarme, la levanto de manera que pueda saber el porque del dolor.

Una especie de diamante gris está incrustado por el área de mi muñeca, hay una línea de sangre seca en uno de los extremos, pero, eso no es todo, guio mi vista por todas las partes del cuerpo asombrándome y logrando que me confunda cada vez más, la complexión de mi cuerpo no es la misma, tengo más músculos y el color de mi cabello pasó de ser negro a blanco.

Me mareo de solo pensar en lo que me han estado haciendo, no se cuanto tiempo he estado dormido, ni lo que está sucediendo, las personas a mi alrededor no lucen preocupados, parece que ellos ya saben lo que está sucediendo, dentro de este lugar hay muchas personas, tanto mujeres como hombres, todos fornidos y al igual que yo tienen un diamante incrustado en una de sus manos.

— ¡Hey! —me saluda uno de los hombres creo que más altos que hay aquí dentro— ¿Estas bien? Te noto un poco pálido.

— ¿Dónde estamos?

— Estamos en la cárcel, pero, ya pronto saldremos o eso nos dijeron. —Guarda silencio esperando tal vez que le diga algo, pero, al ver que no digo nada decide seguir hablando— por aquí se ha corrido el rumor de que si se crea una tribu podremos sobrevivir mejor, y mi compañero y yo te hemos estado observando. ¿Te gustaría unirte?

¿Tribu?

— Me gustaría saber donde estoy porque llegué a este lugar —murmuro caminando sin saber realmente a donde quiero ir—.

— Estamos en un mundo nuevo, nos toca sobrevivir aquí para en un futuro volver a ver a nuestra familia —explica, veo un deje de tristeza en su rostro.— Yo deje a mi esposa y mi hija, espero verlos pronto.

 — Me uniré a tu tribu —aseguro— volveremos juntos a casa.

El sonríe levemente y veo como sus ojos se iluminan por un leve momento.

— Soy Guillermo y él es nuestro compañero de tribu, David —levanto la vista y me encuentro con un hombre un poco más bajo que yo, aunque por lo que he notado la mayoría de las personas que hay en este sitio son más bajos que yo, tiene también el cabello blanco y parece muy divertido con la situación que se está desencadenando con las personas que están a su alrededor—.

— Parece majo.

— Nos vamos a llevar muy bien —asegura Guillermo—.

...

Aún no me acostumbro a tener incrustado este meta en mi muñeca, cuando lo toco la sensación sigue siendo rara y lo es más cuando una extraña luz con letras, números y figuras es proyectada de ese cristal, un hombre vestido de negro nos dijo que esa cosa nos ayudaría bastante, que con el podremos hacer muchas cosas.

Cada vez me siento en uno de esos sueños raros, en los que no sabes lo que esta pasando pero, por alguna razón no quieres despertar porque quieres saber en que termina. 

 ¿Por qué nos han traído hasta aquí?

Tallo mi rostro con fuerza como si eso logrará que de la nada despierte en mi hogar de nuevo, pero, claramente no lo hace.

Las noches son frías y al estar desnudos no hace más que aumentar esa tortura, aunque siento que tengo más fortaleza de la que una persona normal por lo general tiene, no se que lo que me hayan echo pero, es como si estuviera en la piel de otra persona, algo que me ha evitado dormir tranquilamente y es los ruidos que se escuchan fuera de este lugar, son sonidos de animales rarísimos,  e inclusive a veces la tierra tiembla, no mucho pero, lo bastante para notarlo. 

Me pongo de pie para marcharme a otro sitio, uno más aislado, comienzo a caminar hacia las escaleras para bajar a la otra planta cuando una persona me da un puñetazo en el hombro, volteo hacia la persona que me golpeo, miro que se trata de el hombre cabello rojizo que se la pasa burlando todo el día.

— Si te mete un puñetazo te revienta —escucho como una de las personas a su lado le susurra—

Seguido a eso se comienzan a escuchar murmullos y personas que proclaman una pelea, lo cual es lo que menos me apetece y creo que al que me golpeo también le da igual porque se gira dispuesto a marcharse.

Yo también estoy a punto de marcharme cuando escucho como alguien exclama la palabra:

— Eso enano márchate.

— Uh, lo que te ha dicho —provoca una chica—.

— ¿Cómo? ¿Me has llamado enano? —Inquiere indignado regresando hasta mi—

— No.

La bulla en la cárcel sigue esta vez con más fuerza todos gritan groserías, palabras a las que no les encuentro significados y la mayoría grita con efusividad "pégale".

Como yo no quiero estar en este tipo de espectáculos paso de ellos y sigo con mi camino hacia las escaleras. Una vez llego a la planta sigo caminando hasta adentrarme en la pequeña celda donde se encuentran un par de camas y la letrina.

Me siento lo más alejado posible de esta ultima, mirando hacia el exterior, o al menos lo que puedo percibir de lo que se encuentra fuera de esta rejas.

— ¿Qué hace un chico como tu en un sitio como este?

Me sobresalto al escuchar esa voz, volteo inmediatamente encontrándome con la chica que minutos antes se encontraba al lado del pelirrojo. La misma chica de cabello blanco, una profunda mirada y nada mas, no me he atrevido a mirar a las mujeres más abajo de su cuello, es indecente.

Bueno... Tal vez si lo he echo pero, me niego a pensar en ello.

— ¿Qué hace una chica como tu en un sitio como este?

Sus ojos se abren con sorpresa, abre la boca para hablar pero la cierra.

— Es complicado de explicar —termina diciendo después de unos segundos de pensarlo—.

— Lo mismo digo —musito sin retirar mi mirada de su rostro, ella se da media vuelta dispuesta a marcharse— no deberías estar aquí.

Se queda de pie, como si lo que le he dicho la ha tomado de sorpresa.

— Entre nosotros dos hay una persona que no debería estar aquí y no soy yo.

...

Han pasado un par de días más desde llegue a este lugar, y, peor, sigo sin recordar cosas de mi vida, solo recuerdo el encuentro con aquella señorita de cabello blanco en una especie de campo, pero, no se que hacia ahí, ni como era mi vida, he hablado con un par de personas de este lugar y todos me han hablado de como vivían, de sus familias y demás, solo yo, yo soy el único que no recuerda nada. 

Me he creado dolores de cabeza buscando entre mi cerebro y no encuentro nada, ni una miga que me diga quien soy o quien era, lo único que recuerdo es mi nombre y, porque uno de los carceleros me dijo que Roberto es mi nombre, aunque mis recuerdos no están para comprobarlo.

Hoy mis compañeros están más ruidosos de lo normal, se la han pasado toda la mañana gritando, cantando, hablando, silbando y haciendo todo tipo de ruidos, no hay quien los aguante, me gustaría algo cerca para lanzárselos haber si se callan. 

— Se van a callar o tengo que disparar —grita uno de los carceleros que ha pasado haciendo guardia toda la mañana— Cállense que me tienen la cabeza loca. 

Todos se callan solo un minuto o tal vez menos cuando regresan a hacer su barullo, me aíslo un poco más porque siento una punzada en mi cabeza que como los siga escuchando me va a explotar. 

No se cuanto ha pasado pero, de repente se escucha un sonido, de esos que se escuchan diario, pero que son más horribles en la noche. Los guardias abandonan su posición y se dirigen a alguna parte que está tras de la cárcel. Escucho voces y de repente ya no. Sigo mirando hacia esa dirección hasta que mis parpados pesan y me dejo arrullar por los brazos de Morfeo. 

...

El sonido de barrotes de metal sonando me hacen despertar, me siento de golpe cuando escucho un par de disparos cerca de mi, me giro instintivamente hacia donde escuche los disparos, pero no veo nada, me pongo de pie y comienzo a bajar las escaleras, el hombre de barba abundante y vestido de verde está frente a la puerta.

— Vayan saliendo y tomen asiento en una de esas sillas. ¡Rápido!

Todos comenzamos a salir y tomamos asiento tal y como se nos ordenó, frente a nosotros se encuentra un hombre vestido de una manera un poco extraña, es como si hubiera sido extraído de un lugar extraño.

— Parece alguien del lejano oeste El sonido de barrotes de metal sonando me hacen despertar, me siento de golpe cuando escucho un par de disparos cerca de mi, me giro instintivamente hacia donde escuche los disparos, pero no veo nada, me pongo de pie y comienzo a bajar las escaleras, el hombre de barba abundante y vestido de verde está frente a la puerta.

— Vayan saliendo y tomen asiento en una de esas sillas. ¡Rápido!

Todos comenzamos a salir y tomamos asiento tal y como se nos ordenó, frente a nosotros se encuentra un hombre vestido de una manera un poco extraña, es como si hubiera sido extraído de un lugar extraño.

— Parece alguien del lejos oeste ¿Verdad? —murmura David sentándose a mi lado—.

Justo cuando voy a hablar, el hombre comienza a hablar robando la atención de todos los presentes. 

— Me voy a presentar ante todos ustedes, yo soy el señor Winchester, mejor conocido como el Sheriff de Arkadia, —mueve un poco su chaleco mostrándonos una estrella dorada en el— yo estoy aquí básicamente para controlar a todos ustedes. Deben de acatar cada una de las normas que existen aquí o se la pasaran viviendo en la cárcel, créanme que ese tiempo que han pasado dentro se les puede hacer muy corto comparado con el que pueden pasar a partir de hoy.

 — Acabamos de salir y ya nos quiere tener tras esos barrotes otra vez —vuelve a musitar David—.

 — Ustedes aquí son mis esclavos y tendrán que pagar para ser libres —suelta una carcajada fuera de lugar o a mi parecer lo esta— y volver con sus familias, si es que así lo desean. La deuda es de un millón de glorycoins

Los gritos de descontento y de palabras mal sonantes hacia ese hombre no se hacen esperar y comienza a crearse un desorden. 

— Escuchen bien desgraciados, aquí están para seguir ordenes, si yo les digo que me deben un millón de glorycoins pues van y farmean como locos para poder darme mi dinero. —Recorre con su vista toda la habitación— ya saben lo que tienen que saber de este mundo, si quieren ayuda los mercaderes se la pueden proporcionar. ¡Lárguense de aquí!

La puerta es abierta y todos se abalanzan como locos hacia ella queriendo huir del lugar, dejo que todos salgan o al menos la mayoría para después salir con más calma, cuando llego a la salida de esa cárcel una chica está fuera con un arma en su mano. 

— Hola —la saludo de manera cortes— 

A medida que voy avanzando lo que veo me deja totalmente anonadado, el lugar parece una pequeña ciudad, tiene arbolitos, estatuas con cosas raras para mi, arriba del todo hay decoraciones colgando parece un sitio bastante agradable, y tiene una pequeña fuente que le da su toque al sitio. 

No veo mucho, pero veo que tiene sitios subterráneos donde probablemente haya más cosas que ver. cuando salgo unos imponentes muros con unas enormes cadenas se alzan a unos metros de distancia, hay un puente de piedra y al llegar a la orilla y asomarme me da un pánico horrible al ver lava al fondo del lugar, esta pequeña ciudad está suspendida en un enorme foso de lava.

No quisiera estar en este lugar si algún día se desploma y cae directo a la lava. 

— ¡Hey! Vamos —me llama Guillermo corriendo fuera del lugar—. 

Corro tras el intentando alcanzarlo, el lugar es como una pradera que se extiende a lo lejos, aves se ven volando a lo lejos como unas pequeñas manchitas negras en el cielo. 

— ¿Y David? —Inquiero una vez que llego a su lado—. 

— No lo se.

Un bicho ruidoso parecido a un guajolote pero con más plumas, más gordo y con un pico enorme camina a unos metros de nosotros. 

— Que se llame David y listo -musito señalando con la cabeza en dirección al pajarraco- Va a hacer la misma función de David, ni te preocupes.

Ambos soltamos una carcajada y nos acercamos al ave.

— Podemos matarlo para obtener carne —plantea—

— No, hay que quedárnoslo —sugiero— será la mascota del equipo. 

Va a un arbusto y toma un ramo de vayas. 

— Dale de comer para que te siga, yo iré a buscar a nuestro compañero. 

Corre de regreso a la mini ciudad mientras yo me quedo en el lugar con mi nuevo compañero. 

...

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