Cuando comencé a sentirme así por ti, creí que mis sueños lúcidos eran una bendición, justo lo que necesitaba para sobrellevar el dolor, mi forma de encontrar un poco de felicidad momentánea. Ahora, meses después se ha convertido en mi agonía voluntaria.

No puedo seguir corriendo hacia tus brazos falsos para encontrar consuelo. No puedo quedarme ciego a la verdad para siempre, venir aquí y fingir que me amas. Porque no es así, no me amas de esta manera, y es posible que nunca lo hagas.

Esta noche me fui a dormir mortificado por la vergüenza y la culpa, el odio y el disgusto por mí mismo, dejando caer las lágrimas por mi rostro después de ser tan idiota. Y tan pronto como perdí el conocimiento, te encontré aquí.

Estabas de pie en nuestra sala de estar, mirando por las puertas de vidrio. Muchas veces, cuando todavía vivíamos juntos, te veía desde mi asiento en la mesa del comedor. Me encantaba ver tu ceño fruncido y tu mano en tu mentón mientras pensabas. Solía ​​sonreír, pensando en cómo alguien podía ser tan hermoso, tan amable y cariñoso.

Una parte de mí estaba reacia a moverse, pero lo hice de todos modos. Sentiste mi presencia y te diste la vuelta, sonriéndome. Hace apenas unas horas había visto la misma sonrisa con hoyuelos, la que amaba tanto.

—Mi amor —me saludaste, tal como le habías dicho a él.

Sonaba tan mal, tan desagradable.

—No me llames así.

Había confusión en tu rostro de nuevo. Dios, ¿por qué tenías que verte tan lindo incluso estando confundido?

—¿Qué? ¿Está todo bien, Mian? me preguntaste con preocupación en tu voz.

—Esto tiene que terminar —espeté, haciendo que mi propio corazón se estremeciera de dolor. —Tienes que irte. Ya no puedo seguir así.

Avanzaste para tomar mi mano. Miré nuestras manos enredadas, se sintió reconfortante y casi en paz.

—Te amo —dijiste, y sonó tan malditamente real, pero no lo era.

Tragué saliva para contener las lágrimas. —No. No. No. Deja de decir eso.

Apresuradamente, me abrazaste, envolviéndome en una calidez que no merecía.

—Mian, es cierto. Te Amo. Y no te voy a dejar.

¿Por qué tienes que sonar tan real? ¿Por qué casi me haces creer en ti? Porque no lo era, nada era real. Todo era obra de mi propia mente obligándote a decirlo, usándote como mi títere para consolarme tan patéticamente.

Cerré los ojos cuando sentí tu mano acariciando mi espalda cariñosamente.

No eras tú. Este no era tu toque. Esta no era tu voz. Este no era tu amor.

Porque nada de esto era real.

En realidad, lo amabas a él y no a mí. El verdadero tú estaba durmiendo en sus brazos, no en los míos. El verdadero tú era feliz junto a él y no conmigo. El hecho de que tuviera que pasar tanto tiempo para aceptarlo por completo era terrible. No podía seguir siendo tan terrible hacia ti, hacia él y hacia mí.

Soñar hasta que se haga realidad era una perdida de tiempo. Nunca sucederá. Entonces, decidí despertar y enfrentar el mundo real de una vez por todas.

Me liberaré de ti.

Te empujé fuera de mis brazos para mirarte cara a cara.

—¡Sí, lo harás! No puedo seguir viéndote en mis sueños porque tú no eres él. Nunca serás él. Cada puta vez que me despierto, no estarás allí porque nada de esto es real.

—Eso no es-

—Cállate. ¿No puedes entender cuánto me duele esto? Amarte es mi dolor más grande.

—No, Mi-Mian.

—Y lo peor de todo, es que he estado tan ciego, me he vuelto tan jodidamente horrible.

Porque no solo fui yo el que resultó herido.

Fui tan malditamente patético. Kyungsoo me atrapó a punto de robarte un beso. ¿Puedes ver lo terrible que me había vuelto? Me invitaste a pasar el tiempo con ustedes dos, me trataste tan amablemente como el mejor amigo que siempre habías sido. ¿Y que hice? Te vi durmiendo tan tranquilamente en tu sofá. Me perdí mirándote, admirando lo hermoso que estabas durmiendo, y lo que sea que estabas soñando te hacía lucir tan feliz. Y pensé, que nadie lo sabría, nadie sabrá nunca que probé tus labios solo una vez, solo un beso rápido para finalmente dejar de preguntarme cómo se sentiría. Entonces, me incliné hacia ti, hasta que pude sentir tu respiración haciéndome cosquillas en los labios. Cerré los ojos pensando que esto era todo. Hasta que el brazo de tu novio me agarró con fuerza, empujándome lejos de ti. Kyungsoo era demasiado amable y racional para no golpearme en la cara. Si hubiera sido yo, no habría mostrado ninguna piedad.

Estabas dormido y estaba a punto de besarte, tú que estabas en una relación. ¿En qué demonios estaba pensando? Nada y definitivamente ni mi "amor" por ti podía justificar un acto tan inmoral.

Mira en lo que me he convertido.

He estado tan cegado por mis sentimientos egoístas, por mi "amor" por ti que estuve a punto de cometer un acto tan horrible, besándote en la casa que compartías con tu novio. Solo pensaba en mí, en mí y en mí, y en cómo me sentiría, pero ¿y tú? Estaba a punto de romper tu confianza, cruzar una línea donde no debería poner un pie. Me hubieras despreciado y me hubieras quitado de tu vida, y hubiese sido lo correcto. Porque lo que casi hice estuvo mal, todo habría estado tan mal que todavía me siento tan disgustado conmigo mismo por siquiera pensarlo.

Lo siento mucho.

No puedo permitir que este amor por ti me inunde más el corazón. Tengo que deshacerme de él, enterrarlo y seguir adelante por el bien de todos. Porque le rogué descaradamente a tu novio que no te dijera lo que casi hice, lo que siento por ti. Porque no quería que descubrieras lo feo que podía llegar a ser. Porque prometí alejarme de ti hasta que todo lo que sentía se extinguiera. Porque nunca más interferiría en tu relación. Debido a que te merecías mucho mejor que yo, siempre merecerás algo mejor que yo. Porque nunca me has amado de esa manera, y tengo que aceptarlo y dejar de creer que algún día lo harás.

—Es hora de dejarte ir —le dije a la ilusión de ti que había imaginado con tanto cuidado.

Al fin, me he quitado la venda de los ojos para ver el mundo y a mí mismo por lo que era.

No me engañaré más.

No te engañaré más.

Finalmente te dejo ir, Yixing.