XII
Por favor, ¿cómo pongo fin a esto? ¿Cómo puedo borrarte de mi corazón? ¿Cómo puedo dejar de soñar con algo que quizás nunca se haga realidad?
Tú mismo lo confirmaste. Hoy día. Lo dijiste. "Creo que tal vez él sea el indicado" y luego sonreíste tan tímidamente. Nunca te escuché decir eso de ninguno de tus novios anteriores. Tu naturaleza tan práctica siempre te había hecho dudar. "Ya veremos que tal será." Pero ahora incluso están viviendo juntos, haciendo viajes de aniversario al extranjero, asistiendo a las bodas de sus parientes y todo lo demás. Nadie antes de él te había hecho pensar que podrías haber encontrado al indicado. El indicado. No me atreví a decirte que era un pensamiento estúpido porque no podía ser él, no era él, debía ser ... yo. No podría decir esas palabras venenosas, incluso si me mordiera la lengua para frenarme. Si realmente sentías que era el indicado, ¿quién era yo para decir lo contrario? Quería que fueras feliz, quería que te amaran y te atesoraran, quería que tuvieras una familia y que hicieras todas esas cosas, aunque no fuera conmigo.
Después de llorar hasta quedarme dormido, vine a encontrarte aquí, la ilusión que seguía haciéndome creer que eras tú. Ni siquiera pude dejar de llorar aquí, pero me tenías en tus brazos. Mi angustia te preocupaba, y te la pasaste acariciando suavemente mi espalda, susurrando palabras dulces para calmarme.
—Shhhh. Mi amor, todo está bien.
Negué rotundamente con la cabeza contra tu pecho. —No, nunca lo estará —me las arreglé para hablar a través de mi llanto.
—Te amo.
No lo hacías, no como yo quería que me amaras. Pero en esta farsa seguías asegurándome que sí, me amabas. Y por primera vez no me sentí feliz. Me sentí miserable pensando en lo patético que era.
—No voy a ir a ninguna parte.
Mentiras. Ni bien despierte, todo desaparecerá. Nuestro mundo artificial cesaría de existir y yo solo hacía frente a un mundo gris en el que amabas a otra persona. ¿Cómo podía seguir mintiéndome de esta manera?
Mimaste mi rostro lloroso con besos. Estabas sufriendo porque yo estaba sufriendo. Continuaste abrazándome y consolándome mientras yo intentaba despertar.
—No. No. Nada es real.
Pero tú me contradecías.
—Te amo —respondías. —Estoy aquí contigo.
Soñar contigo no me ayudaba en absoluto. Era consciente de que debía dejar de forjarme esta falsa felicidad en mi cabeza, este corto momento en donde fingía que todo estaba bien, porque en realidad nada lo estaba. Nada estaba bien, nada lo estaría.
Pero ¿cómo podía detenerme cuando incluso en esas ocasiones en las que deliberadamente evitaba encontrarme contigo, todavía aparecías de alguna manera?
Mi anhelo por ti era tan intenso que temía que nunca terminara.
Oh, por el amor de Dios, ¿cuándo dejaré de soñar y me despertaré?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro