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XI

A medida que pasaban los calurosos días de junio, Yixing seguía de buen humor. Quizás sea por su amor por el verano y su disgusto por los días fríos, o quizás tenía que ver con que Junmyeon todavía estaba a su lado. Habían pasado alrededor de tres semanas desde aquella noche en que apareció en su sala de estar en la oscuridad.

Por muy extraño que sonara, sintió que él y Junmyeon se habían vuelta más cercanos. Siempre habían mantenido una buena amistad, pero cuando cada uno de ellos había estado involucrado en sus respectivas relaciones, había existido una tenue distancia. Hubo una vez en que Junmyeon incluso se había mantenido alejado durante mucho tiempo. Era el tipo de distancia que solía aparecer cuando nuestras parejas repentinamente se convierten en nuestros nuevos mejores amigos, nuevas prioridades y todos los demás simplemente estaban allí. Yixing estaba contento de volver a conectar con Junmyeon, aunque por supuesto, estaría más contento si fueran algo más.

Junmyeon parecía estar sonriendo más estos días también, al menos lo hacía alrededor de Yixing. Pero Junmyeon todavía no le había contado nada. Yixing tenía miedo de preguntarle. A veces oía como se abría la puerta corrediza del balcón, la voz apagada de Junmyeon hablando con alguien por teléfono. Muchas veces, Yixing tenía miedo de despertar un día y escuchar a Junmyeon decirle "Me voy". No quería que se fuera, incluso si sabía que era un deseo egoísta en contra de su hermano.

Ayer Minseok había asistido a la cena de cumpleaños de la madre de Yixing, por supuesto que lo haría. Por el bien de sus padres, no habían peleado ni discutido. Sin embargo, la tensión entre ellos era tan densa que podría haberse cortado con el cuchillo de carne que sostenía en sus manos. Yixing optó por evitar la mirada desdeñosa de su hermano. Cuando se estaba despidiendo de su madre con un abrazo, ella le susurró al oído que, fuera lo que fuera lo que estaba pasando entre ellos, iban a superarlo. Yixing la miró y sonrió, pero no pudo prometerle nada. Y, aun así, Yixing estaba feliz.

Feliz porque Junmyeon todavía estaba allí, junto a él. Compartían el escritorio en la oficina del departamento. Mientras Junmyeon estaba ocupado preparándose para sus clases, se suponía que Yixing revisara algunos papeles, pero se perdió en Junmyeon. Adoraba observar el semblante de concentración de Junmyeon, la forma en que se mordía los labios inferiores, cómo alcanzaba su mano para tomar su taza de café para beber, y cómo cuando se daba cuenta de la estúpida mirada de Yixing, le sonreía y le preguntaba si necesitaba algo. Yixing siempre decía que no.

Estos momentos eran una pizca del tipo de vida que Yixing solo podía soñar junto a Junmyeon. Una pizca porque en su sueño él podía despejar todo del escritorio, inclinarse hacia adelante y probar los labios de Junmyeon, besándolo todo lo que quisiera.

Reunirse con sus otros amigos ya no era tan incomodo como al principio. Incluso hasta se había hecho un horario para acomodarlos. Una noche salían con Minseok, otra noche con Junmyeon y Yixing porque Yixing no atendía cuando Minseok estaba allí. A estas alturas ya habían descubierto lo que había sucedido porque Junmyeon se los había mencionado una vez después de que Baekhyun fuera el que se atreviera a preguntarle por qué cancelaron todo. Junmyeon omitió nombrar a Yixing. Pero la mirada que Jongdae le dio a Yixing le dijo que él si sabía la verdad. Cuando estuvieron solos, Jongdae también le había dicho a Yixing que no debió haberse metido en su relación. No estaba de acuerdo con lo que había hecho Minseok, pero tampoco creía que la forma en que Yixing manejó la situación fue correcto, considerando las repercusiones. Minseok y Junmyeon habían perdido mucho. Jongdae incluso le había pedido a Yixing que convenciera a Junmyeon de que arreglara las cosas con Minseok porque si había alguien que podía hacer eso, era Yixing. Minseok estaba sufriendo, le había dicho Jongdae. Haciendo todo lo posible por enmascarar lo que verdaderamente sentía, Yixing asintió a pesar de que sabía que no lo haría.

Cada año, Yixing y sus amigos se juntaban un fin de semana para ir a la playa. Yixing aun recordaba el año pasado, cuando fue testigo de cómo Minseok y Junmyeon se tomaban de la mano, se besaban y actuaban como la pareja perfecta que eran. En ese entonces, todavía no había reconocido el sentimiento amargo dentro de él como celos. Había sentido que era ridículo sentirse así solo porque tenía que acudir solo. Este año, el viaje fue cancelado. Probablemente porque todos sentían que era difícil elegir quien iba y quien se quedaba. Algunas tradiciones las eran para todos. Pero Yixing todavía quería ir, aunque fuera por su cuenta. La oficina lo estaba volviendo loco con la cantidad de papeleo que había. El cambio de escenario era necesario.

O tal vez la verdadera razón era la necesidad de estar lejos de Junmyeon por un tiempo. No podía confiar en sí mismo en estos días. Sentía que un día colapsaría, simplemente sostendría sus suaves mejillas y lo besaría hasta que ambos se quedaran sin aliento. Lo anhelaba tanto. Quizás en ese momento, parecería razonable, y no le importaría. Pero tenía miedo de lo que sucedería después, de lo que diría Junmyeon.

Sin embargo, sus planes cambiaron cuando Junmyeon le preguntó esa mañana a dónde iba. Junmyeon quería acompañarlo, y Yixing no pudo encontrar la voz para decirle que no, quédate aquí. Su tonto corazón se aceleró al pensar que iban juntos. Pero un Junmyeon sin camisa lo llevaría al borde. Ya era bastante difícil que cada vez que Yixing escuchaba correr la ducha en casa sabía que Junmyeon estaba allí. Solo esperaba poder no mirar demasiado a Junmyeon.

Afortunadamente, Yixing no pudo averiguar si sus ojos hubieran podido resistirse de verlo o no. El cielo estaba nublado mientras conducían hacia las afueras de la ciudad. No podría haber elegido un mejor día. Por lo menos aun hacía calor. Hubieran podido disfrutar del día de no haber sido por el momento en que llegaron a la playa, la lluvia los empapo de pies a cabeza. La gente rápidamente se dispersó, empacaban sus cosas y corrían por la arena para refugiarse de la lluvia.

—Vamos de todos modos —dijo Junmyeon.

Su madre siempre le advirtió que no caminara bajo la lluvia porque terminaría enfermo. Se convirtió un hábito llevar un paraguas en la guantera. Al parecer Junmyeon también lo recordaba porque sacó el paraguas sin dudarlo.

Sus hombros chocaban mientras caminaban por la arena, sus pies descalzos arrastraban granos de arena con ellos. Qué ridículo que el corazón de Yixing latiera frenéticamente porque estaban compartiendo un paraguas. Habían hecho esto tantas veces en la escuela secundaria cuando Junmyeon siempre se olvidaba de traer uno cuando el clima pronosticaba lluvia.

Junmyeon los detuvo justo donde el final de las olas bañaba sus pies. El goteo de la lluvia contra el paraguas, la forma en que las gotas aterrizan en el océano, Yixing nunca se había sentido tan tranquilo antes. En momentos de estrés usaba sonidos ambientales para irse a dormir, pero no había nada como estar ahí, verlo con sus propios ojos y sobre todo tener a la persona que amaba a su lado.

Sus sentimientos por Junmyeon se intensificaron cuando Junmyeon inclinó la cabeza hacia su hombro. No significaba nada, tuvo que repetirlo mil veces, para no hacer algo de lo que se arrepienta. El dolor de contenerse por tomar su mano y decírselo era como una aguja perforando su piel.

—Que hermoso —dijo Junmyeon. —Me encanta este aroma.

—Si, lo sé.

—Me recuerda a esa tarde en Changsha, ¿no te parece?

Lo era. Esa tarde, Yixing había llevado a Junmyeon a la Isla Naranja, pero la lluvia había arruinado su día y habían presenciado casi este mismo espectáculo en el río Xiang. Yixing no había tenido paraguas, pero la vista encantadora había valido la pena estar allí durante media hora, incluso si su abuela termino cuidándolos cuando se enfermaron.

Yixing sonrió ante los recuerdos. Era extraño que tuviera tantos buenos recuerdos de él y Junmyeon juntos más que con cualquiera de sus ex. Ni siquiera después de haber estado con Kyungsoo durante cuatro años.

—Sí, y luego nos enfermamos durante una semana.

Junmyeon rio. —Laolao nos cuidó muy bien —dijo con una entonación casi perfecta en mandarín.

Yixing tragó saliva. —Mian —susurró.

—¿Sí?

Sus labios temblaron. No pudo moverlos para que pronunciaran esas palabras. Finalmente, Junmyeon levantó la cabeza del hombro de Yixing y lo miró con el ceño fruncido, esperando que continuara.

—Deberíamos volver.

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