Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

VI

¿Recuerdas cuando teníamos diecisiete años y nos habían dejado nuestros novios al mismo tiempo? Había sido una muy vergonzoso porque se suponía que tu presentarías a tu novio a tu madre ese día. Mientras que esa era la segunda vez que alguien terminaba conmigo después de solo haber estado saliendo diez días.

En ese entonces, era como si fuéramos los desolados, los que nunca encontrarían el amor verdadero. Habíamos llorado y reído juntos por nuestras penas. Nuestros corazones rotos encontraron consuelo el uno al otro, viendo televisión, jugando videojuegos o simplemente hablando.

En los años que siguieron continuamos compartiendo estos momentos donde nos curábamos el uno al otro cada vez que alguien rompía nuestro corazón. Lástima que ahora ya no te tengo.

Pero esa primera noche, no recuerdo bien quien lo dijo. ¿Fue tu idea? ¿O fui yo quien lo dijo?

Oye, si todavía somos unos solterones a los treinta, ¡casémonos!

Luego nos echamos a reír de lo patético que sonaba hasta que la idea no parecía tan descabellada.

—¿Entonces, en verdad ¿lo haremos?

—¡Si, en serio!

Éramos tan jóvenes, éramos los mejores amigos y parecía razonable. Sin embargo, confiar en las promesas de nuestra juventud no era tan sensato. En el fondo, ambos creíamos que era una tontería, que algo que sellamos con nuestros dedos meñiques no podía conllevar un gran significado. Fue una tontería. Todos encontramos el amor eventualmente... Bueno, tú lo hiciste.

Fue una tontería. Y, aun así, años después me duele saber que no se hará realidad. Porque todavía no puedo dejar de imaginarlo en mi cabeza estos días.

Cada momento te vas alejando de mí, mientras yo estoy atascado pensando en ti. Incapaz de dejarte ir me torturo cada día con las imágenes de un nosotros tan irrealista.

Era una fantasía. Tu y yo nos íbamos a casar. Tal vez hubiera sido yo quien te hiciera la pregunta, y tú por supuesto que dirías que sí. O quizás tú me lo hubieses preguntado y yo hubiese dicho mil veces que sí. Recuerdo que habías dicho esa noche, que no importaba quien preguntara primero, simplemente que fuera con la persona indicada. ¿Una pequeña o gran ceremonia? ¿Al aire libre o en el interior? ¿Una boda tradicional o moderna? De esto no habíamos hablado antes. Ninguno de nosotros había tenido una relación tan larga como para considerar matrimonio. Hasta que llegó él a tu vida, y ahora tenía miedo de preguntar porque sabía que lloraría al escuchar tu respuesta. Al planear ese día tan especial con alguien más.

Así que, en mi mente, siempre soñaba algo diferente. Esta noche, caía una gran lluvia. Era un día típico de verano durante la temporada de lluvias. No había donde refugiarnos del agua mientras caminábamos por la orilla del mar. Sosteníamos nuestros zapatos de vestir en las manos. La arena húmeda era agradable contra nuestros pies.

Deberíamos haber estado de regreso a la fiesta, donde nuestros familiares y amigos celebraban nuestro día. Pero después de cortar el pastel, me habías susurrado al oído si podíamos salir a caminar, tomar un poco de aire fresco. Y así las voces y la música se desvanecieron hasta que solo oíamos el golpeteo de la lluvia y las olas que llegaban a la orilla. Nuestros trajes estaban empapados, los girasoles colgando en un lado de nuestros pechos se arruinarían, pero no importaba. No nos importó escabullirnos de nuestra propia boda.

—Entonces, señor Kim-Zhang, —me dijiste. Me encantó como sonaba. Unir tu apellido con el mío. Sonaba tan perfecto. —¿Cómo te sientes? ¿Aun no quieres salir corriendo? —me preguntaste, entrecerrando tus hermosos ojos y dándome una mirada curiosa. La forma en que tu cabello mojado estaba pegado a tu frente te hacia ver aún más adorable.

Me reí mientras tiraba mis zapatos en la arena. Te rodeé con mis brazos, amando la sensación de sostener a mi esposo. Te di un beso en el cuello porque quería y podía hacerlo.

—Jamás. ¿Y tú?

Tus manos buscaron las mías. Me encanto ver nuestros anillos de boda.

—No hay ninguna razón por la que lo haría.

Sonreí como nunca lo hacía en el mundo real. —Me haces tan feliz.

—Tú también, mi querido esposo —dijiste.

Mi querido esposo. Nada había sonado tan perfecto antes.

Me miraste a los ojos. Tu mirada decía cosas que no necesitaban vocalizarse. El toque de mis labios contra los tuyos era inexplicable. Si tan solo pudiera recordarlo después de despertar.

Después nos llevaste más cerca de la orilla, donde el agua nos bañaba los pies. La lluvia había empezado a desvanecerse.

Hechizado, vi como inclinabas la cabeza hacia atrás y disté una vuelta. El agua salpico contra nosotros. Era ese pequeño baile de alegría que hacías cuando estabas completamente feliz. Lo vi esa vez cuando ganamos el torneo de beisbol. Esa vez que fuimos aceptados a la misma universidad. Esa vez que nos mudamos juntos por primera vez. Esa vez que entregaste tu tesis. Esa vez que te dieron una promoción en el trabajo. Ahora habías bailado por alguien más, pero todavía me mentí y fingí que lo hacías por mí, en el sueño de nuestra boda. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro