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III


Durante el verano, cerca del río Han, allí será la boda de Minseok y Junmyeon gracias a que de repente una pareja cancelará su reserva. En seis meses, a partir de este día, Yixing los vería casarse. El solo pensamiento lo tenía ahogándose en más desdicha, envolviendo su corazón en más tristeza.

En especial hoy, cuando decidió acompañar Junmyeon a la tienda de papelería para recoger sus invitaciones de boda. Minseok tuvo que reemplazar a un colega en la clínica dental este fin de semana. Mientras tanto Yixing no tenía nada que hacer y ninguna excusa para decirle que no a Junmyeon. Si, le gustaba pasar tiempo cuando solo eran ellos dos, sin Minseok y la sortija que alertaba a todo el mundo que Junmyeon estaba con él... pero tampoco quería reunirse con Junmyeon a hacer encargos de boda. Ya tenía suficiente de oír todos los días que flores, que centros de mesa, que comida, y blah blah blah, habían escogido. Sin embargo, como padrino de boda, realmente no tenía otra opción.

Estaba sentado en el metro mientras Junmyeon estaba parado delante de él, sus fuertes brazos lo sujetaban de la empuñadura. Por alguna razón Junmyeon siempre le daba el asiento libre. Había sido así en esos tiempos, cuando iban juntos en el metro de mañana hacia su escuela secundaria, y más tarde cuando sus horarios se alineaban, a la universidad. En ese entonces no se había dado cuenta de lo hermoso que era Junmyeon. Si, había sido consciente de lo popularidad de Junmyeon entra las otras personas, pero nunca se había fijado atentamente que cada parte de Junmyeon era... perfecta, incluso la esa cicatriz cerca de su ceja.

—¿Tienes planes para el fin de año, Xing? —preguntó Junmyeon. Solo entonces se dio cuenta que no había dejado de mirarle desde hace tres paradas. Que sutil.

—Más bien serán para principios de año. Estaré en Changsha para celebrar el año nuevo chino.

Había aceptado trabajar en la oficina durante las fiestas de fin de año, ya que, a diferencia de sus compañeros de trabajo, no tenía hijos y esas responsabilidades. No había motivos para tomar días libres. En cambio, planeo su descanso y viaje a casa para finales de enero. Solo su madre y él vivían en Seúl, su padre y el resto de su familia vivía en Changsha. Se habían mudado Corea del Sur cuando Yixing tenía nueve años y fue al cumplir los once años que su madre se casó con el padre de Minseok. Aunque, Yixing y Minseok no estaban relacionados con sangre, con el pasar de los años llegaron a considerarse hermanos de verdad.

Junmyeon asintió mientras sonreía. —Lo de siempre, ¿no? Laolao estará feliz de verte.

Nunca le importo que Junmyeon llamará a su abuela de esa manera, hombre Junmyeon incluso le decía mama a su madre en vez de 'señora' o algo igual de formal. Después de todo, Junmyeon le había acompañado a Changsha durante el verano de su primer año en la universidad. En ese mismo viaje también fueron de mochileros por el resto de Hunan, un viaje en el que Yixing conoció mas de provincia natal y Junmyeon pudo practicar su chino mandarín. Todavía recuerda como su laolao le había dicho que Junmyeon seria un excelente marido y su respuesta fue simplemente reírse, pensando en lo tonto que sonaba en ese momento: ¿Junmyeon y él? ¡Claro que no! Pero ahora su familiaridad le angustiaba. Tenían una cierta intimidad entre ellos que solo significaba amistad, sin importar lo mucho que su corazón deseará que fuese algo más.

No le preguntó a Junmyeon que haría. Francamente, ni siquiera le interesaba porque ya sabía que por supuesto lo pasaría junto a Minseok.

La tienda de papelería era una visión de muchos colores, texturas y formas. Caminó y buscó una nueva agenda semanal mientras Junmyeon hablaba con la encargada de la tiendo. Después de unos minutos encontró lo que buscaba, una agenda de cuero negro, y regresó al cajero.

—¡Xing, mira! —exclamó Junmyeon, casi saltando en su lugar. —Esta es nuestra invitación.

Tomó el sobre dorado que Junmyeon le estaba extendiendo. La invitación era bastante genérica, una típica tarjeta blanca con información de su boda escrita con caligrafía dorada. Aparte de las palabras no habían más detalles. El diseño parecía tener el sello de aprobación de Minseok por todas partes.

—Qué bonita —dijo.

—Pensé que sería divertido si pusiéramos flores purpuras en las esquinas, pero habría sido demasiado para los ojos, ¿no? ¿Un poco sobrecargado?

Justo como Yixing lo había pensado.

—Es tu boda, Mian. Siempre y cuando a ti te gusta, debería estar bien.

Junmyeon inclinó la cabeza hacia un lado, aparentemente poco convencido, pero igual murmuró que sí, habría sido demasiado. Yixing pensó lo contrario. Junmyeon devolvió la invitación a la cajera, quien la volvió a colocar en la caja que contenía el resto de las invitaciones. Yixing pagó su agenda semanal mientras que Junmyeon tomó la caja.

Antes de dejar la tienda, la cajera les dijo: —¡Gracias por su compra! Y felicidades por su boda. Hacen una hermosa pareja.

Su tonto corazón dio un vuelco al escuchar esas palabras. Se encontró incapaz de decirle, de corregir su error porque haría que todo fuera real y desalentador. Pero Junmyeon no dudó ni un segundo en verter el cubo de agua helada sobre su cabeza.

—¡No, no! No nos vamos a casar —. Junmyeon sacudió la cabeza y soltó una risa.

¿Era la idea de estar con Yixing tan cómica para Junmyeon? ¿Una broma que no estaba destinada a hacerse realidad?

—Él es mi padrino de bodas —dijo Junmyeon, señalando a Yixing. Luego sostuvo su teléfono y le mostró el fondo de pantalla. —Mi prometido.

La cajera se vio avergonzada por su suposición. —Oh, disculpe. Le deseo lo mejor a usted y a su futuro esposo en vuestro día especial.

—¡Gracias!

Desconcertado, Yixing caminó junto a Junmyeon mientras buscaban un lugar para almorzar. Junmyeon le estaba contando una historia sobre sus alumnos. Era un profesor de literatura para alumnos en la secundaria. Hoy tuvieron una clase de escritura creativa y al parecer algunas historias divertidas se habían contado hoy. Por mucho que Yixing intentara prestar atención, todo lo que escuchaba era la voz de Junmyeon hace unos momentos, en la tienda de papelería. Podía pasar horas escuchando la misma canción, una y otra vez, pero este era un sonido que solo quería olvidar, erradicar de su mente.

Mejores amigos.

Eso era lo que eran ¿no? Eso era lo que siempre habían sido. Eso era lo que estaban destinados a ser.

Un par de días después llegó a casa y vio que le había llegado un montón de correspondencia. Eran facturas, anuncios, revistas de suscripción, pero un sobre destacaba del resto. Estaba dirigido a él, escrito con la letra de Junmyeon. Lo abrió y vio que adentro había otro pequeño sobre, uno dorado. Leyó toda la información que ya conocía desde hace días: nombres, lugar, hora, etc. Se aseguró de confirmar su asistencia, sin acompañante, a la dirección de correo electrónico antes de tirar la invitación a la basura.  

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