Capítulo 2: El Sueño
Me estoy cayendo a pedazos... y no paro de decir que estoy bien...
...
Oscuridad. Eso es lo único que veo. Mis grilletes pesan más que nunca. Quiero gritar, pero no encuentro mi voz. Quiero correr, pero estas cadenas me lo impiden. Quiero llorar, pero ya no tengo lágrimas que derramar. Miro mis muñecas, ya azules por el frío y la presión en ellas. Busco con la mirada algo con lo cual poder abrir el cerrojo. No lo encuentro. Siento una gran opresión en mi pecho. Quiero morir.
La puerta de cobre se abre y una voz desconocida habla.
-¿hola? ¿Hay alguien aquí?
Busco con desesperación mi voz, para gritarle a esa rubia figura que me ayude, que me saque de aquí. Los deseos de llorar vuelven cuando veo que se encoge de hombros y empieza a cerrar la puerta. Ya bastante desesperado, me lanzo hacia esa dirección, siendo cortado de inmediato por la cadenas y cayendo con estrépito al suelo. La puerta se detiene un momento en su cierre y yo siento un ligero rayo de esperanza. Agito las muñecas y emito más ruido, consiguiendo que se abra más la puerta. Sin embargo, oigo un grito y el rayo de luz que había conseguido entrar a mi residencia se vuelve nula en un abrir y cerrar de ojos. Siento mi corazón volverse pequeño y doler. Vuelvo a aventarme con fuerza y desesperación contra la puerta, pero de nuevo las cadenas me lo impiden. Lo intento de nuevo y el resultado es el mismo. Jalo mis muñecas, en un tonto esfuerzo de poder zafarlas de los malditos grilletes que me mantienen preso, pero lo único que logro es hacer que un líquido rojo y caliente resbale por mis brazos. Miro con poco horror mi sangre. Ya no duele. Ya no lo siento.
-¿sólo mirarás cómo corre?
Doy un respingo y salto hacia atrás, lastimando más mis muñecas. Un chico peliazul está recostado en la mugrienta pared, con grilletes incluso más grandes y pesados que los míos. Trato de alejarme, pero las cadenas me dejan en mi lugar.
-no haré nada, no soy capaz. Éstas cosas pesan mucho - dice mostrando con dificultad sus manos.
Me acerco con cuidado a él y me siento a su lado.
-¿quién eres? Te me haces familiar... - dice entrecerrando los ojos.
Me resigno a quedarme callado, de cualquier modo no puedo contestar.
-es de mala educación no contestar cuando te preguntan algo.
Me encojo de hombros y el chico vuelve a entrecerrar los ojos.
-bueno, nunca en mi vida me habían faltado tan descaradamente el respeto.
Volteo a verlo de soslayo, sintiendo cierta familiaridad con su voz.
-también lo sientes, ¿no es así? Sientes que quien está a tu lado es alguien a quien conoces muy bien.
Asiento con la cabeza ligeramente.
-bueno, niño desconocido, el tiempo se agota. Duerme bien.
La sonrisa que pone me deja los pelos de punta. Parece que tiene colmillos. Colmillos muy blancos y afilados.
Despierto de un salto de mi sueño. Como un reflejo reviso mis muñecas y suelto un sonoro suspiro de alivio al verlas sin marca alguna. Cada vez estos sueños se vuelven más frecuentes.
Sacudo la cabeza para desprenderme de mis pensamientos y me pongo de pie con trabajo. Me dirijo a la cocina, pero a medio camino recuerdo a ese pelirrubio que ayer dejé en el cuarto de invitados y me dirijo a él. No sé porqué no me sorprende no encontrarlo ahí. A pesar de eso, tengo un gran sentimiento de decepción. Suspiro, ya resignado con el hecho, y me doy un baño antes de ir a la Universidad. Al salir me miro al espejo.
Bonito aspecto tengo: ojeras, piel pálida, ojos rojos... bien podrían confundirme con un vampiro.
Sonrío ante la idea. Jeon Jungkook, el chico vampiro. Suena tentador.
El timbre suena y yo me pongo mi última prenda. Jin hyung me da una hermosa sonrisa cuando le abro la puerta.
-hola Kook, ¿todo bien? ¿Se desvelaron mucho anoche?
Me sonrojo ligeramente.
-ni siquiera amaneció aquí, hyung.
-ay, tú y tu manía de asustar hombres... no hay remedio. Vamos a la Universidad, hoy tienes exámenes.
Suelto un quejido de frustración. De verdad detesto la Universidad.
No, me corregiré. Aborrezco este lugar. Por suerte siempre está Jimin disponible para volarse las clases. Justo como ahora. La vista que tenemos del cielo no se ve todos los días. Tiene unos preciosos tonos rosados y púrpuras. Cómo me gustaría ir al taller de fotografía para captar este momento. Mi mejor amigo y yo. Sólo nosotros dos.
Sólo mi amor platónico y yo.
-voy y vuelvo, Kook. Sigue disfrutando el paisaje - oh, de eso no te preocupes. Tengo el mejor frente a mí.
Asiento con ligereza, pareciéndome incluso maravilloso el más ligero e imperceptible de sus movimientos. Él me dirige una bonita sonrisa y se va. Es ahí cuando me acuerdo que en quince minutos tengo examen. Lanzo una maldición y pestes a los creadores de esas pruebas infernales mientras salgo corriendo a mi casillero. Suspiro aliviado al notar que no he olvidado el cuaderno en casa, pero éste resbala de mi mano al sentir un brusco empujón.
-¡¿Qué te pasa, idiota?! - le grito, pero me ignora y sigue su camino, como alarmado.
Cuando da la vuelta en el pasillo para irse a sepa Dios dónde, veo el rostro del pelirrubio de ayer. ¿Me estaré volviendo loco, maniático, esquizofrénico? Es imposible que sea él, pero de cualquier forma corro a darle alcance; sin embargo, ya no lo encuentro. Tardé mucho en ir tras él. De verdad podría jurar que lo vi, pero ahora ando imaginando cada cosa que no sé si lo que veo es real. Regreso por mi cuaderno, ahora más que maltratado. Suspiro con pesadumbre. Voy a mi salón sin ganas de nada. Ah, si repruebo este examen de verdad me voy a sentir una mierda...
-no, sólo salió del salón.
-dicen que rompió el espejo del baño e hizo su mano sangrar con un lápiz.
-yo vi eso. El baño estaba lleno de sangre.
El chisme se oye bueno, pero el profesor llega y nos calla a todos. Así da inicio una hora infernal llena de preguntas que no estudié. Todo mi esfuerzo ayer se fue al caño. Bueno... Lo intenté y eso es lo que cuenta.
...
Se me olvidó subirlo hasta ahora :))
Bueno, el fin.
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