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Capitulo 50: Fotos

(Haley)

—¿Una iglesia? Debes estar bromeando... —se burló Lauren con los ojos abiertos de par en par mientras estacionaba el coche.

No dije nada, mi cabeza estaba muy ocupada imaginando cómo sería cuando Fernando Ross pisoteara a Richard Grey en las elecciones. Incluso, en el mejor de los casos, este ya estaría en la cárcel.

—Realmente hablabas en serio con que era el último lugar que Richard Grey hubiera imaginado... —April observaba atenta la iglesia de arriba abajo.

Lo siguiente que hice fue decirles que debíamos entrar, a lo que April asintió. Lauren, en cambio, se cruzó de brazos, muy confundida, pero ya cuando no le quedaba otra nos siguió a paso rápido. Antes de entrar por las largas puertas que se alzaban a lo alto busqué a Tyler de inmediato, y lo encontré junto a mí.

—Que no me veas no significa que no esté ahí —cuando terminó me guiñó un ojo para, acto seguido, caminar hacia la puerta.

Lo siguiente que escuché fue un alarido de su parte, y no pude evitar soltar una carcajada.

—Mierda, creí que había cambiado al menos un poco —dijo a regañadientes.

Iba a responderle, pero noté la mirada de Lauren y April fija en mí, porque al parecer esperaban que yo entrara primero. Y eso hice. Dentro, como las otras veces que había venido, había una cantidad de personas razonable para la hora que era. Estaban repartidos entre los bancos de toda la iglesia. Busqué con la mirada al sacerdote, pero no lo veía. Había otro más joven hablando con un par de ancianos a unos metros de nosotros.

—¿A quién buscamos?

—A un amigo de mi abuelo, he hablado unas veces con él. Y estoy segura de que él tiene la información —susurré.

—Entonces manos a la obra. ¿Dónde está?

Lauren se había alejado de nosotras, recorriendo la iglesia, a lo que April esperaba impaciente mi respuesta, pero yo estaba muy concentrada intentando encontrarlo.

—Seguramente por aquí, pero no...

No pude terminar, ya que justo lo vi saliendo de una de las puertas que conectaba seguramente con su habitación. Y me sorprendió ver junto a él a Roy Miller. Bien, esto sí que era bastante raro. Lo peor era que había venido con Lauren y April, y teníamos que escapar antes de que Roy me viera y comenzara con las preguntas.

—Hay que salir de aquí —me di la vuelta caminando hacia la puerta de entrada.

April me siguió por detrás seguramente sin entender nada.

—¿Qué sucede? ¿Es él? —April apuntó al sacerdote y yo asentí echándole una mirada, y justo en el momento en que Roy alzó la vista volví a encaminarme hacia la salida.

Salí afuera de inmediato y me escondí junto a April a un lado de la puerta, respirando a grandes bocados. Por supuesto esta me miraba esperando una respuesta.

—Roy no puede saber que estoy aquí.

—¿Quién es Roy? —esta se cruzó de brazos, observándome intrigada.

—El mejor amigo de Fernando Ross, y amigo de mi madre. Si sabe que estoy aquí comenzará con las preguntas y más aún si me ve contigo y con... Espera —observé a nuestro alrededor—. ¿Dónde está Lauren?

April se encogió de hombros.

—Seguramente adentro. No tuve tiempo de ir a buscarla, saliste muy rápido.

No dije nada. Solo rezaba con todas mis fuerzas para que Roy no me hubiera visto. Necesitaba ahorrarme más problemas, pero por otro lado tenía la intriga de saber qué hacia ahí con el sacerdote.

(Tyler) 

Pensé que Haley iba a verme, pero no lo hizo. Al parecer seguía igual con respecto a la iglesia, que no dejaba verme dentro. Las palabras de hace semanas del sacerdote vinieron a mi mente: El problema no eres tú, el problema es él. Tu amigo es el que no se deja ver.

Pero ahora había creído que sería diferente, sabía que ya no era el mismo. Había tantas cosas que ahora sabía, entendía y conocía que el Tyler Ross pasado había desaparecido. Y con ello había tenido la esperanza de ver el resultado aquí. El asunto es que Tyler está como está por alguna razón, y esa misma razón no deja que Tyler pueda verse aquí.

Apreté los puños, tenía la esperanza de que mi cambio pudiera significar volver a la vida, pero al parecer no lo había sido. En eso, me encontré con Lauren, que observaba los cuadros de la iglesia. Estaba muy concentrada, con los ojos fijos en cada uno de ellos.

Luego de un momento su mirada se trasladó a las distintas personas que estaban ahí, entre todas ellas dos adolescentes que estaban rezando juntas. Lauren no despegó la mirada, se quedó ahí parada con los brazos cruzados y una fina línea en los labios.

—Lauren, ¿no? —la voz de Roy llegó a mis oídos, cosa que me sorprendió y causó el rompimiento de mis pensamientos.

Me giré hacia él, que estaba junto a Lauren Davis, que al verlo dio un paso atrás, nerviosa.

—Sí, la misma.

Ambos se quedaron en un silencio incómodo por un momento. Pero Roy, como siempre, alargó la conversación.

—Soy el amigo de Feñi —dijo para que se acordara, pero Lauren frunció el ceño—. Lo olvido, Fernando Ross —soltó una carcajada y esta sonrió—. ¿Recuerdas el cumpleaños de James hace unos... tres meses? Ahí estabas.

—Oh, ¿cómo estás? —era más que obvio que Lauren lo recordaba, habíamos pasado varios minutos charlando con Roy, que por supuesto creía que realmente me gustaba esa chica y ella a mí.

—Intentando seguir adelante. Difícil, pero lo intento —sonreí de inmediato, acercándome más hacia ellos—. ¿Tú cómo lo llevas?

Antes de responder Lauren buscó a su alrededor, seguro que a Haley y April, pero al ver que no estaban volvió a mirar a Roy, nerviosa.

—Igualmente —volvió el silencio incómodo, y Lauren, al notar que Roy esperaba que le dijera algo más, prosiguió—. Hay veces que... no, olvídalo —de inmediato sus mejillas se enrojecieron y desvió la mirada de Roy—. Creo que tengo que irme —yo la miraba intrigado, al igual que él, que de inmediato la siguió por detrás.

Al llegar ya a la puerta de la iglesia Roy le tomó el brazo suavemente, a lo que Lauren respondió sorprendida, dándose la vuelta hacia él.

—Puedes decírmelo.

Lauren se quedó ahí parada observando sus manos, al igual que lo hacía Haley.

—Yo... no puedo olvidar a Tyler —¿Qué?—. Cada noche yo... —esta calló cuando una pareja pasó a su lado para abrir la puerta. Roy no quitó la vista de los ojos de Lauren— ...sueño con Tyler cada día, y no desaparece. No me deja dormir tranquila.

—¿Cómo? ¿Pesadillas?

Esta asintió. Sus ojos se estaban cristalizando.

—Nunca con Tyler tuvimos una relación cien por cien real, pero... es imposible no tenerle cariño a un chico con el que saliste más de un año.

—Por supuesto.

—Todos creen que no me importa, que seguramente ni pasa por mi mente. Que no tengo sentimientos, que soy fría y no me importa nadie más que yo. Incluso mis amigas, las que he tenido desde que tengo memoria. Todos me ven como si fuera una cualquiera, pero no es así —estaba extrañado, no entendía por qué le estaba contando esto a Roy.

—Tranquila —este le acarició el brazo preocupado, y es que Lauren estaba bastante pálida—. Que la gente crea lo que quiera, lo importante es que tú sabes lo que es cierto.

—Ese es el problema, ni yo misma lo sé. Quizás tengan razón. Yo ni se quién soy —unas lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, y Roy no sabía qué hacer.

Era cierto lo que había escuchado, Lauren realmente tenía problemas serios. No estaba bien, y por supuesto me sorprendió mucho.

—Siéntate aquí —Roy la llevó a uno de los asientos de atrás, y Lauren se sentó ahí intentando tranquilizarse, pero no podía.

—Qué vergüenza... qué vergüenza... —repetía una y otra vez.

Roy la abrazó por los hombros sin decir nada, dejándola en su mundo. Y es que claramente se dio cuenta de que la actitud de Lauren era algo bastante serio.

—¿Viniste con alguien?

Lauren por primera vez durante unos minutos subió la cabeza, encontrándose con la mirada fija en ella. Titubeando pudo responder.

—No.

—¿Quieres que te lleve a tu casa? ¿O viniste a la misa?

Lauren observó hacia adelante, y las dos pudimos notar que iba a empezar pronto.

—¿Te digo algo? Quedémonos y luego te invito a algo.

—Tengo... que... mi novio va a jugar hoy, no puedo —esta se enderezó de inmediato, nerviosa.

Así fue como sin siquiera darle tiempo a Roy para levantarse se dirigió a la salida, pero antes de ello chocó contra una de las chicas que había visto hacía un rato sentada, y a su lado iba la amiga.

—¿Te encuentras bien?

Lauren asintió, pero aun así más lágrimas salieron de sus ojos. Y sin perder más tiempo salió de ahí a paso rápido. No la seguí. Necesitaba saber qué estaba haciendo Roy aquí.

(Haley)

—¿Por qué te demoraste tanto? —saltó April en el coche cuando Lauren apareció finalmente.

Pude notar que Lauren había estado llorando, aunque April no se dio cuenta, porque lo disimulaba bastante bien. Pero yo conocía esa mirada, era la que había tenido que poner con mi madre cada día que volvía del instituto.

—Roy me recordaba de una comida con Tyler hace unos meses atrás. Se me puso a hablar y bueno... no podía salir corriendo.

—¿Y sigue ahí dentro?

Lauren asintió, a lo que ambas posaron sus ojos en mí. Me encogí de hombros.

—Puedo venir mañana temprano, pero no podemos arriesgarnos a que alguien nos vea. Y mucho menos Roy, él podría contarle a Fernando y lo más probable es que Richard Grey se entere.

Ninguna de las dos dijo nada. Se mostraron de acuerdo y April prendió el coche. Así fue como volvimos al instituto, y es que el partido ya había comenzado hacía unos diez minutos. Lauren al estacionar el coche salió corriendo hacia la cancha, ya que las animadoras iban a degollarla viva si no aparecía.

—¿Vas a venir? —me preguntó April al ver que no salía del coche—. Puedo ir a dejarte a tu casa. O, bueno, a la casa de los Ross.

—No te preocupes, voy en autobús.

—Vamos, no me cuesta nada. Además, tampoco tengo muchas ganas de ver otro partido —esta me sonrió y terminé accediendo, finalmente.

Prendió el motor del coche y salimos del estacionamiento del instituto. El camino fue silencioso, April estaba perdida en sus pensamientos y yo me preguntaba dónde estaba Tyler... ¿Se habría quedado en la iglesia? ¿Habría vuelto a casa?

—¿Puedo preguntarte algo? —la voz de April me hizo volver a la realidad. Asentí, mirándola con atención—. ¿Cómo está Mark?

Me quedé un momento sin saber qué decir, lo único que venía a mi mente era el arma que había comprado... Y me asustaba bastante. No sabía si decírselo, por un lado podía ser la ayuda que Mark necesitaba, pero por el otro sentía que no tenía que meterme en eso, no era de mi incumbencia.

—No lo sé, la muerte de su hermano creo que lo ha dejado muy afectado.

April apretó el volante sin quitar la vista del camino.

—¿Sigue con esa rubia?

¿Diana? Sí, debía referirse a ella.

—Creo que no.

Era mentira, en realidad no tenía ni la menor idea. Pero sí sabía que Mark estaba enterado de que se trataba de la hija de Richard Grey. Por lo que sería cruel hacer creer a April que estaban en una relación. Una pequeña sonrisa iluminó su rostro.

El resto del camino hablamos sobre lo que debía escribir para el anuario relacionado con los Red Dragons. April me recordó que debía ser entregado el viernes de la próxima semana, por lo que como íbamos algo cortas de tiempo se ofreció a ayudarme si me era complicado. Finalmente llegamos a la casa de los Ross, donde pude ver que había el coche de James estacionado. Y la motocicleta de Tyler, que ahora era más bien de Mark, por lo que se me ocurrió una idea.

—¿Quieres pasar?

April se lo pensó un momento, dudosa.

—Bien.

(Tyler) 

La misa terminó y tenía que admitir que no había estado mal, me había pasado la mayor parte rogándole a Dios que me diera una segunda oportunidad, mientras que Roy parecía estar perdido completamente en sus pensamientos. El punto era que iba a darlo todo para volver a la vida. Tenía que hacerlo, porque si Dios me había dado esta oportunidad no iba a desperdiciarla.

Al terminar Roy se encaminó a la salida de la iglesia y yo, fastidiado, lo seguí. Había creído que iba a descubrir qué relación tenía con el sacerdote, pero al parecer hoy no iba a ser el día. Hasta que su voz se escuchó por detrás. Roy se dio la vuelta al escucharlo, y ahí estaba él, caminando a paso tranquilo hacia donde nos encontrábamos.

—¿Ya te vas?

—Tengo que ir a cuidar a Haley, recuerda que Anna me dejó a cargo de ella.

—Oh claro, claro —asintió sonriendo—. Esa niña cada vez está más parecida a su madre.

Roy se mostró de acuerdo, pero luego frunció el ceño.

—¿La has visto últimamente?

—Vino, si mal no lo recuerdo, unas semanas atrás —pensé que iba a contárselo todo, pero no fue así—. ¿Cómo está tu ex esposa? ¿Has hablado con ella?

—Quedamos como amigos, o eso creo... Ella me admitió que siempre supo que no la amaba lo suficiente, así que además de atribuirme toda la culpa también lo hizo consigo misma.

—Te advertí que no debías casarte con ella. El matrimonio no es algo que haya que tomarse a la ligera.

—Lo sé, es que estaba tan enojado con Anna y conmigo mismo que lo vi como la única salida para olvidarla.

—Y claramente no fue así. No sabes cuánto me alegro de que estén juntos —el sacerdote le dio unas palmadas en la espalda y Roy sonrió.

—¿Y qué tal Whitey? ¿Han hablado?

—Viene todos los domingos a misa, a veces se pasa durante la semana —justo en ese momento unas cuantas personas se acercaron a ambos para saludar al sacerdote y hablar unas cuantas palabras con él.

En eso, Roy lo observó sonriendo y luego de unos minutos interrumpió su conversación con una familia.

—Me voy, pero ten por seguro que vuelvo durante la semana.

—Estaré esperándote. Y gracias por la donación, Roy, realmente te has pasado. Dale mis agradecimientos a Fernando también, muchos niños tendrán de comer por ustedes —Roy negó con la cabeza, despidiéndose con un apretón de manos, para caminar hacia la salida.

—¡No nos lo agradezcas, es lo mínimo! —fue lo último que dijo antes de salir de la iglesia con una amplia sonrisa.

Yo no lo entendía muy bien, solo me había quedado claro que Roy y Fernando habían donado dinero. No le di más vueltas al asunto y lo seguí por detrás.

—¿No fuiste a ver el partido? —le preguntó Roy a Haley. Lo bueno de su coche era que tenía el móvil sincronizado, por lo que podía escuchar perfectamente su voz.

—No, estaba algo cansada. ¿Tú dónde estás?

—Haciendo unos trámites, nada importante. ¿Has hablado con tu madre?

—Sí, pero muy poco. Me dijo que iba a llamar después de cenar.

—Perfecto. ¿Y Marie está contigo?

Hubo un silencio, en el que Haley no respondió, hasta que finalmente volvió en sí.

—Creo que está en el partido, no la he visto —su voz sonó apagada y Roy no lo pasó por alto.

—¿Paso algo entre ustedes?

—Nada de qué preocuparse —Roy iba a decir algo, pero esta se adelantó—. Tengo que colgar, le prometí que ayudaría a Martha con un postre que iba a hacer. Suerte en tu día.

La llamada finalizó y este se quedó perdido en sus pensamientos. Y yo en cualquier momento iba a salir del coche para ir a casa a ver qué tal estaba Haley. Pero no lo hice, necesitaba respuestas y sabía que Roy podía dármelas. Este llamó a unos cuantos contactos del trabajo, y finalmente llamó a Fernando.

—No veo tu coche. ¿Dónde andas?

Fruncí el ceño. ¿Que no veía su coche? ¿Qué significaba eso? Estábamos en mitad de una de las calles más transitadas de Chicago...

—Siento no estar las veinticuatro horas del día junto a ti, pero ya sabes, hay una cosa que se llama trabajo y sirve para vivir, y, bueno... Soy un hombre responsable.

—También hay una cosa llamada familia, otra llamada amigos y, ya sabes...

—Cierra la boca —le cortó Fernando fastidiado—. ¿Qué sucede? ¿Paso algo?

—No te exaltes, pero he estado investigando todo el accidente de Tyler y hay algo que no cuadra.

—Creo que ya habíamos hablado de esto, Roy, el accidente de Tyler ya fue, y no podemos...

—Escúchame primero —Fernando se quedó en silencio, a lo que Roy soltó un suspiro—. Me he recorrido la ciudad por completo buscando la grabación de la cámara de seguridad y por extraño que parezca no está.

—Seguramente se necesita una orden judicial para poder verla.

—Claro, pero si existiera. Según la policía la habían visto y no había nada, solo un coche jugando en mitad de la carretera. Pero cuando fui hoy de nuevo el jefe del departamento me insinuó que había algo raro en el asunto. Solo unos cuantos la habían visto, pero cuando él pidió verla esta ya había sido devuelta a la central.

El jefe de la central debía ser el padre de April. Y si estaba entendiendo bien, al parecer había policías que seguramente jugaban en el bando de Richard Grey.

—¿Vas a decirme que hay algo que no cuadra solo porque el jefe no la vio? Quizás estaba muy ocupado.

—A ver... escúchame primero. Fui a la central y me dijeron que se les había perdido. Que ya no estaba. ¿No lo encuentras raro?

—No entiendo a qué quieres llegar, Roy, el caso ya está cerrado. No hay pruebas suficientes. Tenemos que aceptarlo, aunque duela.

—Oh, vamos, no puedo creer que tú mismo estés diciendo esto. Si quieres poner toda tu atención en ganar estas estúpidas elecciones solo admítelo, no me vengas con excusas mediocres.

Hubo un silencio, al parecer Roy justo había dado en el punto.

—Sabes que tengo que hacerlo, él me lo quitó todo...

—¿Tus estúpidos sueños? ¿O más bien los sueños de tus padres? Si no fuera por él, Fernando, nunca te hubieras dado cuenta de que solo eras una marioneta para ellos, afróntalo de una vez y estate orgulloso por la vida que has tenido.

—¿Vas a decirme que tengo que agradecérselo?

—Claro que no, pero para de pensar en lo que te ha quitado y disfruta lo que tienes. Pero, como digo, para que lo disfrutes hay que averiguar bien lo que le sucedió a Tyler. Así que no voy a estar tranquilo hasta que lo averigüemos. Y sé que tú tampoco lo estarás.

Pensé que Fernando se iba a negar, que iba a dar una excusa. Pero su respuesta fue lo contrario.

—Bien, cuenta conmigo.

Roy soltó una carcajada.

—Ya lo hacía, ahora ven a casa lo antes posible y empezamos.

Fernando iba a protestar, pero Roy fue más rápido y cortó. Al parecer ahora la verdad podía salir antes de lo previsto. Sonreí al pensarlo. En eso, pasamos frente al instituto, y Roy entró. Y yo no entendía qué diablos estábamos haciendo aquí. Roy acababa de decirle a Fernando que fuera a casa, pero él estaba ahora entrando al instituto. Al parecer me estaba perdiendo algo.

Seguí a Roy por las gradas. El juego ya había comenzado y debían quedar unos minutos para que tocara el entretiempo. El marcador mostraba que los Red Dragons estaban a par con los visitantes y se podía incluso percibir la tensión que había en el ambiente. Esperé que Roy se encontrara con alguien, pero tomó asiento en uno de los lugares vacíos y observó el partido.

Pude ver a Simon jugando. No lo estaba haciendo mal. Steve estaba sentado sin jugar, y Lauren animando con las chicas, pero sin mucho ánimo. Cuando el marcador dio minutos para el entretiempo Roy se enderezó y se encaminó hacia los vestuarios con el equipo. Lo seguí por detrás, atento. ¿Acaso iba a adentrarse en la charla del entrenador con el equipo?

Y justamente eso fue lo que hizo.

—¡Roy Miller!

—Mierda, tengo que sacarme una foto con él.

—Bromeas, no puede ser.

—¿Es él?

Todo el equipo lo miraba boquiabierto, mientras que yo fruncí el ceño, extrañado. Sabía que Roy había sido un buen jugador cuando tenía mi edad, pero nunca me imaginé que uno tan bueno.

—¡Silencio! —exigió Whitey, que se acercó a Roy—. Ha venido aquí a darnos algunos consejos. Así que nada de ponerse como nenitas, quiero que se comporten como profesionales. ¿Entendido?

Todos asintieron, y Steve por su parte volcó los ojos. Simon, que estaba mojándose el rostro en uno de los lavabos, apareció de inmediato. Fue así como Roy se presentó rápidamente, y de inmediato señaló a cada uno de los jugadores en qué estaban fallando y cómo debían mejorarlo. Finalmente terminó dando su punto de vista de cómo estaba el partido.

—He visto cómo juegan y creo que está bien su estrategia, pero los visitantes tienen una línea ofensiva de puta madre. Son enormes, y seguro que ninguno de ustedes puede con ellos...

—Yo si estuviera en el juego podría —le cortó Steve desde atrás, sonando muy enfadado.

Whitey se acercó hacia él para ponerlo en su lugar, pero Roy se lo impidió.

—Steve, ¿no?

—Así es.

—¿En qué posición juegas? —Roy cada vez iba acercándose más a él.

—Soy TE.

—Bien... ¿Y cuál es tu plan?

—Fácil, ellos son enormes, por lo que es imposible para nuestra defensa detenerlos, lo que significa que el quarterback no puede anotar, porque sería marcado de inmediato. Pero podemos hacerles creer que esa es la idea y justo cuando van a derribarlo me tira el pase a mí.

—No está mal, ellos no se lo esperarían. Pero te olvidas de algo: la segunda vez ellos van a marcarte. Ya van a saber la táctica.

—Y ese es el punto.

—Explícate bien, Fox —le exigió el entrenador, fastidiado.

Pero Steve tenía los ojos fijos en Roy, que estaba de la misma forma.

—Lo quieres dejar para el final... así no se lo esperarían y tendríamos asegurado el triunfo —dijo Roy más para sí mismo que para todos los presentes.

—Exactamente.

Todo el equipo aplaudió cuando también pudieron descifrar el plan de Steve, que tenía que admitir que era muy bueno. Pero el entrenador los hizo callar a todos, acercándose a Steve peligrosamente. Whitey estaba que echaba humos. Siempre se desquitaba conmigo, pero como yo ya no estaba seguramente su rabieta iba acabar en Steve. Y así fue.

—Sé lo que intentas hacer, muchacho, pero olvidas algo... —ambos no quitaban la vista del uno sobre el otro. Steve estaba serio, pero Whitey formó una mueca burlona—. Yo decido quién entra y quién sale. ¿Lo olvidas? Y créeme, tú serías el último jugador que haría entrar, aunque tuvieras la mejor idea del mundo.

—Viejo de la...

—Una palabra más y te saco del equipo para el resto de la temporada —le apuntó mientras le daba la espalda e iba donde había otro del equipo a decirle que iba a entrar—. Gracias por la táctica, Fox, nos va a servir para patearles el trasero.

Steve apretó los puños. Roy lo observaba atentamente, al igual que el resto.

—Whitey, deberías hacerlo entrar, él acaba de darnos...

—No te traje aquí Roy para que dieras órdenes, y lo sabes.

—Pero...

—¡Pero nada! Fox no va a entrar, y no voy a repetirlo. Y si escucho una queja más les aseguro que él no va a ser el único que se quede en la banca.

Por supuesto nadie del equipo ni abrió la boca, todos bajaron la vista y asintieron de acuerdo. Pensé que alguno iba a oponerse a Whitey, que alguno iba a echarle en cara que era un completo imbécil. Incluso le eché un vistazo a Simon, pero él estaba muy ocupado hablando con otros compañeros sin importarle lo más mínimo. Y tenía que admitir que la realidad fue decepcionante.

El segundo tiempo comenzó y Steve se quedó un momento a solas en los vestuarios, donde se puso como un loco a patear todo lo que tenía a su alrededor. En mitad de todo ello apareció Lauren, que seguramente debió haber notado su ausencia afuera, y al verlo, sorprendida y preocupada, fue corriendo hacia él.

—¿Steve? —le preguntó por tercera vez al ver que este no paraba de darle a la pared con los puños—. ¡Steve, detente! ¡Me estás asustando!

Se acercó hacia él para calmarlo, pero Steve no le hizo caso, separándose de ella.

—Déjame solo, Lauren.

—No voy a hacerlo, ¿qué suce...?

—¡FUERA! —le gritó violentamente—. ¡Que me dejes solo, joder!

Cerró la boca y se quedó quieta, observándolo. Steve se dejó caer al suelo, tenía la respiración entrecortada y los puños ensangrentados. Unas cuantas lágrimas amenazaban por caer de sus mejillas, pero él las arrebató antes del acto. Lauren se acercó hacia él sin hacer caso de las suplicas de Steve de que lo dejara solo, agachándose a su lado y abrazándolo.

—¿Todo esto es porque Whitey no te metió al juego? Porque sabes que lo hizo por tu tobillo, recuerda que no está bien y cualquier otra fractura podría ser permanente.

—Lo sé, es solo que... —este al parecer estaba rebatiéndose consigo mismo si seguir con la oración, cosa que hizo finalmente— ...va a quedar permanente de todas formas.

Lauren esperó que él le explicara por qué decía eso, pero Steve miraba al suelo sin dar señal de que iba a proseguir.

—Creo que estoy perdiéndome algo.

Al no recibir una respuesta tomó el rostro de Steve, obligándolo a mirarla, cosa que hizo soltando un suspiro y disponiéndose a hablar.

—Mi padre está afuera.

Lauren se quedó quieta, no dijo nada. En cambio, su rostro adoptó preocupación y abrazó a Steve aún más a ella.

—Si ve que no me colocaron en el juego va a matarme, y el maldito de Whitey no va a ponerme, lo intenté y el imbécil se rio en mi cara —prosiguió, y al terminar pateó bruscamente el basurero que había a su lado.

—Tranquilo... hoy puedes quedarte en mi casa. Mis padres están de viaje— le susurró Lauren besándolo en la mejilla.

—¿Estás segura?

—Totalmente.

Yo los observaba a ambos intrigado... ¿Esto era amor? Porque no me entraba en la cabeza que chicos de dieciséis años pudieran llegar a sentirlo, e incluso que existiera como lo estaba viendo ahora mismo enfrente de mí.

—Vamos fuera.

—¿Estás seguro, Steve?

Asintió enderezándose y ayudando a Lauren a hacerlo también. Fue así como ambos, cogidos de la mano, salieron de los vestuarios, sentándose en la banca, y varios los miraron atentos.

—¿No debes ir con las animadoras? —le señaló apuntando su uniforme.

—No fuiste el único a quien dejaron en la banca hoy —Steve abrió los ojos e iba a decir algo, pero Lauren prosiguió sonriendo—. No pasa nada, estoy algo cansada y torpe. Además, así puedo estar con mi novio —esta le dio un empujón en el hombro y Steve soltó una carcajada.

Pude notar que Roy los observaba intrigado a unos metros de distancia. Al parecer ver a Lauren nuevamente le había sorprendido bastante. Al igual que a ella, que discretamente le echó un vistazo sin que Steve lo notara, y le sonrió disimuladamente. Roy, por su parte, también lo hizo.

—¡ADAMS, MUEVE TU MALDITO TRASERO! —gritó Whitey ganándose mi atención.

Esperaba que la táctica de Steve funcionara, para que al menos los Red Dragons ganaran el partido.

(Haley)

—...no tengo ni idea de lo que pude haberle hecho. Sé que debe extrañar a Tyler, ¿pero por qué se lo toma contra mí?

April llevaba más de diez minutos hablando de Mark conmigo y no tenía la menor idea de qué decirle para calmarla.

—¿Qué crees que le sucede?

Se echa la culpa de haber matado a Tyler y siente que no merece ser feliz. Y como tú eres esa felicidad, pues ahí está. Por supuesto me quedé en silencio pensando qué excusa darle.

—Quizás no quiere ser una carga para ti.

—Pensé lo mismo, pero lo conozco, sé que oculta algo.

Me encogí de hombros. De repente su móvil comenzó a sonar y esta sonrió.

—Los Red Dragons han ganado.

Excelente, ahora Simon y Marie deben estar abrazándose y celebrándolo como los mejores amigos. Y yo aquí.

—Tengo que ir a sacar notas para el periódico del lunes, ¿vienes?

—Me voy a quedar a ver si descubro algo más de mi abuelo.

—Bien, me avisas si hay cualquier cosa —esta tomó su cartera y fue hacia la puerta, y justo en el momento en que pensé que iba a irse se dio la vuelta—. No sé qué pasó con tus amigos Haley, y sé que no es de mi incumbencia, pero si hoy por la noche te animas a ver una película morbosamente romántica estoy disponible.

No sabía qué decir, realmente me había sorprendido. April no esperó una respuesta de mi parte, sino que me sonrió, y eso fue lo último que vi de ella, ya que había desaparecido de mi nueva habitación sin darme tiempo de decir nada. Al quedarme sola me enderecé para ir a buscar algo de comer a la cocina, pero tropecé con una carpeta. La carpeta de April. Era la usaba para guardar la mayor parte de los papeleos del instituto, papeles sumamente importantes.

De inmediato la tomé y salí a paso rápido, quizás todavía no se había ido y sabía que la carpeta era sumamente importante para ella. Pero por el camino frené de golpe cuando escuché la voz de April que discutía con alguien a quien no podía ver, ya que estaba en la sala y yo seguía en mitad del pasillo.

—No voy a volver a repetirlo. ¿Qué estabas haciendo debajo de la silla?

—No sé de qué hablas.

Diana. April estaba hablando con ella, no me cabía duda. Su voz era aguda y a la vez te hacía poner todos los pelos de punta.

—A mí no me engañas, no soy ni Mark ni James —le respondió, o más bien se burló—, así que tu jueguecito no va a resultar conmigo.

—Creo que voy a irme —sentí unos pasos dirigiéndose a la salida, pero al parecer April no iba a dejarla ir tan fácilmente.

—Tú no te vas hasta que me respondas.

—No tengo que responderte nada. ¿Estás loca? Déjame salir.

Al parecer debía estar junto a la puerta, porque Diana estaba realmente cabreada.

—Responde qué estabas haciendo, no es tan difícil... ¿no?

—Mira, si estás celosa porque estoy con Mark jódela con él, no conmigo.

—¿Celosa? ¿Yo? ¿Porque estás con Mark? —el tono fue dramático, pero totalmente falso. Me acerqué sigilosamente más hacia ellas para poder verlas—. Vamos, ¿realmente crees que voy a caer en tu patética forma de cambiar el tema? Esto no se trata de Mark, es sobre qué mierda hacías. Y creo que ya me estoy haciendo una idea.

Diana, que estaba frente a April, de manera brusca la empujó hacia el lado para poder salir, pero April fue más rápida y la tomó del brazo, haciéndola girar.

—¡No me toques!

Diana intentó sacar su brazo, pero era imposible, April la tenía muy bien agarrada.

Y justo en ese momento se oyeron pasos bajando del segundo piso. Mark ni terminó de bajarlas. Se quedó observándolas a ambas, seguramente sorprendido.

—Mark, puedes decirle que me suelte, me hace daño —habló Diana, a lo que April no la libró de su agarre.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Estaba con Haley. Y mejor pregúntale a ella qué estaba haciendo debajo de
la silla.

Diana soltó una carcajada.

—No sé qué dice, se me había caído un pendiente, nada más.

—¿Y dónde está? Porque estoy completamente segura de que no tienes ni siquiera uno puesto —esta le movió el cabello, dejándola en evidencia. Diana, irritada, le quitó la mano de golpe, y April la volvió a agarrar antes de que se escapara.

Y lo siguiente que se escuchó fue un gemido de dolor por parte de la rubia.

—¡April, suéltala! ¿Es que te volviste loca?

—Pero Mark, ella estaba...

—Quiero que te vayas. ¡Ahora! —le apuntó la puerta y April, sin poder creérselo, lo miró fijamente a los ojos—. No estoy jugando.

No podía creérmelo, y sabía que April todavía menos. Luego de un momento terminó soltando a Diana y sin decir nada salió de la casa.

—¿Estás bien? —Mark bajó las escaleras restantes para llegar a la altura de Diana y se acercó hacia ella observándole el brazo.

—Me duele, pero nada grave.

—Siento mucho lo que acaba de pasar, April realmente se volvió loca.

Diana soltó una carcajada y puso sus brazos en el cuello de Mark, acercándose a él.

—No hablemos más de eso. Mañana almorzamos juntos, ¿no?

—Claro —Mark acortó la distancia que los separaba y la besó en los labios. Diana le devolvió el beso con la misma intensidad.

Así fue que termino separándose de él y se despidió, saliendo de la casa a paso rápido. Mark se quedó observándola desde la puerta hasta que ya se había ido. Yo no entendía nada. Mark, según Tyler, sabía que Diana era la hija de Richard Grey. ¿Entonces había fingido todo esto?

En eso, sentí unas manos por detrás colocarse en mi cuello, y ante la sorpresa solté un grito de golpe. La carcajada de James me hizo tranquilizar, pero al mismo tiempo sentía que el corazón estaba saliéndose de mi pecho.

—Debí haber grabado tu cara —este seguía riéndose, y yo, en cambio, me quedé en silencio intentando recuperar el aliento—. Mark, ¿viste cómo se asustó? Realmente creía que era un asesino o algo así.

Cerré los ojos avergonzada, ahora Mark debía estar preguntándose qué diablos estaba haciendo ahí y cuánto había escuchado.

—¿Haley? —la voz de James me hizo abrir los ojos y encontrarme con Mark mirándome con el ceño fruncido desde el marco de la puerta—. Hay fiesta hoy por la noche, ¿vienes?

Me giré hacia él evitando mirar a Mark.

—No tengo muchas ganas.

—Oh, vamos, será divertido.

—Quiero descansar...

—Descansa mañana.

No sabía cómo negarme a James, pero es que realmente no quería ir.

—Lo siento, James, pero Haley es mía esta noche.

Pude sentir cómo Mark Ross colocaba un brazo por mis hombros y me observaba con una sonrisa. Extrañada, levanté la mirada hacia él.

Y ahí capté que solo intentaba salvarme de la insistencia de su hermano.

—¿Tuya? ¿Quién eres y dónde está Mark? —soltó James, que parecía más sorprendido que yo.

—Solo va a ayudarme a terminar un proyecto, nada más.

—Ustedes los cerebritos no se cansan nunca. Si ya apruebas, ¿para qué diablos esforzarte más?

Mark lo fulminó con la mirada y James terminó refunfuñando mientras subía las escaleras a su habitación, dejándonos a ambos solos. Con el "pequeño" detalle de que Mark aún mantenía su brazo sobre mi hombro. Nerviosa, tomé una bocanada de aire intentando tranquilizarme. Y justo en ese momento su brazo desapareció y se colocó frente a mí con los brazos cruzados.

—Parece que realmente te gusto.

—¿Qué? ¡No!

—Oh, vamos, primero escuchando en el pasillo mi conversación con James, luego duermes en mi casa y le haces creer que eras mi novia o algo así, y finalmente apareces en el cementerio con April, y sé que fuiste tú la que le dijiste que estaba ahí. Raro, ¿no? En realidad, muy raro para ser verdad.

No sabía qué decir, Mark parecía realmente fastidiado.

—Yo he... yo no...

—Solo dime, ¿realmente fuiste la novia secreta de Tyler?

Carraspeé, su pregunta me había tomado por sorpresa. Dudé un momento si mentirle o decirle la verdad. Pero descarté de inmediato la última, la probabilidad de que me creyera era mínima y lo único que ganaría sería la etiqueta de loca en mi frente. Pero la voz de Mark se me adelantó.

—No respondas, ya me hago una idea —iba a protestar, pero Mark se acercó más aún a mí—. Tyler no salía con chicas como tú, Haley, nunca lo hubiera hecho.

¿Chicas como yo? ¿Qué intentaba decirme?

—¿No era lo suficiente para él? —pude decir evitando su mirada.

Mark soltó una leve carcajada.

—No entiendes el punto, Haley, tú eras más que suficiente, ese era el problema.

—¿Por qué me dices esto?

—Quiero entender por qué mentiste, por qué dices haber sido la novia de Tyler cuando no lo fuiste —no sabía qué decir—. Puede que hayas engañado a James, pero no a mí.

—Yo... yo no sé de qué hablas.

—Tranquila, no voy a decírselo a los demás.

Mark se alejó de mí y comenzó a subir las escaleras.

—¿Por qué? —le pregunté desde mi lugar.

—Porque tú también sabes algo de mí que no le has dicho a nadie.

Y con eso desapareció, dejándome ahí parada sin tener ni idea a qué se refería. Porque estaba segura de que no podía ser el tema del accidente de Tyler... ¿O sí?

(Tyler) 

Los Red Dragons ganaron el partido y ahora mismo estaba junto a Roy y Whitey, que se estaban despidiendo.

—Cuando me necesites me llamas.

—Voy a hacerlo, que no te quepa duda —le señaló Whitey con una sonrisa mientras ambos se abrazaban.

—Antes de irme, ¿por qué no lo pusiste? —Roy apuntó a Steve, que estaba besándose con Lauren junto a las gradas—. Sé que es bueno, lo había visto practicar con Tyler unas cuantas veces.

—Una lesión más en su tobillo y no podrá jugar nunca más, lo hago para cuidarlo.

—¿Y él lo sabe? —Whitey asintió—. Entonces algo no calza, ¿por qué querría arriesgarse de esa manera?

—Eso es lo que intento comprender. Y si te soy sincero también te llamé para saber si veías lo mismo que yo.

—No entiendo.

—¿Recuerdas alguna vez algo parecido? Un jugador que quiera entrar con tantas ganas a la cancha estando lesionado.

Roy se quedó un momento pensándoselo.

—Yo, pero lo mío era una situación diferente, si mi tío... —Roy abrió mucho los ojos—. ¿Crees que es lo mismo?

—Estoy seguro.

—¿Y está aquí?

—Yo mismo lo llamé para que viniera.

Ambos se quedaron en silencio, y yo intentaba entender lo que estaba sucediendo. ¿El padre de Roy también lo golpeaba?

—Debemos hacer algo.

—Pensé en hablar con su madre, lo más probable es que no sepa lo que
está pasando.

—Es una pésima idea. Ella se lo dirá y él ira a por... Steve, ¿no? —el entrenador asintió—. Lo mejor es mostrarle pruebas a su madre para que sepa que no estamos jugando.

—¿Entonces hay que hablar con Steve y decirle lo que sabemos?

—Ahora mismo no, debe estar cabreado porque no entró al juego. Pero puedo acercarme a hablar con él durante la semana.

—¿Y si no llega a la semana?

—Whitey, tranquilo, no va a matarlo.

—¿Recuerdas al guardaespaldas de Richard Grey?

—Sí, pero creo que nos estamos desviando del tema.

—¿Recuerdas que mi hijo era compañero de él?

Roy asintió.

—El padre de Steve es ese hombre que está ahí —Whitey apuntó a las gradas en dirección a este, que justo discutía con la madre de Steve mientras bajaban para salir de la cancha.

—Maldito hi...

—Él es capaz de cualquier cosa, así que no voy a estar tranquilo. Perfectamente puede matarlo, como seguramente hizo con mi hijo —le susurró a punto de salirse de sus casillas.

Roy seguía observando al padre de Steve sin despegar la vista.

—Voy a ir a hablar con él.

—Roy, qué diablos...

Whitey caminó tras él, no podía creer lo que Roy estaba haciendo. En un momento dado el entrenador frenó y dejó ir a Roy solo hacia él. Yo lo seguí de inmediato. ¿Es que se había vuelto loco? El padre de Steve le estaba dando la espalda, y Roy al llegar a su lado le dio unos leves toques.

Entonces se dio la vuelta, y tenía que admitir que daba bastante miedo. Tenía el ceño fruncido, sus ojos eran muy oscuros y tenía una mandíbula grande. Sus rasgos eran muy marcados. Y qué decir de su cuerpo... Debía ganarle por diez kilos de musculatura a Roy.

—¿Algún problema? —soltó con voz grave.

—Solo venía a saludar. ¡Hace mucho que no te veía!

La madre de Steve, que estaba a su lado, miraba a Roy con una sonrisa. Ambos se saludaron, y la mujer se excusó diciendo que iba a buscar a Steve para saber qué iba a hacer.

—Linda mujer.

—¿Qué quieres?

—¿Cómo va todo con Richard?

—Mejor que con Fernando, al parecer.

El hombre se dio la vuelta nuevamente comenzando a caminar, pero Roy no se rindió fácilmente.

—He notado que tu hijo está siendo golpeado constantemente. ¿Sabes quién puede ser?

Este frenó de inmediato, dándose la vuelta nuevamente hacia Roy.

—No sé de qué hablas.

—Si sigues no voy a descansar hasta meterte en la cárcel.

—¿Cómo lo intentaron tú y tus amiguitos la última vez?

—Ahora es diferente, tenemos a tu propio hijo como evidencia. Así que si no quieres ir a la cárcel por maltrato infantil tendrás que terminar con ello. Y créeme, la próxima vez que golpees a tu hijo el que terminará adolorido serás tú.

Ambos se miraban fijamente a los ojos. Parecía que en cualquier momento iban a comenzar a pelear, pero no fue así. El padre de Steve sonrió torcidamente y se separó de él para seguir su camino hacia la salida. Roy soltó un suspiro y se volteó hacia Whitey, sonriendo. Al parecer el padre de Steve había entendido que, si le pegaba nuevamente a su hijo, él también iba a sentir el golpe. Y me alegraba por ello.

(Haley)

—¡Te echo mucho de menos cariño! —mamá parecía que iba a ponerse a llorar en cualquier momento, y yo estaba igual.

—¿Qué van a hacer ahora?

—Las clases empiezan en una hora, así que creo que prepararnos, aunque no tengo la menor idea de dónde diablos se metió Holly —solté una carcajada, al igual que ella—. ¿Y tú qué tal?

—Bien —me encogí de hombros, y al ver que mi madre estaba dándose cuenta de que había algo más cambié el tema—. No te ofendas, pero la comida de Martha es increíble.

Así fue que nos pusimos a hablar sobre lo estupenda que era la comida de esta, y mamá me hablaba de cuando era adolescente y de cómo junto a todo el cuarteto devoraban lo que les preparaba Martha. Y finalmente luego de unos minutos terminamos hablando de Roy.

—¿Te gusta?

—Claro que me gusta.

—Mamá... ya sabes a lo que me refiero.

Quería saber si ese me gusta era el mismo que usaba con todos sus novios de una noche o era un me gusta real, verdadero.

—No lo sé, Haley, pero de lo que sí estoy segura es que no es como cualquier otro hombre con el que he estado. Roy es... no sé cómo explicarlo.

—Con eso me basta —le sonreí ampliamente.

—Supongo que te está cuidando bien.

—No te preocupes, Roy tiene sus ojos puestos en mí todo el día. Y no bromeo.

Era cierto, desde que había llegado al instituto que me mandaba mensajes a cada minuto preguntándome si necesitaba algo y sobre qué iba a hacer por la tarde. Y ahora que estaba en casa ya me había dejado tranquila con los mensajes. Pero en cierta forma también me gustaba, mamá no era así, nunca lo fue. Y saber que había alguien pendiente de mí, de cómo estaba y de qué necesitaba era... lindo.

—¿Y dónde está ahora?

—Ya, ya, si no quieres hablar más conmigo...

—¡No! Bromeaba, puedo llamarlo luego. ¡Haley! ¿A dónde te crees que vas?

Me mordí el labio para no reír y llevé el ordenador fuera de mi habitación.

—Tranquila, espera un poco.

Así fue que busqué a Roy por la casa. Ya era bastante tarde y James se había ido hacía una hora a la fiesta, a Mark ni lo había visto, y... Marie seguro que estaba con Simon por ahí pasándolo "sumamente" bien.

—¡Vas a perder, Feñi!

—Nunca me has ganado, Miller, métetelo en la cabeza de una puta vez.

Escuchar a Fernando Ross hablar con maldiciones era algo nuevo para mí, por lo que aún no podía acostumbrarme a ello, al igual que él, ya que se disculpaba cada vez que estaba yo presente. Y ahora no fue la excepción.

—Es mi madre, quiere hablar contigo.

Roy no se movió, sino que miró a Fernando y luego a mí, como si se tratara de una decisión de vida o muerte.

—Te lo dije: nunca me has ganado y nunca lo harás.

—Maldito desgraciado con suerte —soltó enderezándose y tirándole el control de la consola en el rostro. Lo siguiente que oí fue un aullido de Fernando y a Roy saludar a mamá mientras se llevaba mi ordenador a la cocina.

Al quedarme ahí parada sin saber qué hacer observé a Fernando, que había comenzado el juego sin Roy y lo había matado de inmediato.

—¿Quieres jugar? —me preguntó sin apartar la mirada de la pantalla.

—Debo ser fatal, nunca he jugado.

—Roy ha jugado bastante y es fatal. No creo que sea un requisito —Fernando ladeó una sonrisa y yo no pude negarme, me coloqué junto a él y tomé el control de Roy.

A ver si de esta forma podía relajarme y sacar toda la tensión que tenía en mi cuerpo.

(Tyler) 

Llegué a casa con Mark, que había ido a buscar a James a la fiesta. Por supuesto este estaba borracho, y Marie no se quedaba atrás.

—Justo cuando iba a besarme con Alison. ¡¿Por qué?! Has arruinado... has arruinado mi vida —lloriqueaba, y yo me reía sin parar.

Había olvidado lo que era James borracho. Siempre se comportaba como una niña.

—¿Por qué siempre rubias? Ya parece que eres alérgico a las castañas, pelirrojas, morenas... —susurraba Marie apoyándose en las paredes para no caer.

Mark se dio la vuelta, observándolos a ambos.

—Vayan a sus habitaciones y no hagan ruido —les pidió para luego subir las escaleras y dejar a los dos borrachos solos.

James y Marie guardaron silencio y se miraron el uno al otro.

—Tengo ganas de comer un pan —¿Qué? Lo miré frunciendo el ceño. ¿Es que se había vuelto loco? Debían ser las dos de la mañana—. Sí, definitivamente quiero un pan —Marie enarcó una ceja.

—¿Un pan? Yo quiero galletas de chocolate.

James abrió mucho los ojos.

—¡Yo quiero un pan de chocolate!

Los dos partieron corriendo a la cocina como dos animales hambrientos, y yo realmente no sabía qué hacer con ellos, así que dejé que disfrutaran en privado lo que sea que iban a comer y me dirigí a la habitación de Haley. Al entrar me la encontré aún despierta, estaba con las luces apagadas dentro de su cama. Encima tenía el ordenador. Estaba muy concentrada, ya que llevaba las gafas puestas.

—Hola —la saludé intentando que no se llevara un susto, y así fue. Esta levantó la vista hacia mí y lo siguiente que hizo fue prender la luz de la pequeña lámpara que tenía a su lado.

—Por fin, te estaba esperando.

—¿Ah sí?

Haley asintió y me pidió que me acercara a ella, lo que hice de inmediato.

—¿Estabas en la fiesta?

—Sí, no te perdiste nada.

—No te creo —iba a protestar, pero esta me lo impidió—. Es lindo que quieras evitar que me sienta mal o algo así, pero mentirme no va a funcionar conmigo, ya te conozco demasiado bien.

Cerré la boca sin saber qué decir. ¿Cómo diablos se había dado cuenta?

—¿Fue porque no te miré a los ojos, no? —esta sonrió—. Lo sabía, siempre cuando miento me cuesta bastante.

Haley soltó una carcajada.

—En realidad es más bien tu mirada, cuando mientes la dejas fija en un lugar hasta que terminas.

Le saqué la lengua algo fastidiado porque me hubiera pillado, a lo que esta entornó los ojos.

—Ahora que sabes mi punto débil, dime el tuyo.

—Tendrás que descubrirlo por tu cuenta —ahora fue Haley la que me sacó la lengua y siguió con la vista en el ordenador.

—¿Qué haces? —miré hacia la pantalla y encontré varias fotos, Haley estaba en Facebook, específicamente mirando fotos de la fiesta que varios del instituto ya habían subido—. Mira a James, seguramente lo drogaron.

Ambos comenzamos a reír, y es que ver a James con dos chicas pintándole las uñas y maquillándolo en el baño era alucinante.

—Mañana va a volverse loco cuando vea eso —le comenté a Haley, que asintió de acuerdo.

Esta apagó el ordenador al cabo de unos minutos y ambos nos quedamos en silencio.

—¿Crees que Marie llegará a dormir?

—Está en la cocina con James, llegué con ellos —al terminar Haley abrió mucho los ojos, y yo los volqué—. Mark los fue a buscar, no están juntos ni nada parecido. Ahora mismo deben estar peleándose por el pan de chocolate.

—¿Eh?

—Olvídalo, esos borrachos me están afectando la cabeza.

Haley iba a decirme algo, pero la puerta se abrió dejando entrar a Marie, que llevaba un paquete de galletas en sus manos.

—¿Qué miras?

Haley desvió la vista de inmediato, adentrándose en las sábanas y dando la espalda a Marie, que seguía con la mirada puesta en ella. Ninguna dijo palabra alguna, y sabía que Haley solo disimulaba haberse quedado dormida para evitar cualquier diálogo con Marie, por lo que me acosté junto a ella.

—Falta cada vez menos, Haley, y cuando acabe vas a ver que todo irá mejor, te lo prometo.

Para mi sorpresa Haley tomó su móvil, que estaba debajo de la almohada, y creó un mensaje. Al terminar lo dejó a mi lado.

Solo espero que tú estés ahí conmigo para verlo.

Sonreí instantáneamente y me encontré con sus ojos puestos en mí.

—Lo estaré.

(Haley)

—Primero hay que hacer una introducción, y estaría bien hacer un pequeño resumen de los acontecimientos principales de la obra —les expliqué a ambos.

Steve asintió de acuerdo y Simon se restó a encogerse de hombros. Ya llevábamos treinta minutos en la casa de Steve y por supuesto mi ex mejor amigo no me había dirigido la palabra. Sin olvidar el hecho de que había llegado tarde, no había dado una disculpa y no había aportado absolutamente nada al trabajo. ¿Quién era él y que había hecho con Simon? Además, ahora mismo podía estar con el sacerdote y con toda la evidencia en mis manos, pero había quedado en hacer el trabajo a esta hora y no podía faltar.

—Vamos, chicos, debemos terminar esto y no están siendo de ayuda.

Ambos levantaron la vista asintiendo y luego siguieron con la vista fija en sus teléfonos. Enojada me acerqué a ambos y les quité sus celulares de las manos.

—Steve hablar con... —observé la pantalla, encontrándome con una conversación con Lauren—. Tu novia no va a ayudarnos a terminar el ensayo. Y tú, Simon, hablar con... —vi la conversación y se trataba de nada menos que de Marie.

Esta acababa de decirle: Tienes razón, completamente igual. No pude evitar subir la mirada a lo que le había escrito anteriormente Simon: Es como ver al clon de Lauren Davis.

—Marie... —susurré reprimiendo las ganas de ponerme a llorar—. Ahora voy a dejar los celulares aquí y cuando terminemos pueden sacarlos. ¿Estamos?

No miré a Simon, él sabía que lo había leído. Y no iba a darle nada más de qué burlarse con Marie. Steve asintió de acuerdo y volví a sentarme en la silla para seguir trabajando en el ensayo.

—Ahora, todos leyeron Hamlet, ¿no? —en realidad la pregunta iba más bien dirigida a Steve, que nos observó a ambos soltando un suspiro.

—¿Cuenta haber leído la mitad?

Me mordí la lengua para no adentrarme en una discusión y solté un suspiro.

—Al menos es algo —le sonreí, y Steve también sonrió.

Y justo en ese momento Simon al fin abrió la boca.

—Deberíamos separarnos. Uno prepara la introducción, otro el desarrollo y finalmente otro la conclusión. Así avanzamos más rápido.

—No está mal, pero se va a notar claramente la diferencia de un tipo de redacción con otra.

—Pero alguien de nosotros puede darle una revisada final, puedo hacerlo yo.

—Vendido para Adams —intervino Steve sonriendo hipócritamente a Simon, que se la devolvió de la misma manera.

—Bien, entonces Steve tú harás la introducción. Puedes sacarlo de Internet si no recuerdas algo —este asintió de acuerdo y empezó a trabajar con el ordenador. Me giré hacia Simon—. Tú elige, no me importa hacer el desarrollo o la conclusión.

—Voy algo corto de tiempo ahora mismo, así que elijo la conclusión.

—Bien.

Así fue como cada uno, en silencio, se puso a trabajar, y mientras tanto yo evitaba la mirada que Simon me daba de vez en cuando. Ahora mismo lo que más quería era gritarle que era un estúpido, que no era un clon de Lauren Davis, que seguía siendo la misma Haley de siempre. Pero la realidad fue otra, y me quedé en silencio, al igual que él.

Luego de un rato recordé lo que Tyler me había contado sobre el padre de Steve en el partido de ayer y de inmediato me puse a estudiarlo. Al parecer la advertencia de Roy había sufrido efecto, porque Steve estaba prácticamente intacto y no se veía ningún signo de golpes en su cuerpo. Sonreí para mis adentros.

—¿Tus padres están en casa, Steve? —le pregunté en un momento sonando natural, o eso intenté.

—Nop.

Bien, al parecer no iba a poder sacar mucha información de esta forma.

—¿El baño dónde está?

Steve me dijo que era en el pasillo, la segunda puerta a la derecha, y yo asentí. En realidad, no iba al baño, sino a echar un vistazo al escritorio del padre de Steve y así poder sacar algunas pistas. Marqué el número de Lauren en el momento que salí del comedor donde estábamos trabajando.

—¿Qué sucede, cuatro ojos?

Ya había dado por perdido el hecho de que Lauren me quitara ese maldito apodo, pero si era sincera ya no me importaba que me lo dijera.

—Estoy en el escritorio del padre de Steve ahora mismo. ¿Algún consejo?

Lauren ya sabía que estaba por temas escolares, por lo que no le sorprendió. De hecho, pude incluso sentir que estaba sonriendo desde la otra línea.

—Con April ya lo revisamos todo y no encontramos nada. Pero quizás estos días haya añadido algo por ahí, así que toma fotos. No te lleves nada, que le va a echar la culpa a Steve. ¿Entendiste?

—Sí, no te preocupes.

Corté la llamada y me dispuse a revisar con cuidado los papeles que estaban encima. La mayor parte eran cuentas de agua, luz, gas y otras cosas que no tenía ni idea de que los padres debían pagar. Cuando me disponía a irme sin haber encontrado nada el ordenador que había emitió un sonido parecido al mío cuando le llegaba un mensaje por e-mail. «Por favor, por favor, por favor...», rogaba una y otra vez mientras me acercaba a ver si estaba bloqueado. Di gracias a Dios cuando se prendió la pantalla. Al padre de Steve seguramente se le había olvidado cerrar la sesión.

Tenía abierta la bandeja de entrada, en la que se podía ver una gran cantidad de mensajes. Y entre todos ellos la mayoría provenían de un contacto en especial. Abrí el más reciente, que había sido enviado hacía unos veinte minutos. Y me quedé helada al ver las imágenes que venían adjuntadas. Era yo. Eran cinco imágenes.

En la primera aparecía saliendo de la puerta principal de los Ross, cuando venía hacia la casa de Steve. La segunda era en un semáforo. La tercera cuando había parado en una tienda de comida rápida para comprar una bebida. La cuarta era de mí nuevamente en el coche, y en la última aparecía saludando a Steve en el marco de la puerta. Al final del mensaje el que lo había enviado había escrito unas cuantas palabras, que leí de inmediato.

Espero órdenes de si la sigo por el resto del día o voy por otro. Espero su respuesta lo antes posible.

Me quedé un momento en blanco. ¿O voy por otro? Sin pensarlo dos veces me dispuse a abrir otros mensajes que provenían del mismo contacto, y me encontré con más fotos. Pero ahora no eran mías, sino de James Ross y Marie Acuña en la fiesta de ayer por la noche. Así fue que abrí todos los mensajes de este, encontrándome con fotos de Roy, Fernando, Mark, James, Marie, Anna, Holly e incluso del pequeño George.

Esto solo significaba una cosa, y era que Richard Grey nos tenía vigilados a cada uno. Tyler tenía razón, él iba un paso por delante de nosotros, y con solo ver todo el seguimiento que había era imposible incluso pensar en poder destruirlo. Porque él podía destruirnos cuando le diera la gana. Y lo que más me asustaba era el hecho de que comparándome con los demás la mayor parte de las fotos eran mías, y no entendía por qué.

¿El sabría que podía ver a Tyler? Rechacé de inmediato esa teoría de mi mente, era imposible. Pero no encontraba otra respuesta lógica. ¿Por qué Richard Grey se empeñaría en tenerme a mi vigilada cuando podía estar detrás de Fernando e incluso de James o Mark?

¿Por qué yo? ¿Por qué era tan importante para él?




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