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Capitulo 39: Mentira

(Haley)

La alarma resonó en mis oídos, haciéndome abrir los ojos de golpe, aferrándome a las sábanas con fuerza. Y es que seguía teniendo sueños bastante extraños, más bien pesadillas de mal gusto que no me dejaban dormir tranquila. Aunque al menos ya había despertado. Me enderecé en busca de Tyler, y me lo encontré, como siempre, tirado en el suelo de mi habitación, algo que aún no me entraba en la cabeza, pero de todas formas me quedé observándolo un buen rato.

Sabía que estaba despierto, ya que se despertaba automáticamente cuando yo también lo hacía. Pero prefería dejarlo ahí un rato, para así darme la ducha sin tener que obligarlo a no entrar conmigo. Así que, sin decir nada, salí de la cama y fui hacia la puerta. Y al estar fuera sentí ruidos en la cocina, donde me encontré a mi madre haciendo el desayuno. ¿Pero qué mosca le había picado?

—Haley, ¿te gusta tostado o normal? —tenía el pan en la mano, a lo que yo fruncí el ceño.

—Tostado —sentencié, sin quitar la vista fija en ella—. ¿Tenemos visita?

—No, ¿por?

Me encogí de hombros y me encaminé hacia mi asiento, puesto que me habían tentado los cereales que había en la mesa. Luego de unos minutos en los que miré a mi madre en todo momento, estudiando su extraña actitud, Tyler apareció en la estancia. Caminaba con los ojos bajos y sin ninguna expresión en el rostro. Algo había pasado.

Me levanté de la silla mirándolo atentamente, pero él, en cambio, se puso a caminar hacia los sillones, sentándose ahí.

—¿Qué miras? —nerviosa ante la pregunta de mamá me di la vuelta hacia ella, sonriendo.

—Pensé haber visto una mariposa por la ventana —dije, ya que a mamá le encantaban, de modo que soltó un chillido y se fue corriendo hacia ahí, que estaba justo a un lado del televisor.

—¡No me digas! No veo una desde hace años.

Mientras mamá ponía toda su atención en el cielo, buscándola, me acerqué hacia Tyler, mirándolo fijamente, pero estaba con la vista gacha.

—¿Qué pasó? —le susurré, echándole una mirada a mi madre, que ni lo había notado.

Tyler subió la vista hacia arriba, y noté que sus ojos tenían un brillo inexpresivo, con la vista clavada en la nada.

—¿Tyler? —lo miré aún más intrigada. ¿Qué pasaba?

Mamá en ese momento se dio la vuelta hacia mí con un puchero, lamentándose de no haber visto la mariposa. En fin, yo tenía toda mi atención en Tyler, por lo que ni noté cómo se fue a su habitación para luego salir de inmediato en dirección a la ducha. Esperé a que prendiera el grifo para hablar nuevamente.

Tyler seguía en la misma posición, sentado en el sofá, mirando al vacío.

—Tyler Ross, juro que si no me dices qué diab...

—Kyle despertó —me cortó, a lo que abrí los ojos de golpe.

Este, que ahora estaba mirándome con los ojos rojos, desvió la vista cuando dirigí mis ojos directamente a los suyos. ¿Kyle había despertado?

—¡No puede ser! Tyler eso es una noticia excelente, Kyle está vivo —me levanté del sillón sonriendo, ya que el hecho de que Kyle hubiera salido del coma significaba que el mundo no era tan injusto como creía.

Tyler no respondió, sino que se llevó las manos al rostro, ocultándolo, lo que me hizo entrar en razón, y me di cuenta de que Tyler se estaba comportando de ese modo por el hecho de que ya no tendría a Kyle para hablar, que ahora él era la única persona que estaba viviendo ese infierno.

—Ei, no te desanimes —me acerqué hacia él y me agaché para quedar a su altura. Tyler no se movió, ni tampoco habló—. ¿Él pudo verte?

Negó con la cabeza, y noté que una lágrima se le escapaba por la mejilla. Quería tomarle los brazos y sacarlos de su rostro, para verlo, para consolarlo. Y aunque lo intenté, fue inútil.

—Me tienes contigo, Tyler, tú también vas a volver, lo prometo —le consolaba, a lo que este no me hacía caso—. Ni lo vas a notar cuando estés en un partido con Kyle a tu lado.

Tyler subió la vista hacia mí, mirándome directamente a los ojos.

—Eso ya no va a ser posible...

Enarqué una ceja sin entender a qué se refería.

—Sí lo es, vas a salir de esta. No voy a parar hasta que estés vivo, Tyler, te lo juro, vas a estar con Kyle y luego los tres vamos a reírnos de todo esto —le sonreí, y pude ver claramente sus ojos aguados—. Ya, vas a ver, todo va a estar geni...

—No, Haley, no lo va a estar —negó, con un tono áspero y frío.

—Que sí, Tyler, hay esperanza. El sacerdote lo dijo, Narco lo dijo, podemos hacerlo —aseguré, pero él desvió la vista de mí sin dar importancia a mis palabras—. ¿Qué es lo que te sucede? Dímelo.

Se demoró en responder. Abrió la boca para decir algo, pero luego la volvió a cerrar. Yo me quedé ahí, esperando, sin apartar mis ojos de él.

—Es Kyle... —susurró, y yo lo miré con toda mi atención. Abrió la boca para tomar aire, desviando la vista de mí, pero le cayeron de nuevo unas cuantas lágrimas que se quitó de inmediato.

Mi corazón se encogió. Viendo a Tyler así de vulnerable me entraban unas ganar tremendas de tirarme encima de él para abrazarlo.

—¿Qué pasa con él, Tyler? —le insistí, sin moverme. ¿No era que había despertado? ¿Qué era lo que andaba mal?

Porque sabía que, con solo ver su rostro, algo terrible había sucedido.

—Él quería mantener a su familia, Haley, quería ayudarlos. Quería obtener la beca para la universidad, sacarse un título, pagar las deudas de sus padres... ¡Que no es justo, joder! ¿Por qué mierda la vida es así de injusta? —Tyler se atragantó con sus propias lágrimas, y al terminar miraba al suelo, apretando los puños.

Yo no hacía otra cosa que mirarlo. Me costaba creer que Tyler estuviera de esa forma enfrente de mí. Tan vulnerable. Pero, por otra parte, necesitaba saber de qué iba todo esto.

—Dime qué pasó cuando despertó, Tyler, dímelo o te juro que... —iba a seguir, pero este me interrumpió de golpe.

—Que no siente las piernas —pestañeé unas cuantas veces, encontrándome con su mirada fija, como para dejarme totalmente claro que no se trataba de ninguna broma—, está parapléjico, Haley.

«Oh por Dios». No podía ser. ¿Kyle? ¿Kyle Reyes? ¿Parapléjico?

(Tyler )

Haley se paseaba de un lado a otro, nerviosa, mientras yo ni me resté a tomarle atención, y es que mis pensamientos no podían salir del tema de Kyle. Había sido mi culpa. Yo lo había dejado sin sus malditas piernas. Su familia se proyectaba en mi mente como una maldita pesadilla... Sus padres, sus hermanos e incluso su novia. ¿Qué iba a ser de él ahora?

—Quizás solo fue una parálisis del momento, ya sabes, luego de un coma como el de Kyle cualquiera no sentiría sus piernas por unas horas... o días —Haley seguía con sus excusas, dando más razones de que quizás solo fue algo momentáneo—. Podemos ir a ver si sigue igual, quizás ya las volvió a sentir y va todo bien.

Cuando terminó de hablar desvié la vista de ella, pensándolo. Pero de inmediato recordaba cómo el doctor le había hecho un chequeo, y por supuesto el veredicto fue el mismo. No había ninguna forma de que Kyle Reyes se recuperara. Y aunque sabía que Haley estaba intentando buscar excusas para que lo de Kyle no fuera cierto había que ser realista y decir de una vez lo que había pasado.

—No sigas —le corté, a lo que Haley, nerviosa, apartó la vista de mí—. Si él no puede ayudar a su familia económicamente —no sabía si era la solución correcta, pero era la única que me venía a la mente—, pues lo haré yo —sentencié.

Esperé a que Haley se negara, que dijera que eso no tenía nada que ver conmigo. Como Lauren o cualquier chica reaccionaria, hasta llegué a pensar que se reiría por tan absurda idea, pero Haley, en cambio, hizo lo contrario. Noté que sus ojos me miraban con sorpresa, hasta que luego de unos segundos esa sorpresa pasó a ser una mirada comprensiva, como si me entendiera.

—Ni te podrías imaginar lo orgullosa que estoy de ti, Tyler —fue lo que dijo, haciendo que un escalofrío me recorriera de pies a cabeza, y una parte de toda la mierda que estaba en mí quedó en segundo plano.

Le sonreí, aunque fue más como una mueca, puesto que realmente una sonrisa en estos momentos era difícil de hacer.

—Y quería pedirte si puedes ayudarme, ya sabes, no puedo ayudarlo siendo un fantasma —esta frunció el ceño, preguntándose cómo—. Solo tendrías que ir a mi casa y tomar mi billetera.

Sencillo, ¿no? Aunque con su rostro noté que para mí era algo sencillo, pero para ella era mucho más complicado, puesto que tendría que tener una buena excusa para entrar ahí.

(Haley)

Estaba ya en clase de Física, y no podía ni concentrarme, puesto que tenía toda mi atención en si me atrevía a entrar en la casa de los Ross a buscar la billetera de Tyler. Por un lado, me negaba a ir, no quería que ahora en vez de pillarme solo James lo hiciera cualquier otro. Pero no podía olvidar que el motivo era ayudar a la familia de Kyle, y hasta a él propiamente, puesto que los tratamientos para ese tipo de problemas eran bastante costosos. Cuando al fin tocó el timbre Marie se acercó hacia mí, y ya sabía perfectamente lo que iba a decirme.

—¿Qué sucedió ayer? Ya sabes, en la cafetería —esta me miraba, seria, esperando una respuesta de mi parte. Pero un chico de mi clase me salvó.

—Marie, te llama el director a su oficina ahora.

—Mierda —soltó mi amiga, llevándose una mano a la cabeza—, el estúpido de Ross me debe haber acusado por haberle mojado su taquilla, marica de...

Ni pude escuchar qué venía después, ya que el profesor, que aún se encontraba ahí, la hizo callar, y con una mirada severa y una voz autoritaria también la hizo correr afuera de la clase para no agravar las cosas, quedándome sola. En ese momento aproveché para poder hablar con Lauren Davis.

Sí, Tyler Ross me lo había contado todo respecto a ella. Y, al hacerlo, no dudé en aceptar ayudarla, era lo menos que podía hacer para que superara sus problemas. Aunque realmente no quería hacerlo caminé firma hacia donde se encontraba, en la entrada de la sala hablando con un montón de gente, que, por supuesto, no era de mi misma sección de marginados. Aspiré hondamente y moví mi brazo para tocarle el hombro derecho con uno de mis dedos.

—¿Eh? —esta se dio la vuelta hacia mí—. ¿Qué quieres?

Me mordí la lengua para reprimir los insultos que quería soltarle. Su grupo comenzó a salir de la sala mientras nos daban una mirada a ambas.

—Sí puedo hacerte las tutorías —dije formando una fina línea en mis labios.

Esta, por su parte, me miró intrigada, aunque noté que una leve sonrisa se posaba en sus labios.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión, cuatro ojos?

—No tengo por que decirte eso, tú solo estate puntual después de clases en la biblioteca. Partimos mañana.

—Pero mañana es viernes, tengo planes.

—Pues si no estás se acabó —al terminar de hablar salí de la sala sin esperar que Lauren dijera algo, no quería tener más contacto con ella.

Entonces desde ahora iba a darle clases a la reina del instituto, a la mismísima Lauren Davis.

Ya estaba en mi casillero, había vuelto de Educación Física, y los huesos me dolían un montón. Pude notar con la mirada cómo todo el instituto cotilleaba sobre las últimas noticias. Kyle Reyes estaba paralítico. Aún no me entraba en la cabeza, era tan raro y a la vez imposible de creer. En eso, sentí una presencia a mi lado. Me volteé y me encontré a James Ross.

—¿Cómo estás? —este sonreía, aunque no era la típica que usaba con las chicas para ligar, sino más bien una bastante curiosa, como si estuviera estudiándome detalladamente.

No respondí, puesto que la lengua se me atragantó, además de que aún intentaba escaparme de él después de nuestro incidente, y claramente James quería saber qué diablos tenía que ver yo con su hermano.

—Te sienta bien el vestido, te ves preciosa —su cumplido era claramente para aflojar el ambiente, ya que un Ross sabía que cualquier chica caería con un piropo de esos, pero dadas las circunstancias solo me puso más nerviosa.

Miré el vestido que Tyler había elegido para mí, era blanco crema, algo suelto, y al final tenía unos bordados bastante monos. Como la temperatura no era tan alta, me había colocado un suéter de lana que me quedaba grande, que según Tyler me hacía ver bastante bien. Y por obligación del mismo, me coloqué unos collares y unas calzas grises que me llegaban un poco más arriba de las rodillas.

En resumen, mi atuendo había mejorado notablemente comparado con el del día de ayer. Según Tyler. En fin, subí los ojos hacia James, que me estaba mirando.

—Gracias —pude decirle.

—¿Sabes dónde está Acuña? Me ha mojado mi taquilla —no pude evitar que su comentario me causara gracia, puesto que este estaba claramente furioso con ella.

—Con el director. La ha llamado por eso.

Ahora era James el que sonrió de forma vengativa.

—Eso le pasa por jodérmela.

Me encogí de hombros, puesto que no iba a comenzar a cotillear con James Ross sobre Marie, y tampoco iba a defenderla cuando lo que había hecho estaba claramente mal. Iba a comenzar a caminar para irme, pero James carraspeó y volvió a hablar.

—¿Puedo contarte una cosa? Sé que es raro, pero necesito desahogarme con alguien —no podía creer que esas palabras hubieran salido de James Ross, el que estaba en último curso y era el chico más admirado por todo el instituto.

¿Él estaba diciéndome que quería desahogarse conmigo? Asentí con la cabeza, sin ni siquiera poder hablar. Aunque, por una parte, sabía que esto debía ser algo más, James Ross desconfiaba mucho de mí, demasiado, se podría decir. ¿Y ahora iba a abrirse conmigo? Imposible. Lo bueno era que la profesora nos había dejado salir antes, por lo que aún quedaban unos minutos en los que todos seguían en clases, antes del almuerzo.

—¿No estás en clases? —me salió instantáneamente al darme cuenta de que James no cursaba conmigo Educación Física, por lo que no debería estar paseándose por los pasillos.

Este se encogió de hombros.

—Estoy en el último año, puedo hacer lo que me dé la gana.

Rodeé los ojos. Muy James Ross. A veces olvidaba lo mucho que Tyler había cambiado, puesto que James y él eran bastante parecidos. Y ahora no lo eran para nada, aunque por supuesto el toque Ross quedaba para siempre.

—Vamos a sentarnos en la cafetería y hablamos —este comenzó a caminar, y yo apresuré el paso para caminar junto a él.

No sabía qué iba a decirme, pero me causaba intriga. Quizás podía tener algo que ver con Tyler. O, por otro lado, quizás tomaba un cuchillo y me amenazaba con que le contara la verdad que él ya estaba comenzando a sospechar. Paré en seco. ¿Y si era eso? James se dio la vuelta hacia mí, mirándome extrañado. Al final terminé tranquilizándome y diciéndome en mi mente que nada de eso iba a ocurrir.

Entramos dentro, donde había unas diez personas de mi clase de Educación Física, que estaban repartidos en grupos. Al entrar, por supuesto la mayoría nos miraba disimuladamente, cotilleando que éramos pareja o que algo sucedía entre James y yo. «Estupendo». Fuimos a tomar nuestro almuerzo, y me dirigí a la mesa que James eligió para establecer nuestra conversación. Al ya estar sentada y con la bandeja en la mano, James levantó la vista hacia mí.

—Sé que no somos amigos y que hemos tenido nuestros incidentes —con eso se refería al "incidente" en el restaurante—, pero me caes bien. Siéndote sincero, necesitaba hablar de esto con alguien, y creo que la más indicada eres tú.

Asentí con la cabeza sin añadir palabra, estaba demasiado nerviosa.

—Es sobre mi hermano Tyler —comenzó. Hizo una pausa, mirándome.

Aunque, más bien... estaba examinándome. Lo sabía, James estaba haciendo esto para ver si hablando de su hermano podía deducir qué tenía yo con él. No hice nada sospechoso, solo fruncí el ceño, como cualquier persona lo haría, confundida.

—Lo echas de menos —fue lo más inteligente que pude decir, puesto que si James iba a "desahogarse" conmigo se debería suponer que es porque está triste por la muerte de su hermano.

—Ni te lo imaginas —me respondió sin quitar los ojos de mi vista.

Nos quedamos en un silencio y yo me dispuse a comer, desviando la vista de James Ross, que hizo lo mismo, puesto que no sabía qué decirle. Y ya me estaba empezando a poner nerviosa.

—A veces intento olvidarlo, pero no puedo... —siguió James, a lo que ahora subí la vista.

—No puedes olvidar a tu hermano, nunca lo harás.

—Solo tienes que aprender a vivir sin él, lo sé —me cortó, llevándose las manos al cuello. Parecía algo cabreado—. Ni yo me convenzo de mis propias palabras.

—Y no deberías, así son los hermanos... No es bueno dejártelo todo ahí dentro solo porque tienes que aprender a vivir sin él. Las cosas se aprenden cuando hay algo de qué aprender. Con eso no estás aprendiendo de nada, solo estás forzando algo que debería salir tal cual.

Al terminar de hablar este asintió con la cabeza en señal de acuerdo, y noté una leve comisura en sus labios. Yo me sentía una idiota total por hablar tanto ante el mismísimo James Ross.

—Es difícil, llego a casa y él siempre estaba detrás de la puerta de la cocina para asustarme y llenarme de salsa de tomate —James soltó una risa melancólica. No tenía ni idea de por qué James Ross estaba contándome esto a mí, pero se sentía bien—. Todos los viernes lo despertaba con una olla y una cuchara de palo, ¿sabes? Era tradición. Y no puedo evitar despertarme temprano, como solía hacerlo cuando estaba Tyler —no sabía qué decirle ante eso, se me encogía el corazón por el simple hecho de ponerme en su piel—, mi cerebro aún no puede procesar que él no va a estar ahí, que no va a estar Tyler para molestarlo por la mañana.

Pensé en decir algo, apoyarlo, pero me quedé en silencio, puesto que sabía que aún le faltaban por decir unas cuantas cosas.

—Una parte de mí me dice a cada momento que hay algo detrás de esto, que la muerte de mi hermano no fue mera casualidad... Tyler no sería tan estúpido de dar giros en medio de la calle llevando a chicos con él. Tampoco se metería en una pelea si no lo molestaran primero. Aunque cueste creerlo, Tyler no es de los chicos que da un golpe sin tener una razón, aunque sea una total estupidez.

Eso era cierto. Tyler cuando golpeaba a algún chico siempre era por algo, aunque la razón fuera la aceptación o demostrar que tenía poder absoluto en el instituto. Y ahí estaba el punto, el Tyler Ross del accidente nunca hubiera dado giros al auto porque sí, ya que el simple hecho de que llevara botellas de cerveza ahí dentro que podían quebrarse era una razón de peso para no hacerlo. Y tampoco se metería en una carrera de autos solo por diversión, lo había hecho por orgullo. Porque Aaron Grey lo había calentado con el comentario que le había hecho de si se atrevía a hacer una carrera contra él.

—Tienes razón, Tyler no hubiera hecho algo así por nada —solté sin pensarlo.

Abrí los ojos asustada por si mis palabras hacían que James se abalanzara hacia mí. En cambio, este se encontró con mis ojos, y noté que su reacción fue muy distinta a la que creí.

—Y al fin lo admites. Estaban juntos, ¿no?

¿James Ross creía que salía con Tyler? ¿Yo? Iba a negarlo, pero luego se me ocurrió que esta iba a ser la única salida de todo esto, era la única forma de que James se lo creyera. Asentí con la cabeza, nerviosa.

«Tonta, Haley, ¿qué estás haciendo?», me regañaba mi subconsciente mientras mi corazón bombeaba con más fuerza.

—Eso explica muchas cosas... —comentó mientras me miraba de pies a cabeza—. Tyler te tenía bien guardada.

No sabía qué decir, solo me resté a desviar la vista, y noté que ya la cafetería estaba llena. Divisé entre las mesas a Marie, que estaba con Simon, charlando. Sabía que ese "explica" se refería a la vez que me había visto en su casa, luego también a cuando me había escuchado "hablando" con Tyler y, por último, a cuando estaba con April en el cementerio al haber encontrado a Mark.

—¿Alguien más lo sabe? ¿Tus amigos? ¿Tu madre? —miré a James y titubeé, respondiendo que no, que nadie lo sabía—. ¿Por qué? Sé que no me incumbe, pero no creo que seas de la clase de chicas que salen con un chico que... bueno... lo dejan tener sus libertades en la relación.

Ese "libertades" era sinónimo de que salía con más chicas al mismo tiempo. Bueno, era normal que James Ross me dijera algo así, puesto que Tyler tenía una larga lista de chicas con las que liaba cada semana. Quería decirle que Tyler ni sabía de mi existencia, que yo solo soñaba con tener una relación con su hermano y que este ni me miraba. Pero tenía que seguir con la mentira, porque era la única manera de sacarme a James de encima.

—Él me decía que lo de Lauren era una farsa, ya sabes, solo para aparentar en el instituto. Y que lo nuestro sí era real.

Sabía que lo que había dicho me había dejado como la amante que estaba tan colgada por Tyler que la muy idiota le hacía caso. James, por su parte, asintió.

—¿Y le creíste?

Sabía que James no se refería a si le creí la parte de Lauren, puesto que él no era idiota. Él se refería a la parte de que si lo nuestro era real. Y esa era la pregunta. ¿Lo era? Sabía que se trataba de una simple mentira, decirle que sí y todo listo, y parecería la estúpida chica que se vuelve loca por Tyler Ross, ingenua, inocente.

—No, pero eso no cambió el hecho de estar enamorada de Tyler.

Sí, sabía que la había cagado, pero no pude evitar decirlo.

—Si al menos sirve de algo, creo que hubieras sido perfecta para él —noté cómo la mano de James me acariciaba el brazo.

Cualquier persona que nos estuviera mirando podía malinterpretarlo, pensar que estábamos acostándonos, saliendo, etc. Pero no era el caso, ese leve gesto de James Ross no me incomodaba, ni tampoco me ponía nerviosa, sino que me reconfortaba. Solo éramos dos personas quebradas, unidas por un mismo sufrimiento: la muerte de Tyler.


(Tyler )

—Dame más tiempo, Tyler, si voy a tu casa ahora y me pillan estoy muerta —Haley me intentaba convencer de que sacar el dinero ahora era una mala idea, pero yo me negaba—. ¿Qué hago si me pillan? Van a pensar que soy una ladrona.

—Puedes inventar que viniste a visitar a Roy, qué más da. Haley, necesito el maldito dinero, necesito saber qué está pasando con Kyle y su familia.

—¿¡Que no escuchaste lo de mi charla con James!? Tyler, él cree que yo era tu novia a escondidas, déjame un poco de tiempo para que nos acerquemos más y así pueda ir a su casa. Si voy como su amiga no se levantarán sospechas.

—James no tiene amigas, joder.

Haley me había contado su charla con James, y no me había gustado para nada. Era extraño que mi hermano se hubiera comportado así con Haley, más bien era extraño que se hubiera desahogado con ella. Aunque, claro, al comienzo creí que era para ver si estaba implicada en mi muerte o algo así, pero en cambio se hicieron íntimos amigos.

¿James Ross con una amiga? Ni yo me lo creía, puesto que él era el que siempre me decía que las mujeres no podían considerarse amigas, solo ligues. Y no iba a tolerar que Haley fuera una de ellas en la vida de James Ross. No había tiempo para eso. Haley estaba encima de su cama, donde su madre hacía unos minutos le había venido a entregar el móvil, del que ahora esta ni despegaba la vista.

—¿Con quién hablas?

Haley no respondió, sino que siguió tecleando, concentrada.

—¿Haley? —dije subiendo el volumen de mi voz.

—¿Eh? —esta desvió la vista un leve instante, para luego volver a su celular.

—¿Quién es?

—April, April Granger.

—¿April? ¿Por qué te habla April? —hubo un silencio que me sacó de quicio—. Mierda, Haley, no ves que tenemos que hacer algo con Kyle... ¿Y tú jugando a mandarte mensajes? No lo puedo creer —volqué los ojos, cabreado.

Haley subió la vista hacia mí, con el ceño fruncido.

—Estoy preguntándole sobre el estado de Kyle y qué está pensando hacer la familia, Tyler —me respondió, dejándome con la boca abierta—. Es la presidenta del instituto, sabe todo lo que sucede.

«Mejor me callo», decidí interiormente, ya que era algo típico con Haley comenzar una discusión en la cual yo siempre terminaba comportándome como un cretino.

(Haley)

El despertador ya había sonado, y abrí los ojos al instante. Otra vez había soñado lo mismo. Un camino. Un prado. Las vías del metro.

—¿Qué te pasa? —Tyler ya se había levantado del suelo, mirándome extrañado.

—Nada —respondí de golpe mientras salía de la cama para dirigirme a la ducha. Necesitaba despejarme.

Tyler no me siguió, puesto que ya no estábamos para bromas ni risas después de que April me dijera que la familia estaba destrozada y que Kyle no abría la boca para hablar desde que supo lo de sus piernas. Todo estaba mal. Aunque al menos el tema del dinero no había sido principalmente hasta ahora un problema, por lo que Tyler se había relajado con ese tema.

Prendí la ducha, despojándome de mi pijama para entrar en ella. Sentí el agua caliente caer por mi cuerpo, haciendo que lo olvidara todo y que mis músculos se relajaran. Y lo único que pasaba por mi cabeza eran las vías de tren, que se repetían una y otra vez en mi mente. El tren acerándose. Gritos. Y una muerte.

—¿Hoy dónde juegan los Red Dragons? —le pregunté a Tyler cuando ya íbamos camino al instituto.

—Fuera, con los Strong Lions.

—Fueron ellos los que te dejaron en... ya sabes...

—¿En el hospital? —asentí con la cabeza—. Sí, a esos hijos de puta solo les enseñan a comer esteroides y romper huesos. Esperemos que los Red Dragons les pateen el culo.

Sonreí ante su comentario, a lo que este al verme también lo hizo.

—Hoy comienzas con Lauren, ¿no? —volqué los ojos, puesto que no quería ni pensar en ello—. Sé que no se lo merece, pero no seas dura con ella.

—¿Yo? ¿Dura? No bromees. Sabes que después de lo que me contaste me es imposible no ser amable con Lauren. ¡Y por eso todo es tu culpa!

—¿Mía?

—Porque ahora no puedo vengarme de todo lo que me ha hecho, te odio, Tyler Ross —le apunté mientras esperaba el autobús para irnos al instituto.

Este soltó una carcajada bastante sonora, haciendo que me enojara aún más. Maldito. Y lo peor es que se veía estúpidamente atractivo.

(Tyler )

El tema de Kyle volvió a mí cuando me quedé solo, puesto que Haley ya había entrado a clases. Y aunque quería sacármelo de la cabeza me era imposible, no podía quitarme ese peso de culpa que se mantenía en mis hombros. Por eso decidí que tenía que ir al hospital, necesitaba saber cómo lo llevaba todo.

Al llegar a la habitación de Kyle noté que justo estaban sacándolo de ahí para ponerlo en una silla de ruedas, pero él estaba con una expresión bastante extraña, no parecía el Kyle Reyes que había conocido durante tantas horas juntos aquí en el hospital. Se podría decir que era una persona totalmente diferente. Ojeras enormes se trazaban en sus ojos, más la mirada perdida y la mandíbula apretada.

—Hijo, vamos a llevarte a otra habitación donde estarás más cómodo —su madre se puso detrás de él, empujando la silla cuando ya estaba perfectamente colocado.

Yo no podía despegar la vista de sus piernas, que colgaban una al lado de la otra en la silla. Kyle no habló en todo el camino, se bastó a estar con la vista gacha. Su madre le hablaba a cada segundo, pero al notar que su hijo no respondía se quedó en silencio. Yo los seguía a un lado, observando a Kyle y esperando que me viera, que me notara.

—Amigo, soy Tyler —le dije en un momento, pero Kyle ni subió los ojos, sino que siguió con la vista gacha, estoy contigo, no voy a dejarte.

Esperé una respuesta, pero no la hubo. Llegamos a su nueva habitación, donde noté que el pasillo era una zona para personas con algún tipo de problema en la espalda o las piernas, puesto que la mayoría andaba con sillas de ruedas. Al llegar su madre, con la ayuda de una enfermera, lo colocó en la cama, donde este al ya estar ahí cerró los ojos dando a conocer que quería estar solo.

Su madre se acercó a darle un beso en la mejilla, despidiéndose con los ojos llorosos, pero Kyle ni lo notó, ya que se mantuvo con los ojos cerrados. Me quedé ahí, junto a él, puesto que, aunque me angustiaba más, no quería dejarlo solo. Sabía que si los papeles fueran al revés Kyle se mantendría junto a mí en todo momento. Era lo menos que podía hacer por él. En eso, noté que abrió los ojos mirando hacia su alrededor de manera rápida, como si estuviera buscando a alguien escondido en la habitación.

—Tyler, ¿estás aquí? —abrí los ojos, sin poder creérmelo.

—Por supuesto —le respondí, pero noté que no me oía y, menos aún, me veía, ya que soltó un suspiro frustrado mientras unas cuantas lágrimas caían por sus mejillas.

Yo, por mi parte, me puse junto a él, con la esperanza de que este notara mi presencia y pudiéramos charlar como lo hacíamos, cuando yo terminaba siempre refunfuñando y Kyle riéndose de lo orgulloso que era.

Una sonrisa nostálgica se formó en mi rostro. Ahora al menos había un plan. Iba a ayudarlo, iba a salir adelante con esto e iba a ser el mejor jugador profesional de la historia. Porque Kyle Reyes se lo merecía.

(Haley)

Buscar a Narco era complicado, puesto que aunque sabía que Kyle Reyes era más importante ahora no podía quitarme de la cabeza todo este asunto, ya que me ponía nerviosa saber que a Tyler le quedaba poco tiempo. Y a pesar de que había un gran cambio en el aún no había vuelto a la vida, por lo que en algo estaba fallando. Y necesitaba saber en qué.

Fui a los pasillos abandonados que estaban más allá de la cafetería, donde me adentré sin miedo, puesto que estaba decidida en que no iba a irme sin hablar con él. Al llegar ante su puerta vi que esta estaba medio abierta, y me acerqué a ella, dudosa.

—Dickens, entra ya, cariño —me llamó. Abrí los ojos de golpe y abrí la puerta por completo, entrando al pequeño espacio que había.

Narco estaba sentado en su silla, con los pies encima de la mesa. Yo lo miré fijamente a sus ojos oscuros, intentando descifrar quién era realmente. Pero nada. Aunque de todas formas lo intenté.

—¿Quién eres?

Este demoró su respuesta, ya que me miraba con el ceño levemente fruncido.

—Creo que hay cosas más serias de las que hablar, Haley —fue su respuesta, y se llevó la mano al cabello largo, que le llegaba hasta un poco más arriba de los hombros, acariciándoselo. Una parte de mí quería pegarle un bofetón en la mejilla y exigirle que me dijera ahora mismo quién era, pero por el otro lado me tranquilicé diciéndome que tenía razón—. Por ejemplo, Aaron Grey.

—¿Qué tiene que ver él contigo?

—Pensé que cuando me espiabas escuchaste lo que decía, ¿no?

¿Cuando lo espiaba? ¿Yo? El recuerdo me vino a la mente, recordándolo.

Unos ruidos llamaron mi atención desde más adelante, pensé que era Tyler, pero no. Por supuesto que no, ya que era una conversación, y Tyler no podía formar parte de una, si no era conmigo, claramente.

—Si no me traes el dinero, yo no te vendo nada. Así son las reglas —pude reconocer la voz, era Narco.

Por supuesto, era imposible olvidarla, era tan suave y aterciopelada. Hablaba tranquilo, como si estuvieran teniendo una conversación normal, calmado. Iba a salir a correr, pero como siempre me sucedía, estos comenzaron a acercarse en donde estaba, y no tuve más remedio que salir del medio para pegarme a la pared. Y tuve la suerte de que por la poca luz que había parecía invisible.

—Prometo tenerla para mañana, es que he tenido algunos problemas —era
un chico el que hablaba con Narco, y parecía algo cabreado y frustrado. Aunque su voz apenas era audible a mis oídos.

—¿Problemas? Mejor me preocuparía de ellos, en vez de venir a suplicarme que te venda —pude notar el gruñido que le mandaba ese chico a Narco—, porque no voy a hacerlo, me debes mucho dinero. Y para negociar no estoy de ánimos, menos contigo, así que lárgate.

El chico ni siquiera le respondió, y en cambio, pasó por mi lado. Yo cerré los ojos, sin poder verlo, ya que estaba asustada, implorando que no notara mi presencia.

¿Ese chico era Aaron Grey? Entonces... eso significaba que Aaron le compraba drogas a Narco.

—Entonces Aaron te compra drogas —dije ahora en voz alta, esperando la afirmación de Narco.

Pero su respuesta fue negativa.

—No.

—Sí, lo has hecho. Recuerda, tú estabas hablando con Aaron diciéndole que no ibas a venderle...

—Yo nunca miento, Dickens, y si te he dicho que no le he vendido drogas a Aaron Grey es porque no lo he hecho —su tono fue autoritario, sin ninguna pizca de gracia, algo que me extraño en él, puesto que siempre estaba canturreando o hablando alegremente aunque la situación no lo fuera.

Y ahora estaba con una actitud bastante más seria que me hacía recordar a alguien por el tono y forma en la que hablaba. Pero no sabía a quién.

—¿Y qué quería? No lo entiendo —me crucé de brazos, porque no entendía su conversación con él.

—Simple —este se encogió de hombros, apuntándome—. A ti.

Pestañeé unas cuantas veces. Una carcajada salió de mi boca sin poder evitarlo. Tenía que ser un chiste, y bien malo. Miré a Narco, que me observaba divertido, pero al mismo tiempo sin ninguna señal en el rostro de estar bromeando.

—A ver, si Aaron me quería a mí, ¿por qué fue a hablar contigo?

—No fue a hablar conmigo.

Rodeé los ojos.

—¿Y con quién hablaba, entonces? ¿Solo?

Esto ya tenía que ser una maldita broma.

—Creo que tú misma puedes deducirlo.

Me lo pensé un momento, sin llegar a nada.

—Si él no hablaba contigo, ¿con quién hablabas tú?

Narco se demoró un instante en responder, pensándoselo bien.

—Ya sabes, estaba dándote información, que al parecer no pudiste comprender bien.

—¿Eh? —mi cara lo decía todo, y Narco se adelantó, acercándose a mí.

—Hay dos cosas que tienes que saber de mí. La primera: yo nunca miento. La segunda creo que ya te la había dicho: todo lo que te digo es importante, no puedes pasar nada por alto. Ahora, si me disculpas, Dickens, el reloj corre y creo que están bastante lejos de la meta —Narco soltó una carcajada muy tipo él y se enderezó, caminando hacia la puerta que había quedado abierta.

—¿Cómo? Tyler ha avanzado, ya no es el mismo —me di la vuelta, quedando frente a frente.

—No ha cambiado, solo se preocupa por alguien porque siente culpabilidad, nada más —Se refería a Kyle, ¿no? Tyler estaba preocupado porque tenía la culpa del accidente y, por consiguiente, por si se quedaba paralítico—. Y escúchame bien en esto —este se acercó más a mí, bajando el volumen—: las elecciones son un evento importante, eso lo definirá todo —lo miré sin entenderle bien. ¿Significaba que el alcalde que saliera iba a definir el futuro de Tyler? ¿Quién tenía que ganar para eso?

—No lo entiendo, tengo muchas preguntas —pude decir algo confundida. Mi cabeza era un caos, mucha información para que pudiera procesarlo todo y poder seguir preguntando.

Narco, pero, se me adelantó, mirándome fijamente a los ojos.

—Recuerda que es la mentira la que tiene que convertirse en verdad, no al revés.

¿Eh? Iba a preguntar a qué se refería, pero salió por la puerta. Al cabo de unos segundos la abrí, pero me encontré con el pasillo vacío. ¿Qué tenía que ver eso conmigo?

(Tyler )

Mirar a los chicos practicar era un total aburrimiento, ya lo había aceptado. Yo servía para jugar, no para ver cómo jugaban. Cada vez que uno de los chicos no hacía la jugada que yo creía más conveniente comenzaba a maldecir en voz alta, esperando que los estúpidos me notaran y jugaran como los Red Dragons que eran. Pero nadie me escuchó.

Simon estaba entre ellos, y era el capitán de uno, ya que Whitey había dividido en dos el equipo para practicar de cara al partido, que era al cabo de unas horas. Steve comandaba el otro, por lo que al menos era interesante ver cómo Steve y Simon estaban discutiendo en todo momento. Y qué sorpresa me llevé cuando Simon también le seguía el juego a Steve, puesto que en vez de quedarse en silencio le respondía de la misma forma.

—¡Paren los dos o los echo del partido de hoy! —gritó Whitey tocando el silbato—. Me tienen harto, me importa un pepino si fue falta o no. Adams, si te han golpeado te levantas como un hombre y no lloriqueas, y tú, Fox —Steve comenzó a reírse con su equipo de Simon, a lo que yo también lo hice—. ¡Cierren la boca! —todos se quedaron en silencio—. Fox, tú sigues intentando que el quarterback del equipo se lesione y juro por Dios que te echo de por vida. ¿Estamos? Y una burla más y Simon será el capitán de los Red Dragons. ¿Estamos? —Steve apretó la mandíbula, y por supuesto se estaba aguantando de gritarle un par de cosas, las que muchas veces yo le decía a Whitey—. No te escucho, Fox, al parecer las borracheras están acabando con tus neuronas —ahora el grupo de Simon era el que reía, pero este no lo hizo, se bastó a mirar a Steve.

—Sí.

—¿Sí que? —realmente Whitey era un maldito hijo de puta cuando se lo proponía.

Steve soltó un suspiro cabreado.

—Sí, entrenador.

Desde las gradas comencé a reír, puesto que Steve me daba cierta gracia cuando Whitey le trataba de esa manera. Y más aún cuando el muy idiota no vio el balón que estaba junto a él y al darse la vuelta cayo de bruces al suelo. Eso sí era algo que no olvidaría. Mi diversión fue interrumpida por la presencia de alguien a mi lado. Miré a su dirección y me encontré con Haley, que estaba mirando al frente.

—¿Divirtiéndote? —me preguntó de manera amigable, solo que no me miraba para no levantar sospechas a los alrededores, puesto que había tres o cuatro personas más repartidas entre las gradas que miraban cómo iban calentando.

—Te has perdido a Steve, fue genial —volví a reírme, recordando lo que había pasado hacía segundos.

—Sí lo vi, créeme que nunca lo olvidaré —esta soltó una carcajada uniéndose conmigo.

En eso, nos quedamos en silencio mirando cómo comenzaba el juego, y por supuesto el equipo de Simon fue derribado al instante, sin siquiera tener la oportunidad de anotar.

—¡Joder! ¿Qué les sucede, que los derriban en todo momento? ¡Par de inútiles maricas! —grité a todo pulmón, y Haley, a mi lado, dio un salto sorprendida.

Pero no me importó, ya que estaba tan concentrado en el juego que ni la miré.

—Sabes que no pueden oírte, ¿no? —me susurró, pero yo me volteé hacia ella con el ceño fruncido.

Pero no lo había dicho para herirme, sino para evitar quedarse sorda ante mis gritos. Me hizo un puchero.

—Por favor, si vas a gritar hazlo cuando me vaya a clases, me quedan... —esta miró su móvil un momento— ...cinco minutos, y me encantaría usarlos para hablarte de una cosa.

—¿Qué?

Haley se dio la vuelta, dándome la espalda.

—Vamos a otro lugar, Simon me está mirando —dijo bastante bajo, a lo que yo me levanté, siguiéndole el paso.

Pero Marie Acuña justo apareció ante Haley, mirándola con el ceño fruncido.

—Tú, amiga, tienes serias cosas que contarme. Primero: ¿de qué hablabas con James Ross ayer en la cafetería? Y segundo: ¿dónde te has metido? No te he visto en todo el día —se notaba que Marie iba a saltar hacia ella en cualquier momento.

Iba a decirle a Haley qué responder, puesto que se había quedado en silencio. Pero, para mi sorpresa, le respondió calmada y tranquila.

—Me hablaba de ti, estaba enojado por lo de su taquilla —su mentira me dejó sorprendido, ya que le había salido natural. Y Marie por supuesto se lo creyó, soltando una carcajada, diciendo un "pobre estúpido"—. Y hoy he estado con el profesor de Física para que me ayudara con fichas de apoyo para Lauren, ya que me obligó a darle tutorías, y si no lo hago me haría reprobar.

—¡No me digas! No puede hacerte eso, es ilegal.

—Lo sé, pero ya sabes, no pude hacer nada —esta se encogió de hombros, a lo que Marie se acercó y puso el brazo por los hombros de Haley.

—Por eso, vamos a saltarnos clases y a ver a Simon calentar, no puedes negar que se ve bastante atractivo.

Solté una carcajada. ¿Atractivo? ¿Simon Adams? Debía de estar ciega, eso no era posible, Simon era sinónimo de un tallarín andante, totalmente flácido.

—Eh... Marie, no puedo —le cortó Haley—, quedé con Lauren ahora para coordinarnos —volcó los ojos, haciendo aún más creíble su actuación.

Marie hizo un puchero y soltó un gruñido.

—Tendré que ver a Simon sola... —dijo entristecida—. ¡Odio al maldito profesor de Física y más aún a la puta de Lauren! —dramatizó haciendo una escena, a la que por supuesto todos estaban atentos, mirándola—. ¿Puedo ir a tu casa después?

Haley terminó la conversación asintiendo con la cabeza y sonriendo. Me acerqué hacia ella cuando ya habíamos dejado a Marie atrás.

—Vamos por detrás de las gradas —le dije a Haley cuando esta no sabía si doblar hacia la entrada del edificio o seguir caminando por el campus, donde había varios grupos recostados en el camino. Ella me miró con los ojos como platos—. Sé que no es un lugar bastante "cálido" para charlar, pero si queda tan poco tiempo es mejor ocuparlo para hablar que para recorrer medio instituto buscando el lugar perfecto. Y mira, está justo doblando aquí —le apunté hacia un lado, donde podíamos adentrarnos a la parte trasera.

Haley se demoró un momento en responder, debido a que obviamente debía pensar que ni loca iba a volver al lugar donde habíamos visto a Mark comprando un arma, pero por otro lado era la única opción para no tener que esperar a la salida para lo que fuera que quería decirme.

—Está bien, vamos —decidió, y nos adentramos ahí.

Llegamos en menos de un minuto. Haley se quedó parada mirando el lugar, mientras que yo, por mi parte, me recosté en el suelo.

—Comienza a hablar que se nos acaba el tiempo.

Haley volvió en sí, mirándome.

—Es Narco, fui a hablar con él.

De golpe me levanté, acercándome a ella al instante.

—¿Y qué dijo?

Por supuesto esta comenzó a tartamudear, y yo estaba impaciente. Necesitaba respuestas, necesitaba saber la verdad y sabía que Narco tenía que ver con todo lo que me estaba pasando.

—Un día, el día... no sé si lo recuerdas... pero, el día que pillamos a Lauren y... Steve, ya sabes, en que... —yo la miraba impaciente. ¿Es que justo ahora tenía que ponerse a tartamudear? Al parecer lo notó, así que volvió a hablar normal—. Te busqué luego, pero te habías ido. Entonces escuché una charla de Aaron Grey con Narco. Aunque más bien no, o sea... Narco me dijo que no había charla, pero yo sí escuché, y... ¡Ah! ¡Todo es demasiado raro! —esta se llevó las manos al rostro, cubriéndolo.

—Dime primero lo que te dijo Narco —le dije, acercándome más a ella aún. Haley se quitó las manos y volvió a tomar un bocado de aire para hablar.

—Me dijo que él conocía más a Aaron que yo, luego me habló de esa charla y me negó que hablara con él. Dijo que Aaron estaba hablando con otra persona que no sé quién es, y que lo que Narco había dicho no era para Aaron, sino para mí. Yo siempre creí que Aaron había ido a buscar drogas de Narco, puesto que la conversación giraba en torno a que quería algo, pero Narco dijo que ese algo era yo.

¿Me estaba diciendo que Aaron había ido al instituto a buscar a Haley? ¿Cuando ni siquiera se habían conocido? Solté una carcajada, sin poder creer lo absurdo que era.

—Es totalmente una estupidez, si aún ni lo conocías. ¿Por qué iría a buscarte?

—¡Eso también me pregunto! Es imposible.

—A ver, ¿y qué le dijiste tú?

—Lo mismo, que no podía ser. Pero él me dijo dos cosas: que nunca miente y que todo lo que me ha dicho es de suma importancia.

—O sea, él dice la verdad y debemos hacerle caso. ¿Y qué fue lo que dijo Narco cuando pensaste que estaba hablando con Aaron?

—Habló de drogas, de que le debía dinero y que no iba a venderle más hasta que le pagara.

Me quedé un momento meditándolo. ¿Por qué Narco diría eso? Porque, como le había dicho a Haley, él lo decía no para Aaron sino para ella, para nosotros.

—Él quería que supiéramos esto, por algo lo dijo —pude concluir, a lo que Haley asintió con la cabeza.

—Debe de ser una pista. Narco ha dicho que darnos información no es su "trabajo", entonces quizás solo quiso darnos una ayuda indirecta. Tenemos que averiguar qué relación tienen las drogas con Aaron... —Haley se quedó en silencio y yo la miré, interrogante.

—En la fiesta de Steve Fox, en el juego de verdad o reto, April le preguntó a Aaron... —esta balbuceaba, y yo le entendía a medias, pero volvió en sí— ...April le preguntó a Aaron si era cierto que su padre vendía drogas —yo me quedé intacto. ¿Podía ser posible?—. ¡Eso es, Tyler! Tiene que serlo, la única conexión de Aaron Grey con las drogas es esa.

No respondí, puesto que, aunque ya lo sabíamos, no entendía para qué nos servía. ¿Para qué mierda me iba a importar si Richard Grey vendía drogas? ¿En qué me ayudaba para salir de la mierda que estaba pasando?

—No entiendo por qué Narco nos dice esto. ¿En qué nos ayuda? —hablé al fin, y Haley me miraba atentamente a escasos centímetros.

—Quizás... ya sabes, podemos llevarlo tras las rejas —al ver que en realidad hablaba en serio solté una carcajada, pues debía realmente estar loca para siquiera pensarlo.

—¿Tú? ¿Sola? No vas a hacerlo.

Haley abrió los ojos con el ceño fruncido.

—¿Por qué? Es la única manera para que pague lo que te hizo. ¡Tú mismo dijiste que querías verlo muerto! Al menos de esta forma puedes verlo en la cárcel.

—¿Y perderte a ti en el camino? —solté cabreado. ¿Es que realmente se había vuelto loca?—. Llegas a denunciarlo, Haley, y en menos de un día va a enviar a alguien para que acabe contigo, o peor aún, que haga lo que quiera con las personas que quieres. Él fue capaz de usar a su propio hijo para que tuviera el accidente solo por unas malditas elecciones. ¿Crees que no va a hacer igual o incluso peor con una chica que esté amenazándolo a pena de cárcel? No voy a dejarte, no voy a permitir que arriesgues tu vida por mí. Eres demasiado importante para mí para pensar siquiera en una leve posibilidad de perderte.

(Haley)

Yo aún no podía creerlo. ¿Tyler Ross había dicho en voz alta que era demasiado importante para él? El corazón me latía con fuerza, y aunque me decía en mi interior que solo lo decía por cariño, era imposible poder controlarme, puesto que me había tomado por sorpresa, y más aún cuando él estaba negándose a la satisfacción de ver a su "asesino" tras las rejas. Solo por mí. Por mi seguridad.

Levanté la vista tras habernos quedado en un silencio, ya que yo no había tenido el valor de mirarlo y que mi rostro me delatara. Los colores se dejaban ver de manera notoria. Al encontrarme con sus ojos grises noté que este parecía alterado.

—Júrame que no vas a hacerlo, Haley —su tono fue más bien desesperado, como si creyera que yo no iba a hacerle caso e iba a morir en el intento.

¿Iba a hacerlo? En eso, recordé las palabras de Narco.

Y escúchame bien en esto —este se acercó más a mí, bajando el volumen—: las elecciones son un evento importante, eso lo definirá todo...

Ahora sabía que eso era por Richard Grey. Narco me había dicho esto para dejarme claro que él había dicho eso junto a Aaron para advertirme, para decirme, en cierto modo, que si gana Richard Grey Tyler no volverá a la vida. Y tenía que serlo, puesto que... ¿Para qué se tomaría la molestia de darnos a conocer que vendía drogas?

Narco, al igual que nosotros, quería a Richard Grey tras las rejas. Y yo le había prometido a Tyler que iba a hacer todo lo que estuviera a mi alcance para que volviera, y no iba a dejar este tema de lado. Por supuesto, no iba a ir corriendo a la comisaría, ni tampoco iría a su propia casa para encararlo. No era estúpida, sabía que esto era algo mucho más grande de lo que unos críos de dieciséis años podíamos afrontar. Pero eso no significaba que iba a rendirme así de fácil.

—¿Haley? Respóndeme —la voz de Tyler me hizo volver al lugar donde estábamos, y alcé la vista hacia él.

—Juro que no voy a hacerlo —mentí, y en ese momento me dispuse a levantarme.

Tyler, por su parte, me sonrió, y lo único que me hizo sentir fue un apretón en el pecho de culpabilidad.

—Fui a ver a Kyle hoy, no fue la gran cosa, pero él me recuerda —intenté parecer emocionada por Kyle y él, pero en realidad me costaba concentrarme.

¿Cómo iba a hacerlo cuando le había mentido en su cara? Habíamos acordado ser sinceros el uno con el otro, habíamos quedado en que nos confiaríamos. Hasta yo misma lo había propuesto, y al final era yo la que había roto la promesa. Qué irónico.

Y por otro lado las palabras de Narco venían a mi mente una y otra vez: El reloj corre y creo que están bastante lejos de la meta. ¿Lo estábamos? Miré a Tyler, que me seguía hablando de Kyle.

—Él mismo me llamó cuando se quedó solo en el hospital, y ni te imaginas lo bien que me hizo sentir. Estaba seguro de que él no me recordaría, pero al parecer lo hace.

—Qué bien —pude decir, sonriéndole fingidamente.

Le había mentido en su propia cara. Y lo peor era que ya no me podía echar atrás, debía hacerlo, le había prometido que lo ayudaría, y sacar a la luz las verdades de Richard Grey era la solución. Tenía que serlo. Fernando Ross tenía que ganar las elecciones y de alguna forma u otra Tyler iba a volver a la vida y todo iría bien.

Asentí con la cabeza ante la idea, puesto que al menos me animaba a seguir con esto. Tenía que hacerlo, Tyler me necesitaba. Aunque, por otro lado, había una frase de Narco que venía a mi cabeza, perturbándome aún más: Recuerda que es la mentira lo que tiene que convertirse en verdad, no al revés. ¿Se estaría refiriendo a mí?

Esperaba que no, porque en este momento era totalmente cierto que yo no era más que mentiras, mentiras y más mentiras. Y estaba cansada de eso. ¿Pero qué más podía hacer? Tyler me necesitaba, y si tenía que mentir por él iba a hacerlo. Eché un vistazo a la mata de cabellos rubios, que seguía hablándome sobre Kyle Reyes, emocionado, mientras que yo, por mi parte, solo quería quedarme con este recuerdo para el resto de mi vida.

Era la primera vez que veía a Tyler de esa forma frente a mí, como si no hubiera preocupaciones, ni mentiras, ni secretos. Solo él y yo. La mentira y la verdad, aunque a este punto ya ni sabía distinguir quién era cuál. Y lo peor era pensar que no quedaba mucho tiempo, puesto que las elecciones eran en un mes y unas cuantas semanas.

Ese era el tiempo en el cual debíamos resolver todas las mentiras y secretos para sacar la verdad a relucir, y de esta forma convertir a Tyler en una buena persona. ¿Podría hacerlo? 



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Perdón por la demora, andaba sin señal estos últimos días en el sur de mi país!! 

¿Qué les pareció? No olviden en comentarme que creen que va a suceder, si les ha gustado la novela y bueno, lo que quieran, yo feliz de leer lo que me escriben!! Y también voten si les ha gustado!!

Un saludo enorme, y espero subir el próximo mañana!

J. Rosewell.

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