Capitulo 37: Tic-toc
(Haley)
Estaba en pleno ataque nervioso, sentía cómo mi mano apretaba mi boca en un intento de que el grito no se me escapara. ¡MARK ROSS ESTABA CON UN ARMA! Unas lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, y ni sabía por qué. Quizás debía ser el asombro y la inquietud a la vez.
Mis piernas temblaban, y estaba segura de que me iba a desmayar, pero si lo hacía Mark quizás podía verme y a saber qué podía hacerme con la pistola que aún sostenía con sus manos. Más lágrimas y más temblores acechaban mi cuerpo. Esto era mucho para mí.
—Haley, aguanta un poco más, ya se está yendo —la voz de Tyler al menos me transmitió tranquilidad. Y es que quería salir a buscar a la policía en ese momento.
Sentí cómo los pasos de Mark se iban alejando de las gradas hasta que al cabo de poco ya habían desaparecido por completo, cosa que no me calmó. Solo hizo que pudiera sacarme la mano de la boca para soltar un grito, aunque leve. No quería que Mark volviera. Me eché al suelo, sosteniéndome al césped, y las lágrimas comenzaron a caer simultáneamente.
—Ty-ty-tyler —tartamudeaba— es-es-ta estaba c-con u-n-a —no podía ni terminar de hablar.
—Tranquila —se puso a mi lado, desde donde me observaba atentamente—, mírame —no le hice caso y desvié la vista mientras me caían más lágrimas—. ¡Joder, Haley, mírame! —gritó, y le hice caso, a lo que noté que él estaba tan afectado como yo.
Ahí caí en la cuenta de que para Tyler era aún peor, ya que se trataba de su propio hermano.
—¿Qué va a hacer con la... pistola, Tyler? —pude decir cerrando los ojos y esperando la respuesta.
Lo miré fijamente y noté que estaba atando cabos, hasta que por fin soltó la respuesta. Una que me hizo abrir los ojos de golpe.
—Creo que va a matar a Aaron Grey.
(Tyler )
Sí, tenía que ser así. ¿O para qué más iba a necesitar una pistola? Aaron Gay, ese era su objetivo. No me cabía la menor duda.
—Tenemos que evitarlo —Haley seguía tirada en el césped, pero ahora las lágrimas ya se las había limpiado con su mano, y estaba mirándome, atenta—, no podemos dejar que mate a Aaron Grey.
Yo no respondí, sino que desvié la vista.
—¿Tyler? No me digas que...
—¿Que qué? ¿Que si tengo unas ganas tremendas de darle un disparo directo al rostro? —hubo un silencio, en el cual Haley no dijo nada, por lo que proseguí—. Si una cosa he aprendido desde que me he convertido en esto es a no mentir. ¿Quieres la verdad? Pues me muero de ganas de matar a ese maldito hijo de puta.
Nuevamente el silencio nos envolvió, y Haley me miraba intentando averiguar si estaba hablando en serio. Y yo se la devolví sin indicios de que se tratara de una broma.
—¿Quieres matarlo? ¡No puedo creerlo! —esta se levantó apresurada sin darme tiempo para explicarme—. ¿Cómo quieres volver a la vida pensando de ese modo, Tyler? Sigues siendo el mismo, no puede ser... ¡Dime que estás bromeando! —me exigió, a lo que hubo un silencio en el que nuevamente me dio la espalda mientras respiraba profundamente.
—Vamos, Haley, ponte en mi lugar. Él me mató y ni paró el coche, solo siguió su maldito camino sin importarle nadie más que él mismo.
Esta se dio la vuelta hacia mí, mirándome frunciendo el ceño. Soltó un bufido, incrédula.
—¿Lo culpas por ser igual que tú?
¿Qué? Aaron Gay era lo opuesto a mí.
—¿De qué hablas?
—Vamos, Tyler, ¿no hubieras hecho lo mismo? No puedes culpar a alguien de algo que tú mismo hubieras hecho en su lugar.
Haley me miraba directamente a los ojos y una lágrima se le escapó. Yo, por mi parte, me quedé ahí, quieto como una piedra. Y es que lo último que dijo Haley me había dejado sin palabras. «No puedes culpar a alguien de algo que tú mismo hubieras hecho en su lugar». ¿Me creía capaz de algo así?
(Haley)
—¿Qué te sucede? —Marie me miraba atenta mientras yo alzaba la vista de mi libro, el cual leía debajo del árbol. Nuestro árbol.
—Nada. ¿Por?
—Estás rara. Además, ¿desde cuándo que no vienes a almorzar?
Desde que me di cuenta de que Tyler Ross se había vuelto un asesino despiadado. Y desde que Mark Ross anda con una pistola guardada debajo de su chaqueta. «Es que no quiero que me dispare cuando le dé la gana», me dije, con unas ganas tremendas de decírselo a Marie. «Y esos dos Ross iban a estar en la cafetería, así que paso».
—No tenía hambre —me encogí de hombros sonriendo forzadamente para que no notara mis nervios.
—Me hubieras avisado, este día ha sido una completa mierda —se sentó junto a mí, colocándose como un indio mientras sacaba una barra de chocolate de su sostén—. ¿Quieres?
Yo abrí los ojos, olvidándome del arma, de Tyler y de Mark.
—¿Qué haces con chocolate ahí?
—No quería perderlo, además apenas se siente.
Ni me resté a responderle. Sin evitarlo una sonrisa escapó de mi rostro y ladeé la cabeza. Y es que Marie Acuña era un chiste.
—Ni te imaginas todas las chicas que han ido detrás de Simon. ¡Es que ni tienen vergüenza! Parecía que iban a quitarse la ropa en cualquier momento para atraer su atención —Marie volcó los ojos.
—Vamos, si es guapo. Además, ¿qué chica no se enamoraría de Simon? —agregué, ganándome una sonrisa traviesa de mi amiga, que me extrañó—. ¿Qué? ¿Qué pasa?
—Nada, solo un consejo... Cuando te lo diga, te obligo a darle una oportunidad. ¡Es que se ven geniales juntos! —dijo parándose de inmediato sin siquiera darme la oportunidad de preguntarle de qué iba eso—. Necesito ir a buscar al estúpido y arrogante de Ross. No te vayas sin mí, que voy a cenar a tu casa, hoy.
—¡Ei! ¡Marie Acuña, no te vayas! —le grité, pero esta solo miró hacia atrás mientras corría, riendo, dejándome sola.
¿Qué quería decir con eso? No me digas. Simon... ¿Y yo? No, no podía ser. En eso, un recuerdo sacudió mi mente.
—¡Simon Adams, el ganador del juego ha salido al fin! —aplaudieron la mayor parte de la mesa, a lo que miré a mi lado, donde Simon estaba sonriendo amigablemente, como siempre, pero algo sonrojado.
Aunque no podría asegurar si era por nervios o efecto de su borrachera.
—¿Verdad o reto? —le preguntó uno de los chicos de la mesa.
—Reto —respondió, mientras se pasaba una mano por el cabello, poniendo toda su atención en las próximas palabras que iban a decirle.
—Tienes que besar durante diez segundos a cualquier chica de la mesa, tú elige —le guiñó un ojo, soltando una carcajada.
Me mordí el labio para no reírme. ¿Simon iba a besar a una chica? ¡Y yo iba a estar en primera fila para verlo!
Este, por su parte, no se movía, al parecer debía estar algo nervioso, y es que ni siquiera a mí me había comentado qué chica del instituto encontraba guapa. por lo que no pude evitar darle un apretón en el hombro.
—Vamos, Simon, hay muchas chicas aquí. No querrás hacerla esperar —le animé, pegándome a su oído para que nadie más nos escuchara.
Esperé que me diera una respuesta, sin volver a mi asiento. Pero la que hubo fue totalmente la contraria a la que imaginaba. Simon movió su cabeza hacia mi dirección, quedando frente a frente conmigo. Cuando iba a decir algo estampó sus labios a los míos, sin darme tiempo de reaccionar.
«¿Me había besado con Simon?», me chillé en mi interior al volver a la realidad. Se
escuchó el timbre resonar en mis oídos, lo que me llevaba a mi última clase. Literatura. ¿Qué iba a decirle a Simon? En eso, recordé por qué estaba tan raro el sábado en mi casa. Y más aún cuando había hablado con él hoy.
Aunque, si lo pensaba bien, solo me había besado porque era a la única que conocía ahí, no porque hubiera sentimientos por entremedio. ¿No? Eso tenía que ser, porque Simon era mi amigo. Mi mejor amigo.
Tomé mis cosas del césped, enderezándome, y me encaminé hacia mi clase. Por el camino fui recordando bien todo lo que ahora veía más claro: primero que nada, la actitud de Simon. Luego las insinuaciones de Marie. Y, finalmente, Tyler. ¡Por dios, Tyler me había visto besando a Simon!
Recordaba su rostro, junto al de Mark. Él había entrado en el juego justo en ese momento. ¡Él sabía lo del beso y no me había dicho nada! No podía creérmelo. En eso, recordé nuestra pelea, en que al final Tyler se fue refunfuñando y me dejó sola.
—Haley, vamos, que vas a llegar tarde a mi clase —la profesora Torres, que iba caminando en mi misma dirección, me miraba con interés—. ¿Cómo va todo? He percibido un notable cambio en ti —esta me miró de arriba abajo y me avergoncé por llevar la falda corta que Tyler me había elegido hoy por la mañana—. Tengo más libros para ti, son espectaculares.
Yo asentí sin muchas ganas, ya que el último que me había dado ni siquiera había tenido tiempo para comenzarlo. Así fue como entré en clase, donde busqué a Simon, nerviosa, y para mi sorpresa este estaba sentado atrás, con los del equipo. Excelente.
—Haley, ponte con nosotros —dijo uno de ellos, pero sin responderle me senté en primera fila, sin mirar a Simon.
No iba a sentarme atrás con ellos. Y mucho menos si Simon estaba a su lado, era muy gallina para mirarlo a los ojos después de lo que había sucedido.
Al acabar el instituto evité a Simon lo mejor que pude, aunque fue fácil, ya que muchas chicas se tiraban encima de él, y al menos eso lo mantenía ocupado. Aunque en cierta manera también me decepcionaba el hecho de que en todo el día ni se había acercado a mí desde la mañana.
Terminé sacando conclusiones inseguras que hacía mucho que no venían a mí, como por ejemplo: ¿Y Si ya no quería ser mi amigo? ¿Y si encontraba novia y nunca más hablábamos? ¿Y si me encontraba una "rata de biblioteca" y no quería hablarme por vergüenza? ¿Y si me odiaba?
Negué con la cabeza, haciendo que desaparecieran de una vez. Me desplomé en mi cuarto. Tenía junta con el comité periodístico, pero realmente no podía más. Estaba que explotaba por todo lo que estaba pasando, necesitaba relajarme. Además, Tyler ni había dado señales, así que mejor para mí, y es que con nuestra última conversación las cosas no habían quedado muy bien.
—Estupendo. ¿Crees que yo también soy capaz de hacer algo así? ¡Es que te volviste loca! ¿Cómo puedes compararme con alguien como él? —Tyler estaba furioso, me eché un paso atrás, me temblaban los pies.
—Digo que eras capaz. Antes, no ahora.
—Como si hubiera una diferencia —bufó mientras volcaba los ojos, sin mirarme.
—A ver, ¿quieres que te mienta? Es así como lo veo, Tyler, no voy a mentirte y decirte lo contrario.
Este soltó una carcajada.
—Tú no sabes ni una mierda de mí. ¿Estamos? No me conocías antes, no tenías ni idea de cómo era, porque NO NOS CONOCÍAMOS —este me miraba sonriendo como un estúpido—. Ni habíamos hablado, así que no vengas a decir algo sobre mí sin saberlo realmente.
Asentí con la cabeza, sin poder mirarlo a los ojos, me picaban y no iba a ponerme a llorar enfrente de él.
«Que sí lo hicimos», me repetía en mi cabeza, «imbécil». Pero, por supuesto, no salió de mi boca.
Con todo el valor y cuidado para no derramar ni una sola lágrima me di la vuelta, comenzando a caminar hacia dentro del instituto sin decirle ni una sola palabra.
—¡Haley! No he terminado de hablar contigo.
Sin pensarlo, y aunque no soy una persona para nada agresiva, ni mucho menos, subí mi mano hacia arriba dejando ver mi dedo del medio. Para que le quedara claro que era un total cretino.
Cerré los ojos, ya que los tenía cansados, además de que no pude evitar que las lágrimas comenzaran a caer. Eran tantas las cosas por las que estaba pasando que a veces olvidaba que todo esto era real. Que Mark Ross había comprado un arma, que Tyler había muerto, que su padre había matado a su madre, que Aaron Grey se había chocado con él en el coche...
Eso y mucho más eran cosas que realmente estaban sucediendo. No se trataba de una telenovela ni mucho menos de una película. Real. Todo era real. Y lo peor era imaginar qué vendría después, qué pasaría cuando Mark apretase el gatillo, cuando se supiera la verdad, cuando los secretos salieran a la luz y cuando Tyler muriera o viviera. ¿Qué pasaría luego? ¿Vivir como si nada?
En ese momento el tema de la supervivencia de Tyler era lo que más me importaba, y es que ahora mismo estábamos muy alejados de lo que el sacerdote nos había dicho. Solté un suspiro y me dejé caer en un sueño profundo.
Estaba en un sendero, caminando a paso lento, donde una tenue luz al final me hacía entrecerrar los ojos, me impidiéndome ver con claridad, y más aún cuando unas sombras se movían a gran velocidad cerca de mí. Asustada me di la vuelta, pero no había nadie. Luego volví a mirar al frente, pero el escenario había cambiado, ahora me encontraba en un prado en el que unas risas de unos niños se escuchaban a lo lejos.
Me acerqué, indecisa, y los encontré a ambos jugando, dándome la espalda. Estos reían. Noté que el niño tenía el cabello rubio. Estaba vestido con una jardinera y unos zapatitos que me hicieron sonreír, eran tan diminutos... A su lado había una niña que tenía el cabello oscuro. Llevaba un vestido claro, de color amarillo. Los dos debían de tener entre cinco y seis años.
—Perdiste, como siempre —le molestó el pequeño. Su voz aguda y tierna me hizo ampliar la sonrisa, y me acerqué más a ellos para poderles ver el rostro.
—Malo, es porque haces trampa —noté que esta se cruzó de brazos.
En ese momento solo me faltaban unos pasos para verlos, pero por una extraña razón no podía moverme. Estaba estática. Intenté mover los músculos en un intento desesperado, pero no podía. Y al parecer los niños no me veían, como si no estuviera realmente ahí. Una desesperación comenzó a entrar en mi pecho. Mis respiraciones cada vez eran más rápidas.
—Claro que no.
—Claro que sí.
—A la cuenta de tres. Uno... Dos...
—Espera, no estoy lista.
—¡Tres! —el chico comenzó a correr por el prado en el lado contrario a mí, por lo que verle el rostro fue imposible. La chica soltó un grito y comenzó a correr también.
En eso, sentí cómo una ráfaga de viento pasó por mi cuerpo, haciendo que me pudiera mover y cayendo al césped. Noté cómo un grito inundó la estancia. La pequeña se había tropezado. Noté cómo el niño se dio la vuelta corriendo hacia ella. No dudé en levantarme también para acercarme hacia ellos. En el camino escuché los sollozos de la pobre niña.
—Vas a estar bien, confía en mí —escuché decirle.
Justo en ese momento el escenario cambió: ahora estaba en unas vías del metro. El corazón se me aceleró de golpe. Tengo que salir de aquí. Tengo que salir de aquí. Miré hacia los lados. Estaba en mitad de las vías, y se escuchaba el ruido del metro acercándose. Corrí como una loca hacia el lado para poder subirme y salir de las vías, pero cada vez que saltaba estas se hacían más grandes.
Me puse nerviosa, comencé a gritar y a llorar como una loca. La gente que pasaba por los lados ni siquiera me miraba, seguían con su actitud indiferente, como si yo no existiera. El corazón me iba cada vez más rápido, miré hacia los lados intentando buscar una salida, pero en vez de eso vi a mi abuelo. Estaba ahí, al frente de mí. No, esto no puede ser real. Cerré los ojos, gritando como una loca. Tenía que salir, no podía estar ocurriendo esto.
—¡Haley! ¡Haley! —su voz, esa voz, era la de mi abuelo. Me tapé las orejas con las manos, para así no escucharlo, no podía hacerlo.
—¡Ayuda, Haley! ¡Haley! —los gritos cada vez se hacían más fuertes.
—No eres real, no eres real —me susurraba a mí misma.
—¡Despierta, joder! —escuché decir.
Abrí los ojos de golpe. Solté un grito pasmada, asustada, y me moví bruscamente hacia el lado, donde caí de mi cama dándome un golpe en el suelo. Aturdida, pero aún con el corazón en el pecho, me enderecé en posición de ataque, encontrándome con Marie, que me observaba desde la cama, frunciendo el ceño.
—¿Estás bien? ¿Qué te paso? ¿Con qué soñabas?
Pestañeé unas cuantas veces. ¿Había sido un sueño? Claro que lo había sido, ya que ahora recordaba que había cosas que era imposible que ocurrieran en la vida real. Pero... se había sentido tan... cierto. Pensé en contárselo a Marie, pero al fin desvié el tema.
—¿Qué haces aquí?
—Auch, pero qué tono. Te dije que vendría a comer, y llegué hace... —esta miró su reloj con atención— dos minutos. Escuché tus gritos desde afuera, por lo que saqué la llave que esconde tu mamá en el macetero —me informó.
—¿Estaba gritando?
Esta abrió los ojos, mirándome atenta.
—Lo más probable es que llegue en cualquier momento una patrulla. Tus gritos deben haber asustado a todo el edificio. Yo pensaba que iba a patear unos traseros al entrar, pero solo eras tú con una pesadilla. ¿De qué iba? Para ponerte en ese estado debía de ser bastante horrorosa.
Asentí con la cabeza.
—¿Y?
—No quiero hablar de eso. ¿Mamá no ha llegado?
—Nop.
Solté un suspiro frustrado, y es que no tener celular me estaba empezando a molestar, por lo que le pedí a Marie que me prestara el suyo. Porque en nuestra línea telefónica fija no estaba permitido llamar a celulares por el gasto. Después de cuatro tonos, al fin cogió el teléfono.
—¿Vienes a comer?
—¿Haley? —esta soltó una carcajada, al parecer venía muy feliz. Bastante, para mi gusto. Puse los ojos en blanco, ya que si estaba borracha iba a vérselas conmigo.
—¿Dónde estás?
—¿Qué te sucede? Estoy llegando a casa ahora.
—¿Estás bebida?
—No, lo juro —se escuchó la voz de un hombre a su lado... Genial—. Voy a llegar en cinco minutos —esta bajó el tono de voz, pero igualmente se escuchó—. No, no voy a invitarte.
—¿Qué?
—No, no hablaba contigo. Llego en cinco —iba a cortar, pero esta al parecer no lo hizo sin darse cuenta.
Sé que estaba mal escuchar, pero la curiosidad me ganaba.
—Roy, tú no vas a comer en casa, entiéndelo —¿Estaba con Roy? ¿Había salido con él?
En eso, recordé esa cita para comer que Tyler me había contado, en la que mamá había salido con este. ¿Le habría ido bien?
—¿Por qué no? Haley me invita.
—La dueña de casa soy yo, así que tú no entras. Ya tengo mucho por hoy contigo.
—Vamos, si lo hemos pasado bien.
—Pero eso no significa meterte en mi casa.
—¿Es por Haley? Vamos, Anna, supéralo de una vez. Nos llevamos bien.
¿Por mí? ¿Qué tenía que ver yo en esto? No quería saber más, un escalofrío me recorrió de pies a cabeza. Entonces recordé las palabras de Tyler: Estoy seguro de que Roy es tu padre. Y ahora eso que tantas veces le negaba me estaba empezando a convencer.
(Tyler )
Ya era de noche y Mark Ross estaba en el jardín de nuestro hogar fumándose un cigarrillo a escondidas mientras miraba las estrellas, pensativo. Sí, me había prometido alejarme de todas las mentiras y secretos, pero luego de ver la pistola que llevaba consigo todo se fue a la mierda. Necesitaba saber para qué diablos la quería, yo creía que era para Aaron Grey, pero también había otras opciones, como Fernando Ross o él mismo.
Por eso lo seguí todo el día, aunque no pasó nada de otro mundo. Solo sabía que la pistola la había guardado en el maletín debajo de su cama. Y en mi cabeza aún me debatía si Haley tenía razón. Esto estaba mal. Matar a Aaron Grey no debía hacerme sentir bien, sino que debería sentirme horrible. Pero no podía, él me había matado. ¡Y por supuesto que quería devolverle el golpe!
Sonaba despiadado, pero no iba a mentir. La idea brillaba en mi cabeza, quería que él sufriera la misma pesadilla en la que yo estaba. Y si Haley no podía entenderlo no significaba que estuviera mal. Porque no lo estaba... ¿o sí?
Escuché unas pisadas detrás de Mark provenientes de alguien que venía hacia nosotros. Mark no intentó ocultar el cigarrillo ni tampoco mover la cabeza hacia la persona. No tenía ningún interés.
—¿Fumando? —la voz era de Diana.
Sí, la novia de James y la hermana de Aaron Grey e hija de Richard Grey. Zorra de cuarta. Mark, por su parte, le echó un vistazo para luego ni tomarle atención.
—¿Me das uno?
Este se encogió de hombros. Miró la cajetilla, que estaba encima de la mesilla de vidrio que había a un lado. Esta al tener su permiso caminó hacia ahí, donde le pidió que le prendiera el encendedor. Entonces Diana se acercó a Mark e hizo una calada. Esta no se movió, no acortó la distancia con Mark, pero se había quedado bastante cerca. Y yo sabía lo que quería.
—El auto me ha funcionado bastante bien, gracias a ti —esta pestañeó bastante, como para poner la típica cara que Lauren me hacía cuando quería que la besara frente a todos en el instituto.
—¿Ah sí? —Mark apartó la vista de ella, dando una calada.
—Sí. ¿Recuerdas el día que nos conocimos? —esta al parecer iba a seguir hablándole hasta que Mark cayera a sus pies. Mi hermano asintió con la cabeza—. Hoy me pasó lo mismo, solo que con mi jefa.
Mark, que seguía con el semblante duro e inexpresivo, lo relajó, mirándola esta vez con una leve sonrisa.
—Mientes.
—¡No, lo juro! Se me cayó todo el café encima de ella, ya sabes, estaba corriendo para no llegar tarde y choqué sin siquiera verla —Mark ahora sonreía de oreja a oreja, soltando una carcajada. Diana también lo hizo, dejando una sonrisa de diosa—. Fue vergonzoso.
Es que era bellísima. «No, Tyler, no caigas, es la hermana de Aaron Gay». Esta se pasó una mano por el cabello, desordenándoselo, mientras seguía sonriendo.
—¿Y qué te hizo? —le preguntó Mark, ahora con toda su atención en ella.
—Me sacó de un evento que había hoy por la noche, pero nada importante. Además, así podía venir a contártelo —esta le dio un empujón, acercándose aún más a él.
Diana empezó a darle caladas a su cigarrillo, y mientras tanto Mark aprovechó que esta no lo veía para mirarla, intrigado, y es que Diana al parecer estaba jugando bien sus cartas, cosa que me molestaba. Necesitaba que este me escuchara. Diana era mala, pero tan guapa que era imposible hasta para mí no caer en sus encantos.
—¿Y James? ¿Está dentro?
Bien Mark, así se hace. Noté que esta se demoró en responder, seguro que ni sabía qué diablos decir ante eso.
—Yo... —abrí los ojos sin creérmelo. Diana soltó un sollozo, y varias lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, temblando. Y antes de que Mark dijera algo se tiró a sus brazos, abrazándolo.
—Diana, ¿qué ocurrió? —Mark, que estaba igual de sorprendido que yo, dejó que esta se quedara ahí, mientras le acariciaba la espalda para calmar sus sollozos, que eran bastante fuertes.
—Fui a su habitación y... —esta demoró su respuesta, ya que tenía la respiración entrecortada— estaba con alguien más. Escuché ruidos, pero nunca pensé en encontrármelo con... —esta no pudo terminar, pero ambos captamos la idea.
No le creía en nada, pero por su tan buena actuación hasta me daban ganas de ir a verificar si era cierto. Mark seguía siendo, muy dentro de él, Mark Ross. El hermano bueno. Así que este la siguió abrazando, consolándola, dejando el muro sin sentimientos que siempre estaba atado para ser dulce con Diana. «Maldita. Maldita. Maldita».
—No sabes cuánto me arrepiento de haberte hecho lo que te hice, Mark, realmente lo siento —esta se separó un poco de él, mirándolo a pocos centímetros—. Soy una estúpida, siempre aparto de mí a las personas que más quiero. Debes odiarme —esta volvió a soltar más lágrimas.
—¿Yo? ¿Odiarte? Vamos, no seas tan dramática.
Esta le sonrió de nuevo y Mark se iba a despegar de ella, pero Diana se lo impidió.
—No me sueltes, se siente bien volver a estar junto a ti.
Mark la miró, parpadeando, y noté que al fin tomaba conciencia.
—Diana... no quiero que confund...
«Estupendo, realmente estupendo». Esta había callado a Mark juntando sus labios. Al parecer había sobrevalorado a mi hermano, y es que este ni siquiera forcejeó, sino que le siguió el beso sin dudarlo. «Maldita. Maldita. Maldita». La odiaba, aunque fuera jodidamente atractiva.
¿Y ahora qué? Diana ahora iba a cerciorarse de que Mark no abriera la boca, y mucho menos de que descubriera que ella era la hermana de Aaron. «Genial». Y yo, como un estúpido, seguía ahí parado mientras mi hermano y Diana se daban el lote a besos en el jardín.
(Haley)
—Roy, realmente eres el padre de ensueño —le comentó Marie mientras seguía riendo a carcajadas por su cara untada de mostaza.
Yo, en vez de reír, me quedé en silencio, observándolo. Y es así como había sido desde que había llegado con mamá, ahora la teoría de Tyler también formaba parte de mí. ¿Y si Roy era mi padre?
—Límpiate o no te dejo venir más —le comentó mi madre, parándose de su asiento para tomar unas cuantas servilletas, pero Roy la manchó a ella también, lo que hizo que Marie volviera a reír y mi madre soltara un grito.
—¡Te has echado al agua solo, Miller! Ahora me las pagarás —esta tomó el envase y lo apuntó a su rostro. Un chorro de mostaza estalló contra Roy, que se paró al instante riendo como un niño.
—¡Que me ha caído a la comida! —se quejó Marie, enfadada, al ver que su plato estaba untado del líquido amarillento.
—Qué dolor de cabeza que eres, Marie —comentó Roy molestándola, y esta, sin pensarlo dos veces, agarró la ensalada y se la arrojó en la cara. Mamá chocó los cinco con ella, guiñándole un ojo.
—Ven, Haley, tienes que ayudarme. Tu madre y Marie están locas —Roy intentaba no mancharse, pero ya era tarde.
No sabía si ir hacia él o no. Desde que había llegado con mamá apenas había abierto la boca, y es que el mero hecho de pensar que podría ser mi padre me ponía los pelos de punta. Entonces, ¿por qué me abandonó?
—¡Vamos, Haley! Yo sé que tú eres la buena de entre las tres, no me dejes morir.
Le eché un vistazo. Me sonreía de oreja a oreja. Y ahí me di cuenta de que Roy era una buena persona, y de que quizás, si había alguna posibilidad de que fuera mi padre, no me había abandonado porque sí, tendría una razón. Me levanté de mi asiento, sonriendo al fin.
Me adentré a ayudarlo, pero como era tan despistada me resbalé con la mostaza del suelo cayendo de bruces, ganándome carcajadas de todos los presentes.
—¿Realmente Roy crees que vas a ganarnos con eso? —Marie se reía de mí, y yo la miraba con los ojos entrecerrados.
—Ya, vas a ver qué puede hacer esto —me levanté de un salto y tomé la botella de bebida batiéndola rápidamente, y la abrí mientras Marie me miraba con los ojos abiertos de par en par.
—No te atreverás.
—Oh, sí —fue lo último que dije antes de abrir la botella, cuando el gas hizo que saliera a chorros hacia donde estaba Marie, mojándola por completo.
Una satisfacción me invadió de pies a cabeza. Miré a Roy y a mi madre, que estaban atragantándose de la risa, y me imaginé qué hubiera sido tener todos los días así. Con un padre, con Roy. presente. Todos esos problemas de dinero, de trabajo, de instituto, de comida, de electricidad, de gas, de ropa, de borracheras. Todos ellos, no hubieran existido y podríamos ser una familia feliz.
El punto era: ¿por qué no lo habíamos sido? ¿Qué había ocurrido para que mi madre hubiera alejado a Roy? ¿O que este se hubiera alejado de nosotras?
(Tyler )
Hoy no iba a suplicarle a Haley que me hablara. Estábamos en el instituto, las clases habían comenzado y desde hoy por la mañana que ninguno de los dos nos habíamos dirigido la palabra. Aunque noté que quería decirme algo, ni la miré. Aquí el enojado y ofendido debía ser yo. Le tocaba a Haley pedirme perdón por haberse pasado conmigo el día anterior.
En fin, ahora estaba caminando por los pasillos mientras Haley estaba con la profesora Torres hablando sobre literatura, seguramente. Así que ahí fue cuando nos separamos, y ahora yo buscaba algo de acción, como siempre. Pero mientras los iba observando a todos, noté que Marie Acuña estaba mirando el vitral de mi memorial. Este estaba en una de las paredes de vidrio, y dentro había unas cuantas fotos mías y dos trofeos de temporadas en las cuales fui capitán.
En eso, noté que ella estaba leyendo lo que habían escrito de mí muy concentrada. Tanto que ni notó cuando James pasó a su lado, y al igual que yo frenó su camino para mirarla con atención sin que ella se diera cuenta.
—¡Ei, Ross! Vamos a estar en las gradas. ¿Vienes? —dijo uno de sus amigos, que estaba a unos metros de distancia.
—Sí, vayan por mientras, ahí los alcanzo —respondió él, a lo que Marie al escuchar su voz tan próxima a ella se dio la vuelta de golpe.
Noté que sus mejillas se pusieron rojas, y sin siquiera dirigirle la mirada a James comenzó a caminar hacia su próxima clase. Pero no iba a escaparse así de fácil. James la tomó de la muñeca, impidiéndole seguir caminando.
—¿Conociendo a mi hermano?
Marie asintió con la cabeza, encogiéndose de hombros.
—Todos hablan de ello, me picó la curiosidad.
—Pues no creas todo lo que dicen.
—¿Y eso por qué?
—Cotilleos, nada peor que ellos. Tuercen la verdad a su gusto, difundiendo rumores.
Marie soltó una carcajada.
—Al igual que tú, ¿no?
—¿Por?
—¿Diciéndole a tu papito con quién salgo? Sé cuidarme sola, no necesito a un perro que me defienda. ¿Estamos? —esta había cambiado su expresión a una seria e inexpresiva.
James la miraba estupefacto, debía estar preguntándose cómo diablos se había enterado.
—Te hice un favor.
—¿Y eso por qué, exactamente?
James se quedó ahí en silencio, sin responder, a lo que soltó su muñeca, que aún la tenía agarrada, para ahora él seguir su camino.
—¡No me has respondido! —le gritó Marie, corriendo tras él.
—No es asunto tuyo.
—Claro, es mi vida y tú te metiste en ella.
—Déjame en paz, Acuña, no quiero seguir peleando contigo, ya se hace aburrido —noté que la mayoría de los presentes que lo habían escuchado comenzaron a reírse, a lo que Marie se puso más furiosa.
—Eres un imbécil.
—Bien —este volvió a retomar su camino, alejándose.
—¡Estúpido! —le gritó.
—Bien —gritó de vuelta.
—¡Idiota!
James subió el dedo gordo, en señal de aprobación, sin siquiera darse la vuelta.
—¡Egocéntrico!
Ahora ni siquiera le respondió, por lo que Marie caminó unos pasos más, gritando a todo pulmón.
—¡Aburrido! ¡Maldito gilipollas! ¡TE ODIO!
—¡YO IGUAL! —James se dio la vuelta gritando igual que Marie, y justo cuando esta iba a responderle dobló por el pasillo desapareciendo de su vista.
Yo solté una carcajada, ya que estos dos eran tal para cual. Marie se acercó a su casillero, que estaba al lado, y al no abrirse se descargó contra él dándole algunos golpes, llamando la atención de todo el pasillo. Pero ni les tomó atención.
—Hijo de puta —susurró, tomando su cartera para colgársela atrás mientras caminaba a su primera clase refunfuñando.
Y esa era la fina y elegante hija de Fernando Ross, el candidato a alcalde de Chicago.
(Haley)
Estaba saliendo de Física, clase que Lauren se pasó entera masticando chicle detrás de mí. Y sabía que lo hacía con la intención de molestarme, ya que más de una vez sentí su boca cerca de mi oreja a propósito, desconcentrándome cuando el profesor me preguntaba algún ejercicio. «Gracias, Lauren, tan simpática y amable».
Y lo peor era que hoy por la mañana al ver a Tyler tenía unas ganas enormes de contarle lo de ayer, pero al ver su rostro inexpresivo hacia mí me dio un terror de pelos, había olvidado nuestra pelea. Y Tyler al parecer no era el que se iba a disculpar en esta ocasión. Pero tampoco lo iba a hacer yo.
Al estar tan despistada pensando en Tyler choqué, nada más y nada menos, que con Narco. Este me miró de arriba abajo sonriendo macabramente, como siempre.
—Dickens, justo la chica a la que buscaba.
—¿En serio? —solté, sin creérmelo. ¿Él me buscaba a mí?
—Ven conmigo, vamos a un lugar más... —este miró hacia los lados, y al hacerlo había unas cuantas personas mirándome de reojo. ¿Qué les sucedía?— ...tranquilo.
Aunque un terror inundó mi pecho no lo dudé. Y es que Narco había estado en lo correcto en muchas suposiciones que me había dicho, y no iba a perderme la oportunidad de obtener respuestas. Asentí con la cabeza y fui caminando detrás de él, pues iba demasiado rápido entre la gente.
Yo le seguía con la vista en el suelo, ya que el hecho de que la gente me viera junto a él me provocaba algo de nervios. No quería que Steve y Lauren comenzaran a cotillear y a esparcir rumores sobre él y yo. Pero, por supuesto, mi suerte no era la mejor, ya que Simon apareció en mitad del camino para saludarme. Además, andaba con la mitad del equipo junto a él.
—Haley, ni te imaginas lo que me ha pasado —este me sonreía de lado, emocionado.
Yo miraba a Narco, que se estaba perdiendo entre la gente. No podía perder esta oportunidad.
—Luego, Simon, tengo que irme —me basté a responderle sin mirarlo a los ojos, ya que mi corazón iba a mil al recordar el beso.
No estaba lista aún. Ni esperé a que respondiera, sino que comencé a correr en busca de Narco, que iba bastante más adelante. Al fin llegamos a su guarida, pasando por la cafetería vacía hacia el sector de la escuela que era más bien el almacén de todo.
—No voy a caminar más, lo que quieras hablar conmigo lo hacemos aquí —exigí, ya que no iba a adentrarme hasta el final del pasillo sola con él.
Este se dio la vuelta hacia mí sonriendo de lado.
—Qué carácter que has adquirido. Se podría decir que ya eres otra —yo no respondí, sino que me crucé de brazos, esperando que continuara—. A ver, tienes preguntas, ¿no?
—Muchas.
—Entonces empieza.
—¿Qué sabes de Tyler Ross?
—Que está muerto —este volcó los ojos, frunciendo el ceño—. ¿Qué sabes tú? —dudé, sin saber qué decir—. Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere —este había sacado una rosa marchita de su bolsillo mientras iba sacando pétalos—. ¿Tú qué dices? ¿Te quiere o no?
Fruncí el ceño sin entender de qué iba con eso. Narco soltó una carcajada bastante sonora.
—Aún no entiendes el punto de todo esto, ¿no? Se acaba el tiempo, Haley, y estoy comenzando a hartarme —noté que ahora en vez de sonreír como un maníaco se pasaba la mano por el cabello largo, algo nervioso—. Tic-toc, tic-toc, tic-toc, tic-toc. Si tú avanzas no puedes dejarlo atrás, si él avanza no puede dejarte atrás. Son un todo, el todo no puede avanzar si uno se queda atrás, esa es la clave. Si uno queda atrás, todo el todo se queda atrás. Y el tiempo sigue corriendo, tic-toc, tic-toc, tic-toc.
Ahora estaba comenzando a asustarme. ¿Qué le sucedía?
—Por favor, sé más claro, no entiendo a qué te refieres.
Este soltó un suspiro.
—Verdad, mentira, todo depende de cómo se mira —este volvió a sonreír, a lo que fruncí el ceño—. Es fácil, tú eres la verdad, él es la mentira.
—¿Qué? ¿Te refieres a Tyler y a mí? ¿Él es la mentira? ¿Por qué?
Narco me miró un momento negando con la cabeza, parecía raro. Este se acercó más hacia mí, susurrándome.
—Tienes que hacer verdad algo que es mentira. Piensa, Haley, es todo lo que necesitas hacer para ayudarlo.
«¿Hacer verdad algo que es mentira?», fruncí el ceño sin entender nada.
—¿Quién eres? —me basté a decirle, a lo que nuestros ojos se conectaron.
Hubo un silencio. Hasta que Narco respondió en un susurró apenas audible, lo que me erizó los pelos.
—Lo descubrirás tarde o temprano.
Y, sin más, se dio la vuelta comenzando a caminar hacia la cafetería, pero me quedé ahí, intacta. Entonces podría descubrir quién era realmente, pero él no iba a decírmelo. Sin pensarlo dos veces volví a la realidad y comencé a correr hacia la cafetería para encontrarlo. Necesitaba más respuestas.
Pero al llegar esta estaba completamente vacía. ¿Dónde se había metido?
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SIN SPOILER, ¿QUIÉN CREEN QUE ES NARCO?
No olviden en votar y comentar!!! El próximo cap es uno de mis favoritos, así que espero que les guste, lo subiré mañana, ya que hoy no tengo más tiempo!!
Espero poder leer en los comentarios que les parece la historia, si les ha gustado, que creen que sucederá, etc.
Un saludo enorme.
Quienes buscan comprar la novela en físico y no saben en que librería cercana en su país se encuentra no duden en enviarme un mensaje privado por Wattpad!
J. Rosewell.
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