Cap 2
Una nueva mañana llego al alcantarillado, el olor a panqueques con miel y la fragancia del café recién hecho, había abierto el apetito de aquellos miembros tan peculiares. En cuanto se sentaron, devoraron aquel desayuno, mientras eran vistos con asombro por parte del de naranja. Parecía que nunca habían comido en sus vidas, pero siempre tenían sus platos llenos con distintas exquisiteces y con casi siempre lo que más les gustaba.
Yoshi: los espero en el dojo, tú también ve Michelangelo -yéndose-
Mikey: si señor -alzando los platos y vasos vacíos-
Una vez que dejó todo limpio fue al dojo, no sabía porque el roedor lo había citado, pero lo más seguro era para hacer de sujeto de prueba para esas tortugas. Al entrar los vio estirando y a su maestro pensando, espero tranquilo para saber por qué debía estar allí.
Yoshi: muy bien, serán tres contra uno -sonríe viendo a Michelangelo-
Mikey: si señor -yendo al centro del dojo-
Yoshi: comiencen -viendo a sus hijos-
Los tres quelonios atacaron con todo al menor, no les importaba si lo lastimaban o no, con tal de poder demostrarle a su preciado padre lo bien que habían aprendido eran capaces de todo.
Michelangelo se dedicó a esquivar la mayoría de los ataques, desde un principio sabía que solo sería un saco de boxeo, algo que detestaba.
Pronto Splinter detuvo la pelea y felicito a sus hijos, pero les mostró la forma más rápida y letal de dejar a un enemigo fuera de combate. El ojisceleste no tuvo tiempo a nada y quedó inconsciente, Splinter sonrió por su hazaña y siguió educando a sus niños.
Para cuando el quelonio despertó estaba tirado en su "cuarto", al parecer lo habían arrojado allí después de quedar fuera. Con cuidado camino a su cama y se curó sus heridas, había aprendido gracias a unos libros de medicina herbaria a cómo evitar infecciones. Ahora estaba con uno que le enseñaba electricidad y otro de construcción, si estaría allí lo haría a su manera y de forma cómoda.
Paso cerca de tres meses, el menor seguía su vida a pesar de lo insufribles que eran esos tipos. En su cuarto ya había instalado un cuarto de baño, se sorprendió a si mismo habiendo hecho todo eso y simplemente se sentía muy realizado. También se instaló una cocina y un congelador en donde estaba su amiguito, quien estaba feliz de ya no tener que verles las caras a esos monstruos.
Mikey: está noche quizás llegue tarde, pero no te preocupes, pondré seguridad para que ellos no te molesten -dándole pequeñas caricias a su mascota-
El minino ronroneo feliz a su amo, lo que saco una pequeña sonrisa del menor. Esa noche iría como apoyo para el trio de idiotas, al parecer la situación requería de una distracción y que mejor opción que él. Para colmo no podría llevar su equipo, lo que le dejaba en claro que lo querían muerto.
Llegada la hora los tres mayores veían con diversión al menor mientras le pellizcaban o le hacían pequeñas cortadas, algo que el ojisceleste debía aguantar por más que deseara matarlos.
En cuanto llegaron, el menor bajo y con cautela se infiltró al lugar destruyendo las máquinas con las que se topaba. Tras él entraron los otros tres que buscaban a sus amigos humanos, pues el Kraang los había capturado.
Michelangelo ya había terminado con las máquinas y tranquilo tomaba partes de ellas para hacer algunas cosas que seguramente en un futuro las necesitarían. Vio irse a los otros quelonios llevando en brazos al par de humanos, lo que le dejaba a él revisar el lugar por si había alguien más.
A lo lejos escucho un llamado de auxilio de una mujer, tranquilo se acercó hasta la celda. Viendo a una humana de piel canela, ojos grises y cabello oscuro. La chica se le quedó viendo muy detenidamente.
??: Po-por favor, sácame de aquí -pidió nerviosa-
Mikey: si -se acerca y usando a uno de los Kraang abre la celda- ven, te dejare en un lugar seguro -ofreciéndole la mano-
La mujer dudo un poco, pero al final tomo la mano del menor. La tortuga la llevo fuera de allí y luego hasta la policía.
Mikey: allí te ayudarán a volver a tu casa -sonríe suave-
??: Gracias -le besa suave la mejilla- podré verte otro día?
Mikey: tal vez -susurra- debo irme, ten cuidado
El menor se fue rápido evitando que la señora dijera algo, no quería involucrarse con ella. Era mejor así, ya lo había aprendido por las malas más de una vez. Tranquilo fue a ver a sus únicos amigos, claro que al llegar fue puesto en una camilla y vendado casi por completo.
Slash: sabes que tienes un lugar aquí -sujetando suavemente una de las manos del menor-
Mikey: lo sé, pero también los conozco a ellos y sé que en cuanto lo sepan vendrán por mí y me llevarán de nuevo allá -susurra-
Rockwell: te protegeremos -viéndolo decidido-
Mikey: -sonríe- gracias de verdad, pero lo menos que quiero es verlos sufrir por mí culpa -se levanta de la camilla-
Leatherhead: come algo antes de irte -ofreciéndole un vaso de jugo y unas rebanadas de pizza, algo que tenía prohibido comer-
Michelangelo no sé negó a ello y se sentó de nuevo comiendo feliz aquel platillo. Los mayores lo miraban con tristeza, realmente deseaban alejarlo de ellos, pero era algo casi imposible.
Una vez que terminó se despidió de sus amigos y feliz volvió a la guarida. Al llegar no vio a nadie, por lo cual antes de acostarse limpio la sala, cocina y dojo.
Al entrar al baño vio algo que no deseaba, Donatello y April estaban teniendo sexo. Silencioso cerró la puerta y se fue a su "cuarto", estaba algo asqueado, lo único que le consolaba era el hecho de que no lo recordaría al otro día y tampoco lo anotaría en su diario. Cansado se acostó y se dejó llevar por el sueño, allí estaba aquel ser, pero está vez era esa mujer que había salvado. Se acercó a él y suave le beso la frente, prometiéndole que todo ese dolor terminaría.
Al despertar al día siguiente, tomo uno de sus cuadernos y dibujo a aquella persona o mutante, no estaba muy seguro de lo que ella era, pero ese calor y cariño eran tan lindos que lo hacían querer volver a verla.
Mikey: te encontraré -sonríe viendo su dibujo-
Después de aquello, fue arriba y dejó hecho el desayuno, limpio la sala y los cuartos de aquellos quelonios. No le sorprendió ver el chiquero que tenía Raphael en su cuarto, pero si el hecho de haber encontrado fotos suyas algo comprometedoras, las tomo todas y las echo en una de las bolsas de basura, no dejaría que lo usarán de esa manera o cualquier otra que fuera la idea.
Después de limpiar los cuartos, regreso al suyo y continúo ampliándolo. La luz era lo que menos debía colocar o haría que ellos bajarán y seguramente le destrozarían todo. Además en unos días sería su cumpleaños, cómo siempre debía dejarles todo hecho a los de arriba y decorada la sala para las visitas. Aunque sus amigos le habían pedido que fuese mañana a la noche a la guarida, pues deseaban darle algo especial, lo que le emocionaba demasiado.
Al caer la tarde vio llegar al par de humanos, que al parecer se encontraban bien y solo con algunos moretones. A ellos no los conocía, tampoco sabía que le habían contado de él, ese trío de quelonios. Tenía curiosidad por saber más de ellos, pero temía que estos fueran y le contarán a ellos lo que estaba haciendo.
April: oye -acercándose al ojisceleste- me permites darte algo? -sonríe un poco sonrojada-
Mikey: claro que si Srta. O'Neill -viéndole con duda-
La muchacha se acercó más a él y rápidamente pegó sus labios a los de la tortuga. Michelangelo se quedó sorprendido, rápidamente la aparto y se fue a su "cuarto", no era justo el jamás le había hecho nada y ella le hacía algo así. Estaba sumamente seguro de que Donatello lo torturaría de la peor manera por tocarla.
En la sala Casey y April reían divertidos por la reacción del menor, les había parecido muy buena idea aterrarlo un poco, claro que no le dirían aquello a los otros tres. No sabían muy bien de lo que eran capaces, pero con tan solo ver el estado de esa pequeña tortuga se daban una idea de por lo que pudo haber pasado.
Raph: y porque las risas? -acercándose tranquilo-
Casey: jaja, nada importante -sonríe-
Donnie: pues gracias a ustedes nuestro entrenamiento termino antes -feliz abraza a su novia-
April: genial, que tal si hacemos otro entrenamiento -le susurra solo a él-
Donnie: -asiente y la lleva a su cuarto-
Raph: jaja, parece que perdiste
Casey: -suspira- ya que -un poco triste- oye, que hay con lo que me ibas a mostrar, lo encontraste?
Raph: me temo que no, creo que fueron a parar a la basura -suspira- con lo bien que se veía
Leo: quién? -serio acercándose-
Raph: una tipa en una revista que vi -serio-
Leo: mh, mejor lárguense, mí programa está por empezar -tomando el control-
Raphael y Casey se fueron al cuarto, a pesar de tener aquella pequeña sinfonía de gemidos, pudieron charlar tranquilos. Michelangelo después de unos minutos de saber que estaría fuera de peligro, subió y fue a hacer el aseo en el dojo. Hoy debía darle otro repaso de limpieza al cuarto del ninja rojo, pues según el dueño aún seguía sucio.
Al llegar al cuarto escucho las voces del rojo y su amigo, tocó a la puerta y espero el permiso. Raphael miro a la puerta y sonrió deseoso, no sabía porque, pero le gustaba el culo que el menor se cargaba. Tranquilo le dejo pasar y entre su amigo y el aprovecharon para tomarle foto a escondidas.
Michelangelo estaba asqueado, pero no quería involucrarse en algo así, tampoco deseaba ser el juguete de ese par. En cuanto termino se fue de allí, sentía una gran necesidad por lavarse, para su mala suerte el de azul le detuvo y llevo a su cuarto.
Leo: quiero saber qué hacías en su cuarto -serio-
Mikey: él Sr. Raphael me exigió darle una repasada a su cuarto -viéndolo fijo-
Leo: seguro que no fue por otra razón -caminando alrededor-
Mikey: si Sr. Leonardo -serio-
Leo: lárgate -sentándose en la cama, teniendo la mirada en el culo de la tortuguita-
Michelangelo sintió esa mirada extraña y sin demora alguna se fue de allí. No podía entenderlos y tampoco deseaba hacerlo, solo quería que no se le acercara. Ya en su cuarto inmediatamente se dio ese tan anhelado baño. Al terminar se sentó a meditar un poco, quería tratar de verla nuevamente y saber que esa noche podían verse.
Le tomo unos minutos para entrar en trance, lentamente su preciado mundo aparecía y su amada familia lo recibía entre sus brazos. Sentir aquel calor era algo hermoso, en especial de sus dos hermanos mayores, quienes lo abrazaban protectores.
??: Pareces asustado? -acercándose tranquila-
Mikey: un poco, pero ya estoy bien -sonríe al verla-
??: Veámonos esta noche en donde me dejaste la última vez -sonríe-
Mikey: allí estaré -feliz, saliendo tranquilo de su trance-
El menor suspiro y tranquilo espero a la noche, en ese lapso no le tomo importancia a lo que ellos hicieran, solo quería verla y saber más de ella.
A la hora del patrullaje el quelonio siguió un rato al grupo, no lo necesitaban así que luego de verlos separarse se fue a dónde vería a esa mujer.
Tardo cerca de 10 minutos en llegar y desde allí arriba miro a que ella llegará. No estaba seguro de si lo que pasó en su mente había sido real o no, pero quizás inconsciente la había proyectado para tener a alguien a quien llamar madre. Pues era algo que siempre había anhelado tener.
Ya habían pasado cerca de dos horas, a esas alturas no le sorprendía haberse dado cuenta de que había sido solo un juego de su mente. Molesto consigo mismo, se levantó y empezó el recorrido hacia... "su hogar"... debía aún llamarlo así?
Estaba tan absorto en su mente que no noto la orilla del edificio y hubiera caído si no fuese por aquellas suaves manos. Al voltear allí la vio, agitada y algo sonrojada, seguramente por haber corrido tanto.
??: Cu-cuánto lo siento... Que-quería llegar antes -hablo agitada-
Mikey: -saliendo de su impresión- tomate un minuto y luego me cuentas -asiendo que se siente-
La mujer sonrió agradecida y con calma fue recuperando el aire, realmente que correr unas seis cuadras había sido agotador. Claro que ella siempre había sido muy atlética, pero estuvo un tiempo fuera debido a unos problemas.
??: lo siento, salí más tarde de lo que debía del trabajo -suspira- espero no haberte hecho esperar tanto
Mikey: no, tranquila -sonríe amable- me sorprende que fueras a trabajar, después de lo que te paso
??: pues no tenía motivo para estar encerrada en casa, además no me dejó vencer fácilmente -dijo orgullosa de sí misma-
Mikey: jaja, pues debieron tomarte desprevenida entonces -recordando de dónde la saco-
??: -apenada- me temo que sí, ese día estaba distraída con unos perritos u///u
Michelangelo no pudo evitar reír, aquella mujer era muy dulce y amable ante sus ojos, solo esperaba no perderla cuando conociera a esas tortugas.
??: y dime, cuál es tu nombre?
Mikey: creo que ya lo sabes -sonríe suave- me pusieron Miguel Ángel, por un pintor antiguo
??: Oh, que coincidencia mí nombre es Arela, que significa ángel jaja
Mikey: es muy lindo –sonríe-
Arela: cuéntame, cómo es que llegaste aquí? -creyendo que venía del espació-
Mikey: jaja, no soy un marciano jaja
Arela: oh, jeje lo siento -apenada- entonces?
Mikey: yo anteriormente era una tortuga normal, pero un día me cayó un líquido al cual llaman mutageno -pensando tranquilo- eso mezclado con algún ADN, crea distintas especies, en mí caso tengo ADN humano...
Arela: espérate, así que saliste de un laboratorio?
Mikey: jaja no -sonríe- fui comprado por el Sr. Hamato Yoshi cómo una mascota, el sujeto siguió a los seres equivocados y el también termino mutando en una enorme rata parlante
Arela: te refieres a esos que me capturaron?
Mikey: exacto, se hacen llamar Kraang, pertenecen a otra dimensión -recordando lo que sabe de ellos-
Arela: ya veo -suspira- pude ver qué no eres el único
Mikey no, hasta ahora he contado unos... 17 más o menos -sonríe-
Arela: supongo que tú y el Sr. Hamato son dos de ellos?
Mikey: si, luego están los otros tres quelonios que también fueron comprados por el Sr. Hamato -serio- yo vivo con ellos
Arela: y el resto?
Mikey: cinco de ellos conforman otro grupo, que suelen luchar junto a ese trío de quelonios -omitiendo el hecho de que son sus mejores amigos, se estira un poco- luego hay tres que viven por sus partes y los otros pertenecen al Foot Clan
Arela: Foot Clan? -curiosa-
Mikey: si, unos sujetos que están bajo el mando de Oroku Saki...
??: Aquí estás -viéndole serio junto a los otros dos-
Arela: -seria viendo a los recién llegados- quiénes son?
Mikey: -se para y tomando una postura más recta los presenta uno a uno- ellos son Leonardo Hamato, Raphael Hamato y Donatello Hamato
Leo: -acercándose relajado- mucho gusto, espero que mi hermano no le haya causado ningún inconveniente -sonríe amable poniendo una de sus manos en el hombre del quelonio naranja-
Arela: -se para y aleja a Michelangelo de él- Mich tengo miedo -fingiendo estar asustada-
Mikey: -gentil la abraza- no temas, no te harán daño -sonríe muy dulcemente- son buenos mutantes
Aquellas simples palabras revolvieron el estómago del menor, pero si se atrevía a decir la pura verdad, era seguro que lo matarían en cuanto estuvieran en casa.
Donnie: jaja, no tema señorita -sonríe gentil- puede que esté par parezcan amenazantes, pero son muy buenos chicos
Raph: oye -suave lo toma de la cintura y le aprieta juguetón una de las mejillas-
Donnie: jaja -sonríe algo sonrojado-
Arela: -se relaja un poco y suspira- debo irme Mich -suave le besa la mejilla- nos vemos -sonríe- un gusto conocerlos chicos
Leo: segura que quiere irse sola?
Arela: sí, mi hogar está aquí a una cuadra -sonríe y tranquila baja por la escalera de incendió-
Michelangelo se quedó viéndola hasta que ya no la diviso, podía sentir tras él el aura amenazante del de azul. Sabía bien que en cuanto llegara a casa sería castigado severamente.
Leo: vamos "Mich" -pronuncio con asco el apodo que aquella mujer había usado para el quelonio de naranja- tienes mucho que explicarle a padre
Aquel par de ojos color cielo se cerraron con fuerza por unos breves segundos y con la condena al cuello siguió a aquel trío.
Al llegar a casa, Leonardo le contó con su mayor inocencia lo cruel que había sido Miguel Ángel, al presentarlos frente a una nueva amiga suya. Splinter estaba sumamente molesto y sin dudar de la palabra del mayor tomo al de naranja y le dio una fuerte paliza.
Los gritos de aquella alma se escucharon por todo el alcantarillado asustando a los intrusos que por allí merodeaban. Los que estaban arriba y habían escuchado aquello, miraban a su alrededor buscando a la persona de tales alaridos.
Lo que aquella familia no esperaba era la llegada de los Mutanimales, quieres parecían haber visto a un fantasma. Donatello, llevo al grupo a su laboratorio en donde junto con Raphael los calmaron.
Leonardo le aviso a su padre, quien se estaba acomodando un poco la ropa. Splinter le dijo que lo botara al sótano, que ya luego seguiría con él. El de azul acato la orden y arrastrándolo le tiró por las escaleras, yendo rápido al dojo a limpiar un poco lo sucio.
Mondo, había visto aquello y en total silencio fue a ayudar a su amigo. No pudo evitar sentirse impotente al verlo arrastrarse hasta lo que supuso era la cama, con mucha suavidad lo ayuda a subir. Podía sentir el miedo alrededor del menor, pero no lo dejaría así. Tomando lo que Rockwell le enseño, empezó a curarlo.
Michelangelo temblaba de miedo, apenas podía divisar quien era el que lo estaba auxiliando. Solo quería que se fuera, que ya no lo tocaran, la quería ver a ella, sentir esas suaves y protectoras manos a su alrededor. Con ese deseo se dejó llevar por el cansancio que su cuerpo estaba cargando.
El gecko al verlo dormido, volvió con mucho cuidado junto a los suyos, claro que antes le había tomado muchas fotos a su amigo, para que vieran lo que le habían hecho esos monstruos que decían ser ángeles.
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