Capítulo 8
Guerra en el infierno
—Yo —contestó Zamuell a lo lejos, su fila era la siguiente pero estaba esperando con paciencia a que Yoongi asesinara a más de los suyos para que así fuera más fácil pelear contra él.
Rápidamente Yoongi estiró su brazo colocando a Jimin atrás de él para protegerlo de cualquier ataque porque era un hecho que la guerra por el reino infernal había iniciado. No podía creer que había sido engañado de una manera tan embustera.
—¡Te burlaste de mí en mi puta cara! —gritó lanzando una honda de humo pestilente negro directo a Zamuell.
—Te dije que debiste mencionar su amorío con el angelucho en lugar de fingir no conocerse, las cosas hubieran sido más sencillas. Habría terminado contigo mucho más temprano que tarde.
—Yoongi, él tiene poder de los tres arcángeles. ¡Le dieron en una copa! —gritó Jimin.
—¡Tú vete de aquí! ¡¿No ves que te quitaron tu luz, la mitad de tu alma?! ¡Eres prácticamente mortal!
—¡No voy a dejarte solo! —gritó Jimin.
—¡DIJE LARGO! —gritó de una manera aterradora provocando que Jimin diera un par de pasos hacia atrás.
—Recuerdo cuando te desterraron, ese día te propuse escapar conmigo. ¿Me recuerdas? —preguntó Zamuell.
—No hubiera olvidado ese cabello rubio y mal cuidado...
—Oh, deja me transfiguro...
Zamuell fue cambiando de forma hasta convertirse en Silas, Yoongi lo reconoció de inmediato abriendo los labios sorprendidos.
Silas estaba enamorado de Yoongi hasta los huesos, incluso le ayudó a crear el discurso para apoderarse del trono celestial pero cuando Yoongi rechazó sus sentimientos lo traicionó contándole a los arcángeles el mal que quería hacer.
—¡Tú maldito traidor!
—¡Te amé más que a mi propia vida!
—¡¿Y por eso me traicionaste, maldito?! ¡ESCÚCHAME BIEN, SILAS. NUNCA SERÁS LA MITAD DE PODEROSO QUE YO!
>>Si son mis fieles seguidores, descuartícenlo! —gritó.
Pronto ángeles y quimeras atacaron con su magia a Silas, pero este no dudó en activar el poder que le dieron los arcángeles resplandeciendo en una gloria magnifica y cegadora que evitó que todos pudieran mover sus alas. Inclusive Yoongi cayó arrodillado en el suelo. Jimin al darse cuenta del daño corrió hasta donde se encontraba Yoongi tomándolo de la mano para ayudarlo a ponerse de pie.
—¡No puedo ver! —gritó.
—¡Tenemos que irnos, la gloria va a matarte!
—Mi querido ángel. He enfrentado a los dioses, este no es rival para mí.
Dicho eso movió la mano envolviendo a Jimin en una burbuja transparente para que se mantuviera alejado de la batalla.
—¡Yoongi, por favor! —gritó Jimin apretando los puños y tratando de salir de la burbuja.
En ese instante miró descender del cielo a cientos de ángeles celestiales que estaban dispuestos a luchar contra los demonios. Llevó ambas manos a sus labios llorando desesperado porque sabía que era imposible que los demonios vencieran la gloria celestial.
—¡daemonium magicae scutum! —gritó Yoongi moviendo sus manos en círculos y creando un halo de magia oscura para proteger a los suyos.
Los ángeles celestiales descendieron al infierno con sus espadas de fuego y sus alas de luz, dispuestos a acabar con el mal que reinaba en las profundidades. Los demonios, alertados por el estruendo de las trompetas divinas, se prepararon para la batalla con sus garras y colmillos, sus ojos rojos y sus alas negras. El choque fue brutal, y el infierno se llenó de sangre y fuego, de gritos y lamentos, de furia y dolor. Los ángeles y los demonios se enfrentaron sin piedad, sin compasión, sin esperanza. Era una guerra sin fin, una guerra sin sentido, una guerra sin ganadores.
Zamuell vertió la gloria de la copa que le fue entregada en su espada para dirigirse específicamente a Min Yoongi, destrozando cuerpos de demonios a su paso hasta llegar ante él. Cuando estuvieron cara a cara sus espadas resonaron por todo el reino. La espada de Zamuell era de fuego, brillaba con el color de la justicia y la pureza. En cambio la de Yoongi era de hielo, que destilaba el frío de la maldad y la corrupción. Las espadas chocaron, y saltaron chispas y escarchas. Los dos contendientes se miraron a los ojos, y se insultaron y se amenazaron.
Zamuell le dijo a Yoongi que era un monstruo, un pecador, un enemigo de los dioses, los celestiales y de los hombres. Min Yoongi le dijo que era un hipócrita, un cobarde, un esclavo de los dioses y de las leyes. Los dos se odiaban, y se deseaban la muerte.
Pero no solo usaron sus espadas, sino también sus magias. Zamuell invocó el poder de la luz, y lanzó rayos de energía Yoongi. Yoongi invocó el poder de la oscuridad, y arrojó bolas de fuego a Zamuell. Los dos se esquivaron y se bloquearon, y se causaron heridas y quemaduras. Los dos se resistieron y se curaron, y se volvieron a atacar.
—¡No vas a arrebatarme lo que es mío! —gritó Yoongi.
—¡Este reino también debería ser mío, yo te ayudé en la primer rebelión contra los dioses y tú te llevaste todo el crédito!
—¡¿Estás diciendo que también eres un traidor?! ¡¿Escucharon eso allá arriba?! ¡No entiendo porqué siguen solapando a este imbécil mientras que a mí me desterraron hace siglos! —Yoongi gritó mirando al cielo.
—¡Ya muere de una buena vez! —gritó Zamuell dirigiendo su espada hacia Yoongi y logrando perforar su hombro. Por primera vez lo hirió de gravedad— Uy, que fácil.
—¡Maldito! —gritó cayendo al suelo de rodillas intentando zafarse la espada del hombro sin lograrlo porque la gloria superaba la magia demoniaca así que Zamuell la encajó todavía más.
—Y así es como derroqué al rey del inframundo... Será una buena historia. Luego de matarte iré a cogerme a tu noviecito y después lo asesinaré.
—¡No te atrevas! —gritó sintiendo que la gloria de la espada recorría su cuerpo, su sangre como si fuera gasolina avivando el fuego.
Jimin al percatarse de que Yoongi estaba a punto de ser derrotado golpeó con toda sus fuerzas la esfera en la que estaba siendo resguardado logrando romperla en mil pedazos, luego voló a velocidad de la luz hacia donde estaba Yoongi empujando con ambas manos a Zamuell y obligándolo a alejarse cinco metros de Yoongi.
—¡Detente o lucha contra mí!
—Sabes que no tienes oportunidad, Jimin —siseó Zamuell riendo burlón.
—¡Si quieres matar a Min Yoongi, tendrás que matarme a mi primero! —El grito de Jimin llamó la atención del resto de los demonios y quimeras que seguían luchando.
Mientras tanto Yoongi se ponía de pie a medida que se arrancaba la espada del hombro.
—Vuelve a la burbuja, Jimin. Yo puedo con esto.
—¡No, tú vete a la burbuja. No permitiré que mueras! —gritó encendiendo ambas manos en un color amarillo absorbiendo el poder de la espada de Zamuell.
—Sabes el castigo que los dioses te darán si me atacas en el campo de batalla... —advirtió Zamuell.
—Conozco el castigo. —Jimin endureció la mirada.
—¿Cuál es el castigo? No recuerdo el castigo.. ¡Quiero saber cuál es el castigo! —gritó Yoongi.
En ese momento Jimin le lanzó una bola de luz cegadora a Zamuell provocando que cayera en el suelo, después tomó con sus pequeñas manos el mango de la espada angelical que Yoongi tenía en la mano incrustándola en el pecho del ángel celestial.
—Estoy dispuesto a morir con tal de salvar a Yoongi, no me importan las consecuencias...
—¿Consecuencias? ¡Jimin! ¡¿De qué hablas?! —preguntó Yoongi asustado.
Jimin utilizó su poder para empujar con una ráfaga de aire a Yoongi lejos de él para alejarlo de la gloría angelical.
—Ese demonio te arruinó... —masculló Zamuell tomando la espada que estaba en su pecho mientras sangraba.
—Me arruinó de la manera más hermosa que pude imaginar, ¡puede ser que yo desaparezca pero tú irás al limbo por la eternidad!
Al decir eso presionó la espada todavía más en el cuerpo de Zamuell finiquitando su vida. Pronto Jimin sintió una punzada en el pecho que lo tiró al suelo provocándole convulsiones aceleradas. En ese instante Yoongi recordó aterrado el castigo a Los Ángeles que se traicionaban en medio de la batalla. También algo cambió en el ambiente. El cielo se oscureció, y una voz poderosa resonó por todo el infierno. Era la voz de los dioses, los creadores de todo lo que existe, los que gobiernan el destino de todos los seres. Los dioses estaban furiosos, y no toleraban que sus criaturas se mataran entre sí. Con un gesto de su mano, detuvieron la pelea, y con otro gesto, hicieron aparecer ante ellos a los tres arcángeles; Hoseok, Seokjin y Namjoon.
Los dioses les hablaron con severidad, y les recordaron que ellos eran sus hijos, que habían sido creados para vivir en armonía, y que su rebelión y su odio solo traían sufrimiento y destrucción. Les dijeron que debían cesar su guerra, y que debían respetar los acuerdos, el equilibrio entre el bien y el mal, entre el cielo y el infierno, entre la luz y la oscuridad. Les advirtieron que si no obedecían, sufrirían las consecuencias, y que no volverían a intervenir.
Los ángeles y los demonios escucharon con temor y con asombro las palabras de los dioses, y sintieron el peso de su autoridad y de su sabiduría. No se atrevieron a replicar, ni a desafiar, ni a resistir. Asintieron con la cabeza, los ángeles celestiales se retiraron a su reino con la promesa de no volver a enfrentarse y el infierno volvió a su silencio y a su oscuridad. Todos estaban en quietud viendo a su rey agitar con fuerza el cuerpo de Park Jimin quien seguía convulsionando.
—Morirá —dijo el arcángel Namjoon.
—Es el castigo por asesinar a uno de su misma especie —añadió Hoseok.
—Debe haber algo que se pueda hacer... ¡Siempre hay algo! —gritó Yoongi desesperado.
—Él salvó a nuestro rey... —murmuraban los demonios y las quimeras.
—¡Jiminah! ¿Me escuchas? ¡Sostén mi mano, Jimin!
Pero Jimin tenía los ojos completamente en blanco...
Las convulsiones de Jimin eran cada vez más lentas...
Jimin escuchaba la voz de Yoongi cada vez más lejos...
Con la poca fuerza que tenía presionó la mano de Yoongi tratando de decir un último te amo...
Y entonces dejó de convulsionar...
Jimin soltó su último respiro...
Jimin murió.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro