Capítulo 10
La boda
—Yoongiah... —susurró Jimin al despertar colocando su pequeña y suave mano en la mejilla del demonio quien soltó una lágrima invadida de amor, alivio y felicidad mojando los dedos de Jimin.
—Estás con vida, mi ángel favorito —murmuró acariciando de la misma manera la mejilla de Jimin. Sus uñas negras resaltaban en la piel dorada del ángel.
—Escuché todo lo que dijo la diosa durante el ritual y te miré caer en el abismo oscuro porque yo caía junto contigo... Yoongi, eres un dios destinado a reinar el infierno y...
—Shh. No hablemos de mi reino, ya bastante hemos pospuesto nuestro romance. Lo único que quiero es asegurarme de que esta vez no te irás de mi lado.
—Te amo Yoongi, no me apartaré de ti nunca, yo daría mi vida por ti mil y una veces... —susurró con voz entrecortada.
—No vuelvas a hacerlo, no soportaría perderte de nuevo. —Sonrió con tristeza— Se supone que soy el rey del infierno y perdí tan fácilmente.
—Eso fue porque era magia de los dioses, nadie puede contra eso.
—Jimin...
—¿Sí?
—Sé que puede sonar muy apresurado y si tu respuesta es un no quiero que olvides lo que voy a preguntarte porque soy un ególatra que no soportaría el bochorno de tu rechazo pero...
—¿Pero? —lo interrumpió mientras quitaba sus manos de sus mejillas.
—Cásate conmigo.
Esas palabras tomaron por sorpresa a Jimin, ¿casarse con el rey del infierno? Una cosa era ser su amante, su novio pero ¿su esposo? ¡Eso lo convertiría en el rey del infierno! ¿O sería la reina? Jimin estaba ruborizado pero en medio de tantas posibilidades, de tantas respuestas soltó lo que su corazón anhelaba. Él dio un "Sí" como respuesta.
—¿Qué dijiste? —preguntó Yoongi.
—Dije que sí me quiero casar contigo...
Yoongi amplió los ojos sonriendo como nunca antes lo había hecho. Luego se subió arriba de Jimin besando sus labios apasionadamente y envolviendo sus alas negras en su cuerpo fornido pero pequeño.
—Y querías que me encontrara una reina ¿eh? —ronroneo en su oreja. Jimin lo golpeó con el codo.
—Yo seré tu reina, si eso quieres. —Yoongi sonrió y lo volvió a besar.
—Por cierto —jadeó Jimin— ¿Me seguirás queriendo ahora que mis alas son negras?
—Podrías no tener alas y te seguiría amando con locura porque seguirías siendo mi dulce... Dulce y tierno Jimin.
Al paso de los días se dieron cuenta de que el poder de Park Jimin aumentó considerablemente cuando Min Yoongi el rey del inframundo le entregó la mitad de su alma. También se enteraron de que la fuerza y magia de Yoongi no había disminuido, entonces no comprendían porque los dioses se empeñaron tanto en crear todo ese show para dividir el alma del rey.
La voz se corrió rápido por todo el infierno. No había criatura que no supiera acerca de la boda real, incluso Los Ángeles en el cielo estaban enterados acerca del matrimonio que se llevaría a cabo
Yoongi envió invitaciones hasta los confines del universo porque quería festejar a lo grande su unión con Jimin para demostrar a todos su compromiso y su felicidad. La ceremonia se celebró en el infierno, ante la mirada incrédula y hostil de los ángeles y el apoyo total de los demonios y quimeras que apoyaban a su rey. Yoongi vestía un traje negro con detalles blancos, y Jimin llevaba un vestido blanco con alas de plumas y decoraciones doradas. Los anillos que intercambiaron eran de plata y oro, símbolos de su armonía y su contraste. El único humano que fue invitado era el encargado de organizar las fiestas semanales en las que llevaban distintos humanos para que bailaran con los demonios.
El rey y el ángel se miraron a los ojos y se dijeron sus votos.
—Min Yoongi, ¿aceptas a Jimin como tu esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe? —cuestionó el sacerdote ante ellos. Era el mismo que les ayudó a realizar el ritual para recuperar la memoria de Jimin.
—Sí, acepto —respondió Yoongi con voz suave.
—Park Jimin, ¿aceptas a Yoongi como tu esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe? —ahora preguntó dirigiéndose a Jimin.
—Sí, acepto —dijo Jimin con voz tierna.
Entonces, se besaron con amor y pasión, sellando su pacto de amor. Todos aplaudieron y vitorearon felices por el par de corazones que se acababan de unir. los ángeles se quedaron en silencio, sin atreverse a interrumpir. El infierno y el cielo habían sido testigos de un milagro, de una unión que desafiaba las leyes de la naturaleza y de la moral. La boda de Yoongi y Jimin había sido un éxito, y nadie sabía qué consecuencias tendría para el destino del universo.
El par de enamorados bailaron hasta el cansancio junto con los demonios y quimeras invitados. Notaron que Jilianny bailaba arriba de una mesa junto a una demonio curvilínea de cabello negro. Ambos se carcajearon porque Jilianny parecía ser muy recatado siempre.
Después de la boda, Yoongi y Jimin se fueron de luna de miel a un lugar secreto, donde nadie podía molestarlos. Allí, disfrutaron de su amor y de su intimidad, sin importarles lo que pensaran los demás. Se juraron fidelidad y protección, y se prometieron hacer todo lo posible por mantener la paz y mantener los acuerdos intactos porque si nadie les prohibía amarse entonces ellos no harían nada para perjudicar a nadie.
La noche de bodas estaban desnudos y metidos en una piscina elegante de una ciudad muy grande de Estados Unidos. Yoongi había rentado el hotel completo porque no quería que ningún huésped escuchara sus gritos invadidos de satisfacción. Con las piernas enredadas Yoongi chasqueó los dedos haciendo desaparecer las alas de ambos sorprendiendo por completo a Jimin.
—¿Cómo hiciste eso? —preguntó ampliando los ojos.
—Tengo muchos trucos que todavía no te muestro, ¿olvidas que soy el diablo? —Sonrió y en seguida besó el cuello de Jimin.
—Oye... Me siento mucho más ligero sin las alas.
—Puedo enseñarte a esconderlas y así podemos pasear por New York a pie y a la luz pública. Te aseguro que te divertirás.
—Siempre he querido ir a Francia, a la torre Eiffel pero a la luz del día ya sabes, caminar entre las ratas. —Yoongi se carcajeo.
—También podemos hacer eso, mi vida tenemos una eternidad para disfrutarnos el uno del otro.
—Por cierto, ¿qué época es esta humanamente hablando? Porque la última vez que vine era el año mil seiscientos...
—Estamos en la época de los noventa. Va iniciando.
—Oh... ¿1690?
—No... 1990.
—¡¿Qué?! ¡¿Tanto tiempo ha pasado?!
—Efectivamente, estuvimos ocupados y por eso no te diste cuenta.
—Bueno, eso no importa porque como dices tenemos toda una eternidad para disfrutarnos.
—Exacto, ahora déjame hacerte tocar el cielo...
Yoongi besó nuevamente los labios de Jimin y este lo mordió para después consumar su amor de la manera más pasional que te puedas imaginar. Ambos rentaron el hotel por un mes entero y no perdieron ningún segundo para darse amor mutuamente.
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