Capítulo 10
[NARRADOR]
《— ¿Recuerdas la historia? –Preguntó una voz femenina.
— ¿De qué historia me hablas? –Preguntó otra voz, esta vez masculina.
— La historia que me contaste la otra vez, tonto –La chica rió.— La de los dos hermanos que cazaban demonios.
— A si, la recuerdo... ¿Por qué me preguntas?
—¿Me puedes contar mas?
—Cuando crezcas mas lo haré, pero tengo mas historias ¿Quieres escucharlas?
—¡Claro que si!》
(...)
Gabriel abrió sus ojos de par en par al recordar esa conversación de hace mas de treinta años, se levantó de repente del sofá en el que estaba recostado y revisó toda la habitación en la que se encontraba. Junto a él estaba su fiel perro Max, acarició la cabeza de este y suspiró, por un segundo el menor de los arcángeles había creído que ese sueño era la realidad; se había engañado a sí mismo con la idea de que ella seguía junto a él, que iba a poder contarle mas acerca de esa historia que a ella tanto le había gustado.
La noche anterior se había asegurado de que la niña llegara a salvo al Edén y de que Zachariah aceptara, después de mucho insistirse al pobre, la tarea de cuidar a Adara. Aunque solo bastó que Gabriel le dijera que él también podría quedarse viviendo en su casa del Edén para que el ángel aceptara.
— Vaya que ha pasado un tiempo... –Murmuró para sí mismo el arcángel.— 36 años... esos dos hermanos ya deberían de haber cumplido la mitad de las cosas que le conté a Mary, malditos flojos.
El arcángel de cabello rubio volvió a acariciar a su perro y luego se levantó de donde estaba, llevaba días sintiéndose extraño por una razón que no comprendía, esta sensación se potenciaba cuando estaba alrededor del menor de los hermanos Winchester, Samuel Winchester. Era un lindo nombre en la opinión del rubio, no era hermoso ni extravagante, pero era lindo.
Decidió dejar de pensar e ir a ver como le estaba yendo a su hermanito menor, puede que Castiel fuera un ángel responsable, leal y aplicado en su trabajo; pero tenía muy poca, por no decir nula, experiencia en el mundo humano.
— Buenos días, perras –Dijo apareciendo frente a los dos cazadores.— ¿Como los trata la mortalidad?
Ambos hermanos lo miraron, Sam sorprendido y Dean con el ceño fruncido y una expresión de odio. Gabriel, a pesar de la mirada del mayor de los Winchester, no borró su sonrisa; ya había visto esa misma expresión en Miguel cientos de veces, no era nada nuevo para el mas joven de los arcángeles.
— ¿Qué haces aquí? –Preguntó Dean de mala forma.
— Vengo a ver a mi hermano... –Gabriel revisó el lugar.— ¿Donde está él?
— Eso debería preguntarte yo, dijo que tenía asuntos pendientes y se fue sin mas.
— Oh... Ni idea de donde puede estar –Gabriel entre cerró los ojos.— Pero si sé como hacerlo volver.
— ¿Cómo?
Sam miró el rostro sonriente de Gabriel y luego volteó a ver a su hermano mayor con una expresión que le indicaba a Dean que no debería haber preguntado eso. El arcángel rubio se acercó a Dean y alzó su mano delante del rostro del humano, luego comenzó a acercar dos de sus dedos a la frente de Dean, le dio un pequeño golpe y el cazador salió disparado hacia la pared. Instantáneamente apareció Castiel para ayudarlo a levantarse.
— ¿Lo ven? Se los dije –El arcángel sonrió orgulloso.— Hola hermanito ¿Como va tu trabajo de ángel guardián?
— No es algo que deba importante –Declaró el pelinegro con el seño fruncido.
— Vaya, al pequeño Castiel le salieron agallas –Gabriel hablaba de forma burlona.— Solo intento ser amable por una vez en mi vida, Cas.
— Eso si es un puto milagro –Murmuró entre dientes Dean.
— Y yo que pensaba contarles algo... –Gabriel dramatizó.— Pero bueno... tendrán que descubrirlo solos.
Gabriel hizo una seña de despedida con su mano y se volteó, saliendo de aquél cuarto de motel y tomándose unos segundos para observar el azul del cielo, era un hermoso día soleado.
— ¡Gabriel, espera! –Sintió como le cogían del brazo.
Se volteó para ver que se trataba de Sam Winchester, el chico le miraba fijamente con una expresión seria, aunque se le notaba cansado por la carrera que se había pegado para detener al Arcángel antes de que desapareciera.
— ¿Necesitas algo, Sam?
— Lamento lo que dijo mi hermano, él solo...
— Es un idiota –Le interrumpió el arcángel.— Y tú vives disculpandote por él, lo cual te mete en problemas ¿O me equivoco?
Sam estuvo a punto de negar, pero al ver como el arcángel alzó una ceja tuvo que asentir. Porque era verdad, casi siempre, por no decir todo el tiempo, Dean acababa metiendolos a ambos en peleas y él era quien tenía que salir a disculparse en lugar de su hermano mayor.
— Tranquilo, chico. No lo dije para que te rayes –Dijo Gabriel restándole importancia al tema.— También tengo hermanos, muchos, y sé como se siente el ser la oveja negra de la familia. Ya sabrás que yo...
— Sé por qué lo dices –Le interrumpió Sam.— He leído que cuando la guerra comenzó te escapaste de ese lugar al que llaman Edén, aunque no sé por qué no regresaste luego de tantos años.
— La pregunta correcta es "¿Por quién? –Dijo el rubio sonriendo.
— ¿Por quién? –Preguntó Sam sin entender.
— ¡Hey, Sam!
El mencionado se volteó al escuchar a su hermano llamarle, Dean venía caminando hacia él.
— ¿Qué pasó Samantha? –Dijo con un poco de burla el mayor de los Winchester.— ¿Con quién hablabas?
— Hablaba con... –Sam se volteó hacia donde antes se encontraba Gabriel, pero él ya no estaba allí.— Con Gabriel...
— Ese tío no me da confianza –Dijo Dean frunciendo ligeramente el ceño.— Será mejor que lo mantengamos vigilado y, si se vuelve un problema, le disparamos.
Sam no opinó, se había quedado pensando en esa "pregunta correcta" que le había dado el arcángel. Ahora la curiosidad no le iba a dejar dormir, porque continuaba preguntandose quién podía ser ese alguien que mantuviera alejado al arcángel de su hogar.
NOTA DE LA AUTORA:
Hasta aquí el capítulo de hoy, se lo dedico a casamdra. Porque a pesar de que no actualizo aún sigue la historia.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mis hermosos lectores.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro