Capítulo 20 ♡
Buenas tardes!!! Aqui el capítulo correspondiente al día de ayer, realmente le pongo empeño pero no me da la vida para cumplir...
Jajaja 😂😂😂
Hoy dejo asentado que mi madre se jubiló por ese motivo no he podido cumplir 🤭🤭🤭
Sin más, que disfruten del capítulo 🥰🥰
...
《Tahiel》
Las cosas con Agustín no están nada bien, las cosas con Savannah no están mucho mejor...
Me he vuelto a pelear con mi hermano porque no quiere dejar a Savannah en paz, solo la busca y la confunde y yo lo veo todo rojo, sino fuera mi hermano estaría ya bajo tierra.
—¿Por qué la persigues de esa manera? —le digo a Agustín una vez que Savannah sale del local. Me siento en su lugar y trato de calmarme.
—Porque quiero y puedo Tahiel —dice muy tranquilo— ¡Estoy ayudándote a salir de esa mierda de trabajo! Con suerte hasta ni tendrás que casarte con So ¡Qué más quieres de mi!
—Que dejes a Savannah en paz. Que la dejes ser feliz conmigo.
—Ella ya ha elegido, ¿no te das cuenta? —dice pagando su café y levantándose dispuesto a irse. Lo tomo del brazo y le digo.
—Por favor Agustín. No seré capaz de seguir sin ella y sin mi hijo.
Se suelta de un tirón y sale del lugar pisando fuerte. Unas lágrimas traicioneras escapan de mis ojos y prometo que serán las últimas. Hasta aqui llegó el idiota Tahiel.
...
Me sumerjo en la investigación toda la noche, el café es mi mejor amigo para no decaer. Renzo a mi lado ayudándome con los últimos cabos sueltos.
—¿Crees que tienen vigilancia dentro de la casa? —me pregunta Renzo.
—Si allí tienen la información que necesito seguro sí —respondo.
—Pues tendrás que ir a hacerle una visita de cortecía a Sophi —dice divertido.
—No es gracioso Renzo, pero necesario al final de cuentas.
—Tan necesario como que en hora y media debes acompañar a Sav a la primer ecografía —me recuerda mi amigo.
—¡Demonios! ¡Si! Iré a bañarme asi espabilo. Guarda todo y descansa tu también, seguiremos en la noche.
—Como ordenes Tahi —dice atendiendo el móvil que hace rato le suena sin cesar. Lo traen mal las mujeres, ¿con cual de todas estará liado ahora?
—¿Y ahora que quieres de mi mujer? —alcanzo a escuchar a un muy cabreado Renzo, en mis años de conocerlo nunca, pero nunca lo oí levantarle la voz de aquella manera a una de sus chicas, esto me sorprendió pero decidí preguntarle luego, ahorita tendría muchas cosas por delante... una de ellas ver a mi hijo. Casi olvido que hoy es la primer ecografía de mi hijo, joder... MI HIJO. Que sensación tan extraña en el pecho me hace sentir. Ojala pueda salir pronto de toda esta mierda, mi bebé y Savannah se lo merecen, merecen a un hombre recto y que les de todo lo que necesiten. Sobre todo tiempo y amor.
Espero a Savannah sentado en el capo de mi coche, sale luciendo tan bella con su incipiente barriguita, unos jeans ajustados y una remera de tiritas rosa. Todo una mami mi bella mujer. Detrás de ella salen sus dos amigas. Blanca al llegar me dice.
—¿Quién eres? ¿Agustín o el que le hizo el bombo a mi amiga?
—¡Basta Blan! —la riñe Savannah.
—Hola Tahiel —me saluda Ambar con un sonoro beso en la mejilla— enhorabuena por el baby.
—Gracias —solo alcanzo a decir, porque Savannah me interrumpe.
—Ya chicas, dejenlo en paz —y tira de mi— vamos Tahiel, o llegaremos tarde.
La sigo y nos metemos al coche. Ya conduciendo ella me pasa la dirección y emprendemos la marcha en absoluto silencio.
—¿Nerviosa? —decido hablar porque la veo a punto de colapsar.
—Demasiado Tahiel —dice mirándome de reojo, le sonrío calidamente y toma mi mano por sobre la palanca de cambios, en donde la tenia apoyada— ¿crees que seremos buenos padres?
—No... —digo— estoy seguro de que cometeremos miles de errores, pero seremos los mejores padres que pueda tener nuestro hijo, porque a pesar de todo lo amaremos con nuestras vidas.
Una lágrima cae por su mejilla y la seca rápidamente.
—Gracias por no dejarme sola, pues esto acojona de verdad.
Aprovecho el semáforo en rojo y acaricio su mejilla; ella cierra los ojos por puro reflejo, muero por besarla, por decirle que nunca la dejaré, por rogarle que me elija a mi y no a mi hermano, pero no debo presionarla, ella nos pidió a ambos un tiempo y eso es lo que voy a hacer... al menos yo. Abre sus ojos y nos miramos unos segundos, nos decimos mucho en tan solo segundos. Nos despierta de este pequeño trance un bocinazo del coche trasero que odié con todas mis fuerzas y nos ponemos en marcha otra vez.
Llegamos al hospital en unos quince minutos más de puro silencio, Renzo se encargó de que no nos siga nadie, pues todavía nadie debe vincularnos, por la seguridad de Savannah y mi hijo. Lo llamo hijo porque esa palabra encierra hijo e hija, pero muy dentro de mi deseo que sea niña, muero por una versión en miniatura de Savannah.
—Savannah Maxwell —la llama una enfermera, mi hermosa mujer se levanta y me mira con duda, le tomo su mano y pasamos al consultorio juntos.
—Espera aqui —sigue hablando la enfermera— en unos minutos te atenderá el doctor.
—¿Doctor? —no puedo evitar decir, la enfermera rie y dice.
—Si, el doctor Coleman, con permiso.
Y sale dejándonos solos.
—¿Es en serio? —no puedo evitar preguntar a lo que Savannah me mira divertida y contesta.
—¿De verdad saldrás con tus celos justo en este momento?
—Pues claro. No me hace nada de ilusión que te vea un doctor ¿Es que acaso no habia doctoras?
—No conseguí turno con mi doctora de siempre, solo será por esta ecografía, no te alteres.
—Buenos días —entra un señor de unos cuarenta años pero muy bien conservado— Savannah Maxwell ¿verdad? —sigue hablando el imbécil mirandola de arriba a abajo.
—La misma, ¿cómo esta?
—Estupendo. Dime, ¿cuántas semanas de retraso tienes?
—Ocho —dice, no voy a negar que estuve buscando información sobre el tema y que saqué cuentas, si Savannah está embarazada de ese tiempo el bebé sin dudas es mio.
—Ok. Ahora Savannah quitate tu pantalón y bragas, ponte este atuendo y recuéstate en la camilla —quedé atónito viendo como mi mujer le hacia caso y este señor le ponía un condón a un aparato del demonio. No me pude contener y dije.
—¿Eso le meterás a mi mujer?
—Claro, es el ecógrafo, para ver al bebé, si está bien implantado, cómo está el cuello del útero y demás particularidades que desde el vientre no puede verse de tan poquitas semanas.
No dije más nada al escuchar tan profesional respuesta del doctor y al ver la cara de censura de Savannah. Joder, es que no podía controlar mis celos.
Observé unos segundos a Savannah. Mi chica estaba tremendamente nerviosa, sin habla, no entendía qué le ocurría. El doctor la abrió de piernas sin dudar, le metió el aparato y dijo.
—Veamos... —silencio absoluto— alli está el bebé, según las medidas que estoy tomando estás de ocho semanas de gestación —quedé en shock, en esa pequeña pantalla estaba viendo por primera vez a mi hijo, verlo lo hizo más real, joder que miedo... es tan chiquitito y mueve sus bracitos y piecitos todo el tiempo, no lo puedo creer aún, ¿cómo es que ya se movia tanto?— escuchemos su corazoncito —dice el doctor.
《Pum, pum, pum, pum》
Ese sonido inunda toda la habitación y veo de reojo como Savannah llora en silencio, muy emocionada. Es real amor, hicimos un bebé juntos. Formamos algo grande e increíblemente hermoso.
—Es bellísimo —consigo decir y aprieto la mano de Savannah que desvia su mirada hacia mi y me mira con sumo amor.
—Nuestro bebé... su corazón.
—Late fuerte, sus medidas están acorde a la semana de gestación, está todo ok —dice el doctor— te mandaré a hacerte todas las analíticas y te apuntas a una cita dentro de cuatro semanas para seguir controlando al bebé.
Al par de unos minutos salimos del hospital tomados de la mano, al principio Savannah se reusó, pero vió a traves de mis ojos la determinación que tengo de volver a conquistarla y me dejó llevarla de la mano.
—Te amo Savannah. Sé que tu a mi no. Pero yo siento tanto amor hacia ti que creo que es suficiente para toda una vida y la mitad de otra.
—No sigas por favor... dejemos que el tiempo ponga las cosas en su lugar —susurra y entra al coche. La sigo suspirando pesado, no sé cuánto más pueda aguantar sin ponerle los puntos a mi mujer.
—¿Donde te llevo? —pregunto al tomar la carretera principal.
—A casa de mi madre ¿podrá ser? —pregunta.
—¿Le dirás?
—Ya lo sabe —sonrie y se acomoda el cabello, que ganas de follarla ahora mismo— más bien se lo voy a confirmar. Ten —me da una fotografía del bebé, una de las que le dio el doctor Coleman.
—Gracias —digo y saco mi cartera de mi pantalón— ¿la pones dentro que voy manejando?
Ella hace lo que me pide y luego me da un beso en la mejilla. ¿Y eso?, ¿a qué se debia?
—Ahora nos tienes a ambos en tu cartera.
—Joder —se me escapó al recprdar que dentro de mi cartera tenía una maldita foto de ella, de perfil, que le tomé una vez que la seguí como loco a un antro— me creerás un loco.
—Lo eres —asegura divertida— eres mi loco.
Le devuelvo la cara de felicidad, lo estoy consiguiendo, sé que puedo volver a enamorarla. Nos interrumpe mi móvil, está sobre el coche, por lo que ambos vemos el maldito nombre que asoma en la pantalla: Sophia.
—Atiende, por mi no te preocupes —dice con un aspero tono de voz. No quiero hacerlo, pero si no lo hago sospechará. Lo tomo y manejo con una mano, joder, podremos chocar.
—¿Qué quieres? —pregunto con hastío.
—¿Por qué me hablas asi amor? —dice y sé por lo tensa que está Savannah que lo alcanzó a oir, maldita suerte la mia.
—Voy manejando, ¿qué necesitas?
—¿Vendrás a casa? Te estoy esperando —demonios, ¡qué cojones digo!
—Luego paso, debemos hablar.
—Ok amor, te espero, chao.
Cuelgo y tiro el móvil de cualquier forma.
—El móvil no tiene la culpa de lo que escuché —dice Savannah.
—Escucha Savan...
—No tienes que aclararme nada —me corta— es tu vida y puedes hacer lo que te apetezca.
—¡No! —la corto y se exhalta— perdón por hablarte asi, pero no es como dices, todo tiene una explicación nena— expreso ya más calmado, casi llegamos a su mansión, debo dejarle las cosas claras pero ya— Sophia es parte de ese pasado pscuro que no puedo dejar atrás. No tengo nada con ella. Ni lo voy a tener, solo necesito tiempo, poco tiempo para salir de todo esto, por ti... por mi... por ella —digo acercando por primera vez mi mano a su vientre. Ella cierra sus ojos y al abrirlos dice.
—Tiempo. Me has pedido tiempo desde que nos hemos conocido de forma virtual. Ya cansa tu misma cantaleta Tahiel —dice ya perdiendo los papeles. Para mi mala suerte llegamos a la mansión de su madre y sale disparada del coche, no me deja replicar.
—¡Savannah!, ¡Espera! ¡JODER!
Golpeo el volante de mi coche con fuerza y ni eso me quita la frustración que siento. Emprendo camino a casa de Sophi al ver a Savannah pasar la entrada principal que lleva a la mansión de su madre.
Llego a lo de Sophia y me atiende nada más verme por el intercomunicador. Paso y al salir del coche siento que alguien se abalancha sobre mi, estoy a punto de atacar cuando me doy cuenta de que es ella, vestida de negro, recién salida de entrenar.
—¡Diablos So! ¡Casi te ataco! —ella rie a carcajadas y me invita a entrar.
—Era la idea amor —me besa en el umbral de la puerta, con demasiada pasión, ya es tarde para apartarla de mi boca, me ha comido literal. Alguien carraspea a mis espaldas por lo que me aparto de ella y veo a Paulo- el mano derecha de mi jefe.
—Con permiso —dice y me empuja para ingresar, chocándose de lleno con el pecho voluctuoso de So.
—Mi padre no está, ¿dónde crees que vas?
—Lo sé. Solo he venido a por unos papeles. Estan... en el despacho —de nuevo quiere entrar y So le prohibe la entrada, olé por mi So, la he instruido bien.
—¿Me tomas por tonta? Él no deja que nadie entre a su despacho. Sin rodeos, dime a que vienes.
—Yo... yo... déjame entrar Sophi.
—¿Crees que solo con verte no me llevaré a mi habitación a MI NOVIO para follarmelo bien rico? —joder contigo So, nadie en sus cabales tienta al diablo de esa manera.
—¡Ya basta So! —la riño— vamis dentro, que busque lo que necesite y se vaya.
—No necesito que me defiendas Tahiel. Sé muy bien como tratar a esta perra —te lo ganaste So, no pienso armarla parda por tu culpa— Pasenlo bien rico —dice mirandola a ella, luego me mira y habla— Tahiel, no te pierdas, en la noche tenemos una reunión con los Kelsen, el jefe te espera.
—Ya me lo ha dicho, allí estaré —respondo y se da media vuelta para perderse de nuestra vista. Al poco rato oimos su coche arrancar e irse.
—¿Por qué le haces eso Sophia? —le digo furioso en lo que entro a su casa.
—¡Ay ya! Él se la busca por andar de mirón y metiche —se acerca a mi y me abraza, dejando sus manos alrededor de mi cuello, huele mi cuello y suspira— mejor vamos a pasarla bien rico, ¿quieres? Ya te extraño muchísimo amoooor —dice alargando la o.
—Tomemos algo primero —sonríe y va a por unas copas. Lo siento So, hoy no follaremos, no puedo faltarle más a Savannah. Voy al bar de mi jefe y busco la botella más cara que veo, la destapo y en eso llega So, me tiende las copas y sirvo el contenido, aún no le pongo el sedante, necesito primero algo de distracción.
—¿Vamos a tu cuarto? No quiero más interrupciones —le digo para entretenerla.
—Claro amor —dice So muy feliz, asi de complaciente yo era en el pasado... antes de conocer a Savannah... antes de enamorarme.
Una vez en la habitación empieza a besar mi cuello, yo aún con las copas y botella le digo:
—Ponte ese conjunto rojo que tanto me prende. Aprovechemos que estamos solos —su cara se ilumina aún más y me duele ser tan hijo de puta e ilusionarla asi.
—En cinco vengo —se pierde en el vestidor y yo aprovecho a poner el polvo mágico en su copa, lo mezclo sutilmente y la espero sentado en la cama.
—Tardaste cuatro —le digo sonriendo de lado, ella se sienta en mi regazo y yo le tiendo su copa —ten, brindemos por nuestra tarde loca.
—Brindemos por nuestro amor... para que sea asi todos los días de nuestras vidas —So bebe su copa por completo y yo hago lo mismo con la mia, listo... en tres minutos caerá rendida.
—Eres hermosa —digo luego. No miento, es hermosa, lástima que no logré en todos estos años enamorarme de ella. Se ruboriza por mis palabras y dice.
—Tú eres hermoso... mi amor... déjame complacerte.
No quería llegar a esto pero me dejo llevar, saca mi falo de mis pantalones, a estas alturas ya está un poco despierto, lo masajea y con la punta de la lengua comienza a chupar, joder, joder... cómo detengo esto.
—Para —articulo luego de que su mano comenzó a moverse frenéticamente, de arriba hacia abajo y su lengua aumentó la velocidad.
—Acaba. —ordena— termina en mi b,oca, necesito saborearte —ante sus palabras y por la imagen que ven mis ojos, una sexy mujer saboreando con ganas mi falo, acabo derramándome por completo en el interior de su boca. Se lo traga todo, aunque con dificultad ya que está casi inconsciente.
—No sé qué me sucede Tahiel —la tomo entre mis brazos, ya completamente dormida, la recuesto sobre su cama, le saco su ropa interior y la tapo con las sábanas, para que crea que follamos y luego se durmió... limpio la comisura de sus labios y emprendo mi camino hacia el piso de abajo, subiéndome los pantalones.
Entro al despacho de mi jefe, no sin chequear que Renzo hubiece hecho su trabajo y las cámaras de seguridad esten apagadas. Luego controlo la hora, tengo aproximadamente quince minutos antes de que llegue a su casa, comienzo a buscar la información que necesito, busco en todos los malditos recovecos y no consigo dar con la información. Observo nuevamente la hora, cinco minutos para que llegue. Suena mi móvil. Es Renzo.
—¡Tienes que salir a la de ya! Se adelantó al horario habitual, está a diez cuadras de su casa.
—Joder —articulo y voy a su recámara. Busco entre sus cosas, en el armario, debajo de la cama, nada ¡Absolutamente nada!
—¿Por donde viene? —pregunto a Renzo.
—Esta a tres cuadras, pero en un semáforo, tienes cuarenta segundos para salir de allí o sospechará.
—Ok —digo y voy directo a un cuadro familiar, su hija, su hijo, su mujer y él. Lo saco de la pared y ¡bingo! Delante de mi habia una caja de seguridad ¿Pero cuál seria la maldita clave?
—Sales de alli pero ¡ya Tahiel!
Salgo, pues no tengo más tiempo. Me enfurece no avanzar en la maldita información, pero sé que allí está lo que necesito, y no pararé hasta encontrarlo.
—En treinta segundos te verá, sal pero ya de la entrada de esa casa, ¡joder! —maldice al móvil Renzo.
Justo a tiempo estoy fuera de esa casa. Llego hasta el bus en el cual está Renzo con todo su equipo de vigilancia y le digo.
—Ya sé donde guarda la información.
—¡Que eficiente mi amigo! —dice con sorna Renzo— Ahora enviale un mensaje a Sophia, dile que tuviste que irte o se liará parda.
—Oh vaya, que haria yo sin ti —digo burlándome también de él y de su obsesiva manera de tener todo friamente calculado y controlado.
Perdí una batalla... pero no la guerra.
Esta guerra la ganaba porque la ganaba.
Al cabo de unos minutos recibí una llamada que me dejó fuera de juego.
...
Fin del capítulo!!
¿Qué les pareció?
🥰🥰🥰
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