SIGNIFICA "INICIO"
Santa Biblia Reina Valera 1960 - 1 Samuel 15
32 Después dijo Samuel: Traedme a Agag rey de Amalec. Y Agag vino a él alegremente. Y dijo Agag: Ciertamente ya pasó la amargura de la muerte.
Tres días después.
Jak tenía razón, en una semana pueden pasar muchas cosas.
En este poco tiempo viví cosas inolvidables con mi madre, lo único incómodo fue tener que evitar a Matías en todo momento, de resto todo estuvo bien.
Una cosa que me dejó supremamente triste, fue que busque a Zuar por todos lados con la intención de despedirme pero no lo encontré.
Es una pena, el ha sido un gran amigo para mí, se ha ganado un espacio en mi corazón.
Lo pregunté, pero nadie me dió razón por él, ni siquiera Viky se acuerda de él, es como si hubiera sido mi amigo imaginario o algo similar.
Solo espero que dónde quiera que se encuentre este bien y que Dios lo guarde.
Lamentablemente en las pocas veces que compartimos no pude saber mucho de él, ya que cada vez que me metía en su vida, me encontraba con puras desgracias.
Es un chico al que le ha tocado muy duro, muchas de las cosas que me contó me dejaron asombrada, aún así intenté hablarle de Dios, pero el siempre evitaba el tema, hablando de otra cosa.
Ojalá que cuando recapacite no sea demasiado tarde.
Ah y por cierto, les tengo una buena nueva.
Ya descubrí porque mi madre quiere que me quede una semana y por esa razón me voy antes de lo acordado.
En estos momentos estoy terminando de alistar mi maleta.
No sé si llorar o reír.
Llorar porque dejó a mi madre.
O
Reír porque voy a reunirme con Jak.
Me siento confusa, aún así no pienso quedarme más tiempo aquí, además Matías ha estado insistiendo por todos los medios para que le dé una oportunidad.
Creo que se obsesiono conmigo.
Lo único que puedo hacer por él es orar para que Dios le quite ese sentimiento dañino.
El teléfono comienza a vibrar.
Lo miro y sonrió al ver el nombre del señor Fares.
Sé que es Jak.
Todos estos días ha estado muy pendiente de mi.
Si eso es ahora, no me imagino como será cuando nos casemos.
—hola —contesto.
—Dios te bendiga hn Emily —saluda el hn Jak.
Una sonrisa se formó en mis labios e inmediatamente mis mejillas se tiñeron de rojo.
—amén —respondi a su saludo.
Sin darme cuenta, suspiré.
—¿Cómo estás? —pregunta.
Cerré la maleta y me senté en la cama.
—bien gracias a Dios, ¿Y usted?.
—también estoy bien —respondio —llamaba para informarte que te faltan dos días con diez horas, cuarenta minutos y cinco segundos para que te vuelvas a los Ángeles California, y no lo digo porque sea intenso, es para prevenir que te olvides y luego digas que es un mes.
—de acuerdo —dije sin dejar de sonreír.
—además los estudios universitarios ya comenzaron y te estás atrasando —siguio con su monólogo.
—de acuerdo —volví a decir —esta bien.
—lo digo en serio —volvio a hablar —no tolerare que está vez vuelvas a cambiar de parecer.
Su voz sonaba muy seria, aún así me reí.
No porque creyera que mentía, sino porque todos estos días ha llamado a decirme lo mismo.
Creo que está traumado.
—yo también hablo en serio —trato de que mi voz suene seria, pero me rio —no pienso quedarte mal, he dado mi palabra y la pienso cumplir.
El suspiró.
—de acuerdo —dijo con voz suave—confio en ti.
Yo sonreí pero de inmediato la sonrisa desapareció cuando el teléfono cayó de mi mano, sin razón alguna.
Me agache rápidamente a recogerlo asustada, ya que ese es un teléfono carisimo y no quiero quedar endeudada de por vida con Jak.
Para colmo de males, había caído bocabajo.
«Que no se halla partido la pantalla y todo está bien».
Intenté tomarlo con mi mano derecha, pero está no me respondió, tenía los dedos entumecidos, lo intente con la otra y gracias a Dios si pude hacerlo.
Di un suspiro de alivio al ver que la pantalla estaba intacta.
—¿Todo bien? —preguntó Jak, que aún seguía en la llamada.
—si todo bien —trate de sonar calmada, pero la verdad es que todo mi cuerpo empezó a sudar y no se porque exactamente.
—¿Por qué se cayó el teléfono? —preguntó.
Tome aire para responder, no porque se hubiera dado cuenta de la caída del teléfono, sino porque me sentía sofocada, sentía un calor inmenso, pero a la vez estaba sudando frío y temblando.
—lo...lo..lo siento —dije titubeando.
—¿Segura que estás bien? —su voz sonó preocupada y lo que menos quería era serle carga.
Comencé a ver cómo todo daba vueltas y se iba oscureciendo.
Lo único que pude hacer antes de desvanecerme, fue colgar la llamada.
Dos horas después.
Abro los ojos un poco consternada y con el cuerpo adolorido, por la posición en que me encuentro.
Estoy tirada en la cama con un brazo hacia un lado extendido, el otro cuelga al borde de la cama, es como si me hubieran tirado.
A mí mente llegan flash de lo que pasó antes de que todo quedará oscuro.
Lágrimas gruesas comienzan a salir de mis ojos.
«Me siento inútil, siento que voy a morir».
Es lo que pienso cada vez que me pasan estás crisis.
Cada día me convenzo de que debo de buscar el hospital, pero no podré hacerlo aquí, ya que he decidido viajar antes de lo acordado, no lo haré dentro de dos días, lo haré mañana, así que no tengo tiempo y si mi madre se entera, no dejara que me vaya por nada del mundo, así que por ahora tengo que hacer como si nada pasara.
Veo el teléfono y tengo varias llamadas de Jak y mensajes a través del número del señor Fares.
Leo el último mensaje.
Fares:
Emily, por favor responde mis llamadas, al menos dime qué estás bien.
Le respondo diciendo que todo está bien, o al menos ya estoy bien, luego me sumo en mis pensamientos pensando en mi triste situación, sin saber que será de mi el día de mañana.
Tocan a la puerta, haciendo que salga de mi dolor.
Me seco rápidamente las lágrimas.
—¿Quien? —pregunto.
De ahora en adelante mantengo la puerta cerrada con seguro y ya no abro sin preguntar, la experiencia que tuve con Matías me dejó una buena lección.
—soy yo cariño —es la voz de mamá.
Me paro de la cama y abro la puerta.
Ella entra y su mirada se fija en la maleta.
Da un hondo suspiro.
—¿Entoces te vas? —pregunta con tristeza.
Su rostro está decaído, me duele mucho verla así, pero no puedo quedarme más y mucho menos luego de descubrir sus intenciones.
—si madre —respondo —ya está decidido.
Ella se dejó caer en la cama desesperanzada.
—¿No puedes esperar dos días más? —me suplico.
Sus ojos se cristalizaron, su mirada era suplicante.
Tuve que mirar para otro lado para no terminar llorando con ella, sentía mi corazón estrujarse dentro de mi.
—lo siento mamá —dije con la voz quebrada —he estado tan despistada, que no me he dado cuenta de tus intenciones, ahora que lo sé, no pienso quedarme más, no voy a dejar a Jak —negue con la cabeza —él siempre está para mí, es hora de que yo esté para el.
Ella tapo su rostro con ambas manos y comenzó a llorar de manera desconsolada.
No pude contenerme más, me acerque y la abrace con la intención de consolarla, pero termine llorando también.
—te quiero mucho mamá, pero no puedo renunciar a mis sueños por ti —dije abrazándola con más fuerza.
Fue como si mis palabras fueran latigazos, porque su llanto aumento más.
—si...si... ta...tan... solo supi...eras la verdad —dijo en medio del llanto —me..me podrías entender un poco, solo un poco.
—¿De que hablas mamá? —pregunte.
Pero no hubo respuesta, ella solo siguió llorando.
Minutos después.
Luego de que nos calmaramos, terminamos sentadas en la cama riendo mientras veíamos el album de fotos, era precioso, habían muchas fotos de cuando era niña.
Es una pena que ahora todo se guarde en una memoria USB, y no en un álbum dónde se puede uno sentar en familia a ver las fotos.
Después de hacer memoria de todos esos bellos momentos, mi madre se puso en pie para irse a su habitación.
—hija, —dijo —ya que te vas mañana y no te quedas para tu cumpleaños, decidí darte algo, no es un regalo de cumpleaños, es solo un recuerdo y quiero que lo lleves contigo, yo ya lo he guardado por mucho tiempo, temo que se pierda en mis manos.
Metió la mano en el bolsillo de su suéter y saco un pequeño zapato.
La mire confundida.
—este zapato es tuyo —me explico —era cuando tenías cuatro años.
Sonreí.
Tome el zapato y lo curiosee era muy lindo, es increíble que mi pie halla cabido ahí.
—¿Por qué no me regalas los dos? —pregunte contemplando el zapato.
Ella suspiro.
—porque un mocoso se robó el otro. —respondio.
—¡Que! —frunci el ceño.
—si, ¿Recuerdas cuando fuimos a la playa?
Recuerdos borrosos llegaron a mi mente.
Recordé que esa vez estaba construyendo un gran castillo de arena, pero por alguna razón o alguien, el castillo se derrumbó, la verdad es que no lo recuerdo muy bien.
Lo que si recuerdo bien, es que después de ello, regrese con papá que fue a buscarme, pero regresé sin un zapato.
—si, lo recuerdo —respondí.
—pues ahí nos encontramos con un mocoso de papi y mami, que se obsesiono tanto contigo que incluso quiso comprarte, —me cuenta mi madre, yo la miro asombrada, tal parece que he sido de buenas para ello —pero tu padre se negó, entonces el muy odioso decidió robarte un zapato y prometió buscarte, —reí ante sus palabras —lo que nunca me imaginé fue que lo cumpliera.
La mire confundida.
Es imposible que un niño pueda cumplir una promesa de tan grande magnitud.
Abrí mi boca para preguntar, pero ella se apresuro a marcharse.
—una cosa más —dijo antes de salir —me despido hoy, porque no podré despedirte mañana, mucho menos acompañarte al aeropuerto.
Asentí en silencio.
Para mí madre le era muy difícil apartarse de mi, así que la entendí y no intenté cuestionarla, tal vez si fuera ella la que se marchara, también haría lo mismo.
Día siguiente.
Me desperté muy de mañana, para encomendarle este día a Dios y sobre todo pedirle que me guardara de una recaída.
Luego de darle gracias por todo y encomendar mis preocupaciones, fui al baño y me di una buena ducha.
Salí tiritando, hoy estaba haciendo demasiado frío, y eso es raro ya que la mayoría de tiempo aquí a hecho mucho calor, pero justo hoy que me voy, le ha dado por hacer frío.
«Tal vez sea una buena señal».
Me visto, seco lo más que puedo mi cabello y le hago un medio recogido, dejando más de la mitad suelto, para que se seque y en vista de que está haciendo demasiado frío, me pongo el abrigo negro con el que vine de los Ángeles California.
No me tomo la molestia de hacer desayuno, porque eso me haría coger la tarde, solo tomo una manzana del refrigerador y la hecho en mi bolso.
Luego de manera muy silenciosa, cargando mi maleta, salgo de la casa, tratando de hacer el menor ruido posible al cerrar la puerta, aún así sonó fuerte al cerrarse.
«Soló ruego que Matías no lo halla escuchado»
El está convencido de que me voy pasado mañana, si se entera que es hoy, no dudará en atravesarse en mi camino y estorbarme el viaje.
Camino de manera apresurada mientras alumbró con el teléfono para no tropezar y trato de sostener la maleta con la otra mano.
Parezco peor que una gallina criando pollos.
Pero a pesar de todo ello, en vez de sentir tristeza porque dejó mi tierra de nacimiento, más bien siento alegría y una sensación de libertad, es como si por fin pudiese respirar libremente, sin opresiones.
«Soy feliz y Cristo me salvó».
Finalmente llegó a la carretera principal, y aún no ha clareado el día.
Gracias a Dios, el taxi que llame ya está esperando por mi.
El taxista sale del auto y me ayuda a guardar la maleta.
—buenos días —saludo.
—buenos días —responde.
Luego de guardar la maleta entra, yo hago lo mismo, acomodándome en los puestos traseros, cierro la puerta y el auto comienza a alejarse, rumbo al aeropuerto.
Me recuesto en el asiento y suspiro aliviada, porque gracias a Dios, nada se interpuso en mi camino.
Tomo el teléfono y marco al aeropuerto.
—aló muy buenos días, —saluda la computadora —¿En qué podemos colaborarle?.
—llamo para confirmar mi vuelo de avión a las siete de la mañana —respondo.
—okey —dice —su vuelo a sido confirmado, por favor no tarde en llegar, para los debidos chequeos de seguridad.
—de acuerdo gracias —digo antes de concluir la llamada.
Ahora sí puedo disfrutar el viaje con total calma y tranquilidad, sin miedo a que algo pueda salir mal.
Cierro los ojos y me dejó ir en mis pensamientos, mientras llegamos al aeropuerto.
«Ya casi estaremos juntos Jak».
El trayecto hacia el aeropuerto se torna un poco largo, mucho más de lo que esperaba, aún así no me tomé la molestia de mirar por dónde íbamos, o preguntarle al taxista, si faltaba mucho.
Preferí seguir con los ojos cerrados, haciendo el simulacro de que estaba dormida.
«Ciertamente lo peor ya pasó, ¿Que mal me puede pasar ahora?».
Una hora después.
—hemos llegado —anuncia el taxista.
Abro los ojos un poco despistada, ya que no conocía este aeropuerto, sin embargo el taxista me da unas cuantas indicaciones, para que no me vaya a perder.
Me bajo del auto y recibo la maleta de mano del taxista, el cual luego de ello, se despide y se va.
—entre pronto —me dice cuando ya se está marchando —no sea que la deje el avión.
Asiento en respuesta.
Este aeropuerto no es como los que yo conozco, es un poco diferente, incluso es de espacio cerrado.
«Que extraño, la vez que llegue en el avión privado de Jak, el aeropuerto no era así»
Para ser más claros, este no era el aeropuerto.
Me quedo pensativa, debatiendome en entrar o no.
«¿Será que el taxista se equivocó de aeropuerto?»
«Pero....¿Cómo?»
Eso es imposible, se supone que un taxista se sabe todas las direcciones.
«¿Y si me llevo por el camino equivocado?».
«¿Y si estoy siendo víctima de un secuestro?»
Creo que me estoy volviendo paranoica.
Respiro profundo, me revisto de valentía y me aproximó a la puerta.
Me he puesto muy nerviosa y mis pasos soy un poco inciertos, aparte de ello estoy temblando.
Supongo que sí hubiera un concurso de gallinas, yo sería la ganadora.
Llego a la puerta y cuando estoy a punto de tocar, ella se abre, lo curioso es que se abrió sola, y es ahí cuando no sé si entrar o salir corriendo.
Entro con un poco de desconfianza, mirando para todos lados, como si me fueran a robar o algo así, pero cuando veo gente sentada en la sala de espera y a otros andando con sus maletas de aquí para allá, me tranquilizó, acá dentro si tiene cara de ser un aeropuerto.
Suelto el aire que tenía contenido con alivio.
«Ya no voy a ser una víctima de secuestro».
Aunque pensándolo bien.
«¿Quién querría secuestrar a alguien como yo?, Ni que fuera tan valiosa».
Me siento en una silla, a la espera de que avisen de mi vuelo por el megáfono.
Mientras eso pasa, saco el teléfono de Jak y comienzo a curiosear todo lo que tiene ahí.
Minutos después.
—las personas que van en el vuelo de las siete —avisan por el megáfono —se acercan por favor para los chequeos rutinarios de seguridad.
Camino hacia el lugar de los chequeos, meto mi maleta por una máquina especial y está pasa sin ningún problema.
Luego me acerco para la requisa.
—su visa con su pasaporte por favor —pide la joven que está atendiendo.
Le entrego lo que me pide.
—acerquese para la requisa —me llama el hombre que está al lado.
Pero antes de que haga lo que él dice, la chica que recibió mis documentos dice algo que me deja aturdida.
—bienvenida a bordo señorita Montreal, —dice mirándome fijamente —espero que disfrute su estancia en el avión y para usted son los puestos de primera clase.
La miro confundida.
—me temo que usted está equivocada —le respondo.
Ella sonríe.
—no tema descubrirnos su verdadera identidad, —contesta —con nosotros su secreto está a salvo —mira al hombre que está a su lado, este la mira asombrado y luego me mira a mi.
Suspiró con impaciencia.
«Lo que me faltaba, que me confundieran con alguien más»
—no es que tema —trato de explicarle —lo que pasa es que yo no soy Montreal, yo soy Sánchez.
Ella ríe y niega con la cabeza, sin creerme ni pío.
—se que también es Sánchez, —dice ella —pero ese es el apellido de su padre falso, —la miro como si le acabara de salir otra cabeza —es la forma en que a encubierto su identidad durante todos estos años, —ni siquiera se de qué rayos me está hablando —aún así hoy a sido descubierta y nos sentimos privilegiados de haber sido nosotros, no sabe cuántos la han estado buscando hasta el día de hoy
—ya le dije que yo no soy Mon....
—tranquila, es más ni siquiera la vamos a requisar, vuelva a su lugar —dice sin dejarme hablar más.
Me rindo, si algo es difícil en esta vida, es hacer cambiar a alguien terco de parecer.
Me doy vuelta para irme, pero entonces escuchó al hombre de al lado de la chica, hacer una llamada.
—la hemos encontrado —dice en inglés —vengan por ella.
No necesito ser detective para saber que es a mi a quien se refiere.
Me alejo de ahí lo más pronto posible y en vez de ir al lugar de espera, me dirijo a la puerta.
«Creo que hoy no va a ser el día de viajar, y todo por culpa de una sujeta que le dió por confundirme»
Salgo del aeropuerto y camino errante sin saber a dónde ir.
Siento que el corazón me late a mil por segundo y las piernas me tiemblan, de verdad que tengo mucho miedo.
Sea lo que sea esa Montreal con la que me han confundido, estoy segura de que no es nada buena, porque de lo contrario no la habrían mandado a capturar.
Escucho pasos, volteo a ver y es cuando me doy cuenta de que varios hombres vienen hacia mi, y no se les mira con buenas intenciones.
Trato de correr, pero me detengo al ver que por delante también vienen, me tienen totalmente encerrada.
Ni siquiera se molestan en correr a atraparme, porque saben que no tengo a dónde ir.
Miro hacia todos lados, en busca de alguien normal que pueda ayudarme, pero no lo hay.
La desesperación se apodera de mi, tanto que ni siquiera sé que hacer, me encuentro totalmente bloqueada
Pienso en correr hacia el lado derecho, pero cuando estoy a punto de hacerlo, una mano del lado izquierdo me toma por la cintura.
Ahora sí se acabó todo.
Siento que voy a colapsar, pero cuando escucho su voz familiar, vuelvo en si.
—¿Pensabas irte sin desperdirte de mi? —pregunta Zuar, su voz es inconfundible.
Lo miro y efectivamente él es.
Me lleno de tanta felicidad, es como mi ayuda que acaba de salir de la nada, sin responder a su pregunta, le doy un fuerte abrazo, aferrándome a su cuello y es cuando me doy cuenta de que el también está acompañado de muchos hombres, que parecen ser escoltas.
Los hombres que me tenían encerrada, nos miran atónitos sin saber que hacer, es como si estuvieran viendo un fantasma.
—¿Que? —les dice Zuar —no me digan que se piensan quedar ahí parados.
La demora fue que Zuar terminará de decir esas palabras, para que ellos se fueran de ahí, sentí un inmenso alivio.
—ellos me querían secuestrar —digo víctima del horror.
El me da palmaditas en la espalda.
—tranquila —me dice con voz suave —solo querían requisarte.
—¿Tantos? —pregunto.
—a veces la seguridad, tiende a exagerar un poco.
Me suelto del abrazo y lo miro seria.
—ellos me confundieron con una tal Montreal —le explico —y yo misma escuché cuando un hombre dió la orden de que fueran por mi, no soy tonta.
En vez de sorprenderse o asustarse, sonrió de manera tierna.
Su sonrisa era única.
—creeme que no se confundieron.
—¡Que! —exclamo con el ceño fruncido.
—que eres una paranoica que te inventas películas y formas una tormenta en un vaso de agua —respondio.
Lo mire sin comprender nada.
—¿Cómo así? —pregunto.
—nada, nada —responde con impaciencia —sera mejor que salgamos de aquí.
Me jala del brazo y me lleva a un carro lujoso y me hace ingresar en el, luego ingresa el y un hombre comienza a conducir.
—¿Por qué tienes auto? —pregunto —pense que eras pobre y que solo andabas en patineta, y ¿Por qué tienes escoltas?.
El cerro los ojos y los apretó con fuerza, suavizando la cien con su dedo índice.
—deja de hacer preguntas —dijo recostando su cabeza en mi hombro.
Me callé de golpe y no volví a decir nada, al menos por unos cuantos minutos.
—¿Hacia donde vamos? —volvi a preguntar.
«Que tal este siendo víctima de otro secuestro»
Aún no termino de asimilar lo que pasó, aunque Zuar quiera hacerme creer lo contrario.
Son demasiadas las cosas, que me han sucedido en un día para asimilarlas.
—vamos a un aeropuerto privado, —respondio —viajaras en avión privado.
¡Que!
Minutos después.
Llegamos al aeropuerto, es el mismo al que aterrizamos con Jak y los pastores.
Abro la puerta del auto para bajarme, pero Zuar me detiene tomando mi brazo.
Me giro a verlo.
—posiblemente no vuelvas nunca más a ver mi rostro —dice haciendo que mi corazón se estruje dentro de mi —por esa razón quiero obsequiarte esto.
Pone una pequeña caja en mis manos.
—¿Que es? —pregunto curiosa.
—abrela —responde.
La abro y me encuentro con un llavero de oro que lleva la letra I.
—no puedo recibirlo —digo volviendo a empacarlo y entregándoselo —es demasiado para mí.
—tomalo —dice reacio a recibirlo —sera el único regalo que te dé en toda mi existencia.
Al ver su resolución, no insistí en rechazarlo.
—cuidalo bien —me dijo —y llévalo contigo siempre, asegúrate que todos lo vean.
Asentí con la cabeza mirándolo, y fue cuando me di cuenta de que él llevaba una cadena de oro la cual contenía una T.
—¿Que significa la T? —pregunte con curiosidad.
El tomo la T y depósito un beso en ella.
—significa Te amo —respondio.
—y ¿Que significa la I? —volvi a preguntar.
—significa Inicio.
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