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73. LA CASA DE LOS XIAN

Santa Biblia Reina Valera 1960 - Salmos 112
3 Bienes y riquezas hay en su casa,
Y su justicia permanece para siempre.



Miré hacia otro lado esquivando la mirada de Jak, no sabía que decir, además no sé cómo actuar ahora que soy esposa, por un instante extrañe mi enfermedad, hasta el momento no me ha dado ningún síntoma y deseo que alguien aparezca para que me rescate de esta penosa situación.

«¿En qué estaba pensando cuando me casé?».

No lo sé.

Piensen muy bien, cuando se vayan a casar, ya que es una decisión que marcará el resto de sus vidas.

Yo por mi parte, se que me casé con el mejor hombre del mundo, solo que estoy un poco nerviosa ya que con el matrimonio llegan las responsabilidades y ya no puedo comportarme como una chiquilla, ya es tiempo de madurar.

Siento que el toma mi mano entre las suyas, haciendo que comience a temblar por los nervios, el comienza a levantarla y yo no me atrevo a mirar qué es lo que va a ser.

De pronto siento que la lleva a sus labios y deposita un cálido beso en ella.

—te amo tanto Emily —dice sin soltar mi mano —me acabas de hacer el hombre más feliz del mundo.

Esas palabras hacen mi corazón derretirse.

Poco a poco volteo a verlo, encontrándose así nuestras miradas, en la de el hay un brillo muy especial, jamás lo había visto así.

—yo también te amo —me esfuerzo a decir sin tartamudear —solo que tengo mucho miedo de lo que pueda pasar de ahora en adelante.

Milagrosamente estoy hablando bien sin ningún problema.

—no tengas miedo —volvió a besar el dorso de mi mano —ahora estamos juntos y nada ni nadie nos va a separar.

Acercó más su silla y poco a poco el espacio entre nosotros dos fue desapareciendo, yo sabía lo que venía, solo me limité a cerrar los ojos.

—¿Se puede saber qué es lo que hacen par de tortolitos? —habla Fabricio metiéndose en el medio —no es tiempo de meloserias, es tiempo de fotos.

Tomo mi copa de jugo y la cuchara de Jak y golpeó la copa llamando la atención de todos.

—¿Quien quiere fotos con la novia? —gritó.

—yo, yo, yo —decían todos.

Quise negarme ya que me sentía un poco cansada, pero Fabricio no le importo mi opinión y me sacó de la silla y me llevo a la sección de fotos.

—vengan todos los J5 —pidio.

Los J5 corrieron, pero el señor Fares se aproximó y tomo la vocería.

—primero será la foto de la familia —anunció.

Miro a Jak, este se pone en pie y viene hacia nosotros, pero entonces su teléfono timbra haciendo que el se detenga para contestar.

El flash de la cámara hace que lo pierda de vista.

Nadie quiso esperar a que el llegara, para comenzar la sección de fotos, yo comencé a sentirme mareada, y adolorida el cuerpo, pero no supe como decirlo, no quería arruinarles el momento.

Minutos después.

—una foto más —dice Fabricio —para enviársela a mis fans.

Yo asiento.

—pero no pongas esa cara de querer dormir, sonríe.

Yo trato de sonreír, aunque mis pies están que flaquean.

—un poco más a la derecha —solicita el fotógrafo.

Yo trato de moverme a la derecha, pero mis piernas me desobedecen haciendo que caiga, espere a recibir el impacto del golpe, pero este nunca llegó porque todo se nublo, volviéndose oscuro.

Horas después.

Abro los ojos con dificultad, mi rostro se contrae por el dolor tan fuerte que siento en mi cuerpo.

La primera persona que veo es a Jak, el cual sostiene mi mano y me mira preocupado.

A pesar de lo mal que me siento, decido sonreír para no preocuparlo más.

Abrí mis labios para hablar, pero la voz no me salió.

—no te preocupes —acaricio mi frente con su mano libre —todo va a estar bien.

Yo asiento tratando de aguantar el dolor tan fuerte que tengo.

Una lágrima rueda por la mejilla de Jak, la cual el no logra a ocultar a tiempo, miro sus ojos y en ellos se refleja dolor y el porcentaje de vida que tengo, ya solo me queda un 30%.

Tiempo después.

Los días pasan lentamente y por veces son muy dolorosos, hay veces que me pongo tan mal, que solo deseo que la muerte llegue pronto, pero sé que será cuando Dios lo quiera, no cuando yo lo anhele.

Los J5, lamentablemente se han tenido que ir a sus respectivos deberes, pero no dejan de hacerme video llamadas para preguntar cómo estoy.

—Dios te bendiga amor —dice Jak entrando con el desayuno.

Esta es la hora que aún no me acostumbro a que el me llame así, y soy tan penosa que ni siquiera le he dejado besarme, pero este chico se manda toda la paciencia del mundo, es admirable.

Yo me limito a sonreír, ya que hace mucho que no puedo articular palabra.

Se acerca y deposita un beso en mi frente, luego comienza a cucharearme.

Abro mis labios y solo recibo dos cucharadas de comida, me duele tanto tragar que me niego a recibir más.

—solo un poco más —insiste.

Yo niego con lágrimas en los ojos.

—esta bien —se rinde.

Pone el plato en la mesa y con un pañuelo comienza a secar mis lágrimas.

—no llores más —me pide —llamare a Nina para que se encargue de ponerte más guapa de lo que eres, para que así podamos dar un paseo.

Yo asiento tratando de no llorar.

A los pocos minutos, Nina entra y hace su trabajo, luego Jak me ayuda a sentar en la silla de ruedas y me lleva a dar un paseo por el jardín.

Llegamos a un sitio apartado, él se sienta en el suelo a mi lado, toma la biblia en sus manos y comienza a leer en voz alta.

—esta vez, nos corresponde Isaías 37. 1.

Yo asiento y me concentro lo más que puedo en la lectura ya que la visión ya no me da para leer.

El se sume en lo que está leyendo y yo cierro los ojos y comienzo a imaginarme todo lo que lee.

—amén y amén —dice al terminar la lectura —ahora vamos a hacer una oración, dándole gracias a Dios por este precioso día que nos regala más de vida.

Se pone en pie, une sus manos con las mías y comienza a orar, yo vuelvo a cerrar los ojos y oro mentalmente.

—Señor gracias por este día, gracias por la vida de mi esposa, gracias por todos los momentos que nos concedes compartir juntos —su voz se quiebra —gracias por todo lo que estás haciendo y por lo que vas a hacer, en esta hora te pido que...

Media hora después.

Nos encontramos sentados en el césped, mi cabeza descansa en el hombro de Jak.

—amor —dice el —quiero que volvamos a los Ángeles California, quiero que vivas conmigo en la mansión.

Eso sí que me tomo por sorpresa, aunque ya había tenido sueños viviendo ahí, otra cosa es en la realidad, el solo de pensarlo me hace poner nerviosa.

El inclinó su cabeza y me miró a los ojos, esperando una respuesta por parte mía.

Yo asentí sin ningún problema, ya solo me queda un 15% de vida, lo mínimo que puedo hacer es cumplir su deseo, aunque no sé cómo se lo tomé mi familia, o quizás el ya hablo con ellos, aún así la idea me aterra un poco.

El sonrió entusiasmado, como cuando le compras un juguete a un niño, se acerco más y beso mi cabeza.

—eres muy linda, por eso te amo tanto.

Días después.

Hemos acabado de llegar a la mansión de Jak, no me lo van a creer pero es tal y como yo la ví en sueños, la misma.

Estoy tan impresionada, que no tengo palabras para describirla, es simplemente hermosa.

Lamentablemente no pude disfrutar de la vista lo suficiente, porque de repente mi sistema respiratorio comienza a fallar y por más que tomo aire, este no entra a mis pulmones y siento que me ahogo.

Jak se percata de mi estado y busca la mascarilla de oxígeno, poco a poco las pocas fuerzas que tengo me van abandonando, siento que me estoy muriendo.

—no te duermas Emily —dice Jak angustiado mientras busca la mascarilla de oxígeno pero yo ya no puedo más.

Mis ojos se cierran, pero entonces Jak encuentra la mascarilla de oxígeno y me la pone, comienzo a obtener oxígeno, vuelvo a abrir los ojos, puedo ver el alivio que siente el, al verme reaccionar.

El espera hasta que tome el oxígeno suficiente y me recupere para ingresar a la gran casa, quisiera hacerle muchas preguntas, acerca de la mansión, desearía hablar con el como lo haría cualquier esposa con su marido, pero no puedo, solo puedo verlo acariciar mi rostro.

—ya, ya, tranquila —dice con voz suave.

Aún no entiendo cómo es que soporta tanto, como sacrificó toda su vida y entrego la empresa, solo por cuidarme.

Finalmente me repongo totalmente y el me toma en brazos y me saca del auto.

—bienvenida a nuestro hogar, —dice con una sonrisa, reponiéndose del susto de hace un momento —hogar dulce hogar.

Los escoltas nos miran con una gran sonrisa en sus labios y nos hacen una calle de honor, me hubiera gustado saludarlos, en especial a aquellos que tengo más presentes, pero lamentablemente ya no tengo voz e incluso la movilidad del cuerpo la estoy perdiendo por completo, ya casi ni siento, ni siquiera puedo abrir mi boca para comer, ahora todo me lo tienen que aplicar en la vena.

Lágrimas ruedan por mis mejillas al sentirme tan inútil, solo soy una completa carga, le he arruinado la vida a la persona que más amo después de Dios, soy un monstruo.

Jak me mira llorar y me acerca más a él, tratando de confortarme.

Me imagino cuando ya no lo pueda ver, cuando ni siquiera lo pueda escuchar, ya no sabré si es él o alguien más, la persona que me cuida.

—no llores —me dice el —hace que mi corazón se parta en mil pedazos.

Trato de controlarme ya que no soy la única que sufre aquí, porque se que él ha pasado noches enteras llorando a mi lado y pidiéndole a Dios un milagro.

Trato de distraerme mirando todo lo que la casa tiene por dentro.

No me lo van a creer, pero es igual a la que yo veía en sueños, la misma y cuando llegamos a la habitación, era la misma que yo había visto en sueños, ya me sentía totalmente familiarizada con la casa.

Jak me enseñó todas las habitaciones.

¿Se acuerdan esa vez que yo soñé que la puerta de salir desaparecía y que yo comenzaba a buscar a Jak por todos lados?.

Pues todos esos lados están, todas esas habitaciones que ví en sueños, están, incluso aquella en dónde encontré a Jak, se trata de su estudio, aparte de ello también tiene un salón de música y otro de hacer ejercicios, entre otros más.

Después de enseñarme todo, me recostó con sumo cuidado en la cama.

—descansa —me dice acariciando mi cabello —la doctora vendrá en cualquier momento.

Efectivamente la doctora no tardó en llegar y en cuestión de minutos la habitación parecía más una de hospital, que un cuarto matrimonial.

Luego de llenarme de cables, me dejaron descansar.

Fue así como terminé viviendo en la casa de los Xian.

Día siguiente.

Abro mis ojos con mucho esfuerzo, cada día el deseo de vivir es menos, ya no tengo alientos de nada, ni siquiera de abrir mis ojos.

Veo por el rabillo del ojo a Jak, está profundamente dormido, o al menos eso es lo que creo, el ni siquiera puede dormir en paz, le da mucho miedo que me llegue a acontecer algo, pero cuando se duerme, queda profundo.

Lentamente abre sus ojos, su ceño comienza a fruncirse, pero cuando me ve despierta, cambia de expresión.

—buenos días, princesa —saluda con una sonrisa.

Puedo ver cómo sus párpados están a punto de cerrarse de lo agotado que está, aún así se pone en pie y se va a dar una ducha.

Mientras que él se baña, la doctora entra y me ayuda a hacer una limpieza en mi cuerpo, cosa que me incómoda, me gustaría que Nina lo hiciera, pero tristemente Fares le ha prohibido volver a los Ángeles California, dice que es por su seguridad, yo no lo entiendo.

Luego de salir de la ducha, Jak me carga en brazos como si fuese una muñequita y me lleva a pasear al jardín.

Ojala no estuviera enferma, podría disfrutar de todos estos momentos al lado de Jak, pero en mi condición, todo es distinto, aunque no les voy a negar que se siente super bien que lo traten así.

El jardín es súper hermoso, tal y como yo lo veía en sueños, lo más hermoso es que el jardinero es el mismo Jak, el se encarga de que las flores estén siempre hermosas, me enseñó una por una todas las plantas y me dijo sus nombres, hasta que tropezamos con una bola de pelo que inmediatamente reconocí.

«Luke».

Quise gritar su nombre emocionada, pero ya no tengo voz, solo me tocó limitarme a verlo en silencio.



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