47. ¿DÓNDE ESTÁ LA MOTO?
Santa Biblia Reina Valera 1960 - Jeremías 20
11 Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada.
Luego de hablar con los chicos y de enterarme de muchas cosas, como por ejemplo:
Fabricio se convirtió en un famoso actor, que ya no puede andar por la calle como si nada, porque lo pueden secuestrar las fans.
Jason ahora es un exitoso cantante, lastima de que lo sea de música urbana, pero en cierta forma también se ha vuelto muy famoso.
Deimond ahora está al frente de la empresa de sus padres y es un exitoso empresario es el segundo hombre más poderoso después de Xian, aparte de ello sus padres lo quieren hacer casar porque no deja de causar escándalos amorosos.
Erick también está al frente de la empresa de su padre y también es muy exitoso y sobre todo le entrego la vida a Dios, que es lo más importante.
Después de haber compartido con todos me despedí, pero justo cuando ya me iba a ir, llovió.
Me pare frente a la carretera, bajo el techo de la reja del templo, viendo cómo llovía sin misericordia.
Poco a poco los hermanos se iban marchando, unos llevaban impermeable o carpa en sus motos, otros les quedaba más fácil porque iban en auto. La única que le queda super difícil es a mi.
«Como extraño mi moto»
Muchos se detuvieron a preguntar hacia donde iba, pero para mí mala suerte, ninguno de los hermanos vive en mi barrio.
Minutos después.
—¿Entonces preciosa? —dice Deimond que acaba de salir del parqueadero en su lujoso coche —¿Te vas conmigo?
Suspiré profundamente.
En estos momentos necesito un transporte urgente y me estoy debatiendo seriamente si irme con él o no.
Lo malo es que estamos en el año de testimonio, irme con él no sería correcto.
¿Que hago?.
—si es por el testimonio, no te preocupes —dijo como si escuchará mis pensamientos —yo le pregunté al pastor y dijo que si.
—¿En serio? —pregunté un poco incrédula.
El me miró ofendido.
—¿Tengo cara de mentiroso o que? —dijo serio.
Fue entonces cuando recordé todas las bromas y mentiras que me dijo cuando estábamos en la universidad.
Por supuesto que tenía cara de mentiroso y de mucho más, aunque no lo pareciera en este momento.
—si no te conociera dijera que no, pero...—respondí, pero él no me dejó terminar.
—si lo dices por lo de la universidad, eso son cosas pasadas, cuando no tenía nada serio que hacer, ahora todo es diferente, ya no se puede bromear —dijo con mucha seriedad.
El tenía razón, eso ya quedó en el pasado, ya nada es como antes.
Me acerque a su coche y me dispuse a abrir la puerta.
«Si el pastor está de acuerdo, no hay ningún problema».
Pero justo cuando abrí la puerta, ocurrió lo inesperado.
—¿Que haces? —me grito Fabricio que acababa de salir en su coche del parqueadero.
—me voy con Deimond —grite por encima del sonido de la lluvia.
—¿En serio? —pregunto con indignación. —¿Te vas a ir con ese promiscuo? —hizo una expresión de asco.
A pesar de que me estaba mojando, las palabras de Fabricio me hicieron dudar en si irme con él o no.
—ven conmigo —me invito.
—no lo oigas —dijo Deimond —sube pronto en mi coche, te estás mojando.
Deimond tiene razón.
—lo siento —le dije a fabricio disculpándome —el pastor me dió permiso de irme con él.
—¡Que! —exclamó indignado —pero si fue a mi que el pastor me dió permiso, ¿Acaso no te das cuenta que te está mintiendo en la cara?.
«Y ahora que».
Mire rápidamente a Deimond y pude ver un atisvo de diversión en su mirada.
«Me temo que no ha cambiado nada»
—oye no lo oigas —dijo Deimond volviendo a estar serio —el solo tiene envidia porque el pastor me dijo a mí y no a él.
—Fue a mi que me dijo —dijo Fabricio bajandose del coche y quitándose la chaqueta me la puso en la cabeza para que no me mojara —ahora ven que te estás empapando —me tomo del brazo.
—idiota —le dijo Deimond a Fabricio al ver que me llevaba a su auto. —¿Que haces? —se bajo rápidamente de su coche y me tomo del otro brazo impidiendo que fabricio me llevará. —no voy a permitir que te la lleves.
—¿A no? —lo desafío Fabricio jalandome.
—no —respomdió Deimond y me jalo hacia él.
Pero fabricio volvió a jalar de mi y así sucesivamente.
Fue entonces cuando me sentí como una muñeca de trapo.
—basta —les grité, incapaz de soltarme.
Ellos se estaban comportando como unos niños, gracias a Dios los hermanos ya se habían ido, porque de lo contrario me tocaría cambiar de iglesia por la vergüenza.
—entonces vente conmigo —dijeron los dos a la misma vez.
Los miré con desesperación, sin saber que hacer.
Entonces mire otro carro que salía del parqueadero.
«Dios mío, que no sea un hermano, que no se...»
Paró detrás de los coches de los chicos y abrió la puerta.
Para mí fortuna era Erick.
Él nos miro confundido, al ver cómo los chicos me tenían de los brazos.
—¿Que hacen? —les preguntó.
Ellos le dieron una mirada fulminante y no respondieron, así que no me quedo de otra que responder a mi.
—lo que pasa es que Deimond dice que el pastor dijo que me fuera con el, pero Fabricio dice que es al revés? —le expliqué.
Erick negó con la cabeza.
—eso es falso —dijo con seguridad —mi padre jamás diría algo así.
No había terminado de hablar cuando salió otro coche y parqueo al lado del auto de Erick.
Sé abrió la puerta y salió Jason el cual miro la escena con diversión, como si ya estuviera enterado de lo que pasaba.
—osea que ustedes dos me mintieron —dije mirando a Deimond y Fabricio.
Ellos me soltaron.
—lo siento —dijo Deimond en voz baja —era de la única manera que te irías conmigo.
—lo lamento —dijo Fabricio —lo único que quería era evitarte una desgracia al irte con Deimond.
Es una gran cosa que ya hallá escampado porque sino estuviéramos empapados.
—lo mejor será que yo te lleve —desidió Erick.
—nooo —gritaron Deimond y Fabricio.
Los miré confusa.
«¿Que les pasa?, Si aquí la persona más confiable es Erick»
—¿Por que no? —pregunté.
—porqueeee... —se quedó pensando Deimond.
—porque es mal testimonio —respondió Fabricio —por eso yo insisto en que te vayas conmigo.
Me mande las manos a la cabeza con desesperación, si sigo aquí parada escuchándolos me voy a volver loca.
—esa no es la verdad —dijo Jason cansado de ver la escena —la verdad es que este par —señaló a Deimond y Fabricio —hicieron una apuesta de que él que logrará convencerte y llevarte a casa, ganaba mil dólares.
Los miré indignada.
Deimond y Fabricio se miraron entre ellos con tristeza.
—supongo que nadie ganó —dijo Deimond antes de subir a su auto y marcharse.
Fabricio me miró con esperanzas.
—si quieres puedo llevarte aún —dijo.
Negué con la cabeza.
—largo —le grité.
Eso fue más que suficiente para que se fuera.
Por veces no se si gritar de la rabia o simplemente sentarme a reír.
«Estos chicos, habían hecho una apuesta conmigo»
No lo podía creer, pero que más puedo esperar de ellos, se nota a leguas que no han madurado nada, siguen siendo los mismos, la única diferencia es que ya no son universitarios.
—tampoco me voy a ir con ustedes —le dije a Jason y a Erick, los cuales seguían ahí.
—okey —dijo Erick subiendo a su coche y partiendo.
—yo no pensaba llevarte —dijo Jason pasando en su auto por mi lado.
Y fue así como me quedé en la carretera totalmente sola y sin forma de llamar un taxi porque le había entregado el teléfono a Jak.
Y para colmo de males, volvió a llover.
Comencé a pensar en que hacer, mientras gotas de agua caían.
«¿Será que me vuelvo para donde los pastores?»
«o mejor me voy a la parada de bus»
La verdad es que no sé que hacer.
Me abrazo a mi misma y me abrigo con la chaqueta de Fabricio.
Que grandes amigos los que yo tengo, salieron y se fueron como si nada, ya no es como antes que hallaban la forma de ayudarme.
Ahora es...
Defiendase como pueda.
Arregleselas sola.
Otros minutos después.
De pronto ya no eran pequeñas gotas, ahora está comenzando a caer un aguacero, pero solo cae a mi alrededor, hasta mi no llega, y comienzo a percibir el aroma de una fragancia muy familiar.
Levantó mi mirada y me encuentro con Jak, el cual sostiene un paraguas para los dos, aparte de ello su coche está ahí.
«¿En qué momento llego que yo no lo sentí?»
Estaba más que segura de que él se había ido.
Una calidez comenzó a invadir mi corazón, y un sentimiento de felicidad me embriagó, ahora él estaba aquí y yo también.
Sentirlo cerca hacia que todas mis preocupaciones pasarán a segundo plano, era como si de alguna forma el tomara toda mi incertidumbre. Así como cuando llegas a Dios y le entregas todas tus culpas y quedas libre de todo peso de pecado.
Esperé a que dijera algo, pero no lo hizo así que abrí mi boca, pero entonces él hablo.
—pense que ya te habías ido —comento mirando la lluvia.
—yo también pensé lo mismo —dije viendo cómo mis zapatos estaban chispeados.
—¿Piensas quedarte aquí? —preguntó mirando al cielo.
Suspiré.
Jamás me imaginé una escena así con Jak, hablando mientras la lluvia cae.
Sería una escena muy bonita si yo no estuviese en aprieto.
Aún así es muy romántico, es como sacado de película, siempre soñé con algo así, pero siempre pensé que solo quedaría en mis sueños e imaginación, pero con Dios, hasta el más mínimo detalle puede ser posible.
—creo que llamaré un taxi —respondí.
—no lo hagas, —sugirió —no es seguro para ti, y tampoco lo es que estés aquí sóla.
Frote mis manos una con la otra.
—no tengo más opciones —le di a entender volteando a verlo.
El seguia mirando la lluvia caer, y sonrió para si.
—¿Dónde está la moto? —pregunto de repente tomándome por sorpresa.
La verdad era que ni yo misma tenía idea de ello.
Es entonces cuando recuerdo las palabras del vigilante.
«Fue la primera que echó por delante».
—no lo sé —dije avergonzada ya que era un regalo de él —la verdad es que no lo recuerdo.
—eso es preocupante —comento él —siempre olvidas muchas cosas, a veces pienso que algo no anda bien.
«Ya somos dos»
—¿Crees que tengo ansaimer? —pregunte con horror ya que me daba pánico pensar algo así.
—nop, —respondió.—no lo creo, pienso que algo está pasando o alguien anda detrás de esto y por eso no recuerdas nada.
Si supiera lo del apartamento, me preguntó ¿Qué conclusión sacaría?
Estuve a punto de decirle, pero me detuve ya que el tiene sus propios problemas, como para lidiar con los míos.
—pero no te preocupes, ahora que estás aquí, haré todo lo posible por estar pendiente de ti, —giro su rostro y nuestras miradas se encontraron.
—gra... gracias —dije tratando de sonar normal pero su mirada tiene un fuerte efecto sobre mi que hasta el día de hoy no logro superarlo.
—esto es para ti —depositó el paraguas en mis manos —lo necesitas más que yo.
Yo asentí y lo recibí.
—por cierto, —dijo rascándose la cabeza —¿Estás segura que no necesitas el teléfono?.
La verdad era que si lo necesitaba y mucho, pero me daba vergüenza decir que si.
—segura —respondí.
—entoces me voy primero —dijo subiendo a su auto —que duermas bien.
Ni modo de que me llevará, porque le podrían hacer un escándalo, pero al menos me hubiera llamado un taxi.
Me quedé mirando como su auto se perdía en la carretera y como aquel sentimiento de calidez desaparecía de mi corazón, ahora en cambio sentía mucho frío.
En momentos así, es cuando me siento sola, triste y abandonada, sin saber que más hacer.
«Ni modo, caminaré hasta la parada de los buses».
Comienzo a caminar y no les niego que tengo un poco de miedo, ya que las calles están totalmente solitarias, aún así no me dejó arrrumar por los nervios ya que Dios no nos dió espíritu de cobardía sino de poder, amor y dominio propio.
A pesar de estar tan sólido una luz de auto se ve en la distancia.
A medida que se acerca, puedo contemplar que no es cualquier auto y eso me hace poner nerviosa.
Siempre tengo la sensación de que en cualquier momento me secuestraran, es como si pensara que de alguna manera no soy cualquier persona sino una muy especial y buscada.
Pero obviamente eso simplemente son imaginaciones mías.
Sigo caminando como si nada, pero cuando el auto para frente a mi, comienzo a pensar, que quizás no sea mi imaginación.
Estoy a punto de gritar y salir corriendo, cuando se baja el conductor y su voz hace que me detenga.
—buenas noches señorita —saludo —el joven Xian me mandó a llevarla.
Lo mire a los ojos y pude ver algo en su mirada, pero como lo he dicho antes y lo vuelvo a decir hoy.
Soy mala descifrando miradas.
—buenas noches señor Fares —respondí a su saludo.
Él muy amablemente me abrió la puerta de su auto, y a pesar de que no se mucho de él, sólo se escasamente que es el escolta principal del hn Jak. Subí a su auto sin ningún problema ni desconfianza alguna.
No sabía porque, pero como lo e dicho, este varón me inspira mucha confianza a pesar de que en el se puede percibir un aura siniestra o mejor maligna.
Pero obviamente eso también es parte de mis imaginaciones.
Incluso a veces e pensado que él es escolta solo para encubrir su verdadero trabajo, ya que él no se ve como una persona necesitada de dinero.
«Perdoname Señor por estar juzgando a las personas, sin saber»
El trayecto en el auto hasta mi apartamento fue muy silencioso, ni yo hablé ni el tampoco.
El señor Fares es de las personas que son de pocas palabras, si tú no les hablas, no esperes a que ellas lo vayan a hacer.
—muchas gracias señor Fares —dije al bajar del auto.
—no me lo agradesca a mi —dijo dandome una sonrisa de boca cerrada —agradrescale al joven Xian que me hizo salir de mi casa para ir a recogerla.
Sonreí al escuchar ello.
—El Señor lo bendiga, que descanse —me despedí.
—lo mismo para usted, que tenga una buena noche.
Me di la vuelta y comencé a caminar hacia el edificio pero quedé atónita al ver mi moto parqueada frente al edificio con las llaves en el suiche.
No lo podía creer.
Mire hacia todos lados, para ver quién es el gracioso, pero no había absolutamente nadie.
Camine hacia el edificio y le pregunté al vigilante.
—buenas noches, —saludé —¿Que hace mi moto parqueada frente al edificio?, ¿Quien la trajo aquí?.
El vigilante me miró como si estuviera loca.
—¿Pero no acaba usted de llegar en ella? —dijo confuso. —la acabo de ver —aseguró.
—pero, pero si yo...—me detuve de golpe.
«No tenía caso discutir con él»
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