𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 38
POV DYLAN
No quisiera decirles que han pasado dos años desde que mi relación con Sammie empezó.
Pero sí, ya han sido dos años, dos maravillosos años llenos de muchos recuerdos, anécdotas que contar y sobre todo un montón de proyectos en la universidad, estamos cargados de tareas, sin hablar que estamos a finales de siclo y en unas semanas mi bonita cumplirá veintiuno y quiero que el regalo sea el mejor, ya tengo la idea perfecta y espero le guste.
— ¿Qué piensas hermano? — Me dice Alan, un compañero de la universidad.
— Estaba pensando en mi novia.
— Es muy bonita, la otra vez la vi en la fiesta que organizaron los chicos del salón.
Ahora Sammie y yo salimos mucho más seguido a fiestas, es algo que ella no hacía, pero ahora pasa de vez en cuando, excepto cuando tenemos exámenes nos convertimos en los chicos aplicados.
Estoy estudiando Finanzas, todo es porque quiero continuar con el legado en la empresa de mi padre.
— Eh sí, es muy hermosa. Así que cuidadito.
— Tranquilo hermano. Aquí se respeta la pareja de los compañeros.
— Bien, ahora ingresemos a clase.
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Ya es noche y toda esta semana no he podido ver a Sammie, hemos estado cargados de exámenes y trabajos de exposición, esto es mucho más difícil que en la secundaria, que ganas no me faltan de volver en el tiempo.
Como les decía toda la semana no he visto a Sammie y como ya es viernes iré a verla a casa, llevaré helado y también comida para que todos coman algo rico.
— Hola bonita. — Le saludo con un beso en los labios.
— Hola Dy. — corresponde a mi beso. — No te esperaba, pero pasa.
Ella está en pijama y estando así, se ve tan hermosa.
— No te he visto esta semana, ya te extrañaba.
— Aww mi bebé, a Verónica le encantará verte.
Entré a la casa y el pequeño Max, vino a saludar lanzándose en mis brazos, trato de cogerlo bien para que no se me caiga.
— Hola Dylan, que bueno que has venido a visitarnos. — salen de la cocina Verónica y Jean Pool, ambos con un mandil puesto.
— Buenas noches, Verónica. Hola Jean Pool.
— Hola, ¿Qué tal vas en los estudios Dylan?
— Ven cariño. — dice Verónica cogiendo a Max.
— Todo muy bien, gracias a Dios. — respondo. — Traje chifa, para la cena.
— ¡Oh mira! Qué bueno, justo hemos terminado de preparar la cena, ahora tendremos más comida. Muchas gracias.
— Traeré las bolsas, las dejé en el auto. — digo contento.
— Vamos amor. — Me dice Sammie.
Salimos de la casa.
— ¿Por qué no me avisaste que vendrías? Me hubiera puesto algo mejor o al menos me hubiera peinado. — dice.
— Sammie, tú eres hermosa en pijama, cuando no te peinas e incluso sin maquillaje.
— ¿Insinúas que no me peino?
Suelto una risa nerviosa. — Claro que no bebé.
— Yo pensé que sí. Entremos, hace frío aquí afuera.
Antes de entrar a la casa quería hacerle una pregunta a Sammie, una pregunta que hace unas semanas he venido pensado. — Sammie. ¿Alguna vez te gustaría que vivamos juntos?
Esta para en seco. — ¿Vivir juntos, Dylan?
— Sí, tú y yo, juntos. ¿No te has puesto a pensar?
— Pues no. Creo que es pronto para eso. Pero si me gustaría vivir juntos. En su momento, claro.
— Entiendo amor.
POV SAM
— Dylan. ¿Me recuerdas por qué razón estamos aquí? — digo muy molesta.
— No me digas nada, no me digas nada. Sé que es mi culpa.
— ¡Señor policía, tengo derecho a una llamada, déjeme llamar a mi madre! — digo levantando la voz.
— Señorita, guarde silencio. En unos momentos se le otorgará la llamada.
— Bien.
Es la primera vez que me sucede una cosa parecida, con Dylan cada día de mi vida son interesantes, pero no creí que hoy se pasará de interesante a peligroso y de peligroso me refiero a estar en un calabozo.
Les contaré cómo pasó.
○○○DOS HORAS ANTES ○○○
— Dylan estoy aburrida. — suelto sin pensarlo, estábamos viendo Bob Esponja, que es algo que me encanta y que muchos saben que sí, pero el día de hoy excedía mi aburrimiento.
— Alístate, vamos a salir.
— ¿A dónde? Ya es tarde, yo no salgo muy tarde.
— Oh vamos, será solo un rato. Dices que estás aburrida, salgamos un rato.
— Mi madre se molestará si le pido permiso para salir a esta hora.
— Pues no le pedimos permiso, no demoraremos.
— Está bien, iré a cambiarme. — subo rápido y sigilosamente hacia mi habitación. Antes de eso revisando las habitaciones para asegurarme de que todos estén dormidos.
Asegurándome que así es, entro en mi habitación. Dentro de unos cinco minutos ya estaba lista, solamente escogí un pantalón jean azul, con una blusa pequeña azul con diseños de flores, de zapatos llevo mis botines Biker que Antonio me regalo para navidad y una chamarra negra.
Tuve que bajar en medias y los zapatos en las manos, solo para no hacer ruido.
— Estoy lista. — digo en un susurro.
— Bien, vayamos en mi auto.
Mi madre confía mucho en Dylan, y sé que ya tengo veinte y que cumpliré veintiuno muy pronto, pero aún vivo en casa de ella y no puedo hacer lo que se me pegue la gana, ahora si ella se entera se molestaría por no haber pedido permiso.
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— ¿Qué hacemos en el parque de diversiones, Dylan?
— Entraremos. Unos amigos nos están esperando en la entrada.
— Son casi la una de la madrugada y a esta hora ya se encuentra cerrado.
— Vengo a recordar viejos tiempos mi amor. —Esto no me parece una buena idea y temo que vaya a pasar algo malo.
— No seas tan negativa, sé que estás pensando que algo saldrá mal, pero no será así bebé.
— Aun así, lo sigo pensando Dylan. — baja del auto y me ayuda a bajar a mí también, ya que estaba decidida a no continuar esta locura.
— Todo estará bien, lo prometo.
Nos dirigimos hasta donde estaban los amigos de Dylan, no conocía a ninguno excepto a Cristian, que lo logro reconocer y estaba con una chica, creo que es Miranda, aunque esta chica se ve bastante diferente, que me hace pensar que no es ella, no soy tan buena en reconocer a las personas después de tanto.
— ¡Hola Sam! ¿Cómo has estado? — Me saluda.
— Hola Cristian, hola Miranda, yo muy bien y ustedes.
Miranda frunció el ceño ¿Acaso le molestó verme?
— Eh, cariño, ella no es Miranda, Cristian terminó con ella hace mucho.
— ¿En serio? — Ya decía yo, que había cambiado demasiado. — Discúlpame linda, creí que eras Miranda, soy algo lenta al recordar los rostros de las personas, después de mucho tiempo.
— No te preocupes Sam, mi nombre es Angie.
— Es un gusto.
— Bien es hora de entrar. — dice uno de los demás chicos.
— ¿Entraremos por la puerta de entrada? — pregunté con duda.
— Linda ¿Quién dijo que entraríamos por la puerta?
— Dylan, ¿Qué está tratando de decir? — Me dirijo a mi novio algo molesta.
— Que saltaremos la cerca, preciosa. — dice Angie del otro lado de la cerca.
¡Espera! ¿Cómo lo hizo?
— Vamos Sammie, yo te ayudo a subir.
Así fue Dylan me ayudó a subir, pero tenía que saltar desde la parte de arriba y si me costó trepar ahora me da miedo saltar, estaba algo alto.
— Salta Sam. — Me dice otro amigo de Dylan.
— Ángel, ten cuidado con ella.
— Dylan, lo que me haces hacer. — Este ríe.
— Será divertido bonita.
— No lo creo.
— Oye amigo, agárrame bien. — digo al chico que me habló antes.
— Me llamo Ángel.
— Bien Ángel, atrápame. — salto sin pensarlo dos veces, con los ojos cerrados. Esto causa que caiga encima de Ángel, estando a frente a frente, lo miro a los ojos, pero este voltea rápidamente. Eso fue incomodó, trato de levantarme rápidamente, pero un dolor me lo impide.
— ¡Joder! — grité, me había doblado el tobillo.
— ¿Qué pasa amor?
— Me doblé el tobillo Dylan.
— Déjame ayudarte. — dice ayudando a levantarme. Mientras que Cristián ayuda a Ángel, ya que él recibió todo el peso de mi cuerpo.
— ¿Te duele demasiado? ¿Puedes caminar? — Me preguntan los chicos preocupados.
— Duele un poco, pero si, si puedo caminar, no es para tanto.
— Dylan, ¿Recuerdas la última vez que estuvimos aquí?
Dylan ríe. — Claro que sí Ángel, esa vez casi nos agarra el vigilante.
— Demos un paseo, y luego regresamos a casa. — habla Ángel.
— Vamos al carrusel bonita.
— Está bien.
Estuvimos paseando en el carrusel un rato, bueno, Dylan me estuvo paseando, yo sentada en un caballito y él dándome vueltas. Esto es divertido.
Pero toda la diversión, se fue en un abrir y cerrar de ojos.
— ¡Hey condenados chamacos! ¿Qué están haciendo aquí?
Era el vigilante de seguridad.
— ¡A correr! ¡Que nos han descubierto! — grita Ángel, corriendo despavorido hacia el lugar por donde hemos entrado.
— Necesito refuerzos, ocho jóvenes a lo mucho, han infringido la seguridad del parque de diversiones.
— ¡Mierda! ¡Vámonos Sammie! — Dylan me agarra de la mano, yo trato de bajar lo más rápido posible y me echo correr lo más que puedo, pero el pie no me lo permitía.
— ¡Alto ahí en nombre de la ley!
Carajo, esta vez no era el vigilante, sino, la policía con linternas, acompañados de sus perros policías.
— ¡Corre Sammie! ¡Corre por tu vida! — Dylan coge mucho más fuerte mi mano.
— Tenemos que saltar nuevamente.
— Dylan, mi pie está mal, me lo dañaré aún más.
— ¡Chicos avancen los atraparán! — dice Angie. Ahora que lo pienso, no sé por qué miércoles le tuve que hacer caso a este tonto.
— Chicos, Sammie está mal del pie.
— ¡Carajo! — dice Ángel.
— Linda sube, yo vuelvo a atraparte.
— Oye Ángel, no seas faltoso. ¿Cómo qué linda?
— Estoy tratando de ayudar.
— Pero por eso tienes que llamarla linda. Lindas mis pelotas. — Las luces de las linternas estaban mucho más cerca y no teníamos tiempo para pelear.
— ¡Dylan! ¡Por Dios! ¡Cálmate! No ganaremos nada peleando.
— Sí, Dylan no es momento de ponerse en modo tóxico, justo ahora. — Me apoya Cristian.
— Okay yo la ayudó a subir y tú la atrapas. — dice señalando a Ángel.
— Okay. — contesta él.
— Por favor no me vayas a dejar golpear otra vez.
— No lo haré Sam.
Dylan trata de ayudarme a subir, pero me es imposible.
— ¡Alto están arrestados! No den ningún movimiento en falso o dispararemos.
Estamos jodidos. Nos han atrapado. Los demás se dieron a la fuga, pues nosotros aún estábamos dentro de la propiedad.
— Solo somos dos inocentes jóvenes tratando de divertirse. — dice Dylan volteándose.
— Las manos sobre la cabeza joven. — dice el policía.
— Sammie a la cuenta de tres corremos nuevamente. — Me susurra.
— Dylan no, ya nos atraparon. No podremos escapar.
— ¡A la cuenta de tres dije!
Yo ya estaba resignada. Y claro que no iba a correr, mi pie se me había hinchado y no me arriesgaría a más. No iba a dar un solo paso.
— Tres.
— Dylan, no.
— Dos.
Ya no dije nada.
— Uno ¡Corre!
Dylan empezó a correr, pero le fue imposible escapar lo lanzaron al suelo, colocándole las esposas.
— Voltéese. — Me dice, el policía y sin nada más que hacer me ponen las esposas. — Camine. — Me empuja.
— ¡Oiga no la empuje! ¿¡Acaso no ve, que está lastimada!?
○○○ACTUALMENTE ○○○
— ¡Samantha Robinson! ¿Qué tuviste en la cabeza para meterte en ese lugar sin autorización? — dice mi madre molesta.
No digo nada de por qué me llama así. Tenía todo el derecho de estar molesta.
— Señora Verónica, es mi culpa no se enfade con ella.
— ¿Cómo es posible Dylan? — Los padres de Dylan venían detrás de mi madre.
— Qué irresponsable eres Dylan, como castigo debería dejarte una noche aquí. — dice Anahí, igual de molesta que mi madre.
— No harías eso. ¿Verdad mamá?, lo siento en verdad, también le pido disculpas señora Verónica.
— Pueden salir. — dice el policía con el que hablé hace rato, abriéndonos la puerta de la celda.
— Hoy se han comportado como niños. — dice mi madre finalmente.
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