Capítulo 28
Veíamos juntos, en el sofá, un programa en la televisión. Joey sabía lo sensible que yo estaba últimamente y me miró a su lado. Vio que mis ojos se cubrieron de repente de lágrimas.
Lo abrasé, él me abrasó fuerte y yo me consentí más así en sus brazos. Acarició mi cabello, me observó en sus brazos y sonrió con amor y dicha.
_ Debo salir un momento. – se desprendió de mis brazos y yo tomé su brazo.
_ Quédate conmigo. – río con dulzura.
_ Tengo que juntarme con los muchachos. – me dio tanta tristeza y volvieron a llenarse mis ojos de lágrimas.
Me miró y se arrodilló frente a mí. Yo a punto de llorar, me corrió una lágrima y él acarició mi rostro, amándome con locura.
_ No tardaré mucho. Te lo prometo...
Salió de la casa. Supo que me había dejado muy trise y pensó en aquello y se subió a su auto.
Me sentía tan triste. Solo deseaba llorar, y contendiéndome, me puse a hacer una pintura.
Miré el cielo y dibujé toda su inmensidad, junto con las pocas nubes que lo rodeaban.
Sin pensarlo, dibujé un corazón de nubes, y pensé en él, en que pronto regresara, porque ya lo estaba extrañando enormemente.
Ya más tranquila, me serví un vaso con leche. Sentí los latidos de nuestro adorado hijo y le hice cariño con dicha.
Sonó el teléfono, tomé la llamada y escuché la voz de mi madre...
_ Hola hija ¿Crees que jamás volverías a saber de tu madre? No te hagas más ilusiones con el cuento de amor que tienes con Joey Tempest, porque en cualquier momento iré por ti, y sea como sea, te vendrás conmigo y ese bello cuento se dará por fin acabado.
_ ¡Eso no puede ser! ¡Usted no sabe dónde estoy viviendo!
_ ¿Y qué pasa si te digo que sí sé dónde está esa casa que tiene tu maridito?...
Le colgué al cabo de oírla decir que sí sabía de nuestro nuevo hogar y me coloqué muy nerviosa. Me dio mucho susto, y pensé en lo peor; que me llevaría a la fuerza con ella y que me separaría una vez más de mí amado Joey.
Regresó con un bello ramo de rosas y me vio nerviosa y asustada. Dejó el ramo sobre la mesa y se acercó rápido y preocupado a mí.
_ ¿Qué pasa mi amor? – preguntó más que preocupado y se arrodilló frente a mí.
_ Joey... - alcance a decir y me puse a llorar. Lo abrasé fuerte y él me contuvo en sus brazos y más se alarmó.
_ ¿Qué te pasó, mi niña? ¿Por qué lloras? – acarició mi cabello y escuchó mi llanto.
_ Mi madre, Joey, va a venir por mí en cualquier momento.
_ ¿Qué? Pero ¿Qué estás diciendo, mi hermosa?
_ Mi mamá llamó por teléfono y me dijo que me llevaría a la fuerza con ella, para separarme de ti para siempre. – más me agobié y volví a abrazarlo. Solo pensé en aquello.
_ Mi amor, eso no va a pasar.
_ No quiero alejarme de ti, Joey. No quiero volver a perderte.
_ Eres mi mujer ante Dios y la ley. Estamos casados y ella no puede venir y sacarte, así como así de esta casa. Ni siquiera tiene derecho a venir aquí.
_ Suena tan lindo cuando dices que estamos casados. – me sonrió con ternura.
_ Es así, mi amor. Estamos casados, eres mi mujer y tu madre ya no nos puede separar siendo marido y mujer.
_ Te amo tanto, amado mío. – lo miré aún con tristeza.
_ No le permito a nadie que te haga sufrir y llorar como lo ha vuelto a hacer tu madre. Si vuelve a llamar me las va a pagar. – con mis ojos llenos de lágrimas le acaricié su rostro. - No temas mi vida, que pase lo que pase, seguiré a tu lado viendo crecer a nuestro hijo y manteniéndote cautiva a mi lado. No permitiré que te alejen de mí.
_ Lo sé amor mío, lo sé. - secó mis lágrimas con su mano.
_ No puedo entender como tu propia madre puede causarte tanto daño, como lo ha hecho.
_ Joey. Hay algo que nunca te he contado.
_ ¿Qué? ¿De qué se trata? – se sentó a mi lado y yo me puse nerviosa. Desvié la mirada y luego volví a mirarlo. Él solo me miró esperando que yo le contara eso misterioso.
_ Lo que pasa es que esa mujer no es mi verdadera madre, Joey.
_ ¿Qué?
_ Yo soy adoptada, nunca supe quienes fueron mis verdaderos padres. Lucrecia y Alejandro me sacaron del orfanato y me tomaron como su hija, aunque siempre él fue quien me dio todo su cariño de padre. Me quiso como a su propia hija.
_ Ahora comprendo la actitud de ella contra ti. Jamás te ha querido y te odia por ser feliz. – supe en el fondo que era sí y no tuve palabras. Me entristecí aún más y me puse a llorar.
Él me abrazó y yo lloré en su hombro. Él me consoló, acarició mi espalda y escuchó mis gemidos.
En ese momento me sentí tan protegida en sus brazos y tuve lo que más necesitaba en ese instante, su dulce consuelo. Más lo amé y me sentí alegre al tenerlo conmigo en mi tristeza.
_ Tranquila. Verás que todo este mal rato pasará. – acarició mi cabello y yo aun llorando en su hombro, lo miré y él me miró tierno, pasivo y acarició mi mejilla.
_ Siempre voy a amarte, Stephanie y estaré contigo siempre. – lo miré perdidamente y lo abrasé más fuerte. Sonreí de emoción en su hombro.
De pronto miré unas rosas que estaban sobre la mesa y volví a mirarlo.
_ ¿Y esas rosas, cariño? – me sonrió tierno.
_ Las compré para ti. Sé lo sensible que estás y quería subirte el ánimo con algo lindo y especial.
_ ¿Son para mí? Pero, tú me dijiste que tenías que juntarte con la banda.
_ Necesitaba que creyeras en eso, para poder salir a comprarlas.
_Qué lindo y tierno eres conmigo. – acarició mi mejilla.
_ Eres mi esposa. Quiero verte bien y feliz. Me encanta ver tu dulce sonrisa y que me digas lo dichosa que eres y cuanto me amas. –me miró perdidamente y yo le sonreí con mi perduro amor.
Fue a buscar el ramo de rosas y me lo entregó con todo su amor.
Me sentí tan feliz. Las miré con cariño y él me miró enamorado.
_ Gracias mi amor. Están tan preciosas.
_ Son preciosas como tú.
Volví a sonreírle y las olí. Toqué sus pétalos y lo miré a él con dicha. Él continuó mirándome con todo su amor y cariño.
_ Eres siempre tan atento y dulce conmigo, Joey. Te amo demasiado.
_ Siempre un ramo de rosas será un obsequio bello y delicado para una mujer.
_ Eres el marido perfecto que cualquier mujer anhelaría tener y yo lo tengo. – sonrió apenado.
_ No digas eso mi niña, si no es tan así tampoco.
_ Claro que lo eres, mi amor. Eres mi compañero, mi amigo y leal esposo, quien me ama tal como yo lo amo a él. Te amo Joey y siempre voy a amarte.
_ Me halagan tus palabras.
_ De eso se trata, que sientas que eres el mejor de todos los maridos y él más guapo de todos los hombres.
_ ¿Así tú me ves, linda?
_ Desde que te conocí te he visto, así como mi único hombre, el más tierno y guapo de todos y nadie me puede hacer cambiar de opinión, porque te amo, estoy muy enamorada de ti, mi Joey. – le acaricié su mejilla y él me miró profundamente. Deslumbrado de mí y sonrió pleno y dichoso.
Se sintió halagado al saber una vez más lo perdidamente enamorada que yo estaba de él.
_ Te amo tanto, Stephanie.
_ Y yo a ti, amor mío.
Volví a mirar las rosas, deseé besarlo y lo besé de improviso.
Joey sorprendido, me abrasó con todo cariño y contuvo mi beso. Me besó intensamente.
Nos deseamos con locura y nos acomodamos en el sillón y comenzamos a hacer el amor.
Me coloqué arriba suyo para darle una mejor y bella vista. Él me miró enamorado y apasionado.
Yo haciéndole el amor, le sonreí y él también lo hizo. Cerré los ojos excitada, amándolo con deseos y susurré su nombre con placer. Luego grité de satisfacción y muchos deseos.
Él me observó enamorado, respiró excitado y acarició lentamente mi cintura y luego todo mi cuerpo.
Volví a sonreírle, mientras lo hacíamos, y él correspondió a mi sonrisa. Nos miramos y seguimos haciendo nuestro bello acto de amor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro