20. El porqué
Dedicado a todos esos lectores que siguen esta historia desde el principio. Muchas gracias por todo. ♡
Capítulo veinte.
—¿Entonces le dijiste que sí?
—Sí.
—¿O sea que trabajarán juntos?
—Sí.
—¿Eso significa que también trabajaremos juntas?—Pregunta Madison.
—Sí, sí y sí.—Le respondo cansada.
Ella sonríe abiertamente mientras acomoda su cabello frente al espejo del baño y se voltea a verme,—¿Por qué esa cara?
—Por tus mil preguntas.—Le digo haciendo una mueca.
—Una más.—Me mira suplicante mientras hace puchero y yo solo suelto un largo suspiro, dejándola continuar.—¿Qué te dijo luego de que le dijeras que sí?
—Tú estuviste ahí.—Le digo levantando una ceja irónica.
—A varios metros de ustedes en medio de un escándalo.—Se cruza de brazos.—¿Crees que tengo oído súper sónico?
—Tal vez.—Le respondo divertida y ella me fulmina con la mirada.—Ya, bueno...
—Acepto trabajar contigo, Grey.—Le digo finalmente.
Christian me ve con sorpresa durante unos segundos antes de fruncir el entrecejo y mirarme dudoso con esos ojos azules, así como el mismo mar.
—Pero no cumplí con mi parte del trato.—Me afirma desviando su mirada de frustración.
—Eso no importa. Te esforzaste de todos modos.
—No sería justo.—Me dice, volviendo a verme.—Sé muy bien cuando pierdo un juego, Erica.
—Pero esto no fue un juego.—Le digo, mirándolo tan seria como él a mí.—Fue un trato, y aunque no hayas anotado los últimos puntos del final, anotaste los del principio.
—Eso no fue nada.
—Eso también fue parte de nuestro doble trato.—Insisto, cruzandome de brazos.—Lo cumpliste, al menos la mitad. Entonces yo cumpliré con mi parte.
—Es solo la mitad del trato. Tú estarías cumpliendo con todo.
—Entonces tú me deberás algo luego.—Le digo encogiéndome de hombros y Christian sonríe.
—¿Y qué será ese algo, Ana?—Pregunta divertido.
—Luego lo sabrás, Grey.
Él da unos pasos hasta mí y yo levanto mi mirada para poder ver su rostro una cabeza por encima de la mía.
—Ya vamos debiéndonos tantas cosas.—Me susurra y apenas si logro oírlo por todo el escándalo a nuestro alrededor.—Puedes pedirme lo que quieras, cuando quieras y donde quieras, Erica.
Me quedo viéndolo y siento como el rojo invade mis mejillas al notar la doble intención de sus palabras, las cuales me hacen imaginar muchas opciones que puedo pedir. Aparto la mirada y Christian suelta una carcajada que me parece sensual, igual que cualquier cosa que salga de él. Luego de unos segundos se separa y siento que vuelvo a respirar y mi corazón se tranquiliza un poco al tener una distancia prudente entre nosotros.
—Luego de la escuela iremos a la agencia.—Me afirma sonriendo y me da la espalda para irse.—Espérame en tu casillero.
—¿Qué?—Le pregunto confundida mientras veo como camina lejos de mí.—¡Christian!
—Nos vemos.—Me dice por última vez antes de desaparecer detrás de las tribunas.
—Ni siquiera se quedó para festejar con su equipo.—Digo, poniéndole fin al relato de mi recuerdo.—Simplemente se fue luego de decirme eso.
—Ya veo.—Dice Madison con una mano en su mentón, mostrándose pensativa.
Hay un silencio largo mientras nos miramos una a la otra hasta que mi mejor amiga, con la rapidez de un ser sobrenatural, se acerca a mí y me toma por los hombros, mirándome totalmente molesta.
—¡¿En qué estabas pensando?!—Me dice en voz alta y yo temo por mi vida mientras ella continúa,—¡Hace diez minutos que terminó la última hora y nosotras aquí en el baño!
Dejo de respirar cuando la oigo decir que he dejado plantado a Christian. Me llevo una mano a la cabeza y me golpeo levemente la frente con la palma mientras Madison me toma del brazo y me arrastra fuera del baño.
—¡Madison, él ya se habrá ido!—Le digo mientras soy arrastrada por ella.
—Iremos a verificarlo.—Me dice seria y yo solo intento seguirle el paso.—¡Ruega al menos porque no nos hayamos quedado encerradas aquí!
Caminamos por los pasillos, los cuales están vacíos debido a que los estudiantes acostumbran a salir lo más rápido del instituto apenas toca la campana de la última hora. Doblamos en una esquina y tanto Madison como yo nos detenemos abruptamente al ver a Christian en medio del pasillo. Está apoyado en mi casillero y nuestras miradas se encuentran cuando él se da cuenta de mi presencia y la de mi mejor amiga. Se despega del casillero y camina hasta nosotras; sus pisadas hacen eco por el lugar con cada paso que da hasta quedarse enfrente nuestro.
Un silencio invade el extenso camino escolar y agradezco que Madison esté conmigo porque es quien se digna a hablar.
—Vaya, Harrison, sigues aquí.
—Tenía que esperar a Erica.—Dice mostrando una sonrisa, la misma que usó con Betty aquel día en la cocina de mi casa.
—No me esperaba que fueras tan paciente.—Le responde ella dándome un pequeño codazo.—Pues ya basta de espera, aquí está ella.
Le doy una mirada de pocos amigos mientras se despide de ambos y pasa a Christian por un lado para salir por la puerta principal detrás de él, no sin antes hacer un baile de cejas para mí cuando el chico con el que me deja sola no la ve.
—Soy paciente, sí.—Me dice sonriendo de una forma arrogante.—Pero solo por esta vez.
—Recuerda que acepté el trato aunque no hayas anotado los últimos puntos.
Él intenta acercarse a mí pero lo miro desafiante y él retrocede sin dejar de sonreír,—De acuerdo, tienes razón.
—Gracias.—Le digo triunfante.
—Vamos.—Da media vuelta para dejarme pasar primero y ambos nos dirigimos hacia la salida.
Caminamos hasta el estacionamiento y a lo lejos veo su camioneta negra, aquel vehículo que ya podría reconocer fácilmente como el de Christian después de la fiesta. Me tenso mientras caminamos hasta él por recordar con detalle cuando nos llevó a Madison y a mí a nuestros hogares aquella noche.
—Sé lo que piensas.—Dice Christian cerca de mi oído estando detrás de mí.—Yo también recuerdo aquella noche cada vez que subo a este auto.
Me quedo quieta mientras él me pasa por un lado para desactivar el seguro y abrir la puerta del copiloto, esperando a que suba. Hago caso a su gesto y entro al gran vehículo. Me abrocho el cinturón rápidamente antes de que Christian lo haga por mí. Él me sonríe y cierra la puerta para rodear la camioneta y subirse al asiento de piloto. Arranca el automóvil y salimos del estacionamiento, comenzando a recorrer las calles en medio del atardecer.
Miro por la ventana y al ser polarizada el cielo se ve de un color gris así que busco un botón o algo para poder bajar la ventanilla de mi puerta pero no lo encuentro. Sin embargo, Christian, que parece predecir mi intención, presiona un botón por encima de su radio bluetooth en medio de nosotros y mi ventanilla comienza a bajar lentamente, adentrando el aire de la tarde y chocando contra mi cara. Sonrío ante la sensación y me dispongo a ver el cielo anaranjado con tonos amarillentos y al sol poniéndose lentamente, volviendo todo de colores cálidos.
—¿Por qué vamos a la agencia así de repente?—Pregunto mientras me acomodo sobre mi asiento.
—Porque les avisé a tus padres y a los míos que iríamos.
—Eso es obvio.—Volteo los ojos,—Pero, ¿cómo estabas tan seguro de que iría contigo?
—Supuse que cumpliría con mi parte.—Dice mirando al frente y manejando con una gran fluidez.—Pero no lo hice y aún así terminaste aceptando.
—Es que eres muy manipulador.—Le digo divertida.
Él me da un rápido vistazo antes de sonreír de costado,—Agradezco serlo entonces.
Niego con la cabeza mientras sonrío y vuelvo a mirar por la ventanilla mientras mechones de mi cabello se mueve hacia atrás debido al viento. Respiro hondo aquel aire que invade en el vehiculo y al mismo tiempo puedo sentir el aroma de Christian en el mismo.
Claro, es su vehículo después de todo.
Inhalo por un largo instante, disfrutando de aquel olor delicioso del aire de la tarde combinado con el de mi chico soñado y esa leve colonia que últimamente puedo sentir emanar de él.
—Christian.—Me volteo a verlo, aún con una mano en el volante y su brazo libre apoyado en su ventanilla, la cual también está abierta, dejando entrar una brisa que revuelve su cabello castaño oscuro. Él ladea su cabeza y yo hago la pregunta que tanto necesitaba hacer aprovechando este momento de calma y silencio entre ambos.—¿Por qué estoy aquí contigo?
La pregunta que posiblemente todos se hayan estado haciendo desde que comenzó todo. Madison, Mason, la hermana de Christian, yo. Sobre todo yo. Me pregunto qué es todo e intento buscarle una explicación a cada cosa que me estuvo pasando con Christian. Él, por su parte, nunca me ha dicho qué saca de todo esto. Nunca me ha dicho por qué nos hemos acercado de estas formas.
¿Acaso le gusto?
No lo veo como una posibilidad obvia, aunque con otras personas sería la más normal, estoy segura de que Christian no sabía que yo existía antes del primer día de este último año. ¿Verdad?
Él levanta una ceja, aún mirando el camino.—¿A qué te refieres?
—Pues,—Bajo la vista mientras juego con los dedos sobre mi regazo.—¿Recuerdas la primera vez que hablamos?
—¿En la cancha de básquet?—Una sonrisa arrogante llena sus labios,—No podría olvidarlo, Ana.
Yo niego con la cabeza,—Esa no fue la primera vez.— Aún sin levantar la mirada, continúo.—Fue luego de que dieras tu discurso. Estaba en medio de tu camino.—Veo de reojo como su brazo al volante se tensa y trago saliva antes de agregar,—Aquel día me dijiste que me alejara si era una de esas chicas que sienten algo por ti.
El silencio se hace presente mientras Christian dobla la esquina hacia una calle llena de edificios, dejando atrás cada vecindario familiar. Entramos en el centro de la ciudad, donde todo es más poblado de trabajo que de casas familiares y me sorprende ya que este lugar es bastante lejos de mi casa. Tal vez haya estado un buen rato mirando por la ventanilla y no fui consciente del tiempo que pasó ya que el sol bajó bastante más que antes y el cielo tiene tonos ya más azulados que anaranjados.
Entramos en otro estacionamiento donde hay varios autos y todos parecen costosos y lujosos. Christian estaciona perfectamente entre dos autos grises relucientes y enfrente nuestro se ve el edificio que tiene el nombre de la agencia donde trabajan mis padres. Nos quedamos callados sin salir de su camioneta y no me atrevo a mirarlo a los ojos, así que decido seguir hablando.
—Ya es más que obvio que soy de esas chicas, ¿no?—Suelto una risa nerviosa, intentando bajar la tensión,—Pero luego, ese mismo día, me escuchaste gritar tu nombre en medio de la cancha de básquet. Sí, estaba gritando tu nombre como la tonta que soy.—Vuelvo a verlo y me encuentro con sus ojos analizandome al hablar,—Debo confesar que lo hacía porque me rompiste el corazón y era una especie de terapia que estaba haciendo para decidir si era el momento de olvidarte.
—¿Qué?—Habla por fin y yo hago una larga pausa para ver nuestro entorno.
Ya no siento la brisa de la tarde noche del día de hoy porque las ventanillas están cerradas. Todo lo que queda es su aroma, ese dulce aroma que ya conozco como suyo luego de tantos acercamientos. Y eso me pone más nerviosa, atorando las palabras en mi garganta. Decido respirar, intentando ignorar aquella fragancia enbriagadora y me lamo los labios antes de poder recuperar el habla.
—He sentido atracción por ti desde que entré a la preparatoria, Christian. Te he visto desde lejos muchas veces durante esos años y siempre he soñado con poder estar en donde estoy ahora.—Lo veo sonreír levemente ante mis últimas palabras hasta que digo lo siguiente,—Pero, aunque por fin estoy donde quiero, creo que alguien mejor debería ocupar mi lugar.
—¿Por qué?—Me pregunta confundido.
Me encojo de hombros—Simplemente así debería ser. O sino dime el porqué de que yo esté aquí, Christian.
No me da una respuesta. Detrás de él veo la luna, a través de su ventanilla. Es una media luna, mejor dicho. Y no hay estrellas a su alrededor por culpa de las luces del centro de la ciudad. Es una lástima, aunque debo admitir que la variedad de luces artificiales también se ven muy bien por la noche, pero nada tan asombroso como un cielo nocturno repleto de estrellas.
—Bueno, eso era todo entonces. Vamos.—Le digo con indiferencia, cambiando el tema.
Me quito el cinturón y bajo de su gran vehículo. Ya afuera soy envuelta por el frío de la noche y me abrazo a mi misma ya que tengo puesta la fina camisa blanca del instituto y la falda. No tenía idea de que terminaría saliendo a estas horas. Yo esperaba estar en mi casa, con mi pijama de cuerpo completo y abajo de mis sábanas viendo peliculas de romance. Pero desde la llegada de Christian a mi vida, debería empezar a acostumbrarme a que mis planes cambien tan inesperadamente.
Alzo la vista para ver el final del alto edificio perteneciente a la agencia de mis padres. Examino cada ventana y la mayoría tiene luces encendidas sobresaliendo de ellas, otras simplemente están a oscuras. Doy unos pasos, subiendo al camino pavimentado que es más alto que el estacionamiento y al mismo tiempo un fuerte ruido se oye a mis espaldas.
Me giro sobre mis pies y veo a Christian pararse frente a mí con el ceño fruncido. Al estar en un lugar más alto nuestras alturas se vuelven las mismas.
—¿Quieres un por qué?—Me pregunta molesto y yo arrugo mis cejas sin comprender la razón,—Bien.
—Christian qué–
Antes de que pudiera terminar de reaccionar, él toma mi cara entre sus manos y sus suaves labios se pegan a los míos.
Bajo la media luna y el cielo iluminado por las luces de la ciudad, Christian Harrison me besó.
—————
Nota de la autora: AL FIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIN AAAAAAAAA, dios no saben como quería llegar a este momento y ahora que por fin lo escribo me siento demasiado feliz. Christian y Erica al fin se besaron 😭😭😭😭😭😭😭 ya podemos morir en paz todos después de 20 capítulos diOS
También es un regalo por los 3k acá en wattpad y los 18k en booknet. Feliz fin de semana ♡
Pd; Voten, compartan y comenten como siempre eh
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