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9. Cuidado


Steven

Llego al apartamento cerca de la media noche, estoy muy cansado. Me siento en la cama retirándome los zapatos, corbata y camisa. Dejo sobre la mesita de noche mi reloj y el celular, camino al baño a darme una ducha con agua tibia para relajar un poco los músculos de mi espalda.

Al fin es viernes y podré estar a solas con Madelen, es por eso que quiero aprovechar al máximo el fin de semana, tenemos mucho de qué hablar, cosas que dejar en claro.

Apenas dejo caer mi cabeza en la almohada quedo rendido al instante. La alarma de mi teléfono hace que me despierte con dolor de cabeza, saco de la gaveta una aspirina, la pasó con un poco de agua y me voy al baño.

Como para hoy no tengo ninguna reunión, me visto de forma casual, no creo que me de tiempo de regresar aquí a cambiarme. Voy a la cocina a prepararme una taza de café, una vez listo salgo de casa, subo al carro y me voy a la empresa.

A medida que avanzo por la empresa, los empleados me saludan, puedo notar que están utilizando el uniforme de forma correcta, las chicas que criticaron a Madelen la otra vez, no se ven muy cómodas con el uniforme, cuando se dan cuenta que me les he quedado viendo reanudan su trabajo.

Aprieto el botón para llamar el ascensor, este no tarda mucho en llegar, entro y marco el piso a donde voy, justo cuando las puertas empiezan a cerrar Elvis entra rápido. Se coloca a mi lado.

—Pensé que no volvería a verte por aquí, después de todo, renunciaste.

—No me iba a quedar a ver como destruyes lo que con tanto esfuerzo construyó mi abuelo —responde con rabia.

—Más de lo que tú la destruirte cuando estuviste a cargo, no lo haré, suelo pensar muy bien las cosas antes de tomar una decisión —las puertas del ascensor se abren, ambos salimos— por cierto, ya Robinson me declaro la guerra, espero que si intentan arremeter contra mí, que sea por las vías legales, de lo contrario les va a ir muy mal.

Me doy media vuelta y me dirijo a mi oficina. Inés ya se encuentra en su puesto, le doy los buenos días y entro a mi oficina, poco después entra ella con una agenda en mano.

—Señor, la asistente del inversionista Smith acaba de llamar, pregunta si se puede adelantar la reunión para hoy a las diez de la mañana vía zoom.

—Si no tengo nada para esa hora, no hay problema.

—La reservación que pidió para hoy está lista. Su vuelo sale a las nueve de la mañana y el de retorno el día domingo a las cuatro de la tarde.

—¿La reservación en el castillo para el domingo?

—En unos minutos vuelvo a llamar para saber qué respuesta me tienen.

—Muchas gracias Inés, si eso es todo puedes retirarte.

Le envío un mensaje a Madelen y enciendo la laptop para terminar lo poco que deje pendiente para hoy. Escucho que tocan la puerta y luego es abierta, entra el señor Gregory.

—Buenos días Steven, disculpa que te interrumpa tan temprano.

—No se preocupe, siéntese, ¿en que lo puedo ayudar?

—Esta mañana me encontré con Madelen y mi nieta, ambas tienen un brillo especial en su mirada. La niña me comentó que las llevaste a comer ayer y pasearon un rato juntos. Hace mucho no las veía tan felices.

—Me alegro escuchar eso, solo es el comienzo.

—Solo ten cuidado con Elvis, suele dejarse llevar por las emociones y puede actuar de la peor manera.

—Eso lo sé. Entrego en recursos humanos la carta de renuncia y Robinson vino ayer a amenazarme. Hasta no tener claro que planean, es bueno que tengamos los ojos bien abiertos —le informo para que no le agarre desprevenido las tretas de su hijo.

—No me sorprende, Robinson fue su mentor desde que estaba en la universidad, todavía me pregunto qué fue lo que le enseñó —niega decepcionado— yo estoy tranquilo porque sé que mi empresa está en buenas manos, además, les has devuelto la felicidad a Madelen, ¿qué más puedo pedir?

—Esa será la misión más importante, que sea la mujer más feliz del mundo.

—Me alegra mucho saber eso, cuidarlas bien, mi hijo no la supo valorar y la perdió, nunca cometas ese mismo error.

—Puede tener la seguridad que no lo haré.

Se pone de pie dando por finalizada la conversación, nos despedimos y sale de mi oficina. Reviso mi teléfono encontrando un mensaje de Madelen.

(Madelen)

Buenos días, la tienda está full, parece un día festivo ¿será que es la temporada alta ya empezó y no me di cuenta? creo que voy a necesitar más personal.

(Yo)

Contrata más personal entonces, recuerda que al mediodía paso por ti, date por secuestrada.

(Madelen)

Eres terrible Steven, menos mal soy la dueña, de lo contrario ya me hubieran despedido.

(Yo)

No tendría problemas en mantener a dos princesas en casa.

(Madelen)

Voy a llamar a la otra tienda para ver si me pueden mandar a dos chicas. Espero tener todo bajo control para cuando llegues.

(Yo)

Entonces te dejo para que puedas resolver eso. Nos vemos al mediodía.

Dejo el teléfono a un lado y pongo todo mi empeño en terminar lo que falta, dentro de poco tendré la reunión con el inversionista y no sé qué tanto va a durar esa reunión. Cuando estoy revisando los planos, pierdo la noción del tiempo, es un proceso muy delicado ya que si hay un error y no lo veo, puede ser catastrófico.

—Disculpe señor —entra Inés a la oficina— en diez minutos empieza su reunión.

—Muchas gracias por avisarme.

Dejo el plano a un lado y me preparo para la reunión. Justo a la hora empezamos la reunión, el señor Smith propone hacer una importante inyección a la empresa en cuanto a recursos, pero eso no es todo, tiene el contacto de clientes importantes que de seguro afectará de forma positiva a la empresa.

—Si la decisión solo dependiera de mí, le diría que sí, el lunes a primera hora me reuniré con los socios y apenas salga, me pongo en contacto con usted.

—Me parece magnífico joven, estaré esperando su respuesta el día lunes.

Termino la reunión y apago la laptop, recojo todo y salgo de la oficina.

—Inés, termina los pendientes que tengas y te puedes ir a casa, por hoy hemos terminado. Feliz fin de semana.

—Muchas gracias señor, feliz fin de semana para usted también.



°°°°°°°°°

Hay padres que son tan buenas personas, pero que tienen unos hijos...

¿Han conocido a un Gregori?

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