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8. Mirada pícara


Madelen

Apenas cruzo la puerta principal de la pastelería, todos voltean a verme, como si me hubiese realizado algún cambio en mi cabello o en mi forma de maquillar, haciendo que me sienta un poco incómoda

—Buenos días jefa, hoy se ve diferente... más fresca, feliz, joven.

Me comenta una de las chicas acercándose a mí.

—Tiene un bonito brillo en la mirada —confirmada Jetzi.

—Es que está enamorada, no hay otra explicación —no podía faltar Pía.

—Deberían ir al médico, son ustedes las que están viendo mal.

Me voy a mi oficina a recoger unas cosas que se me quedaron para decirme otra pastelería, la que construyó para mí es Steven antes de irse a París.

Una vez que tengo todo lo que necesito me despido de las chicas las cuales continúan bromeando conmigo haciendo que me ruborice un poco.

Esta vez llegar a esta pastelería ya no es una tortura, no siento esa misma tristeza o nostalgia cuando entró, sino todo lo contrario, cada rincón tiene un hermoso recuerdo, algunos un poco subidos de tono, pero que ahora me sacan una sonrisa y no una lágrima. Por ejemplo, mi oficina fue una de los primeros lugares en quedar listos, un día nos quedamos hasta muy tarde y empezamos a besarnos subiendo la intensidad cada vez más, la ropa empezó a desaparecer de a poco, cuando de pronto escuchamos un fuerte golpe y luego varias cosas caer, nos asustamos un montón, Steven se vistió más rápido y dejándome encerrada por seguridad, se fue a ver qué sucedía, resultaron ser unos gatos que habían tirado al suelo una caja con herramientas.

—¿Qué estás recordando que estas tan risueña y esa mirada pícara?

Steven está en el marco de la puerta de mi oficina.

—¿En qué momento llegaste?

Tomo un poco de agua, ¡Qué vergüenza!

—El tiempo suficiente para deleitarme en tus reacciones mientras recordaba lo que estuvimos a punto de hacer esa noche.

Se acerca a dónde estoy y me hace poner de pie, me abraza dejando un suave beso en mi cuello que me hace estremecer.

—Cuéntame algo, ¿Llegaste a tener citas mientras estuve en París?

—Mi padre empezó a concertarme sitas seis meses después que te fuiste, por lo menos una a la semana, pero no hubo uno que me hiciera sentir cómoda o por lo menos que quisiera volver a salir con él.

—Soy un hombre único, además que ningún otro te va amar como yo —coloca sus manos en mis mejillas acercando nuestros rostros— es tan difícil tenerte tan cerca y no tocarte, besarte y luego ver esos ojos hermosos con brillo único y especial.

Mi corazón empieza a latir desbocado sintiéndome como hielo a la intemperie, rodeo su cuello con mis brazos, esta vez soy yo quien inicia, sintiéndome de pronto diferente, con ganas de tomar las riendas y que sea él el que tiene que controlar su corazón, el que siente sus piernas apunto de fallar y el estómago una manada de animales.

—Me encanta verte así, tomando las riendas, siendo tú sin limitaciones. Nunca te voy a juzgar por ello, en mi encontrarás un amigo, te apoyaré en cada una de tus metas o locura, Yo estaré a tu lado en los días buenos y en los malos.

Sus palabras me conmueven hasta las lágrimas, las cuales limpia con delicadeza para después envolverme entre sus brazos.

—Ya casi es medio día, te acompaño a buscar a la pequeña y luego vamos a comer.

—Me parece una magnífica idea.

Recojo mis cosas y le avisó a la encargada qué saldré para que esté pendiente y cualquier cosa me notifique. Nos vamos en el carro de Steven.

Estaciona en el lugar dispuesto para ello, baja conmigo, a medida que recorremos el lugar hacia el aula de mi pequeña, la maestra y demás representantes que están en el lugar se le quedan viendo a Steven, algo que me hace sentir un poco incómoda.

—No estés celosa, solo tengo ojos para ti —me susurra pasando su brazo por mi cintura pegándole a su cuerpo.

Cuándo estamos frente al aula de mi Alana, suena la campana de salida, segundos después la maestra abre la puerta para que los niños empiecen a salir.

—Buenas tardes señora Madelen, ¿Cómo está?

—Muy bien, gracias.

—Mami —mi niña corre emocionada a dónde estoy, cuando reconoce a Steven se detiene de golpe sorprendida— Steven, viniste —abre sus brazos mientras corre hacia él

—¿En dónde quedó mi pequeña Alana? Estás enorme, dentro de poco me vas a alcanzar.

—Claro que no, me falta mucho, eres más grande que mamá.

—¿Quieres venir con nosotros a comer?

—¿Me darás un helado de postre?

—No se diga más, andando.

Me quedo como tonta viéndolos interactuar, nunca me imaginé que se llevarían tan bien. Es una de las cosas que más temía y se está dando mejor de lo que esperaba.

Salimos de la escuela bajo la atenta mirada de las mujeres. Steven abre la puerta para nosotras y ayuda a mi pequeña a colocarse el cinturón de seguridad, una vez todos listo salimos del colegio.

—¿A dónde quieren comer?

—Al restaurante del abuelo —grita la niña levantando sus manos.

—A sus órdenes princesa.

Durante el trayecto, Steven le pregunta cómo le fue en la escuela, sobre sus compañeros de clases, que le ha gustado más de lo que ha aprendido y su respuesta fue: Pintar.

—Mami, cuando sea grande quiero estudiar arte y que mis pinturas estén en una galería famosa.

—Me parece que aquí en Toronto imparten clases de pintura para niños, mañana podrías investigar, puedo acompañarte —me sugiere mostrándose interesado.

—Sí mantienes tu buenas calificaciones, no tengo problemas, solo piensa lo que vas hacer con tus clases de piano, creo que sería mucho para ti estar en ambas actividades.

—Si... —grita emocionada, haciéndonos reír.

Steven estaciona el carro y nos ayuda a bajar tal cómo hizo con anterioridad. Mi padre se encuentra entregando un pedido cuando nos ve entrar, quedando sorprendido, Alana se suelta de mi mano corriendo hacia su abuelo, el cual la recibe con los brazos abiertos alzándola.

—¡Qué sorpresa me han dado! ¿Steven cómo estás?

—Muy bien señor, ¿Usted cómo está?

—Ahora comprendo el brillo en los ojos de mi hija —mi padre voltea a verme entre aliviado y feliz— siéntense supongo que están aquí para almorzar. Sí me permiten quiero prepararle la especialidad del día.

Nos sentamos en una de las mesas y poco después sale Valeria a saludar.

—Qué bueno tenerte de vuelta, espero que para el próximo viaje te lleves a ambas, no quiero volver a ver a Madelen triste por tu causa otra vez o te patearé las pelotas.

—Valeria.

Chillo horrorizada, nunca la había escuchado decir esas cosas.

—No te preocupes, no tengo planes de viajar y de hacerlo ambas vienen conmigo.

Llegan más clientes obligando a Valeria retirarse para recibir a los comensales.

—Quiero pensar que tu padre y Valeria estaba exagerando y que no estuviste así de triste por mi culpa.

—Fue un año muy difícil, con muchas emociones revueltas.

—A partir de ahora quiero recompensar cada lágrima y momento triste que tuviste.

Agarra mi mano depositando un beso en el dorso, justo en ese momento llega mi padre con la comida, cerdo en salsa con papas y ensalada.

Primera vez en mucho tiempo me siento plena, completa y feliz. Solo espero que esto sea real y pueda vivir la vida que siempre he querido.



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Buenas noches, al fin actualizando. Esta noche les daré maratón en compensación.

Recuerden dejar su voto, comenten que les pareció el capitulo y recomienden la historia a sus amigas.

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