33. Sorpresa
Steven
Después de lo sucedido en casa del señor Gregory, Madelen había estado un poco retraída y pensativa.
Me asusté.
Pensé que nuestra relación llegaría a su fin, pero horas antes de irnos de viaje sucedió lo inimaginable. Madelen me pide que pase por ella a la pastelería y que pasemos por un café. Cuando tenemos nuestro pedido, ella se queda callada por un momento, perdida en sus pensamientos.
—Lo he pensado mucho Steven, —comienza hablar— hasta lo conversé con Rosmery y Valeria, necesitaba otro punto de vista y ellas son las más indicadas.
»Yo debo dejar mi pasado atrás, tú no eres Elvis y las circunstancias son completamente diferentes. Tú me has demostrado lo mucho que te importamos y lo comprometido que estás con lo nuestro.
»Es por eso que quiero que sepas que estoy lista para dar el siguiente paso —su mirada se ilumina al decirme eso último.
Por un momento pensé que me diría que lo mejor era terminar, pero al escuchar el resto, el alivio que sentí fue de otro mundo. La tomé en brazos y la besé, con mi corazón latiendo fuerte.
Ahora nos encontramos en el aeropuerto, esperando que nos avisen para abordar. Le pasó un café y a la pequeña un chocolate, me siento al lado de ambas.
—¿Falta mucho? —Pregunta Alana impaciente.
—En cualquier momento nos llaman. Cuéntame ¿qué quieres hacer apenas lleguemos? —le pregunto para entretenerla.
—Quiero hacer galletas con tu mamá, dijo que me enseñaría hacer unas diferente, que ni mi mami las sabía hacer —me cuenta emocionada.
—¡Con que te va a revelar los secretos de la familia! Ya quiero probar esas galletas.
Escuchamos que llaman a los pasajeros del vuelo que estamos esperando. Hacemos la pequeña fila para entregar los boletos y abordamos.
Durante el vuelo, Alana se entretiene viendo por la ventanilla. Aprovecho de conversar con Madelen y robarle algunas sonrisas y besos.
Al llegar a nuestro destino, nos encontramos con mis padres en el aeropuerto, nos han venido a buscar a pesar de pedirles que no lo hicieran.
—Abuelita —gritó Alana corriendo hacia mi mamá.
Mi mamá se inclina y abre los brazos para recibirla, dándole un abrazo. No sabía que tenían tanta confianza.
—¡Qué alegría volver a verlos! ¿Cómo están?— nos pregunta papá.
—Estamos bien, Alana impaciente en que le enseñes hacer galletas de la receta familiar —le cuento a mamá mientras la abrazo.
—Entonces vamos a casa.
Papá nos ayuda a transportar las maletas mientras que mamá, Madelen y la niña van caminando delante de nosotros conversando entre ellas.
Madelen nos pide que la dejemos en la pastelería. Por un momento quiso que Alana se quedará con ella, pero mamá insistió en que la dejara ir a casa con nosotros para que ella pueda trabajar tranquila.
Cuando llegamos a casa resulta que mis padres le habían hecho una sorpresa a Alana, le prepararon la habitación de abajo y la decoraron de princesa, así como en el pasado mi mamá lo hizo para mi hermana.
Está demás decir que Alana quedó encantada con lo que hicieron para ella, estaba fuera de sí viendo todo a su alrededor, incluso pasó varias horas en el cuarto, no quería salir hasta que llegó mi hermana con mis sobrinos y se pusieron a jugar en la terraza.
—¿Cómo van los preparativos para mañana? —pregunta mi hermana— nuestros padres me contaron lo que estás planificando y como siempre soy la última en enterarme ¿Acaso pensabas dejarme por fuera en ese momento tan importante y especial en tu vida?
—Para nada, pretendía comunicarme contigo hoy para que me ayudarás a arreglar algunas cosas, como por ejemplo le quiero regalar un vestido adecuado para la ocasión a Madelen, así que ¿por qué no me acompañas a la tienda?
—Por supuesto que sí, pensé que este día nunca llegaría, en especial después de lo que pasó con Pilar. Me alegra mucho que estés dispuesto a volverte arriesgar y esta vez estoy segura que apostaste bien.
Mi hermana empieza a brincar mientras me abraza, haciendo que mamá ría por la situación en que estoy.
Después que Madelen habló conmigo se me ocurrió la idea de aprovechar este viaje para dar el siguiente paso antes de que se arrepienta, en vista de que ella va a estar trabajando, me dará la oportunidad de prepararlo todo, aunque mis padres me ayudaron a organizar algunas cosas. Se supone que mañana viene el señor Luis, su esposa y Rosmery, que son otros de mis cómplices.
Dejamos a los niños con mis padres. Mi hermana y yo salimos, primero vamos a una Boutique de alta costura donde mi hermana siempre compra. Pedimos varios modelos de vestidos y mi hermana los detalla, escogiendo el más adecuado para la ocasión. Luego vamos a una zapatería buscando la combinación perfecta, los mando a envolver y nos llevamos todo hasta la casa.
Ya está terminando la tarde cuando Madelen me escribe enviándome que ha terminado por hoy, así que voy por ella en el carro de mi papá.
—¿Cómo te fue? —Le pregunto apenas sube el carro.
—Hoy no fue muy grato, me tocó resolver algunos asuntos importantes. Los pasteleros no están usando la receta qué les he suministrado para algunos dulces, haciendo que la calidad de muchos sea muy deficiente. En cuanto a la encargada, me he llevado una sorpresa, está abusando de su autoridad y de la confianza que le he dado. Espero que el tiempo que nos vamos a quedar acá sea suficiente para resolver todos esos detalles, de lo contrario creo que tendré que quedarme por unos días más —resopla frustrada.
—Si necesitas quedarte más tiempo no te preocupes, recuerda que eres más que bienvenida en casa de mis padres.
—¿Cómo se portó mi pequeña? —cambia de tema y su semblante cambia al mencionar a su pequeña, por una de ternura y amor.
—Mi hermana pasó por la casa con los diablillos, así que pasó un día genial. Antes de venir a buscarte estaba con mamá en la cocina preparando la cena —le cuento.
Cuando llegamos a la casa, mamá y Alana estaban preparando la mesa para servir la cena. Después de comer, la niña lleva a Madelen hasta la habitación que mi mamá preparó para ella y mostrarle su cuarto de princesas, Madelen se muestra bastante asombrada, no esperaba algo como eso y se lo hace saber a mis padres al instante.
—No hay de qué —responde mamá— ella es como una nieta más para mí, ha sido todo un gusto decorar esta habitación para ella, espero que de esta manera pueda tenerlos aquí más seguido, está también será su casa.
Las palabras de mamá conmueven a Madelen hasta las lágrimas, papá interviene para que no terminen las dos llorando a moco tendido. Pasamos a la sala para tomarnos algo y platicar un poco, después de un rato, Madelen se va con la niña a prepararla para dormir, poco después mis padres suben a su habitación, quedando solo en la sala esperando por Madelen a que se desocupe. Cuando la veo salir de la habitación con sigilo, me acerco a ella para llevarla a nuestra habitación.
—Ha sido muy hermoso lo que tus padres han hecho para mi hija, lo aprecio bastante —expresa aún conmovida.
—Vamos a nuestra habitación, hoy ha sido un día repleto de emociones para ti, tanto buenas como malas y debes estar cansada, si quieres puedo darte unos masajes para que te relajes —le ofrezco sin doble intención.
—Si es así, me gustaría el servicio completo.
La picardía en su mirada y en el tono de su voz me sorprende, la cargo y la llevo en mis brazos a nuestra ubicación, la dejó en el suelo, aseguro la puerta y me voy por ella. Beso su cuerpo en la medida que le voy quitando la ropa, la llevo hasta la cama deleitándome con su cuerpo, hasta que ambos saciamos nuestras ganas y deseo.
Más que darle rienda suelta al deseo, es una entrega de amor, no es solo sexo, es algo mucho más allá... algo que trasciende todo razonamiento humano, haciendo que ella se sienta amada, valorada, deseada y una mujer en todo aspecto, derribando barreras y cualquier otro obstáculo que le impida ser feliz.
Una vez que ambos quedamos satisfechos, sudorosos y extasiados, nos vamos al baño. Madelen agarra la esponja y vierte en ella un poco de jabón líquido, la pasa por mi cuerpo. Una vez que ella termina con su labor, le quitó la esponja de la mano y hago lo mismo con ella, haciendo que algo tan simple se convierta en algo erótico, terminamos entregándonos nuevamente.
Para cuando llegamos a la cama, ambos estamos tan cansados que caemos enseguida, durmiendo abrazados.
A la mañana siguiente cuando nos despertamos, ya está Alana con mi mamá preparando el desayuno, lo cual sorprende mucho a Madelen, la pequeña de la casa no suele estar despierta tan temprano un sábado.
Después de desayunar, acompañó a Madelen hasta la pastelería, pidiéndole que tome las cosas hoy con más calma y no se estrese mucho. Después de eso, voy al aeropuerto a buscar a mi suegro, su esposa y Rosmery.
En la parte de atrás de la casa de mis padres hay una casita pequeña, donde mi suegro se quedará con su esposa, mientras que Rosmery insistió en quedarse en un hotel.
Para cuando llego a la casa con mis invitados, mamá ha puesto en marcha los preparativos, ya empezaba a llegar los pasapalos que ordenaron, papá fue por las botellas de vino y mi cuñado nos ha traído el sonido, mi hermana me entrega lo que compramos para Madelen el día de ayer y lo dejo en el cuarto.
—¿Madelen no sospecha nada? —me pregunta el señor Luis mientras me ayuda en el jardín.
—No, ayer pasó el día en la pastelería y todo lo teníamos guardado en la casa de atrás.
—Buena sorpresa se va llevar mi hija —se queda callado, perdido en sus pensamientos— cuídala mucho Steven, mi hija ha tenido que pasar por muchas cosas que le han entristecido su corazón, es momento de que ella viva una vida diferente y pueda ser feliz.
—Eso es lo único que yo quiero y en lo que he estado trabajando desde hace meses, que ella sea feliz y pueda vencer sus temores.
—Chicos debemos agilizar las manos, faltan dos horas para que Madelen salga del trabajo y aún falta mucho por hacer —nos alienta mi hermana.
En las dos horas que faltan para que llegue Madelen, hacemos lo que parecía imposible. Una vez que queda todo listo veo la hora, en ese momento me entra un mensaje de Madelen avisando que ha terminado por hoy.
—Madelen me acaba de avisar que ha terminado, vayan a cambiarse —les informo a todos.
Los nervios y la ansiedad empiezan hacer acto de presencia y van en aumento a medida que me acerco a la pastelería.
Estaciono al frente y enseguida sale Madelen, está vez no está tan estresada como ayer.
—¿Cómo te fue hoy? —le pregunto después de saludarla con un buen beso.
—Mucho mejor que ayer, al parecer el regañó que les di los hizo reflexionar y hoy tomaron las riendas, espero que lo que estaba sucediendo no se vuelva a repetir, yo tendré que venir más seguido para evitarlo. Cómo es la pastelería que más lejos me queda, casi no tengo oportunidad de venir para acá, tendré que ver cómo lo resuelvo.
—Haces un excelente trabajo, eso nunca lo olvides y es normal que siempre haya cosas que se nos escapen de las manos, no seas tan dura contigo misma, no te exijas más de lo que puedes dar, de lo contrario lo único que conseguirás es enfermarte y ni Alana ni yo queremos eso.
—Tienes razón, eso es lo que a veces ser equilibrado es difícil, menos mal que te tengo a ti para que me ayudes a tener el equilibrio que necesito.
El momento de la verdad ha llegado. Estaciono frente a la casa y rodeo el carro para ayudar a Madelen a bajar, trato de controlar mis nervios para que ella no noté que algo está sucediendo. Al entrar a la casa todo está silencioso.
—¿En dónde están todos? —pregunta confundida.
—Deben estar en el Jardín.
Ella deja sus cosas en el mueble de la sala y se va hacia el área del jardín, yo voy tras ella, tocó mi bolsillo derecho asegurándome que tengo allí la cajita, abre las puertas y avanza confundida por el jardín, sin encontrar a nadie pero todo muy decorado con sillas y mesas, además de un hermosos letrero hecho de pétalos que dice "¿quieres ser mi esposa?" voltea a verme sin comprender lo que sucede y en ese momento me arrodillo frente a ella sacando la cajita de mi bolsillo, la abro para que ella vea lo que hay dentro y se lleva ambas manos a la boca, mientras sus ojos se cristalizan debido a las lágrimas.
—¿Te quieres casar conmigo?
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