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24. Muéstramelo


Madelen

La tengo frente a mí y no puedo creer el descaro que tiene de venir a mi casa, ¿Cómo puede alguien ser así? No lo comprendo.

Voy a salir de la casa para saber qué es lo que quiere sin dejarla entrar, pero empuja y entra, camina hacia la sala viendo a Steven y Alana despidiéndose.

—Te recuerdo que no eres bienvenida en mi casa, da la vuelta y sigue tu camino —me pongo frente a ella bloqueando la visión hacia ellos.

Me empuja a un lado.

—¿Tú qué haces aquí? —le pregunta a Steven viéndolo de arriba abajo, cómo si él fuera el intruso— ¿Sabe Elvis que tienes a otro hombre en casa? —se dirige a mí dejando a Steven con la palabra en la boca.

—Si no sales de mi casa te voy a llevar con un psiquiatra y pagaré para que te dejen internada bajo medicación —la amenazo sintiéndome al borde.

—¿Me estás llamando loca? —pregunta ofendida, llevando su mano derecha al pecho.

—Tengo casi dos años divorciada de ese hombre, él está casado y en espera de un bebé, ¿Cuántas veces te lo tengo que decir para que lo comprendas? —respiro profundo al darme cuenta que ya estoy gritando, mi hija me ve asustada desde el mueble y Steven está preocupado— a pesar de todo, tú sigues insistiendo en que Elvis y yo volvamos, eso es de locos.

Veo a Steven que le dice algo a Alana y se la lleva escalera arriba, a su habitación. Al quedar sola con mamá me da más libertad de hablar con ella y acabar con esto de una vez.

—Solo intento que no destruyas tu futuro, como yo hice con el mío —suelta sin pensarlo. Al darse cuenta de lo que ha dicho, tapa su boca con ambas manos.

—Tienes que entender que yo no soy tu, por más que me lo pidas, no voy a regresar a dónde me hicieron tanto daño, no lo voy hacer.

—¿Daño? ¿Elvis te lastimó? —habla bajito, sorprendida de lo que le he dicho.

—Sí. Asi que te agradezco que me dejes vivir en paz, tengo derecho a ser feliz sin ser juzgada por ti, si no puedes aceptarlo... olvídate que tienes una hija.

—Antes de irme, quiero contarte mi versión de los hechos, creo que es la única manera en la que comprendas. Era muy joven cuando conocí a tu papá, él estaba en pleno ascenso, cada escalón que subía era un éxito rotundo. Mis padres estaban encantados con él y para sus padres, yo era la chica apropiada para él.

Se sienta en unos de los sillones con la vista perdida, mientras me cuenta detalles que yo he ignorado por toda mi vida.

»La boda se efectuó en tan solo tres meses, todo marchaba de maravilla hasta que, después de unas semanas de casados, me enteré que tu padre tenía un amor platónico, una cheff igual que él, pero lo que hacía imposible ese amor era la gran diferencia de edad, ella tenía veinte años más que él. Trabajaban juntos, pasaba más tiempo con ella que conmigo.

»Un día no pude más y lo enfrente, me dijo que todo era mentira, no me engañaba con nadie. Me mintió o por lo menos eso creí. Cegada por el dolor empecé hacer todo lo que sabés, quise vengarme, que sintiera el mismo dolor.

Le pasó un pañuelo para que seque sus lágrimas. No sé cómo sentirme en este momento, nunca la había visto tan vulnerable.

—Supongo que muy tarde te diste cuenta que él no te había mentido.

—Así es, por un lado, me dejé cegar por los celos, saque conclusiones precipitadas en la dirección equivocada y terminé destruyendo mi matrimonio. Tú padre nunca me perdonó lo que hice. Aunque debo decir que si él hubiese sido sincero, no habría actuado de ese modo.

»Por otro lado, a tu padre le atraían cosas que para mi eran aberrantes, cosas que mi madre me inculcó que por nada del mundo debía hacer.

—Pero mi caso fue diferente, —trato de explicarle— varias veces lo encontré con otra, en su oficina, en un hotel, con su secretaria, una socia o una compañera de trabajo... no fue que me contaron, yo lo vi.

—Algo que te puedo asegurar es, que todos los hombres son iguales, nos traicionan y nos rompen de una u otra manera. Tú padre no se acostaba con otras mujeres, pero fantaseaba con ello, me pedía que hiciera cosas con lo que no me sentía cómoda, eso contribuyó a que sacará esas conclusiones. Eran otros tiempos, una mentalidad muy diferente en cuanto al sexo, una cultura muy cerrada y yo no encontraba otra explicación a que él me estaba engañando con otra y por eso esas ideas.

—Amar a una persona y construir una vida juntos es una apuesta, las personas y las circunstancias cambian. Amar es una decisión y no solo un sentimiento. Tú decidiste dudar de él, ¿Acaso él sabía cómo te hacía sentir el que te pidiera tales cosas? ¿Hablaste con él sobre eso?

—Solo te cuento esto para que no cometas el mismo error que cometí yo. Tienes una hija con él y como tú misma has dicho, el amor es una decisión, toma la decisión correcta por tu hija. Piensa en cómo sería tu vida si tú padre y yo hubiéramos permanecido juntos.

Se levanta del mueble y sale de la casa sin agregar nada más, dejándome con una mezcla de emociones para nada agradable.

Escucho que alguien baja las escaleras, Steven, me acerco a él apenada, no sé cuántas veces más tendré que disculparme con él por culpa de mi madre o Elvis.

—No lo digas —Steven coloca su dedo sobre mis labios— ¿Te encuentras bien?

—No lo sé, conocer su versión de lo sucedido me hace sentir que me precipite al juzgarla. ¿Qué cosas le habrá pedido a mamá para que ella se sintiera así? —me salta la curiosidad. Sacudo mi cabeza para dejar de pensar en ello.

—Si crees que la decisión que tomaste fue la mejor para ti, no debes sentirte culpable, nadie tiene por qué estar en un matrimonio infeliz solo por los hijos —me abraza, haciéndome sentir segura— al igual que tú, tu padre tenía derecho a hacer lo que creía era lo mejor para él.

—Gracias, por tu paciencia y ser tan comprensivo. Si fuera al revés, no creo que fuera tan paciente como lo eres tú.

—Lo que has tenido que vivir es muy diferente a lo que yo pasé, mis temores son otros, pero juntos lo resolveremos —besa mi frente.

Me quedó viendolo sintiéndome diferente, amada.

—¿Ya te tienes que ir? —me le quedo viendo con ganas de encerrarlo y no dejarlo ir.

—Tenía pensado pasar por la escuela de arte, Alana está muy entusiasmada con la idea y hay que aprovechar su interés para que desarrolle sus habilidades. Por cierto, me ha invitado a su presentación mañana.

—Sabía que lo haría, tú le caes bien, lo que pasa es que aún no ha pasado página con respecto a su papá. Yo pase por ello y no es fácil aceptarlo —le doy un breve beso en los labios—. Por otra parte, podemos esperar que Alana despierte e ir los tres a esa escuela de arte, mientras tanto podemos aprovechar el tiempo.

—Creo saber qué cosas fueron las que le pidió tu padre, quieres que te lo diga o que te lo muestre —me dice al oído mientras que me acaricia el brazo con un suave roce de sus dedos.

—Muéstramelo.

Me lleva hasta el cuarto, cierra la puerta y le pasa seguro, en caso de que la niña despierte antes de que acabemos.

Se queda detrás de mí, sube de a poco mi camisón, acariciando mi piel haciendo que sienta un escalofrío exquisito recorriendo mi cuerpo, me hace levantar los brazos para dejarme solo con mis bragas de encaje, esparce besos por mi cuello, hombro, espalda, baja quedando de rodillas, me quita el último trozo de tela.

—Acuéstate —demanda mientras empieza a quitarse la ropa.

Se acerca a mi peinadora y agarra un par de cintas para el cabello, además de mi banda elástica que utilizo para maquillarme. Se coloca sobre mí, completamente desnudo, amarra mis manos con las cintas y con la banda tapa mis ojos.

—Si te sientes incómoda o ya no quieres continuar, solo dilo ¿está bien?

—Me siento de muchas maneras, pero te aseguro que incomoda no es ninguna de ellas. Continúa por favor.

Le pido sintiendo mi corazón latir y el deseo de sentirlo incrementando en niveles nunca antes había experimentado.

Acaricia mis senos, los mima hasta hacerme jadear. Continúa descendiendo poco a poco hasta llegar a mi centro húmedo, palpitante de deseo.

—No te imaginas como me encanta verte así, me excita tanto.

Cuando lo siento entrar en mi interior es... diferente, me besa con arrebato, soltando mis manos. Se separa de mí haciendo que me coloque boca abajo, apoyándome de mis rodillas y manos. Vuelve a entrar, la sensación es completamente diferente.

En la posición que me tiene, no logro saber lo que está por hacer, aunque nunca antes había experimentado, no me hace sentir incomoda, todo lo contrario. A pesar de lo que hacemos, no dejo de sentirme amada por él.

Todo resulta tan arrollador, que no lo aguantamos por mucho tiempo más, acabamos juntos en un órgasmo que nos deja sin aliento.

—Esto fue... de otro mundo —es lo único que logró decir después de lo experimentado.

—Eso fue tan solo una probada, hay más, mucho más. En cada encuentro, te daré una probada de algo diferente y veras lo mucho que podemos disfrutar —me dice sugerente, con una sonrisa pícara.

Nos quedamos en la cama por unos minutos más, hasta que escuchamos a Alana del otro lado de la puerta. Nos vamos juntos al baño, aseándonos y preparándonos para salir.

Ayudo a mi pequeña a vestirse y una vez listos salimos de casa. No le decimos a Alana a dónde vamos, queremos sorprenderla.

Cuando estacionamos frente a la escuela de arte, Alana pega un grito de emoción y exige que le quiten el cinturón y la ayuden a bajar, es la misma reacción que tuvo cuando la lleve por primera vez a la escuela de música.

—Solo vamos a preguntar y conocer las instalaciones, si no es muy costoso, el horario es flexible y tú estás dispuesta a asumir la responsabilidad, el próximo mes podrás comenzar —pongo mis condiciones antes de ayudarla a bajar.

—¿El próximo mes? falta mucho para eso —se cruza de brazos molesta.

—Tienes compromisos que cumplir con la escuela de música, debes ser responsable, no puedes descuidar tus obligaciones adquiridas. —resopla al darse cuenta que no voy a ceder— Tampoco es que falta mucho, solo faltan diez días para que termine el mes.

—Bueno, entremos.

Steven está a un lado de nosotras con ambas manos en el bolsillo viéndonos interactuar, sonríe al ver el comportamiento que tiene la niña. Alana baja del carro y se nos adelanta.

—Con ustedes es imposible aburrirse, ambas tienen un carácter complejo —aprieta los labios en una línea fina, en un vano intento de contener la risa.

—Mejor entremos.

La recepción del lugar parece una mini galería, hay cuadros cuidadosamente colocados alrededor del lugar y a mano derecha se encuentra una chica conversando con mi hija.

—Buenas tardes, mi nombre es Madelen, soy la mamá de esta impaciente niña —me presento a la chica.

—Un placer, mi nombre es Marina. Alana ya me ha comentado que quiere estudiar arte y que sus pinturas estén en las galerías más famosas del mundo.

—Hace unos meses atrás me pidió entrar en la escuela de música y presentarse en los escenarios más famosos del mundo, es una chica ambiciosa, solo que está en el proceso de descubrir en qué lugar famoso estar —le cuento a la chica tratando de sonar seria.

Nos invita a sentarnos frente a su escritorio, nos explica los diferentes programas que cuenta la escuela para la edad de Alana, por suerte, el costo de las clases no es muy diferente al de la escuela de música.

Después de la plática, nos hace un recorrido por las instalaciones, nos presentan a la que podría ser la maestra de Alana y los niños con quienes estará. Alana está emocionada, sus ojos brillan con curiosidad a lo que hay a su alrededor.

—No la hagas sufrir más, dile que sí, te ayudaré con los gastos y en lo que necesites para que ella pueda estar aquí —propone Steven sin dejar de ver a Alana.

—Se supone que debes estar de mi lado.

—Debo ganarme a esa pequeña, tu mejor que nadie lo sabe —se encoge de hombros.

Finalmente accedo, el próximo mes Alana comenzará sus clases de arte. Al salir, nos vamos a una heladería.



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Es uno de mis capítulos favoritos. Cuéntenme, ¿Qué opinan de la madre de Madelen?

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