Elvis

Al fin es domingo y lo único que quiero hacer hoy es relajarme y disfrutar de mi pequeña. Ya es media mañana, Alana ya debe estar por despertar así, que me levanto de la cama para preparar un desayuno rápido, quizás un sándwich y una malteada para mi pequeña y un café para mí.

Estoy terminando de preparar el desayuno cuando escucho que la puerta principal es abierta, algo que me extraña, me asomo rápido en caso de que sea un ladrón o algo así, para mí sorpresa es Pilar, se me olvidaba que ella tiene llave, la noto un poco extraña, cómo nerviosa, me acerco a ella sin comprender qué sucede, aún en alerta.

—Hola Pilar, ¿Cómo estás? —echo un rápido vistazo afuera y cierro la puerta.

—Hola, necesito hablar contigo —me esquiva la mirada.

¡Espero que no sea otra de sus tretas!

Escucho que la niña viene bajando las escaleras y giró hacia ella cargándola en brazos, le doy los buenos días y le indico que en el comedor ya está su desayuno servido.

—Siéntate y cuéntame qué sucede —le pido sentándome frente a ella.

—Esta noticia me ha caído como un balde de agua fría, honestamente no me lo esperaba, no hay forma fácil de decirlo, no sé cómo esta noticia te va a caer —traga grueso. Sus manos tiemblan levemente.

—Deja los rodeos y cuéntamelo de una buena vez ¿De qué noticia me estás hablando? —le pido una vez más sintiendo agotar mi paciencia.

Busca en su cartera y cuando lo encuentra me lo entrega, lo reconozco al instante, es una prueba de embarazo casera, al darle la vuelta observó el resultado. Positivo.

—Vamos a ser padres, estoy consciente de que esas pruebas pueden fallar, pero no quiero ir sola mañana a hacerme el chequeo, me gustaría que fueras conmigo —me pide.

A Pilar le desagrada ir a hospitales, por un mal episodio en su infancia.

—En la mañana tengo una reunión importante, en cuanto salga me comunico contigo, creo que en hora del mediodía estaré desocupado —pienso un poco del día que tendré mañana, sin duda voy a tener que aplazar algunas reuniones o pedirle a los chicos que vayan por mí.

—En caso de ser positivo ¿qué vamos hacer? no pienso salir adelante sola con un bebé —me pregunta nerviosa.

—No lo vas hacer sola, estoy contigo en esto —le aseguro, evitando que perciba el trago amargo que siento en este momento.

—Bien, entonces me voy. Espero tu llamada mañana —se pone de pie con cuidado.

—¿Ya desayunaste? —pregunto por cortesía

—Aún no, he tenido muchas náuseas.

—No te preocupes eso es normal, Madelen estuvo así el primer mes, pero sé algo que quizás te pueda ayudar, ven con nosotros al comedor. No le digamos a la niña hasta estar seguros, no quiero que se ilusione con una falsa alarma —le pido invitándola a caminar hasta el comedor.

Al entrar al comedor, ya la niña está por terminar su desayuno, Pilar saluda a Alana mientras que mi pequeña solamente se limita a sonreír, una sonrisa forzada, las cosas entre ellas dos nuevamente se han puesto algo tensas.

Después de desayunar, la niña me pide que la lleve al parque, le pido que suba a cambiarse. Poco después, suena el timbre, al parecer hoy es el día de las visitas. Voy a la puerta para saber quién es, mi padre está del otro lado y con una cara de pocos amigos. Al abrirle pasa por mi lado sin saludarme.

—Tenemos que hablar —está molesto, tiene el entrecejo fruncido.

—Vamos a mi oficina —le pido al darme cuenta que no será nada amistosa la conversación que tendremos y no quiero que la niña lo presencie.

—¡Abuelito! —Alana corre hacia él aferrándose a su cuello.

—Mi hermosa princesa, ¿Cómo estás? —cuando la ve su rostro cambia por completo, por uno más dulce.

—Bien, mi papi me va a llevar al parque —le cuenta emocionada.

—Eso es genial, ve a cambiarte mientras converso algo con tu papá —la baja de sus brazos y le da un beso en su frente.

Ella se va escalera arriba emocionada por la salida. Sale Pilar de la cocina limpiándose las manos con el paño de cocina, mi padre al verla se sorprende un poco, la saluda brevemente y luego me pide ir a un lugar privado para conversar, lo llevo hasta mi oficina, apenas entramos y cierro la puerta me da una fuerte bofetada, no me lo esperaba, primera vez que algo como esto sucede.

—Tú sabes muy bien lo que significa para la compañía el señor Wang Hyun, cómo te atreviste a hacernos esa mala jugada y para colmo de males, me he enterado de que has estado hablando en secreto con algunos socios de mi compañía, eso es jugar sucio Elvis —trata de contenerse para no gritar, su cara se ha puesto roja de la rabia.

—Pues le recuerdo que usted fue el primero en jugar sucio, se supone que esa compañía por derecho me pertenece, soy su único hijo, en cambio escogió a un hombre que no es nada suyo para liderar la empresa ¿pensaba que me iba a quedar de brazos cruzados? —me arde la mejilla izquierda y el sabor metálico en mi boca inunda mi boca haciéndome escupir varias veces en la papelera.

—No te atrevas a culparme de tus malas decisiones, fuiste tú el que teniendo una buena mujer a su lado prefirió jugarle sucio, como tú dices, hasta el punto en que ella se cansó y pidió el divorcio —me echa en cara— reconozco que muchas veces te dije que no era la mujer para ti, que no era tu tipo pensé erróneamente al comienzo. Hoy día me doy cuenta que mejor mujer de lo que es Madelen, no vas a conseguir, era la mujer adecuada para ti, me equivoqué, lo reconocí y te lo dije abiertamente.

≫Es la madre de tu hija, te dio oportunidades como ninguna otra mujer hubiese sido capaz y ¿tú qué hiciste? lo desaprovechaste, la engañaste de todas las maneras que se te ocurrieron, pusiste la empresa en una mala posición ante otros clientes, ¿Cómo esperabas tú que te dejarás al mando? ¡Es algo imposible de hacer! solo te voy a decir una última cosa, aléjate de mí empresa y mis clientes, ¿quieres abrir tu compañía? adelante, pero no lo hagas a costilla de lo que yo he logrado con años de trabajo y sacrificio.

—Cada cliente tiene derecho a decidir con qué empresa va a trabajar, yo solamente ofrezco mi servicio y lo que podemos darle, al final la decisión es del cliente. Si el empresario coreano decidió entregarnos el proyecto, por algo será —no me quedo callado, así es la competencia y no seré diferente por ser su hijo.

—Pues claro, si eres tan canalla de hasta utilizar a tu propia hija para tu propio beneficio, me avergüenza el hijo que tengo —me ve con asco, se da media vuelta y sale de la oficina hecho una furia.

Me voy a la habitación y saco del baño la caja de primeros auxilio para limpiar el corte que me ha dejado en el labio, pero no hay nada que pueda hacer por mi mejilla, está bastante roja y algo inflamada.

—¿Todo está bien? —Entra Pilar a la habitación, se lleva ambas manos a la boca cuando me ve— ¿qué te ha sucedido? ¿Fue tu padre?

—No le ha gustado que me independice —me limito a decir.

—Voy por un poco de hielo o esa mejilla se pondrá peor —sale de la habitación.

Agarro un poco de algodón y coloco un líquido marrón que encontré, lo paso con cuidado por la herida, arde bastante, espero que mañana esté mejor. Entra Pilar nuevamente con un paño en su mano, lo acerca a mi mejilla con cuidado.

—Le he dicho a Alana que vea sus comiquitas, mientras que te alistas —me informa mientras sostiene la compresa.

—¿Cuánto tiempo más debo tener eso en mi cara?

—Solo un poco más y estará listo, antes de acostarte debes hacerlo otra vez.

—Gracias, espero que hoy no tenga ninguna otra sorpresa.

—¿Has llevado a Alana a la Casa Loma? Sería una buena idea, tomando en cuenta que estamos en primavera —me comenta con una ligera sonrisa en su rostro.

—Nunca la he llevado, sería una buena idea, después podríamos ir al parque ¿te gustaría ir con nosotros? —la invito, intentando llevar las cosas en paz.

—Me encantaría —sus ojos se le iluminan.

Sin perder más tiempo, busco algo de ropa y me doy una ducha rápida, justo cuando estoy terminando de alistarme, entra a la habitación mi princesa un poco molesta.

—Papi, tengo una eternidad esperando —se cruza de brazos.

—Ya estoy listo princesa, antes de ir al parque quiero llevarte a un lugar muy bonito, vamos.

Salimos los tres de la casa, la niña aún sigue molesta, ahora es porque Pilar va con nosotros.

Al llegar al castillo, Alana cambia su mal humor por uno de asombro, baja del carro emocionada, casi me lleva arrastras por el lugar viendo todo con asombro. Le compro algodón de azúcar y una tiara de princesa que venden en la entrada.

Después de recorrer el lugar por un buen rato, nos vamos al restaurante para almorzar, se nos ha pasado bastante la hora.

—Me encanta este castillo, parece de princesa —me dice emocionada.

—Agradécele a Pilar, ella fue la de la idea —le digo observando atentamente su expresión.

—Gracias Pilar —se limita a decir.

Los ánimos entre las dos disminuyeron un poco, al menos el momento del almuerzo lo pasamos ameno. Cuando acabamos, salimos del restaurante para ir al parque, para mi sorpresa, veo a lo lejos a Madelen y a Steven besándose, siento la sangre hervir.