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16. Si es contigo, si


Madelen

Cuando escucho la puerta del baño a cerrarse, reaccionó y salgo del estado de bochorno en el que mi amiga me ha metido, solo a ella se le ocurre empacarme este tipo de ropa para dormir, yo también de tonta por no revisar lo que empacaba.

Cuelgo mi toalla y me meto en la cama arrópame hasta el cuello, me acuesto de lado dándole la espalda a la puerta del baño, cuando escuchó que está se abre cierro los ojos haciéndome la dormida.

Lo escuchó caminando a mi alrededor, más no siento en ningún momento que él se acueste a mi lado, cuando apaga la luz abro los ojos de golpe, no se ha acostado en la cama, me siento viendo a mi alrededor encontrándolo acostado en el suelo sobre una manta.

—Steven, ¿qué haces allí acostado? Esta cama es grande, podemos dormir los dos sin ningún problema —voltea a verme con duda— no somos unos críos que no puedan controlarse, así que ven aquí y acuéstate.

—No es que sea un crío que no pueda controlarse, sino que cuando a un hombre le gusta una chica y está vestida con esa facha que tú cargas, hay reacciones del cuerpo que uno no puede controlar, ¿estás dispuesta arriesgarte? —alza una de sus cejas.

Siento mis mejillas arder al escucharlo decir eso. No debería reaccionar de ese modo, es decir, he estado casada anteriormente y sé muy bien cómo reacciona un hombre cuando le gusta una chica, pero me es inevitable actuar de esta forma.

—Tú dijiste hace un momento atrás que no va a suceder nada que yo no quiera, confío en ti, hasta el momento has demostrado ser un caballero, me has respetado y cuidado de muchas formas, así que ven aquí.

Quito la cobija del lado desocupado de la cama, invitando acostarse allí mientras que yo me aseguró de no quedar nuevamente desnuda ante el tapándome con la cobija.

Finalmente me hace caso y se acuesta en la cama pegado a la orilla, se arropa y se queda quieto allí como si fuese una momia haciéndome reír.

—¿Te estás burlando de mí? —gira su cara hacia mi achinando sus ojos.

—No de ti, sino de esto, es decir, somos adultos ambos hemos tenido pareja con anterioridad no deberíamos de comportarnos de esta manera y si pasa algo más ¿cuál es el problema? no es como si yo estuviera escondida en casa de tus padres o que tú tienes pareja formal.

—¿Acaso quieres que pase algo más? —se gira completo hacia mí viéndome con sorpresa.

—Sí es contigo, sí.

Me giro hacia él imitándolo, la cobija se desliza por mi cuerpo dejando mis senos casi al descubierto, ya que lo que tengo de pijama cubre muy poco, por la escasa tela que tiene.

La claridad es poca, así que no puedo descifrar por sus gestos lo que piensa, pero si lo veo acercarse a mí.

—Quiero que las cosas entre los dos funcionen, es por eso que creo que lo mejor es ir lento. Cuando decidamos formalizar nuestra relación, necesito que tú estés 100% segura de lo que estás haciendo y que luego no te arrepientas.

Me acerco un poco más a él acortando la distancia quedando frente a frente, él pasa su brazo por mi cintura pegándome más a él, me atrevo a besarlo, lo abrazo, sintiendo como su corazón se va acelerando.

—Te gusta jugar con fuego —su voz suena ronca.

Su amigo se hace notar, lejos de sentir vergüenza, me siento alagada, no imaginaba que causará tal efecto en él.

—No siempre es malo quemarse, en ocasiones puede ser divertido.

—Si sigue por este camino no respondo, hasta mis padres se despertaran por el ruido.

—Está bien, dejémoslo para otro momento, en qué solo estemos tú y yo.

Le doy un rápido beso en los labios y me giro dándole la espalda, sostengo su mano para que no me suelte, quedando en posición de cucharita. Su amigo crece aún más y él se tensa, me río por lo bajo.

Unos toques en la puerta nos despiertan, él se levanta adormilado y abre con cuidado la puerta para saber qué sucede.

—Buenos días hijo, ya es casi mediodía, ayer comentaste que hoy se irían a eso de las dos de la tarde, solo te vengo a avisar para que no se les pase la hora del vuelo, supongo que no se pueden quedar un día más.

—Buenos días mamá, nos hubieras despertado un poco antes para desayunar con ustedes y pasar un rato más, en un momento bajamos.

—Nada que ver, están aquí de vacaciones, trabajan mucho durante la semana, necesitan descansar para reponer energía. Cuando estén listos bajen, ya casi tengo listo el almuerzo.

Escucho su conversación desde la cama cuando veo mi teléfono confirmando que van a ser las doce del mediodía, me levanto de un salto. Tenía mucho tiempo que no me levantaba tan tarde.

Enrollo la cobija en mi cuerpo y me levanto de la cama buscando mi maleta para sacar algo de ropa, Steven me agarra por mi brazo y me jala hacia él haciendo que la cobija se deslice hasta mis pies.

—Buenos días preciosa, ¿Quieres que nos duchemos juntos?

—Dijiste que querías ir despacio y eso no sería ir despacio —le recuerdo sin poder ocultar una sonrisa.

—Buen punto, al menos no te cubras, no tienes por qué —me guiña el ojo y va por su bolso.

Una vez que tengo lo que me voy a poner entró al baño para asearme y cambiarme, después voy por mi maquillaje qué tengo en mi cartera, solo me colocó un polvo, un poco de rímel y labial marrón mate, para cuándo terminó Steven sale del baño listo.

—¿Estás lista?

—Sí.

Cierro la maleta y verifico que no dejó nada. Steven me ayuda a bajar mis cosas y vamos al comedor, dónde se encuentran sus padres.

—Buenas tardes —los saludo.

—Siéntense, ya está listo —nos pide la señora Vanessa.

—Siento que este fin de semana me ha rejuvenecido, espero que nos den más fines de semana como esté —nos pide el señor Rafael sentándose en su lugar de siempre.

—Cuenta con ello papá —Steven le da unas palmadas en la espalda a su padre.

Almorzamos, en todo momento me hacen sentir en familia, conversando de todo un poco y a la señora Vanessa se le salen unas cuantas lágrimas debido a nuestra partida.

Cuando ya es hora de irnos al aeropuerto ambos nos acompañan para despedirnos allá. Steven le dice que no tiene problema en pedir un taxi ya que el clima está nublado y empieza a caer neblina, pero su padre se niega rotundamente.

Cuando llegamos al aeropuerto y ya es momento de despedirnos, la señora Vanessa me hace prometer qué vamos a regresar pronto con mi pequeña, hago lo que pide, de lo contrario, dudo que nos deje ir.

Nunca me han gustado las despedidas, me hacen sentir nostálgica.

Abordamos y nos vamos nuevamente al área de primera clase, Steven ayuda a ponerme cómoda y rodea mis hombros con su brazo haciendo que apoye mi cabeza en su pecho, me siento tan cómoda que sin darme cuenta me he quedado dormida.

—Madelen despierta, hemos llegado —deja un beso en mi frente, nariz y luego en mis labios.

—Tenía mucho tiempo que no dormía tanto.

Salimos del avión y vamos por nuestro equipaje, una vez tenemos todo listo subimos a su carro.

—Antes de llevarte a casa quiero hacer una última parada y cerrar con broche de oro nuestro fin de semana.

—¿Para dónde me vas a llevar?

—Es una sorpresa, ponte cómoda.

Coloca música instrumental mientras que yo me pongo cómoda, tal como lo ha pedido. No pasa mucho cuando reconozco la ruta, vamos a la casa Loma, solo espero que no me dé una sorpresa de la misma magnitud qué me dio la última vez que estuvimos allí.

Estaciona y me ayuda a bajar, caminamos por el lugar lleno de turistas hasta que nos dirigimos a ese lado del Castillo que tanto recuerdos tenemos.

—La primera vez que estuvimos aquí estuve apunto de confesarte mis sentimientos por ti, era tan solo un muchacho qué le tenía miedo al rechazo, la segunda vez tuve que decirte que tenía que viajar a París y que estaríamos separados por alrededor de un año, pero esta vez quiero que sea diferente.

—¿Cómo lo harás diferente?

—Anoche mi padre me dijo que para sanar las heridas, más que tiempo necesitamos estar con la persona correcta, sé que anoche te dije que lo mejor sería ir lento y la verdad es que quiero que tú estés segura de lo que sientes y de lo que yo siento por ti, pero hay personas que merecen el riesgo, por eso te quiero pedir algo, ¿Quieres ser mi novia?

Me agarra por sorpresa su pregunta, realmente no me esperaba qué me lo propusiera ,por lo menos no de forma tan formal, pero al mismo tiempo me alegra y emociona mucho el hecho de que no dé por sentado las cosas y las pregunte.

—Sí, quiero ser tu novia. Solo te pido que cuidemos está relación, no quiero pasar por lo mismo otra vez, así como supongo que tú tampoco.

—Por nada del mundo pondría en riesgo nuestra relación, lo que siento por ti es inexplicable y crece sin parar, no puedo seguir ocultándolo.

Entre los últimos destellos del sol nos besamos, sellando de este modo esta promesa de amarnos, darnos otra oportunidad y luchar por lo que sentimos, tomando un último riesgo para ser felices.

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