Fin
Llegamos a la casa de Hyunjin horas antes del amanecer. Lo primero que él hace es ir a la recámara a cambiarse sus ropas ensangrentadas. Yo espero algunos minutos sentado en su sofá, contemplando las llamas de la chimenea. Pero aunque él se encuentra en otra habitación, a metros de distancia, yo lo siento dentro de mi mente, como si formara parte de mi cuerpo. Como si ambos fuéramos uno, la sangre que palpita en mis venas es también la suya. Hyunjin regresa con una de sus impecables camisas de seda hechas a medida. Ha dejado los primeros botones abiertos y puedo contemplar la piel pálida de su pecho, no puedo creer que hace cuestión de horas allí mismo había una herida mortal.
Hyunjin se inclina, toma mi rostro con ambas manos y me besa.
-Tú también necesitas ropas nuevas. Ningún vástago mío se verá como un pordiosero -exclama, y me besa de nuevo.
La palabra Vástago aún se siente extraña.
-Nunca me han importado esas cosas -confieso con una sonrisa. Los labios de Hyunjin se sienten deliciosos, con un dejo a sangre que despierta mi apetito.
-Bueno, considéralo un regalo -sentencia-. El lunes te llevaré con mi sastre. Es fabuloso, y nunca le pareció extraño encontrarnos de noche para que tome mis medidas.
Dejo escapar una risita, y veo a Hyunjin alejarse para prepararse un trago junto a la chimenea.
-¿Quieres un trago? -me ofrece mientras se prepara algo que luce como coñac.
-Sí -suspiro.
Pero mi sed no es de alcohol, y Hyunjin lo capta. Deja su copa a un lado y se acerca como un felino al acecho, con una media sonrisa en sus labios. Se inclina sobre mí en el sofá y besa mis labios. Yo saboreo los suyos como si se tratara de un manjar. Me estremezco de tan sólo darme cuenta que estoy en sus brazos una vez más al igual que hace tantos años. Beso sus labios, los muerdo, me agarro de sus hombros como si mi vida dependiera de ello. Él gruñe contra mi piel y me ofrece su cuello.
-Bebe, mi Felix. Debes sentirte débil -suspira en mi oído.
Sin pensarlo dos veces, hundió mis colmillos en su cuello pálido. Cuando la sangre brota, esa mezcla de su sangre con la mía, es casi como un orgasmo instantáneo. Todo mi cuerpo vibra mientras bebo, y su sangre me resulta más dulce y adictiva que nunca. Me aparto de su cuello cuando oigo el latido de su corazón disminuir. Poco a poco estoy aprendiendo a reconocer cuando es suficiente. Hyunjin besa mis labios y saborea el excedente de sangre de ellos.
-Pronto será de día -dice mientras acaricia mi barbilla con sus dedos-. No vas a regresar al puerto ¿verdad?
-Ni siquiera había pensado en ello -me encojo de hombros.
-Me gustaría muchísimo que te quedes aquí -ofrece -. De tan sólo imaginarte bajo esos tablones podridos... en ese puerto frío y húmedo. Sé lo mucho que valoras tu libertad, pero aquí hay lugar de sobra. Y con los hombres lobo rondando...
-De acuerdo -suspiro. Abandonar el puerto me causa una sensación extraña. No es miedo, sino algo diferente. Sea lo que sea, ver los ojos de Hyunjin iluminarse de alegría desvanece cualquier sensación desagradable.
Me toma de la mano y me guía a través de su sala. Junto a la cocina hay una pequeña puerta que conduce a una escalera. Descendemos por ella hasta un sótano donde yace un ataúd de roble.
-Así que aquí duermes -rio por lo bajo.
-Tendremos que mandar hacer un ataúd para ti. Mientras tanto, tendremos que compartir el mío -dice, y se quita su camisa.
-No tengo inconveniente con eso -respondo mientras admiro su pecho de porcelana. Hyunjin da un paso adelante y abraza mi cintura.
-¿Acaso no tienes miedo? -me pregunta.
-¿Por la guerra entre vampiros y hombres lobo? No entiendo mucho de eso. Pero tampoco deseo que me lo expliques esta noche.
-Hay mucho que debes saber al respecto.
-No esta noche -repito.
El asiente con la cabeza. Permanece unos largos minutos pensativo, y yo puedo detectar algo de culpa en sus pensamientos.
-Esto... no ha resultado exactamente como tú querías -me dice al cabo de unos minutos.
-Hyunjin, tienes trescientos años ¿no has aprendido a estas alturas que las cosas nunca ocurren exactamente como uno quiere? -beso sus labios y él me sujeta todavía más fuerte. Siento el calor de su cuerpo envolverme. -Lo único que me importa es que estés vivo.
Hyunjin arquea una de sus cejas.
-Bueno, muerto en vida... ¡ya sabes a lo que me refiero! -exclamo con una sonrisa-. Ya veremos todo el tema de Vástago y Amo. Por ahora sólo me importa que tú estés bien.
-Nunca haré nada que tú no quieras -susurra contra mis labios. Su nariz roza la mía de forma cariñosa, pero su expresión es muy seria-. Nunca te trataré como alguien menos valioso que yo, nunca impondré mi voluntad sobre la tuya.
-Ya lo sé, Hyunjin , ya sé todas esas cosas. No necesitas repetírmelas -le digo, y acaricio su rostro.
-Es que... -confiesa con una sonrisa tensa-. Estoy aterrado.
Siento el irrefrenable impulso de besarlo. Muerdo, succiono y beso sus labios y me sujeta con más fuerza que nunca. Beso su cuello y su pecho y siento el calor de su piel contra mi rostro. Sus manos me quitan la camiseta y besa en mi pecho. Luego descienden por mi cadera y me quita los pantalones. Yo hago lo mismo con los suyos,
no sin antes explorar su erección con mis dedos por sobre su pantalón.
Hyunjin se recuesta dentro de su ataúd; el interior está forrado del más fino terciopelo color azul. Cuando mi cuerpo desnudo siente esa textura abrazándolo, dejo escapar un gemido de gusto. Definitivamente es mejor que los tablones del puerto, aunque no estoy acostumbrado a tanto confort. Luego es la piel de Hyunjin la que me envuelve. Es un espacio tan reducido que debemos estrechar nuestro abrazo con nuestras piernas y brazos. No me quejo. Jamás me quejaré de eso.
Hyunjin besa mis labios y mi cuello, y yo acaricio su espalda despacio, deleitándome con cada centímetro de su piel. Sus labios y dientes en mi cuello me causan escalofríos, y mi polla está dura como una roca. Hyunjin besa uno de mis pezones, luego el otro. Yo acaricio su cabello rubio y alzo mis piernas para abrazar su cintura.
Sus labios descienden por mi cuerpo, y encuentran mi erección pulsante. Hyunjin me toma en su boca despacio, causándome un placer lento y delicioso. Su cabeza sube y baja, tomando cada vez más de mí, y yo cierro mis ojos y gozo. Siento su lengua cosquillear la punta de mi polla y saborear el pre-semen que brota de mí con
pulsaciones exquisitamente placenteras. Enredo mis dedos en su cabello rubio y acompaño los movimientos de su cabeza. Oigo los sonidos que hace al atragantarse con mi polla y eso multiplica mi gozo.
Pero eventualmente abandona mi polla dejándola húmeda con su saliva, y desliza su lengua por mis testículos. Desciende todavía más y abre mis piernas con sus manos. Besa la cara interna de mis muslos y lame mi entrada. Yo dejo escapar un grito de placer cuando su lengua entra en mí. Me penetra con ella, como si me estuviera
follando, y cada embestida me vuelve loco. Envuelvo mi polla en mi mano y comienzo a masturbarme mientras me humedece. Cuando siento que no puedo tolerarlo más, abro mis ojos y veo a Hyunjin sobre sus rodillas, con mis muslos abrazando su cintura.
Miro sus ojos, dilatados como los de una bestia en celo, y admirando cada rincón de mi piel como si yo fuera un tesoro invaluable. En este momento entiendo sus palabras de muchos años atrás. Cada fibra de mi cuerpo urge por entregarse a el, por la liberación de perder el control entre sus brazos y recibir no más que placer a cambio.
-Hyunjin, confío en ti -murmuro con un hilo de voz.
Sus ojos se fijan en lo míos durante un instante, como si el no pudiera creer mis palabras. Luego mece sus caderas con suavidad y su polla entra en mí. Arqueo mi cuerpo; sentirlo en mi interior una vez más es la felicidad más intensa que he sentido en mi vida, tanto humana como vampírica.
Y creo que nunca antes le he dicho esas palabras a nadie.
Hyunjin se recuesta sobre mi cuerpo y comienza a embestir, despacio, dejando que mis músculos internos envuelvan su miembro. Cada estocada es más deliciosa que la anterior, y es mejor aún teniendo su rostro a centímetros de los míos. Cuando nuestros labios se encuentran, él ya está en lo más profundo de mi cuerpo
empujando, golpeando. Llenándome de placer. Me aferro a sus hombros y araño su espalda. Ajusto el abrazo de mis piernas en su cintura para que la penetración sea todavía más profunda. Ansío sentirlo con todo mi ser. Muerde mis labios y bebe del fino hilo de sangre que brota de ellos, sin dejar de empujar.
Sus embestidas son cada vez más rápidas, más profundas. Más brutales. Y yo deseo más, cada vez más. Gimo su nombre, el nombre de mi Amo, y muerdo su cuello. Bebo de su sangre a la par que su semen me llena. Su polla vibra de una manera deliciosa dentro de mí. Su semen caliente me desborda mientras mi garganta se llena de su sangre.
Siento su orgasmo dentro de mí, palpitando con furia desmedida, llenándome con su semilla. Y su placer se sincroniza con el mío. Mi polla comienza a latir, presa entre nuestros abdómenes sudorosos, y es imposible de determinar dónde termina su orgasmo y empieza el mío.
Somos uno, como Amo y Vástago, somos una masa de carne vibrando a la par del placer. Como iguales. Las lágrimas corren por mis mejillas y me aferro a la curva de su cuello. Muerdo y beso su cuello, y sus labios me buscan. Cuando la última ola de mi orgasmo aún está palpitando, nos besamos con suavidad. Hyunjin todavía se encuentra en mi interior; le suplico que no se retire de mí. El obedece y permanecemos tumbados en el reducido espacio de su ataúd, intercambiamos suaves besos y caricias.
-Debo cerrar la tapa. Pronto será de día -suspira luego de unos largos minutos de caricias y sonrisas cómplices. Su voz suena agotada pero satisfecha. Yo no le respondo; estoy demasiado embelesado con su cuerpo desnudo y mi propio placer.
Cuando ambos yacemos en la negrura total del ataúd, fundidos en un caluroso abrazo, yo pregunto.
-¿Siempre será así?
-Por supuesto, mi amado vástago -responde, antes de besar mi frente en la oscuridad.
🩸Fin🩸
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