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7

Quién sabe cuántos años pasaron de aquella noche? Es difícil seguir el paso del tiempo cuando eres inmortal. Puede haber pasado otra década desde la última vez que sentí la piel de Hyunjin contra la mía. Desde que sentí su fuerza palpitando en mi interior, llenándome de placer y calor, desde que saboreé su dulce sangre deslizándose por mi garganta.

La única certeza que tengo es que cada instante sin él se ha sentido como una tortura. Aunque a veces me parece sentir sus ojos de hielo observándome mientras cazó en el puerto. Acompañándome con su mirada protectora con cada paso que doy.

Tal vez simplemente estoy loco, pero ese pensamiento me hace sonreír en la oscuridad total de mi refugio bajo el piso del depósito.

No pasa ni un día en el cual no me repita que he tomado la decisión correcta. O tal vez me repito esa mentira sin cesar para creerla. No quise convertirme en el Vástago de Hyunjin para no perder mi libertad pero, ¿acaso no estoy preso ahora? ¿Merodeando el puerto, ensoñando con los recuerdos de nuestro tiempo juntos? A
veces hasta desearía que los vampiros pudiéramos morir solo para acallar los pensamientos en mi cabeza.

No he puesto ni un pie en la ciudad desde nuestra última noche juntos, me limito a cazar en las postrimerías del puerto. No podría tolerar encontrarlo en algún antro, si bien más de un centenar de veces he sentido la tentación de cruzar la intersección entre el cementerio y la parroquia de San Ignacio. Derribar las rejas doradas de esa
casona pseudo victoriana, ofrecerle mi sangre, beber de él y dejarle que me folle hasta el olvido, hasta que todo mi cuerpo arda de dolor y placer.

No he tocado a nadie en todos estos años. Ni siquiera siento deseo. Ni siquiera siento hambre; me alimento por inercia, desangrado a las pobres ratas del lugar.

Estos últimos días he oído su voz retumbar más fuerte dentro de mi cabeza.

-Felix ... Felix ... -me llama con tono suplicante. Pero yo corto la comunicación con mi mente, no lo dejo pasar. Imagino una pared de ladrillos y no dejo que sus palabras lleguen a mí. Casi como un ser humano colgaría la llamada de un ex amante.

Pero su llamado es cada vez más frecuente, desesperado, hasta el punto que me duele el los huesos y tiemblo en la frialdad de mi refugio. Pienso que alimentarme podría ayudarme... o por lo menos me quitaría a Hyunjin de la cabeza. Me arrastro fuera del depósito como una criatura herida, casi en cuatro patas. Cuando el frío aire
nocturno golpea mi rostro automáticamente alzo la vista y noto que hay luna llena esta noche. Mejor; más fácil la cacería. Y no estoy en el mejor de mis estados como para cazaren la oscuridad. El muelle está iluminado, y el mar luce casi negro, con las suaves olas reflejando destellos plateados. Por un segundo me deleito en el único tipo de belleza que he contemplado en años.

De pronto, siento una presencia cerca. Tal vez un indigente, o trabajador del puerto rezagado. Buenas víctimas si yo no me sintiera tan débil. Lo más inteligente en este caso es ocultarme entre las sombras y buscar alguna rata entre los fuelles.

Pero esa presencia no es humana.

Agudizo mis sentidos; tampoco es una rata o un gato. ¿Un perro callejero? Tal vez. Oigo cuatro patas agazaparse entre los cargamentos. Pero no huele como un perro, huele como la sangre. Sangre y pelaje.

Escucho sus jadeos acrecentarse y mis piernas se paralizan de miedo. No he sentido miedo en décadas; es una sensación tan humana... Pero ahora el terror está enviando un escalofrío a lo largo de mi espina dorsal. Veo dos ojos amarillentos acercarse a mí y antes de poder reaccionar, el lobo se abalanza sobre mí.

Cuando tengo sus feroces dientes a milímetros de mi rostro utilizo mi fuerza vampírica para luchar contra él. El animal rabioso no me da descanso. Tira a morder, me araña con sus filosas zarpas, me empuja, arremete con su pelaje gris contra mi cuerpo débil.

No podré vencerlo.

Es extraño; durante todo este tiempo he deseado morir pero ahora atrapado en las garras del lobo, me resisto con todas mis fuerzas. El instinto de supervivencia, algo tan básico en un humano, aún está vivo en mí. Es un empuje primitivo que me dice que no puedo morir así. No sin antes ver a Hyunjin una vez más. No sin antes volver a acariciar su piel y besar sus labios. No sin antes verlo sonreír por última vez.

Pero por más que redoblo mis esfuerzos, el animal es más fuerte que yo.

Estoy a punto de darme por vencido, de permitir que sus fauces destrocen mi cuerpo y se alimente de mi carne. Cuando veo una sombra atravesar el cielo. De pronto, el animal me ha dejado libre. Me incorporo y mientras recupero el aliento, veo a Hyunjin luchando con el lobo a mano limpia.

La luna llena del horizonte ilumina su figura alta y sus ojos inyectados en sangre y furia. Lucha contra el lobo a mano limpia, soportando sus mordiscos y zarpazos. Yo me doy cuenta que no puedo dejarlo pelear solo. Con mis pocas fuerza restantes arremeto contra la bestia de pelaje grisáceo, me muerde en el brazo pero yo logro patear sus costillas y apartarlo. El animal se abalanza sobre mí con rabia renovada, y Hwang se interpone entre nosotros. El lobo desgarra su garganta con un movimiento brusco de sus fauces. Yo veo el pálido cuello abierto en canal y la sangre manchando su camisa.

Siento deseos de llorar, vomitar y gritar. Todo a la vez, todas reacciones humanas. También siento una furia muy extraña para un vampiro. Esa misma furia me da la fuerza para tomar al lobo con mis manos y quebrarle el cuello con un movimiento seco y rápido.

Una lástima, debería haber sufrido más por lo que le hizo a Hyunjin, MI Hyunjin.

Dejo caer el cuerpo inerte de la bestia al piso, como si se tratara de una bolsa de basura. Le otorgo la última mirada de desprecio a su cadáver frío y mi atención vuelve a Hyunjin. Me arrodillo frente a su cuerpo sangrante, y me doy cuenta que aún respira. Su pecho sube y baja con dificultad y yo aparto el cabello húmedo con sangre de su rostro. Cuando sus ojos se posan en mí, lo veo esbozar una débil sonrisa.

-Lixie... -murmura con un hilo de voz.

Ahora soy yo el que no puede respirar. No quiero mirarla, pero mis ojos se desvían hacia la horrible herida de su cuello y se me revuelve el estómago. De pronto me siento humano una vez más, y es una sensación espantosa. El dolor, la impotencia, la tristeza desgarrante.

-Intenté advertirte, pero no me escuchaste -dice con el aliento quebrado-. La guerra ha comenzado...

-¿Guerra? -mi voz suena horriblemente humana, cargada de miedo. Las lágrimas ruedan por mis mejillas.

-Los hombre lobo y vampiros... -suspira con dificultad. Yo acaricio su rostro de nuevo, toco su pecho y siento las cicatrices frescas allí donde se clavaron las fauces. No me importa saber nada sobre ninguna guerra, me importan una mierda los hombres lobo, los vampiros y todos los putos seres del submundo. Sólo me importa Hwang Hyunjin y su vida que se está escurriendo entre mis dedos como arena.

-Han ido por ti para herirme a mí... -dice entre dientes, la sangre brota por su boca-. Atacando lo que sabían que más me importa.

Mi pecho duele y dejo escapar una exhalación profunda. No puedo dejar que esto ocurra; no puedo dejar que Hyunjin me abandone. La eternidad es aún más dolorosa sin él en ella.

Muerdo mi propia muñeca con mis colmillos y abro una herida. Mi sangre brota y dejo que algunas gotas carmesí caigan en sus labios. Los ojos de Hyunjin se abren de par en par, enloqueciendo por la sorpresa y el miedo. Pero sus pupilas se dilatan al saborear mi sangre.

-Bebe -le digo mientras acaricio su cabello rubio.

-Pero... entonces seremos... -balbucea.

-¡Cállate y bebe! -exclamo, y acerco mi muñeca a su boca.
Hyunjin bebe con una sed poderosa, extenuante. Sus colmillos, labios y lengua hurgan en mi piel buscando hasta la última gota. Nunca nadie jamás había bebido de mí, y la adrenalina hace temblar todo mi cuerpo. Dejo caer mi cabeza hacia atrás y un aullido de placer escapa de mí; siento como toda mi vida fluye hacia la herida en mi
muñeca, para ser devorada por Hyunjin. Nos fundimos en uno solo mientras él bebe cual niño hambriento, y el gozo late en cada fibra de mi cuerpo.

Estoy tan cegado por el placer que me olvido de detenerlo. Por suerte Hyunjin sabe en qué punto debe detenerse, y aparta su boca de mi brazo. Mi cuerpo está débil por la falta de sangre ahora, pero nunca me había sentido tan feliz; las heridas en el cuello y pecho de Hyunjin comienzan a cerrarse frente a mis ojos. Su piel adquiere
nuevamente su fantasmal tono pálido, impoluto, y sus ojos vuelven a brillar bajo la luz de la luna. Ya no quedan rastros de la pelea con el lobo, y Hyunjin se pone de pie. Algo tambaleante, yo le ayudo a sostenerse, quedamos ambos envueltos en los brazos del otro.

Cuando nuestros ojos se encuentran, siento algo que nunca he experimentado antes. La mirada gélida de Hyunjin siempre me ha despertado escalofríos, pero esta vez es diferente. Ni siquiera puedo entenderlo o describirlo, es una sensación cálida de pertenencia, de sincronía.

¿Acaso... así se siente ser...? -pregunto, y al cabo de un instante me doy cuenta de que mis labios no se han movido.

Así se siente -me responde Hyunjin , y sus labios tampoco se mueven.

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