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Hyunjin tenía razón. Es imposible no reconocer su casa, una antigua casona de aspecto medio romántico que se alza en las postrimerías de la capital, lejos de los modernos rascacielos. Se ve tan anacrónica bajo la luna llena, con la hiedra trepando por su pared lateral de una manera curiosamente armónica. Posee dos pisos con intrincados balcones y un hermoso trabajo de vitraux moderno en los ventanales. Obviamente se ha invertido mucho dinero en su restauración. Aun así, parece la típica mansión de una película cutre de terror, el castillo cliché del Conde Drácula.
Bien dicen que a veces el mejor escondite es mostrarse, rio para mis adentros mientras llamo a su puerta. Junto a las ondulantes rejas doradas, hay una columna con un videoportero. Hasta aquí llega lo gótico, suspiro. Mis dedos tiemblan antes de tocarlo; todavía estoy a tiempo de volver. Tal vez sería lo más sabio. Ni siquiera sé por
qué he venido.
Si lo sabes, la voz de Hyunjin suspira dentro de mi cabeza, y la puerta se abre sola.
Pasa, te he estado esperando.
Con pasos vacilantes atravieso las rejas doradas y cruzo el jardincito con robustos rosales y jazmines. Llego a la puerta de la casona, vigilada por dos columnas corintias y un lanzador con forma de león. Una vez más, no alcanzo a tocarlo. Hyunjin me abre la puerta.
Verlo de nuevo ata un nudo en mi garganta. Lleva una simple camisa de raso negro, con los primeros botones sueltos. La visión de su clavícula huesuda y las pequeñas venas azuladas de su pecho me marean. Pero cuando mis ojos suben y se encuentran con los suyos, la sed se torna insoportable.
-Felix -me saluda, y su sonrisa es la peor de las torturas.
Siento una ola ardiente subir desde la base de mi estómago hasta mi garganta, y le doy un puñetazo en la cara. Su rostro es duro como el mármol y creo que es más doloroso para mí que para él. Hyunjin se tambalea hacia dentro de la casa gracias al golpe, yo doy un paso al frente y cierro la puerta detrás de mi espalda.
-¿Por qué has hecho eso? -pregunta Hyunjin de lo más divertido mientras masajea su propia nariz.
-¡Sabes muy bien por qué! -aulló con voz temblorosa. Su presencia me enerva, a pesar de lo furioso que estoy el aroma de su sangre me atrae-. Te has metido en mi cabeza, has manipulado mis sueños...
-No he hecho tal cosa -responde, y hace un gesto con sus cejas que parece sincero.
-No mientras Hwang. Te he visto en mi refugio, estabas a mi lado... -balbuceo mientras se acerca a mí. Su aroma es tan embriagador.
-Sí, tengo el don de la telepatía. Lo he usado contigo en el club. Pero no, no me he metido en tus sueños. Nunca usaría tal poder en contra de tu voluntad. Si me has visto en sueños, entonces ha sido sólo un sueño.
-No sabía que los vampiros podíamos soñar.
-Hay mucho que no sabes, pequeño Felix.
-No me llames así, y no serás mi Amo.
-Ya me lo has dicho -suspira Hyunjin. Moja su dedo en el fino hilo de sangre que corre por su nariz y lo saborea.
Da otro paso hacia mí, y verlo chupar su propio dedo me la pone dura de nuevo. Trato de evitar el contacto visual pero Hyunjin ya está a centímetros de mis rostro.
-Me has hecho sangrar -me dice con una sonrisa-. ¿Sabes que es un crimen golpear a un ancestral?
-No me importa -murmuro tratando de permanecer estoico ante su cercanía.
-Tanto fuego -suspira Hyunjin, y acerca su dedo a mis labios. Cuando huelo su sangre las palpitaciones de mi cuerpo aumentan. Desliza su índice por mi labio superior y automáticamente yo saboreo las escasas gotas de sangre. Es poca, pero logra electrizarme. También descubro que me gusta mucho tener los dedos de Hwang en mi boca, simplemente succionar sus dedos y jugar con mi lengua entre ellos. Hyunjin deja escapar un gemido de satisfacción que me trae de vuelta a la realidad.
-Me has convertido en un adicto... -me aparto con violencia de su mano-. ¡Me has enganchado con tu sangre para que acepte ser tu esclavo!
-¡Qué dramático eres! -ríe Hyunjin -. Las adicciones son un tema humano, querido Lee. Deja de acusarme y acepta el hecho de que has soñado conmigo porque te atraigo y que has venido aquí por la misma razón.
Permanezco inmóvil con mis rodillas temblando. Hyunjin da otro paso hacia mí y coloca su mano en mi hombro de manera amistosa.
-Venga, vamos a beber algo -me invita.
-¿Sangre? -pregunto mientras me dejo guiar hacia su sala de estar.
-Estaba pensando en algo de jerez para mí -bromea -. Que seamos vampiros no significa que no podamos gozar de los alimentos y bebidas humanas.
-Creí que... sólo sangre.
-Así es, la sangre es nuestro sustento. Saborear placeres humanos es un mero hecho de hedonismo -Hyunjin me conduce a su sala de estar, donde una chimenea enorme de piedra está encendida. Tomo asiento en un sillón tapizado en cuero mientras el fuego crepita suavemente y Hyunjin me prepara una copa.
-Es lo mismo que follar -dice Hyunjin mientras me ofrece una copa-. No necesitamos hacerlo, pero se siente muy placentero ¿no es verdad?
Tomo la copa de jerez de sus manos y le doy un sorbo en silencio.
-Ahora te has puesto tímido -bromea ante mi silencio. Luego toma asiento a mi lado y yo observo su rostro. El fuego modela cada una de sus exquisitas facciones de una manera sobrecogedora. Le doy un sorbo al jerez, y su sabor fuerte y dulzón corre por mi garganta y me tranquiliza.
-No he probado algo así en décadas -suspiro.
-No hay motivo para no disfrutar de los placeres humanos, aunque nosotros no lo seamos -Hyunjin se acerca un poco más a mi sobre el sofá, y mi corazón se acelera dentro de mi pecho. Que ridículo, mi corazón debería estar muerto. Pero cuando Hyunjin me sonríe, todo mi cuerpo reacciona como si estuviera vivo. Demasiado vivo.
Miro sus ojos, incapaz de articular una respuesta, y siento sus manos acariciar la cara interna de mi muslo.
-No seré tu esclavo -suspiro contra sus labios, y Hwang se aparta.
-¿Por qué usas esa palabra? No me gusta -responde el vampiro con una mueca de disgusto.
-Pues porque lo es. Tener un Amo significa que él decide por ti; él dice cuándo te alimentas, cuándo y dónde cazas... tu único propósito es complacerlo.
-¿Tu creador era así contigo? -pregunta antes de darle un sorbo a su copa.
-Nunca lo conocí -me encojo de hombros-. Tan sólo me atacó en un callejón. Yo era un joven que trabajaba en el puerto, no tenía familia ni esposa...
-¿No te gustan las mujeres? -me interrumpe con una sonrisa pícara.
-No, ¿y tú?
-La piel es piel, y todas son capaces de brindar placer -responde antes de terminar su jerez-. Te he interrumpido, perdón. Continúa por favor.
-No hay mucho más que contar. Yo ni siquiera sabía que existían los vampiros, como toda persona nacida en el siglo XX, asumí que eran leyendas. Hasta que él me jaló del cuello y me mordió.
-Pero tú no moriste.
-No. Intenté defenderme, y mordí su brazo mientras luchábamos. Al saborear su sangre mezclada con la mía, me volví loco. No podía parar de beber, era lo más delicioso que jamás había probado. Creo que él vampiro se asustó cuando yo hice eso, pues se desvaneció entre las sombras. Y yo quedé allí, tendido en el puerto, agonizando.
-A mí tampoco me dieron la posibilidad de elegir. Es un crimen convertir a alguien así - sacudio su cabeza.
Es increíble por cuánto tiempo he ignorado estos recuerdos, pero esta noche, junto al suave rugido del fuego, el calor de jerez y la compañía de Hyunjin, se me hace fácil hablar.
-Cuando desperté ya era un vampiro aunque no estaba del todo seguro de qué significaba eso. Todavía no lo estoy -termino mi copa de una vez y miro la expresión cómplice en los ojos de Hyunjin-. ¡Ya sé lo que vas a decir! ¡Y no, no quiero que seas mi Amo y me expliques!
-No era eso lo que iba a decir -escuchó a Hyunjin detrás de otra de sus sonrisas perfectas-. ¿Recuerdas cómo lucía?
-No, sólo recuerdo unos ojos rojos, hambrientos, feroces. Mis tres primeras décadas como inmortal las dediqué a buscarlo. Quería vengarme. Planeé miles de formas de asesinarlo; capturarlo, dejarlo atado a la luz del sol, quemarlo vivo, decapitarlo... hasta que me di por vencido. Me di cuenta de que la venganza no me traería la paz.
-Y tienes toda la razón en eso -reflexiona Hwang
-Sí, pero desde que abandoné ese plan, he quedado a la deriva. Siento que he perdido mi propósito... -confieso, y me sorprende estar contándole todo esto a alguien a quien apenas conozco.
-Y no hay nada peor que carecer de propósito cuando tienes toda la inmortalidad delante de ti - sonríe en forma amarga-, y desde entonces, has estado vagando como un vampiro solitario ajeno a todas las normas y costumbres de tu propia especie.
-No me interesan las normas y costumbres. Ni mi propia especie, para el caso -me encojo de hombros.
-Felix, si hay algo peor que enfrentar la inmortalidad sin propósito, es enfrentar la inmortalidad odiándote a ti mismo -me dice, muy serio. Luego de unos segundos de silencio, eleva su voz de forma entusiasta- ¡Hagamos una cosa! Te dejaré preguntarme todo lo que desees.
Hyunjin se incorpora del sofá de un salto y vuelve a llenar su copa de jerez. Tiene el entusiasmo de un niño y eso inevitablemente me hace sonreír.
-Sí, sí, ya sé que no quieres un Amo, ni perder tu libertad ni bla, bla, bla -continúa-. Pero tú no puedes seguir así, y esta noche me siento particularmente generoso. Aprovecha que eso pasa una vez cada doscientos años. Así que aclararé todas tus dudas con respecto al submundo vampírico. Puedes preguntarme todo lo que quieras. ¡Dispara!
-Bueno... ¿Por qué evitaste que asesinara a aquel chico ayer? No es que quisiera hacerlo, pero...
-La clave para nuestra supervivencia es que los mortales no sepan de nuestra existencia. Por eso debemos ser discretos a la hora de cazar y alimentarnos. Lo ideal es acorralar un humano, y darle un pequeño mordisco al pasar sin que éste lo note. -Explica Hwang mientras vuelve a tomar asiento a mi lado.
-Eso lo sé. A veces hago eso en el puerto con algún borracho o turista perdido. Pero anoche, con ese chico en mis brazos... no sé, simplemente no podía contenerme.
-Estabas fuera de control. Has estado alimentándote mal y aislado durante mucho tiempo -dice hyunjin -. Y para terminar de responder a tu pregunta, no disfruto asesinar a inocentes. A muchos vampiros no les importa, pero supongo que en mi caso son resabios de mi humanidad a los cuales no quiero renunciar.
Me quedo en silencio unos segundos, procesando sus palabras.
-¡Siguiente pregunta! -exclama muy divertido.
Tengo tantas preguntas en mi cabeza que no sé ni por dónde comenzar.
-Bueno, anoche... empecé a observar reacciones en mi cuerpo... ya sabes, como si estuviera vivo -siento el ardor subir por mis mejillas y Hyunjin ríe por lo bajo.
-Es normal que justo después de alimentarte, tu cuerpo funcione como el de un mortal. La sangre que has bebido circula por tu organismo con normalidad durante algunas horas, y durante ese tiempo puedes experimentar lo mismo que un hombre. Hambre, deseo, lujuria...
Hyunjin se acerca un poco más en el sofá, y sus ojos vagan por un instante hacia mi entrepierna, donde mi miembro se está abultando bajo mis pantalones. Ha notado mi erección, y yo no sé cómo reaccionar cuando nuestros ojos se encuentran.
-¿Qué más quieres saber? -pregunta en un susurro, y sus ojos oscilan entre mis ojos y mis labios.
-¿Por qué beber sangre de otro vampiro está prohibido? -pregunto con un leve temblor en mi labio inferior. Puedo oír mi propio corazón golpeando contra mis costillas. Hwang sonríe; parece que esa era la pregunta que esperaba oír.
-¿Recuerdas cómo te sentías ayer después de beber mi sangre?
-Sí.
-Explícamelo. Y no escatimes en detalles.
-Era como beber fuego líquido. Como un orgasmo, no, como mil orgasmos juntos. Todo mi cuerpo latía a un ritmo frenético. Era increíblemente liberador, y a la vez, terrorífico -respondo con un leve dolor en el pecho.
-Exacto. Algunos vampiros son demasiado conservadores, y le temen a esa sensación, temen que derrumbe las tradiciones antiguas. -Hyunjin se acerca un poquito más a mí- Pero beber de tu igual es uno de los placeres más intensos que existen.
Su aliento cálido en mi oído me produce escalofríos. Ahora son mis ojos los que están fijos en sus labios carnosos. Nuestras narices se rozan de manera sutil, ladeo mi rostro buscando el ángulo en su boca, pero no nos besamos; permanecemos así, a escasos milímetros el uno del otro, saboreando nuestra cercanía. Sus ojos de hielo brillan como los de un demonio, pero sus pupilas están tan dilatadas que hasta parecen oscuros. Creo que mi corazón, y mi polla, van a explotar por la tensión.
-¿Quieres beber de mí de nuevo? -ofrece Hyunjin - ¿O quieres follar?
-Las dos -respondo contra sus labios. Lo siento sonreír contra mi boca.
-Chico codicioso -susurra antes de besarme. Otra vez, es un beso furibundo, primitivo, salvaje. Nuestros labios y lenguas se entrecruzan sin piedad, devorándonos el uno al otro. Me agarro de sus hombros y presiono mi cuerpo contra el suyo, acurrucados en el sofá.
Hwang jala de mi cabello con una fuerza que me hace gemir, y aparta mi boca de la suya.
-Pues no será tan fácil, mi hermoso Lixie. Aún debo castigarte por haberme golpeado -responde con una sonrisa desafiante.
Sus ojos están encendidos, y mi miembro palpita fuera de control bajo mi ropa ¿Es el efecto de beber aquellas gotas de su sangre, o es la más humana de las lujurias? No me importa. Sólo sé que el castigo que anuncia Hyunjin despierta euforia en todo mi cuerpo.
Me esfuerzo en buscar sus labios con los míos, pero Hyunjin vuelve a jalar de mi cabello. Gruño de frustración, pero una sonrisa se dibuja en mi cara.
-Respóndeme -insiste Hwang- ¿Quieres que te castigue?
-Sí... -respondo con un quejido lastimoso.
Esto es una locura; no sé qué pretende hacerme este tipo... no tengo idea en qué consiste su castigo. Lo peor de todo es que no me importa; el calor palpita con tanta fuerza entre mis piernas que estoy seguro que, sea lo que sea, lo disfrutaré. Y mucho.
Hyunjin sonríe, satisfecho con mi respuesta. Me besa de nuevo, despacio, y yo estoy más duro que una roca. Me arranca mi camiseta con brusquedad y la arroja lejos, tengo la piel de gallina. Besa mi pecho y muerde mis pezones, hasta hacerme gritar. No soporto el dolor de mi propia erección. Hyunjin me calla con otro beso furioso, a la vez que me despoja de mis pantalones, zapatos y ropa interior a una velocidad increíble.
Estoy completamente desnudo sobre su sofá de cuero, casi ciego por el deseo. Lo miro alzarse sobre mí, su figura en marcada por los reflejos del fuego del hogar. Quiero arrancarle la ropa con los dientes y morder su piel, pero mi propia necesidad me tiene petrificado sobre mi espalda.
Hyunjin estudia cada centímetro de mi piel desnuda con mirada hambrienta; no recuerdo que nadie me haya mirado así durante mi vida humana. Se inclina entre mis piernas y besa la cara interna de mi muslo. Una corriente eléctrica me atraviesa sus labios depositan un beso suave en la punta de mi miembro.
¿Este es su contexto de castigo? Rio para mis adentros. Podría dejar que me hiciera esto por siempre. Literalmente, por siempre.
-Date la vuelta -me ordena Con un susurro. Yo obedezco, me apoyo sobre mis rodillas y codos sobre su sofá de cuero. Alzo mis caderas, exponiendo mi culo al máximo, y espero. Ya estoy anticipando su miembro dentro de mi cuando noto que está tardando demasiado, giro mi cuello un poco y veo por el rabillo del ojo que se
está quitando el cinturón con un movimiento grácil y rápido. Asumo que a continuación va a quitarse los pantalones y follarme de una maldita vez. Pero me equivoco. En su lugar, recibo un intenso golpe del cinturón en mis nalgas.
Dejo escapar un gemido de dolor y sorpresa.
-¿Qué es eso? -aúllo mientras un ardoroso cosquilleo invade todo mi cuerpo.
-Ya te lo he dicho, debo castigarte -responde antes de propinarme otro latigazo con el cinturón de cuero. Es un poco más fuerte que el anterior, y el ardor en mis nalgas enrojecidas.
Hay algo extrañamente excitante en estar en una posición así; recibiendo azotes de un superior mientras me sostengo en cuatro patas como un animal. Un poco de pre-semen chorrea de mi duro miembro al momento del quinto azote. Y el cosquilleo en la piel inflamada de mis nalgas se siente delicioso. Mi último gemido es más de
placer que de dolor, y escucho a Hyunjin reír por lo bajo.
-Eres un muchacho muy sucio, Felix. Ni siquiera lamentas lo que has hecho -exclama Hyunjin, y me azota de nuevo. Cada movimiento es deliberado; creado para despertar el deseo más primal en mi interior.
Respondo con un gemido lastimoso; apenas puedo articular una sílaba. Tampoco puedo pensar con claridad, mi erección está palpitando a la par que el dolor. Siento la mano cálida de Hyunjin deslizarse entre mis piernas y acariciarla con una cadencia rítmica e insoportable. Sollozo mientras me masturba despacio.
-Qué duro estás -susurra, y su aliento caliente acaricia la piel inflamada de mi trasero. Me estremezco mientras su mano acaricia mi erección con suavidad-. ¿Quieres beber mi sangre, o quieres correrte?
La cabeza me da vueltas.
-Ambas... -murmuro.
-Eso no es una respuesta -protesta, y deja de masturbarme. Me azota otra vez con el cinturón de cuero, y todo mi cuerpo se arquea en éxtasis-. Elige una, ¿quieres mi sangre o quieres correrte?
-Quiero correrme... -balbuceo entre jadeos.
-¿Y crees que lo mereces? -Hyunjin me azota una vez más.
-¿No? -suspiro y me aferro al sofá para otro beso salvaje del cuero.
-Claro que no, ¿y sabes por qué?
Otro azote, y debo usar toda mi fuerza de voluntad para no correrme en el sofá de Hyunjin. Mis brazos y piernas tiemblan, apenas sosteniendo mi cuerpo vacilante. El dolor y el placer forman una sola corriente eléctrica que oscila por mi columna.
-¡Porque he cazado en tu territorio! -respondo entre lágrimas mientras mi miembro se retuerce.
-¿Y qué más? -pregunta Hwang.
-¡Y... y te di un puñetazo! -balbuceo, luchando para no eyacular sobre el cuero de su sofá.
Hyunjin se detiene, justo cuando el dolor estaba a punto de superar el placer. Me desplomo en su sofá, jadeando. La piel de mis nalgas arde y mi polla duele, pero a la vez un gozo me invade.
-Pobrecillo Felix. Creo que has aprendido la lección -susurra. Lo oigo arrojar su cinturón al piso y dejo escapar una exclamación-. Ponte de rodillas, tengo una recompensa para ti.
Agotado, pero con mi polla todavía necesitada, le obedezco. Me bajo de su sofá y me arrodillo en el piso. Hyunjin acaricia mi cabello, húmedo por el sudor, y puedo ver su erección abultando sus pantalones. Con dedos rápidos libera su miembro frente a mis ojos.
-Hazlo bien y te permitiré correrte. Hazlo muy bien y hasta te dejaré beber de mi sangre -anuncia con un suspiro ronco, necesitado.
Sin pensarlo, me llevo su miembro a la boca. Deslizo mi lengua por todo su largo, admirando su tamaño y su calor, y luego trato de tomarla lo más profundo posible. Me sostengo de sus muslos con una mano y sujeto la base de su miembro con la otra. Lo oigo gruñir de placer mientras muevo mi cabeza, cada vez más rápido. Quiero tomar todo de él pero me es muy difícil por su longitud. Me es imposible no atragantarme por momentos y el disfruta eso. Siento su mano empujar mi nuca con suavidad, y sus caderas dando pequeñas embestidas. Lo siento hasta mi garganta, y una excitante sensación de saciedad me invade. Mi miembro todavía está dura entre mis piernas, pero me olvidó de el. Sólo me dedico al miembro de Hyunjin pulsante en mi boca.
-Que niño más obediente -suspira mientras acaricia mi cabello y sus palabras avivan más el fuego entre mis piernas. Apresuro el ritmo, engullendo su miembro con ímpetu, chorreando saliva por las comisuras de mi boca, luchando por pagarlo todo.
-Puedes tocarte si quieres -me dice Hyunjin. Es extraño que, a pesar del dolor que tortura Mi miembro, yo no he tenido el coraje de masturbarme hasta que él lo dijo. Pero no quiero ponerme a reflexionar ahora. Deslizo mi mano entre mis piernas y comienzo a masturbarme con furia. Mi orgasmo está cerca, muy cerca. También el de
Hyunjin. Alejo mi boca de su miembro para respirar y en ese momento su semen salpica mi rostro. Saco mi lengua para recogerlo, ansioso, pero el líquido ardiente chorrea por mi nariz, barbilla y cuello. Hyunjin se da a sí mismo unas últimas jaladas brutas y las últimas gotas brotan de él. Las recojo con mi lengua y me deleito con su
sabor mientras las trago.
Estoy mareado. Hwang me empuja y caigo de espaldas sobre su sofá una vez más. Con un movimiento rapidísimo, él acomoda su cabeza entre mis piernas. Toma mi miembro duro en su boca igual que en mis sueños, sólo que mil veces mejor porque es real. Su cabeza sube y baja y sus ojos de hielo están fijos en los míos mientras me corro. Cuando mi semen brota de mí dejo escapar un chillido agónico y todo mi cuerpo vibra de placer y los labios de hyunjin recogen hasta la última gota.
Mi orgasmo me ha derrotado. Siento que toda mi fuerza vital ha escapado de mí con mi eyaculación. Pero Hwang me la devuelve cuando se incorpora y me toma en sus brazos. Su cuerpo está ardiendo como el mío, y sus labios me besan con pasión. Puedo sentir mi semen en su boca, y él puede sentir el suyo en mi boca. Nuestras lenguas se cruzan, agotadas, saciadas, obscenas. Y en ese momento, yo recuerdo la sed de sangre que siento por él. Muerdo su labio entre besos, y bebo su sangre mezclada con nuestro semen hasta saciarme.
Caigo rendido en su sofá, recuperando mi aliento. Siento su sangre correr por mis venas y mis músculos aún palpitando por el orgasmo. Siento que los azotes se curan al instante gracias a la sangre fresca que corre por mis venas. Hyunjin se tiende a mi lado, con su piel inflamada por la pasión y cubierta por una fina capa de sudor.
Yo no digo una palabra, hasta que me doy cuenta que debe faltar poco para el amanecer. Me incorporo con el cuerpo revitalizado pero exhausto, y busco mis ropas esparcidas en el piso.
-No vuelvas a ese puerto apestoso -suplica Hyunjin -. Duerme aquí.
-Ese puerto apestoso es mi hogar -replico con falso tono ofendido y me pongo los pantalones.
Cuando alzo la vista encuentro una mirada suplicante en sus ojos claros. Esa mirada es como un puñal en mi pecho. Sus labios están inflamados por los besos, dándole un aspecto de ángel renacentista. Su piel tiene un delicioso tono rosáceo en las mejillas, como si recién se hubiera alimentado. En ese momento me doy cuenta; yoya he bebido dos veces de su sangre pero él jamás probó una gota de la mía.
Tal vez sea para mejor; ¿quién sabe qué consecuencias traería algo así? Ya bastante me perturba que yo me haya entregado a sus castigos sin el menor cuestionamiento.
-Sólo digo que no es necesario que huyas así. Tengo ataúdes de sobra para que pases el día -invita Hyunjin, con otra de sus confiadas sonrisas en su rostro.
Yo no le respondo; un horrible sentido de urgencia se ha apoderado de mí. Debo huir de esta casona antes de que se ponga el sol. Debo huir de Hyunjin y sus ojos de hielo. Me coloco mi camiseta negra por encima de mis hombros. Hyunjin se incorpora del sofá con un movimiento perezoso y abraza mi cintura. El olor de su sangre me llama de nuevo, pero debo ser fuerte.
-No caeré en esa trampa -murmuro sacudiendo mi cabeza.
-¿Cuál trampa? -Hyunjin besa el lóbulo de mi oreja izquierda. Yo me aparto con furia.
-Si me quedo, terminaré siendo tu esclavo... ¡sí, sí, ya sé, no te gusta esa palabra! Pero al fin y al cabo, eso seré si sigo compartiendo tu sangre... -refunfuñó mientras me termino de vestir.
-Felix -la expresión de Hyunjin se torna muy seria-. La relación entre un Amo y su Vástago es algo sagrado. No lo entiendes porque lo estás analizando bajo términos humanos; el de una parte subyugada a la otra. Pero en realidad es algo muy distinto y placentero para ambos.
-¡No me importa! No quiero oírlo -respondo mientras me dirijo a la puerta-. Ha sido muy divertido, pero dejémoslo aquí ¿de acuerdo?
Hyunjin separa sus labios para responderme pero yo no le doy la oportunidad. Abandono su hogar con un nudo en mi pecho y la sed por su sangre torturándome entre las piernas.
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