3
Falta poco para el amanecer cuando finalmente llego a mi refugio en el puerto. Con los años me he acostumbrado al olor a moho y humedad. No tendrá el glamour de los vampiros de Hollywood, pero es un lugar seguro donde puedo dormir todo el día sin que los trabajadores me descubran. Y las ratas que deambulan entre los fuelles son
una sólida fuente de alimento en época de escasez. Lo que ha ocurrido hace algunas hora ya es motivo suficiente para que yo no vuelva a intentar cazar por las próximas décadas.
Me acurruco bajo los tablones húmedos del piso, cobijado de los primeros rayos de sol del día. Oigo el traqueteo de los primeros trabajadores, los primeros buques encallando, los autos rugiendo en la avenida principal, el mar de voces. Y yo sigo sin conciliar el sueño. La sangre de Hyunjin me ha energizado, las cosquillas no cesan en cada rincón de mi cuerpo, agitándome, enloqueciéndome.
La sangre de Hyunjin bulle, se funde en una sola con la mía en mis frías venas, y me desborda con una sensación que no recuerdo haber sentido ni cuando estaba vivo. Una sed mucho más voraz que la sed de sangre, una lujuria por la sensación táctil, por sentir una vez más la piel de Hyunjin contra la mía. Cierro los y veo los suyos,
resplandeciendo entre la negrura como dos chispas de hielo seco. Lo deseo. Deseo beber su sangre una vez más. Pero también deseo su cuerpo, algo inaudito para un vampiro. Recuerdo como se me había puesto de dura entre sus brazos, mientras yo drenaba la vida pulsante de su cuello de marfil. Recuerdo como me perdía a mí mismo entre sus brazos, recuerdo como nada era suficiente.
Nada es suficiente ahora; iría corriendo, bajo la plena luz del sol a reencontrarme con Hyunjin. Daría cualquier cosa por beber de su sangre de nuevo y hasta le dejaría beber de la mía. El acto más obsceno entre dos vampiros, compartir sangre entre los suyos. Siento un cosquilleo entre mis piernas de tan sólo pensarlo. Imagino sus
filosos colmillos hundiéndose en la suave piel de mi cuello, así como su polla entrando en mí y causándome un placer tan doloroso como exquisito.
Pero no debo ser ingenuo; ¿Qué o quién es este tal Hyunjin? Mi desconocimiento del mundo vampírico puede jugarme en contra si no actúo con cautela. Es cierto que brindándome su sangre no sólo ha salvado mi vida sino la del muchacho en el club, pero la generosidad desinteresada es algo inexistente. Más aún entre inmortales.
¿Por qué motivo Hyunjin querría ser mi Amo? ¿Por qué elegirme a mi cuando había casi una decena de muchachos, y muchachas, en el club desesperados por su atención?
No tiene sentido que busque una respuesta. De hecho, debería olvidarme de esta noche por completo, agradecer por la sangre y seguir de largo. Pero deber favores es algo que siempre me ha inquietado, y estar en deuda con un ancestral suena mil veces más peligroso, no importa lo que haya dicho Hyunjin. Me hace sentir un poco sucio, pensar que estoy en deuda con semejante vampiro. Y saber que pretende cobrarse siendo mi Amo me hace estremecer. Debería enfurecerme, pero por el contrario, me halaga. Y despierta en mí algo similar a la furia pero mucho más placentero.
Basta.
Estás solo, siempre lo has estado y así es mejor.
La clave para mi supervivencia ha sido manejar mi propia libertad. Un Amo tan sólo me restringiría. Prefiero seguir así, labrando mi propio camino, aunque muchas reglas vampíricas me sean desconocidas.
-¿Seguro que es eso lo que prefieres? -la voz de Hyunjin retumba con suavidad dentro de mi mente.
Otra vez se ha metido dentro de mi cabeza, o tal vez soy yo escuchándolo en sueños. No me importa. A pesar de estar en la oscuridad, cierro mis ojos para absorber cada sílaba de aquella vez aterciopelada. Siento la carne de gallina sobre mi piel fría.
-¿Realmente prefieres pasar tus días en este escondite frío y húmedo, cuando podrías pasarlos entre mis brazos? Mi sangre es caliente, y podría calentar tu piel pálida... -continua Hyunjin, y su voz me provoca una erección.
De pronto, siento su aliento cálido en mi cuello. Abro los ojos y lo encuentro tumbado a mi lado. Su piel resplandece en la oscuridad, al igual que sus ojos claros. Debería preguntarme cómo ha llegado Hyunjin aquí, pero en su lugar sólo dejo escapar un gemido lastimoso. Sus dedos acarician mi rostro y mi polla palpita con más fuerza. Casi no hay espacio entre nosotros bajo los tablones de madera del depósito portuario abandonado, su cuerpo está pegado al mío y puedo sentir su miembro palpitar contra mi entrepierna.
-También puedo hacerte entrar en calor de otra manera -me arrulla Hyunjin, y su aliento cálido y dulce acaricia mi rostro. Sus labios está a milímetros de los míos y mi corazón se acelera. Puedo oler su piel, puedo oler su sangre por sus venas.
Pero lo que más deseo es su cuerpo. Sí, como un simple mortal. Quiero follarlo y que me folle. Sin pensarlo deslizo mis dedos por su piel blanca , y la electricidad corre desde la yema mis dedos hasta la punta de mis pies.
-Es casi como sentirse vivo de nuevo ¿no? -sonríe Hyunjin. Quiero responderle que es mil veces mejor que eso, pero en cuanto separo los labios Hyunjin, me está besando. Gimo contra su boca, sin resistirme a su beso hambriento. Al contrario, enredo mis manos en su cabello rubio, y me froto sin vergüenza contra su cuerpo. Nuestros miembros se rozan y es el éxtasis mismo. Su boca ansiosa explora la mía, mordiendo, besando, succionando. Separo mis labios para que su lengua entre y cuando lo hace siento otra descarga eléctrica. Nuestras lenguas se saborean la una a la otra y de pronto me encuentro desnudo.
Esto es un sueño, sí, definitivamente.
Pero se siente tan real.
No sabía que los vampiros podíamos soñar.
No he soñado en sesenta años.
Sus manos...
Su polla... Dios...
Las manos de Hyunjin recorren mi pecho desnudo, mi estómago, mis muslos. Yo no paro de temblar, ¿cuándo fue la última vez que experimenté una lujuria tan desenfrenada, tan primitiva por un hombre? La sangre es lo de menos ahora; quiero follar. No, necesito follar en este mismo instante. Necesito la polla dura de Hyunjin en
mi interior o moriré.
Eres un vampiro, ya estás muerto...
Pero la lógica ya se ha ido por la ventana.
Ahora los labios carnosos de Hyunjin recorren el mismo camino que sus dedos hace unos minutos. Besa mi cuello y mi pecho, su lengua desciende por mi abdomen, sus labios rozan mi miembro y sus manos sujetan mis muslos. Apenas hay lugar aquí bajo los tablones, pero Hyunjin logra acurrucarse con su cabeza entre mis piernas. Debo contener un aullido cuando su mano envuelve mi miembro. Lo acaricia con una maestría admirable, o tal vez yo estoy demasiado necesitado. Tiemblo de placer mientras me masturba; he deseado esto hace horas, desde que lo he conocido.
-Ahora yo quiero probar tu piel -dice antes de engullir mi polla entera de un solo movimiento.
Entierro mis dedos en la tierra del suelo para no gritar de placer. Su boca es tan húmeda, tan caliente, tan perfecta. Me la chupa con una cadencia deliciosa y todo mi cuerpo se endurece por la tensión acumulada. Tensión que se multiplica con cada movimiento de su cabeza. Sujeto su cabello rubio mientras él sube y baja, cada vez más rápido. Ocasionalmente hace una pausa para respirar y escupir el exceso de saliva sobre mi miembro duro y enrojecido. Luego lo vuelve a tragar con ímpetu renovado, como si quisiera sofocarse con mi polla. Ya estoy anticipando chupársela a él después.
Lo oigo atragantarse y veo las lágrimas brotar de sus ojos azules. Es lo más hermoso que he visto u oído, y mi polla pulsa con violencia, anunciando a la reina de todas las eyaculaciones. Siento que este orgasmo definitivamente va a asesinarme, o a devolverme la vida que perdí hace décadas.
-Vamos, Lixie... ahora yo quiero saborearte a ti. No tu sangre -susurra Hyunjin contra la punta de mi miembro. Luego vuelve a tomarme en su boca hasta lo más profundo de su garganta, y yo me siento desfallecer.
Cuando abro mis ojos, estoy completamente solo en mi refugio. Hyunjin brilla por su ausencia, y creo que de hecho jamás ha estado aquí. Tengo la ropa puesta, y luzco un húmedo manchón frío en la entrepierna de mis pantalones. Mis muslos todavía tiemblan, pero lo único que puedo sentir es frustración. No hay alivio ni placer, sólo una frustración desesperante.
¿Qué mierda...? ¿Ahora tengo sueños húmedos, cual adolescente humano?
Estiro mis músculos despacio, sin hacer algún sonido que pueda delatar mi presencia ante los trabajadores del puerto. Calculo que deben faltar algunas horas para poder salir de aquí sin que el sol me achicharre. Todo mi cuerpo está cubierto de un inusual sudor, casi humano. Y estoy tan confundido como un mortal cualquiera. Trato de ordenar mis pensamientos mientras recupero el aliento. Me he corrido en seco una vez más, pero no puedo moverme fuera de mi escondite hasta que anochezca de nuevo. Será la peor de las esperas. Tomo un respiro hondo y giro sobre mi espalda, con mi nariz rozando los tablones de madera mohosa. La piel de Hyunjin olía tan bien... y su calor...
¡Basta!
Pero no hay forma de que yo duerma después de esto. Siento el recuerdo de Hyunjin acechándome, y una vez más, la sed despierta en mí.
Es una sed nueva, como nunca he sentido antes. Una necesidad primitiva e imposible de satisfacer, un temblor que nace en mis pies y sube hasta mi nuca. Una tortura exquisita que, una vez que anochece, me obliga a salir de mi refugio, abandonar el puerto y buscar la intersección entre el cementerio y la parroquia de San Ignacio.
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