06 EL CASTIGO
Esas palabras de Alex vuelven loca mi cabeza, las chicas me hablan, pero del todo no estoy atenta, saliendo del aula un megáfono de los pasillos nos indica desayunar, además dijo que no habrá clases por asuntos institucionales. Claramente yo no creo eso, quien sabe que andan preparando, dejaron guías para trabajar así que nosotras decidimos desayunar, desayunamos tranquilas y después de eso nos dirigimos al jardín a hacer las guías que dejaron.
Una es de español y la otra es de filosofía. Me encantaba esa materia, era la mejor en filosofía y ahora estudiarla otra vez, me encanta, aunque fuera más maravilloso no estar en este maldito lugar.
- Okey ¿cuál empezamos? - Lorena.
- Pues las dos guías están largas, yo diría que español, ¿tú qué piensas Natalia? - Emily.
- Estoy de acuerdo contigo. - Natalia.
Y así comenzamos una media jornada haciendo la guía de español, miro el reloj del jardín y son las 12:30 pm terminamos la guía, relativamente estamos cansadas de transcribir todo hacia el cuaderno y terminar la tarea el mismo día, no queremos saber más sobre trabajos, aunque falta una guía. Lorena decidió que debemos descansar y Emily propuso que la termináramos separadas si nos falta algo nos ayudaríamos, así que salíamos del jardín y ellas se despidieron de mí.
Me despedí de ellas y me dirijí a mi cuarto, abri y cerré la puerta, lo primero que hago es acostarme estoy cansada, me quedo entre dormida por unos minutos, dé repente recuerdo las palabras de Alex eso me despierta de inmediato. Asustada miro la pantalla, es la 1:00 pm, me había dormido 30 minutos, no pierdo mi tiempo y comienzo a hacer lo de filosofía, después de tres horas la pantalla inteligente me indica la hora del almuerzo, fui a la cafetería y recibí la comida, no quiero comer en las mesas de aquí. Siento la mirada de todo el mundo después de insultar al idiota de Alex, así que prefiero irme a mi cuarto.
Como mientras termino lo de filosofía. Cayendo la noche termine la guía, me estiro y descanso mi cuerpo después de una larga tarde haciendo el trabajo, lo único que me falta es leer una lectura, será el tema de la siguiente clase, miro a mi derecha y veo las revistas de Alex. Tomo una y comienzo a leer un poco, entiendo un poco mejor el concepto "bdsm" sigo leyendo, pero el párrafo esta tan largo que pierdo la línea donde iba. Mis ojos empiezan a caer del sueño, una pequeña batalla comienza entre no quedarme dormida y seguir leyendo, pero finalmente caigo derrotada del cansancio.
Despierto perezosa y me levanto, dejo la revista a un lado, ni que fuera tan importante las revistas de Alex, fui al baño y me acuesto en la cama, doy la vuelta arropándome con las cobijas de repente se ilumina la pantalla, achiquitando mi vista.
- "Por favor dirigirse a la habitación roja con vestido de mucama." -
Este mensaje me eriza la piel, miro el pequeño reloj que hay en la pantalla, son las 8:00 pm ¿tan temprano y ya me necesita? recuerdo lo que me dijo en la mañana y mi cuerpo se congela, por un momento mi respiración se empieza a agitar, suena esa maldita alarma otra vez, ese sonido me enloquece, lo apago y deja de sonar.
(Tengo que ir, no quiero ni imaginar que es lo que está planeando este loco, pero claramente no me voy a ir en ese asqueroso traje de sirvienta.)
Salgo de mi habitación, voy con una sudadera, mi cuerpo esta tensó y mis manos comienzan a sudar.
Mi corazón se acelera cada paso que doy acercándome a esa puerta, solo pienso en que va a suceder, pero tampoco me acobardo, no tengo miedo a enfrentarlo, no me da miedo un estúpido como él. Llego a la habitación mi mano tiembla, tomo la perilla y abro la puerta, se abre lentamente la puerta y ahí está el. Sentado en una silla, su mirada es fría, me mira de arriba a abajo con su pie tocando la madera del piso y sus brazos cruzados.
(Su forma de ser es muy autoritaria y eso me hace sentir intimidada ante él, pero no demostrare cobardía después de insultarlo frente a todas.)
- Sigue sumisa. - Alex.
Paso, se cierra la puerta con seguro al parecer tiene un mecanismo.
- Dime sumisa ¿leíste lo que te di? - Alex.
- Si. - Natalia.
Miento, sus ojos se clavan en los míos sin apartar la mirada.
- ¿Estas segura? - Alex.
Levanta un poco el ceño en forma de protesta sin dejar de mirarme fríamente.
(Esa forma de mirarme me pone nerviosa, sigue con tu mentira, al cabo no se dará cuenta.)
- Si, ¿por qué? - Natalia.
El tono de mi voz es frio mientras que la mirada de el baja por mi cuerpo.
- Valla, pero si eres muy buena mintiendo ¿no? - Alex.
Me quedo callada al saber que el descubrió mi mentira.
(Si soy muy buena mintiendo, ¿cómo se dio cuenta? ¡maldita sea Alex!)
- Además de mentirosa, grosera y no obedecer, eres una mala niña Natalia, debemos tener reglas, sumisa. - Alex.
Mi ceño se levanta mientras cruzo los brazos y mi posición es a la defensiva.
- ¿Reglas? ¿de qué me hablas?, yo no estoy aquí para obedecer a ningún idiota como tú. - Natalia.
- ¿A no? - Alex.
Sin previo aviso con sus manos agarra mis brazos para llevarme a la pared de atrás, con mis manos agarro las suyas y pongo mis pies firmes para que no siga avanzo, levanto la mirada y nuestros rostros se ven fijamente, su ceño levantado y su rabia que se enfoca en sus ojos es tan visible para mí.
- No. Suéltame. - Natalia.
Sus manos se deslizan a mis muñecas apretándolas mientras que mis uñas de mis manos se clavan en sus brazos, mi mirada es firme igual a la de él, no pienso agachar mi cabeza y mucho menos que él me esté mandando como si yo fuera un maldito objeto.
- Crees que puedes insultarme como se te de la regalada gana. - Alex.
Aprieta con fuerza para que deje de clavarle mis uñas, mi ceño se levanta y hago más fuerza en mis manos, aunque me está doliendo por la fuerza que tiene el, no voy a permitir que el haga lo que quiera conmigo.
- Crees que puedes hacer lo que quieras conmigo. Suéltame ahora. - Natalia.
- Okey, quise hacerlo por buenas. - Alex.
Nuestros rostros se acercan más y puedo sentir su respiración agitada con la mía, mis ojos no dejan de mirarlo, sus labios son perfectos y su rostro es perfilado, para ser un imbécil es simpático, su mirada baja a mis labios y puedo ver como sus ojos se clavan en ellos, sin pensarlo se acerca a mi boca, soltándolo retrocedo.
Aplica fuerza en mis dos muñecas y me empuja contra la pared.
- Ya no eres tan ruda como aparentabas. - Alex.
(¡Hijo de puta!, sabe jugar sucio.)
Contra la pared lo miró fijamente sin bajar la mirada.
- ¿Te intimada estar así?, ¿tan cerca de mí? - Alex.
Suelto una pequeña risa y empiezo a burlarme de él.
- ¿Intimidarme?, por favor no me hagas reír, más bien me das pe. - Natalia.
Sin terminar mi palabra con su mano izquierda me coge del cabello y lo jala, haciéndome chillar por el jalón de cabello, siento una adrenalina en mi corazón, mi cuerpo se tensa.
- Ya me arte de ser bueno contigo, ¡ahora me vas a escuchar!, te vas a quitar la ropa, ¡entendiste! - Alex.
(Así que esta es la parte de que me hablaban Lorena y Emily. " El mismísimo infierno" como me dijo Lorena.)
Sin más remedios asiento con mi cabeza soltándome el cabello y mis muñecas, él se queda por un momento de pie y duda en decir algo mientras yo me levanto, se voltea y se sienta en la silla mientras agarra la prenda y me la ofrece. Camino hacia el mientras mi mirada no deja de mirarlo con impotencia, rapo la prenda de sus manos y le doy la espalda hacia el mientras me quito los zapatos.
- Puedes cambiarte en el baño, no más de un minuto. - Alex.
Abro mis ojos como platos.
(¿Cambio de opinión?, pensé que me desnudaría para él, ¿rudo pero amable?, ¿¡a que juega este estúpido!?)
- ¿Eres sorda o qué?, ¡te estoy dando una orden! - Alex.
(Bueno no del todo.)
Me levanto del suelo y sin mirarlo entro al baño, boto un suspiro y me miro al espejo, mis muñecas están rojas por la presión que hizo el en ellas, miro la prenda, es un conjunto de lencería, nunca me he puesto uno. Me quito la blusa y el sostén, mis pechos caen gracias a la gravedad prosigo por el pantalón quedando en ropa interior, es la primera vez que un hombre me va a ver con un traje de lencería, ¿en qué coño momento cambio mi vida?
Termino de ponerme el conjunto de lencería, que por cierto es negro, me miro frente al espejo y sin duda alguna me veo como una diosa, siempre he tenido un buen cuerpo gracias al ejercicio y a los deportes que practicaba de pequeña. No todo es color de rosa por tener un cuerpo deseado, los hombre se fijan en esto de mí, solo buscan sexo en mí y ya, más allá del físico no les interesa saber nada mí, por esto nunca me atreví al sexo, debe ser disfrutable y delicioso cuando conectas con alguien.
Tomo la perilla con miedo, pues a nadie le he mostrado mi cuerpo, siento vergüenza de hecho por que ahora se lo mostrare a un imbécil, no me quiero ver débil ante él, no sé si por eso me dejo cambiarme en el baño por la expresión que hice cuando él lo menciono, tomo un suspiro y salgo con la mirada en alto. Alex está en la silla meneándose en su mano tiene un vaso con trago, acercándome a él puedo ver que su rostro se gira hacia mi quedando sorprendido al verme así.
Me detengo y quedo a una distancia prudente con él, cruzo mis brazos tapando mis pechos, mi mirada va otro lado, aunque disimuladamente puedo ver como el me observa con detalle de arriba a abajo, pasa saliva y lame sus labios, levanta su mirada y se cruza con la mía.
- Vaya que bonito cuerpo. Que lástima que hoy tendrás que pagar tu castigo. - Alex.
Su voz duda un poco al principio, pero después se torna imponente y sus ojos no dejan de mirarme.
(¡Mierda!)
Él se levanta de la silla y puedo notar en su pantalón un bulto, levanto un poco el ceño a ver su erección, sonrojada un poco retrocedo mi paso.
- Ven aquí, perra. - Alex.
Me quede inmóvil al escuchar esas palabras, frunzo el ceño.
(¿¡Cómo me va a llamar de esa forma!?, ¿¡este tipo está loco o que carajo!?)
- Que coño. - Natalia.
Se abalanza sobre mi, agarrando mi cuello tumbándome en la cama con la lencería, muevo mi cuerpo intentándome soltar de él, su mirada con la mía se comparte, un pequeño escalofrió recorre mi cuerpo.
- Vamos a poner reglas, niña testaruda. - Alex.
Nuestras caras están tan cerca que puedo sentir su respiración en mi cuello, siento el peso de su cuerpo sobre el mío y su erección rozando mi vientre, algo dentro de mí se enciende, siento mi intimida mojarse.
- Date la vuelta. Ahora. - Alex.
Ante su petición negó rutonamente con la cabeza y con sus piernas me hace voltearme quedando mis nalgas a la merced de él. Levantando la tela transparente de la lencería deja mi culo al aire, mi zona húmeda se empieza a mojar más.
(¿¡Que piensa hacer este!?, ¡mierda, grita!, ¡haz algo Natalia!, ¿¡qué hago!?, esto me está gustando.)
- Primera regla. No faltarle el respeto a tu amo. - Alex.
Con su mano derecha la inclina hacia atrás devolvió el movimiento a mi trasero, choca en mis glúteos, me quejo del dolor nadie me había pegado tan fuerte en mis nalgas.
- Segunda regla. No me responderás, ni alzaras tu voz hacia mí, sin que yo no te lo pida. - Alex.
Otra palmada viene hacia mi nalga derecha, gruño del dolor al pegarme, intento moverme, pero él me tiene con fuerza.
- Tercera regla. Me trataras a mi como tu amo, señor, etc. - Alex.
Dos palmadas más en mis glúteos me quejo más fuerte, en frente de nosotros ahí un espejo, puedo ver mi trasero rojo y la mano de el igual, esto duele. Pero me está gustando.
- ¡Para me duele! ¡PARA! - Natalia.
- ¿Así?, ¡ahora te aguantas!, Cuarta regla. Tú eres mía y te puedo utilizar a mi modo, cuando yo quiera y como a mí se me dé la gana. - Alex.
Tres golpes vienen a mi culo y ya casi no siento mis nalguitas, cada vez me quejo más, me duelen demasiado mis glúteos, pero no entiendo por qué mi sexo se moja y me excita esta situación, no entiendo, ¿si es dolor?
- Quinta regla. No puedes desobedecerme, si lo haces tendrás tu castigo, pero si te portas bien tendrás tu recompensa. - Alex.
Recibiendo otra palmada en mi trasero, me aguanto el quejido, mis nalgas rojas me duelen, detiene su movimiento, pero no me suelta.
(¿Ahora que más quiere?, no tuvo con sus nalgueadas.)
- Quiero que utilices una palabra de seguridad o ¿tampoco sabes qué es? ~sumisa.~ - Alex.
Lo observo en el espejo había leído de eso, es una palabra de protección.
- Si sé que es. - Natalia.
- Muy bien, ¿cuál vas a utilizar? - Alex.
- Rojo. - Natalia.
- Rojo, ¿qué sumisa? - Alex.
Veo como su mano se levanta para nalguearme.
- Rojo. Mi amo. - Natalia.
- Valla por fin aprendes, ¡virgen sumisa! - Alex.
(¡Idiota arrogante!)
Me levanta del cuello inclinándome hacia él, se acerca a mi oído.
- ~No quiero llamarte sumisa. Quiero que tengas un nombre especial, ¿sabes cuál?, tú serás "mi testaruda" ¿entendiste?.~ - Alex.
Acepto con mi cabeza, pero por dentro de mi quiero matarlo.
(¡Es un imbécil!, ¿¡cómo estoy obedeciendo hacia el como una estúpida!?)
- ¿Qué pasa? la testaruda esta enojada porque me tiene miedo. - Alex.
Levanto mi mirada.
- Tenerte miedo es poco de lo que llego a sentir por ti. Amo. - Natalia.
Volteo mi mirada hacia otro lado, intento alejarlo con mis brazos, pero me detiene en seco.
- ¿Porque tanto odio? - Alex.
Solo ignoro su pregunta.
- Hey te estoy hablando sumisa. - Alex.
- ¿Todavía lo preguntas? - Natalia.
El suelta mis brazos y se levanta.
- No deberías tener odio en tu corazón. - Alex.
En frente de mi con las brazos cruzados me mira directamente a mi rostro.
- Claro y menos por el idiota tipo que me secuestro. - Natalia.
Me levanto de golpe y lo enfrento, su rostro se sorprende al ver la reacción mía.
- Dime ¿cuál fue tu puta razón para traerme a este asqueroso lugar? - Natalia.
Mirándonos fijamente el sonríe con su sonrisa retorcida.
- No te interesa saber eso sumisa. - Alex.
Pasa por un lado mío caminando.
- ¿Sabes?, esa respuesta no tiene relevancia aquí. - Alex.
Levanto mi ceño y me alejo más de él.
- Porque ahora eres mía. - Alex.
Pienso hablar, pero el levanta su dedo índice.
- Te guste o no, esta es tu vida, así que acostúmbrate, no quiero ser rudo contigo. - Alex.
Con pasos largos se acerca a mí.
- Dime ¿qué te impide portarte bien? - Alex.
- Que no necesito ser dominada por nadie. - Natalia.
- Que triste tragedia, ahora tu vida es así. - Alex.
- ¿No puedes conformarte con tu novia?, idiota egocéntrico. - Natalia.
- Por algo se llama "relación abierta." - Alex.
Mis ojos se abren como platos al ver la respuesta de él.
(Entonces ellos dos llevan una relación abierta, si yo fuera ella no andaría con este cínico.)
- Quisiera seguir la charla, pero tú tienes un castigo que cumplir. - Alex.
El camina hacia la puerta y la abre.
- Espero que puedas dormir bien aquí, nos vemos testaruda. - Alex.
Me doy cuenta de lo que va a hacer y corro para evitar que se cierre la puerta, mi cara se estanca contra ella y la luz desaparece.
- ¡MALDITO IDIOTA!, ¡ERES UN HIJO DE PUTA! - Natalia.
Grito por varios minutos, pero solo se escucha silencio y veo oscuridad, entre el silencio que queda en la habitación mis ojos se sienten agotados, lucho por quedarme despierta pero no lo consigo. Suena un sonido que odio, me despierto y es la alarma del horario, estoy en mi cuarto.
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