Mamá me contó que un niño en el hospital empezó a patalear porque le iban a poner una vacuna y me dijo que se sentía orgullosa de mi valentía por aquella vez que me tocó a mí.

Estábamos sentados en la mesa del comedor. Papá miraba su periódico y mamá tomaba un té. Yo me había quedado para dibujar. Quería hacernos a Yoon Gi y a mí en un parque, pero no me salían muy bien los columpios.

—¿Qué dibujas hijo? —me preguntó papá husmeado de reojo.

—A mi amigo y a mí—le mostré la hoja.

—¿Hiciste un amiguito en la escuela?

—No, en el trabajo de mamá.

—Oh...

Papá miró a mamá alzando las cejas y le sonrió.

—¿Te gusta jugar con Yoon Gi, cariño? —me preguntó mamá sonriendo.

—Sí, él dijo que seríamos amigos para siempre.

—Tan lindo—susurró papá y después volvió a leer su periódico.

Mamá en cambio parecía extraña. Otra vez puso esa expresión, parecía que iba a llorar. ¿Por qué? A lo mejor se había puesto muy feliz porque hice un amigo. Sí, debía ser eso.

Seguí pintando con varios colores mientras tarareaba una canción. Esperaba poder mostrárselo a Yoon Gi.