Mi amiga Soledad... Y yo.
Quizás piensen ustedes que finalmente perdí la cordura, por siempre estar inmersa en vacíos y desazones. Pues vivo con mi amiga, mi querida Soledad. Ella siempre está sentada a mi lado, escuchando de mis ansiedades y perturbaciones... ¿Cómo es ella?, ¡Bella!, muy bella. Oscura como la noche, una verdadera dama. Su voz... Es como el viento, sí, fresquita como una brisa con sabor a madrugada. A ella le gusta el permanente encierro, siempre ahí, en la ciega penumbra enclaustrada. -¿Vamos por un instante a algún lado?. -Le pregunté, pero sin dudar me contesto ¡Que no!, que a ella no le gusta salir. No le agradan las personas, que sólo me quiere a mí. Yo también la quiero, y más de lo que pueden ustedes imaginar. Ella no es como mucha gente, no. No traiciona ni reprocha, aunque lo piensen ella no lastima.
Nos hemos hecho confidentes, pese a que en un principio la encontraba muy frívola. Conoce mis llantos y alegrías constantes, lo mejor y peor de mi. Es hasta capaz de leer mis pensamientos... Ven amiga mía, vamos a dormir. Recostadas sobre una manta nostálgica y un suave colchón, analizando viejos recuerdos. Compartiendo secretos, sueños y deseos, viajando de ilusión en ilusión. Así somos, mi amiga soledad... Y yo.
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