No quiero hacer algo que pueda evaporar éste perfume en mi brazo, porque al olerlo regresas y estás aquí; Y yo, dormida, con esos suspiros. Y con ese aliento que respiro volviéndolo mío, estremeciéndome en una armonía que se torna musical y que se transforma en inmortal. Y vuelvo yo - sí, yo- y también estoy ahí, a tu lado, con tu olor y respirar; y regreso al encuentro con  ese perfume que sigo percibiendo, que altera mis sentidos y me eleva, a un cielo solo habitado por mi y las miles de estrellas, pero que ahora, no quiero seguir oliendo para que se quede ahí, para que no se agote, para que perdure en mi piel y pueda seguir pensando en ti. Pero, se que se va evaporando, va desapareciendo, se va acabando; y al pensar esto, inhalo lo más fuerte posible permitido por mis pulmones, porque no quiero desperdiciar nada de lo que de tu olor y el de tu perfume por ahora queda. Con la certeza de que es éste, el más divino, el que me eleva, y que ya no es el tuyo sino el de ese momento que viví cuando te tuve ahí, cuando estuve contigo, cuando juntos estuvimos, es ése, el perfume que inmortaliza los encuentros. Es ese... Tu perfume.