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Capítulo 4: Pasos firmes para alcanzar grandes metas (Kerrick)


Kerrick

Si ahora mismo soy totalmente sincero, debo admitir que estoy demasiado molesto, pero sobre todo dolido, muy dolido. Puede que suene como alguna tontería la razón por la que me encuentro así, quizá muchos lo verían como una niñería o yo qué sé, pero la verdad es que las risas, burlas y comentarios emitidos por mis compañeros de curso luego de haberles confirmado mis planes para convertirme en el presidente del consejo estudiantil, simplemente me hicieron sentir muy mal, y después, ese sentimiento se convirtió en enojo puro por cómo tomaron todo lo que dije, como si fuera un mal chiste.

No entiendo la necesidad de comportarse de esa manera, pues al fin y al cabo, no se dan cuenta de que pueden, y muy probable, herir a la otra persona y desanimarla por completo. Creo que el reírse o decir comentarios negativos está de más, y es mucho peor cuando intentan hacerlo pasar como si lo hicieran por nuestro bien o que están preocupados o solo siendo honestos. Todo eso son puras patrañas disfrazadas de buena intencionalidad.

Lo único rescatable de lo que sucedió al final de clases, es que mis cuatro amigos más cercanos me apoyaron y se emocionaron por mí, dijeron que podía contar con ellos para lo que necesitara y que incluso se ofrecían para ser parte de la lista. Ahora que lo pienso, me alegra saber que al menos tengo personas en las cuales confiar de verdad, que aunque no sean muchas, son más que suficientes.

Dejando de un lado la situación con mis compañeros, debo decir que mi estómago no ha dejado de sonar desde hace un buen rato, me estoy muriendo de hambre. Lo más obvio es que baje al comedor y me una a la cena, pero hay un pequeño detalle que no me lo permite; la vergüenza. Sí, como acabo de decir, estoy muy avergonzado por lo que sucedió hoy en la mañana, puesto que llegué tarde a la inauguración y mis padres se decepcionaron de mí una vez más, así que no me siento capaz de compartir el mismo lugar con ellos, al menos no por hoy, aunque espero que para mañana ya se les pase el enojo.

Para intentar ignorar mis ganas de comer, agarro el celular y comienzo a revisar los mensajes que me han llegado, los cuales podrían ser divididos en tres grupos:

Al primer grupo lo llamaré "Mensajes importantes de personas importantes", en el cual se encuentran mis queridos cuatro amigos: Amy, Nhoa, John y Carl. En general, sus mensajes son preguntándome lo que estoy haciendo y cómo me encuentro, diciéndome que no haga caso a los del curso y que cualquier cosa les diga, que ellos me ayudan a llegar a la cima, refiriéndose a lo de ser el representante del consejo estudiantil. No puedo evitar dibujar una gran sonrisa en mi rostro, me siento muy afortunado por tenerlos, creo que no necesito nada más si están ellos junto a mí, apoyándome.

El segundo grupo se llamará "Mensajes de personas despistadas para un despistado", son algunos cuantos compañeros de curso que preguntan sobre los deberes que mandaron, y sí, aunque suene imposible, todos los maestros sin excepción alguna nos dejaron tareas para la casa. Pero hay un problema, pues yo tampoco anoté lo que se debía hacer, así que no los puedo ayudar... Aunque siendo honesto, si supiera, tampoco se los diría, el rencor me gana y no puedo olvidar o dejar de lado el cómo se rieron de mí.

El tercer grupo llevará el nombre de "Mensajes molestos de personas molestas", en donde se encuentran todos los intentos de chicas y algunos chicos para relacionarse conmigo. En pocas palabras, los textos son insinuaciones para pasar tiempo a solas conmigo o para salir algún día de estos. Sé muy bien que a muchas personas les gustaría esto y no desperdiciarían la oportunidad, ni siquiera lo pensarían dos veces, pero yo no soy así, realmente quiero encontrar a una chica que me quiera de verdad y no por conveniencia. Se podría decir que soy de los pocos jóvenes que todavía creen en el amor verdadero y quieren una relación bonita.

Decido ignorar todos los mensajes del tercer grupo, no estoy para siquiera intentar ese tipo de relaciones.

Dejo mi teléfono a un lado y me quedo absorto mirando todas las estrellas que decoran la pared de en frente, pero mi transe no dura casi nada debido al fuerte gruñido que emite mi estómago. En serio que tengo muchas ganas de comer algo, así que tal vez debería bajar muy rápido a la cocina en busca de la cena y luego subir de nuevo sin que me vean.

Sí, creo que eso estaría bien.

Salgo de la cama y me pongo mis pantuflas, luego me dirijo hacia la puerta para salir, pero cuando estoy solo a un par de pasos de la misma, dejo de caminar. Alguien está afuera tocando.

—Kerrick, cariño, te estamos esperando para cenar, así que baja rápido —la voz de mi madre se escucha del otro lado y la manera en que me llamó indica dos cosas: ya no está enojada conmigo y prefiere simplemente olvidar lo sucedido en la mañana.

Al parecer, mi día no terminó tan mal como lo pensé en un principio.

Siempre he pensado que la primera semana de clases es la más aburrida, porque siendo sinceros, no hay nada interesante que hacer (ya que obviamente los deberes no cuentan), tanto profesores como alumnos usamos estos primeros cinco días para intentar adaptarnos de nuevo a la tan monótona rutina de cada año. Lo único rescatable del regreso a clases: volver a encontrarte con aquellos amigos que no viste durante las vacaciones. En pocas palabras, pueden aprovechar este tiempo para ponerse al día, contar todo lo que han hecho, los lugares que han visitado.

Lo que estoy intentando decir es que así fue cómo transcurrió mi primera gran semana de vuelta a clases. Resumiendo las vacaciones de mis amigos, quedaría así:

Nhoa: Una vez terminó de rendir el último examen de recuperación, volvió a casa para alistarse y acompañar a sus padres a Japón, quienes iban por una importante junta de negociaciones. Pasó las dos semanas más gloriosas de su vida, según sus propias palabras, visitando las tiendas que vendían específicamente mangas y mercancía original, comprando toda la mercancía de sus animes favoritos que encontraba. Una vez dejaron Tokio, su siguiente destino fueron las islas Maldivas, quedándose ahí hasta el final de las vacaciones.

John: Como fue el único de nosotros cuatro que pasó el año directo, disfrutó por completo los meses de descanso. No recuerdo muy bien todos los lugares que visitó, pero en general, nos dijo que viajó a algunos países de Europa y Asia, conociendo muchas atracciones turísticas y probando una gran variedad de platos. Sus últimas dos semanas, las pasó en la finca de sus abuelos en Milán, quienes iban a cumplir cuarenta años de casados, así que toda la familia se iba a reunir para la celebración.

Carl: Debido a que fue el alumno con más materias suspendidas, prácticamente perdió todas sus vacaciones intentando pasar. A pesar de ello, sus padres ya estaban acostumbrados y ni siquiera le llamaron la atención, como si no fuera un tema importante. Logrando aprobar el año justo en la última semana, hizo sus maletas y viajó junto a su hermano a Inglaterra, en donde viven sus abuelos maternos.

Amy: Pasó en casi todas las materias con la nota mínima, pero en Biología le faltó solo una décima, que obviamente la profesora no iba a regalarle, así que nos acompañó por unas cuantas semanas para poder dar el examen de recuperación. Una vez aprobada, pasó una semana con su familia fuera de la ciudad debido a unas celebraciones.

Y en cuanto a mí, fui el único que no fue de viaje como castigo por no haber aprobado el curso de manera directa. Pasé encerrado en casa todas las vacaciones restantes, mientras que mis padres viajan por Europa y disfrutaban junto a su hija preferida.

Así es, tristemente no soy hijo único, tengo una hermana menor, la cual es el orgullo de mis padres. Es la hija perfecta; a su corta edad ya se ha hecho un nombre en el mundo de la gimnasia artística y siempre está participando en competencias importantes. De hecho, hoy en día se encuentra en Tokio por una competencia que tiene en unas semanas.

Podría decir que nuestra relación es como la de dos desconocidos, no me agrada estar junto a ella o hablarle. A veces me siento mal, pero luego están mis padres recordándome cada vez que pueden que soy un mediocre y que debería ser como ella, enorgullecerlos en vez de ensuciar el apellido, y es ahí cuando mi rechazo hacia mi hermana solo crece más y más.

Sé muy bien que ella no tiene la culpa de nada, pero luego de tantos años presenciando cómo hablan con tanto orgullo de ella, la envidia me gana y me gustaría que fueran así conmigo. Me gustaría que también me aprecien tanto como a ella porque de igual manera me esfuerzo, doy todo de mí. Pero nunca es suficiente, no soy suficiente para cumplir las expectativas de mis padres, esa es la única verdad.

Dejando ese asunto de lado porque en serio me frustro al pensar en ello, el fin de semana estuvo bien. El viernes, apenas llegué a casa, me dediqué a hacer todos los deberes hasta las tantas de la madrugada para demostrar que este año lo tomaré en serio y me esforzaré.

En la mañana del sábado, Amy me pidió que la acompañara al centro comercial porque necesitaba comprar "zapatos para el colegio", pero me tuvo hasta medio día recorriendo cada una de las tiendas, para al final no comprar absolutamente nada. Siendo sincero, nunca seré capaz de entender cómo las chicas tienen tanta energía para pasear por todo un centro comercial probándose a cada rato ropa y seguir como si nada. Envidio tanta energía.

Antes de que entráramos a otra tienda, su mamá la llamó y le dijo que la esperaba en un restaurante para almorzar, a donde también me invitó luego de que su hija le haya dicho que estaba con ella. Segundos después de colgar, mi amiga recibió un mensaje con la dirección del lugar, de inmediato pedimos un taxi y nos dirigimos allá. Nos demoramos tan solo quince minutos en llegar, desde el exterior se apreciaba a simple vista que era un restaurante caro, todos los que entraban y salían de allí vestían muy bien, e incluso, reconocía a algunas personas porque eran empresarios que en su momento trabajaron con la empresa de mis padres. 

Ingresamos y dijimos a qué nombre estaba la reservación, la chica que atendía nos guio de inmediato a una hermosa mesa donde nos esperaban la mamá y hermano de mi amiga. Luego de acercarnos a saludar, me disculpé y me dirigí al baño, ya no aguantaba las ganas de orinar.

Al entrar, sin exagerar, me asombré al ver que el baño era gigante y muy bien decorado, lucía estupendo. Me fijé que en los urinarios había un chico, así que fui directamente a un cubículo porque si soy sincero, me da mucha vergüenza y pena orinar cuando otra persona está a unos cuantos metros.

Unos segundos más tarde, escuché el agua correr, mientras tanto comencé a subir mi cierre pero un fuerte sonido me hizo saltar. Era como si alguien se hubiera golpeado contra algo, decidí salir rápido por si el chico necesitaba ayuda, mas no lo hice cuando lo oí hablar.

—¡Me va a explotar la jodida cabeza! —su exasperación me dio la impresión como si estuviera agotado—. ¡Qué patético eres! —luego de aquellas palabras, el silencio reinó por un momento, hasta que una vez más se escuchó un pequeño estruendo antes del sonido de la puerta cerrándose.

Salí con cuidado de donde estaba, revisé el lugar y me fijé en aquel contenedor de metal con la tapa levantada. Supuse que aquel chico se había golpeado contra aquello, al menos la primera vez, porque me atrevería a decir que la segunda fue intencional. Aunque debo admitir que me sentí un poco mal al escucharlo recalcar lo último, porque sé muy bien que si una persona se dice patético a sí mismo con tanta facilidad, es que no está para nada bien. 

Yo lo he hecho muchas veces y no me gustaría que nadie se sintiera así, por ello espero, de corazón, que quien quiera que sea ese chico, las cosas mejoren para él.

Mis pensamientos se pierden cuando siento que mi celular vibra, es un mensaje de Amy diciéndome que me apure. Me lavo de prisa las manos y la cara, luego me seco con unas toallitas, y salgo de inmediato.

Cuando mi amiga me mira a lo lejos, sonríe con mucha emoción y comienza a hacer señas extrañas, no la entiendo muy bien hasta que grita "la puerta". Sin comprender del todo a lo que se refiere, giro hacia la puerta pero lo último que alcanzo a ver antes de que se cierre es un traje negro.

—¡Si hubieras salido tan solo un minuto antes, habrías visto a un chico guapísimo! —me regañó la chica al llegar junto a ella—. Me acabo de enamorar a primera vista, pero ya se fue y no sé nada de él.

—Pues no me interesa conocer un chico "guapísimo" —hice énfasis con mis dedos en ese adjetivo tan exagerado—, además, ¿amor a primera vista? Eso no existe.

—¡Eres un descorazonado! —acusó— Oigan —se dirigió a su madre y hermano—, ¿verdad que estaba muy guapo ese chico?

—En esta ocasión, debo darte la razón, era un joven muy simpático.

—Sorprendentemente, y por primera vez, mi hermana no se fija en alguien de dudosa higiene —rio luego de que mi amiga lo golpeara—. Obvio, no era tan guapo como yo, sin embargo, tenía lo suyo.

— Pero ya se fue, nunca lo volveré a ver en mi vida. Aunque nunca olvidaré nuestro amor, que si bien fue efímero, también fue apasionado.

—¿De qué hablas? No creo que lo hayas visto por más de un minuto, e incluso apostaría que él ni siquiera te vio —la molesté.

—¡Claro que me vio!

Noup, no lo hizo —intervino su hermano.

—Pero si ese chico estudia en su instituto —habló la mamá de mi amiga. Todos la regresamos a ver sorprendidos—. ¿Acaso no lo has visto por allí, Amy?

Y así fue cómo el almuerzo terminó en mi amiga preguntándole sin parar sobre ese chico y su mamá respondiéndole que no sabía nada, que solo lo miró en un par de ocasiones.

Fue una comida divertida. Luego de mucho tiempo, me sentí escuchado, querido, atendido; me sentí en familia.

Tenía pensado pasar el domingo encerrado en mi cuarto, quizá siguiendo con la lectura del libro que me tiene tan atrapado, viendo alguna serie o películas, o solo quedarme acostado sin hacer nada durante todo el día para así empezar la nueva semana escolar con energía. Mas no fue así, ya que estuve la mayor parte de la mañana y tarde acompañando a mis padres, quienes tuvieron ganas de hacer compras para el hogar y pasar un "tiempo en familia".

Antes de que regresáramos a casa, Nhoa me llamó para invitarme a jugar basquetbol con el grupo, por lo que aproveché de inmediato esa oportunidad; así fue cómo me pude escapar por fin de mis padres.

La conversación con mis amigos era muy divertida, estaba relajado, riéndome y bebiendo una lata de cerveza que habían comprado. Antes que nada, quiero aclarar que soy muy consciente de que beber no es bueno, mucho menos a mi edad, pero tampoco es como si lo haga a menudo o consuma demasiado. Puedo decir que únicamente una vez en mi vida me he emborrachado porque era el cumpleaños de uno de mis amigos y bebimos por primera ocasión un trago fuerte.

Normalmente tomo una o máximo dos latas de cerveza cada tres semanas, e incluso he llegado a pasar unos cuantos meses sin probar gota alguna de alcohol. Tengo mis límites y sé cuándo parar, además que no soy un gran fan de ese sabor amargo.

Volviendo a lo anterior, iba muy concentrado en la conversación con los chicos pero me percaté de que estábamos en un barrio desconocido y lejos del centro, el cual tenía un aspecto, que no es por juzgar, causaba mucha desconfianza. Aunque más adelante, mis amigos me dijeron que no había nada de lo que temer, que a menudo hay minis torneos o campeonatos de basketball y soccer, donde cualquiera puede participar si tiene un equipo y que es divertido, además de fructífero, si es que consigues quedar en los tres primeros lugares. 

Solo estaban intentando hacer que me relaje y no tuviera miedo del lugar, mas era algo un tanto complicado por el aspecto del mismo y la mirada de algunas personas que de vez en cuando pasaban. Decidí confiar en mis amigos y seguimos adentrándonos para ir a las canchas, pero unos cuantos metros antes, entramos a una tienda a comprar unas cuantas bebidas.

Me enteré que el chico y la chica que nos atendieron son dueños del lugar, llevan casados casi un año, lo cual me sorprendió porque lucían muy jóvenes. Pero mi amigo despejó todas mis dudas.

—Según me dijo mi hermano, ambos acaban de cumplir veinte este año, la diferencia solo es de dos o tres meses, creo —contó Carl.

—¿Veinte años a penas? ¿Quién hecha su vida por la borda de esa manera? —esta vez John habló.

—¿Y si en realidad se aman? —los defendí. Mis amigos me regresaron a ver con asombro—. ¿Por qué ponen esas caras? No creo que sea algo descabellado que ellos sí se quieran en serio y por eso decidieron estar juntos.

—Mi amigo es todo un romántico empedernido —Nhoa cruzó su brazo por mis hombros y rio junto a los demás—, eres de las personas que aún creen en eso del amor, tu otra mitad y el vivieron felices para siempre, ¿no? —siguió mofándose.

—No le veo nada de malo —me alejé de él—, no es mi culpa que ustedes solo se dejen llevar por las hormonas y nada más —me defendí—. A mí sí me gustaría encontrar a alguien que me ame tanto como yo lo haga —la expresión de "qué carajos andas diciendo" por parte de mis compañeros era muy clara. Preferí solo ignorarlos.

—No te enojes, Kerrick —ahora se acercó Carl—. Me parece genial que quieras encontrar a alguien que sienta algo sincero por ti. Sin embargo, lo de esa pareja es muy diferente.

—¿A qué te refieres? —lo regresé a ver.

—Mi hermano me ha dicho que hay algunos rumores rondando por ahí, de algunos es protagonista la chica y de otros el esposo. En pocas palabras, que ellos aprovechan cuando el otro no está para disfrutar de un tiempo de calidad con otras personas, si es que comprendes a lo que me refiero.

—¿Hablas en serio? —me encuentro consternado de cierta manera—. No entiendo, para qué decides casarte si no amas a tu pareja, si vas a engañarla; es una real pérdida de tiempo.

—Sus padres los obligaron a casarse porque se creía que la chica estaba esperando un bebé, pero al final todo fue una gran confusión. No tengo idea por qué no se han separado aún.

—¡El coliseo está allí! —interrumpe John. 

La conversación de hace unos segundos queda en el olvido y nosotros nos dirigimos a las canchas.

—Tranquilo, estoy seguro de que llegarás a encontrar a alguien que te ame de verdad —me dijo en voz baja Nhoa, luego me dio unas palmadas en la espalda y se adelantó.

A pesar de que él se muestra como alguien que no quiere saber de relaciones serias o sobre el amor, es todo lo contrario, estoy seguro de que en el fondo, él también espera encontrar a esa persona especial. Aunque podría atreverme a decir que ya lo hizo, al menos por su lado, porque la chica ni siquiera se ha percatado aún.

Quizá podría intervenir un poco.

No he podido parar de bostezar cada diez segundos, tengo demasiado sueño, y el discurso del profesor no me ayuda en lo absoluto.

Ayer regresé a casa en la noche muy feliz luego de haber quedado en tercer lugar con mis amigos, así que subí a tomar una ducha para luego comer algo antes de dormir. Me acosté cuando todavía faltaba media hora para las doce, decidí leer un capítulo de mi libro. Grave error por mi parte.

Un capítulo se volvió otro, luego otro y así en uno más. Cuando revisé nuevamente mi celular, faltaban diez minutos para las dos de la mañana, entonces decidí seguir leyendo hasta esa hora, pero me fui de largo porque no pude con la inquietud de terminar el capítulo, por ello es que me acosté casi dos y media.

Para evitar que el sueño me gane, comienzo a observar a todos los cursos que estamos en el acto, cada cara luce peor que la otra, al parecer, nadie durmió lo suficiente el día anterior. Miro extrañado cómo algunos estudiantes van riendo mientras suben las escaleras, lo que no entiendo porque se supone que todos debemos estar aquí.

Al menos eso pensaba, pero por un instante logro ver un segundo escudo al lado derecho de su camisa. Es entonces que recuerdo, solo unos estudiantes son los que tienen ese escudo, solo un grupo de estudiantes no son obligados a venir a los actos: los estudiantes del Bachillerato Avanzado. De nuevo me invade el enojo, es realmente injusto el trato tan desigual que existe, pero juro que haré algo para que este último año todo cambie de una vez y por todas.

Como si mis plegarias hubieran sido escuchadas, dos profesores pasan al frente y comienzan a hablar.

—Buenos días, chicos. El día de hoy queremos hablar de un asunto muy importante: como ya sabrán, cada año se celebran las elecciones para elegir a un nuevo Consejo Estudiantil formado por los estudiantes de último año, y este año no es la excepción. Cada campaña debe contar con cinco integrantes que se dividirán para ocupar el puesto de presidente, vicepresidente, secretario, tesorero y el miembro encargado para gestionar las actividades del instituto. Los estudiantes que decidan postularse no deben ocupar ningún cargo en el curso, ya que no se les permitirá formar parte del Consejo Estudiantil —terminó de hablar y se hizo a un lado para que se acercara el otro profesor.

—Para crear una lista y poder participar, tienen que tener en cuenta tres aspectos: deben asegurarse de que en su lista haya al menos dos personas de otros paralelos, ya que no pueden ser todos de uno solo. Una vez tengan el grupo, hagan un borrador de sus propuestas o ideas principales de las mismas para la campaña, se acercan a nosotros con ello para que inscribamos a su lista. Y por último, deberán conseguir quinientas firmas de los estudiantes para que sean aceptados como candidatos al Consejo Estudiantil. Tienen hasta el primer lunes de octubre para entregar las plantillas completamente firmadas, luego de esta fecha, no se aceptará más postulaciones.

—Así es, chicos —ahora se unió nuevamente el otro maestro—. Esta es la primera fase, luego se comenzarán a preparar para su campaña, tendrán unas dos semanas para ello. Entonces se dará inició a la segunda fase, donde tendrán hasta la primera semana de noviembre para visitar los demás cursos y presentar sus propuestas e ideas para este año. Una vez se acabe el tiempo, el último viernes de la primera semana se harán las elecciones, y entonces, en el acto del día lunes, daremos a conocer a la lista ganadora. Sé muy bien que muchos pudieron haberse perdido con tanta explicación pero no se preocupen, sus dirigentes les entregarán los documentos con toda la información necesaria para la postulación.

No hay felicidad más grande que la que me invade ahora mismo, no puedo contener mi emoción. Por fin es el momento de lograr lo que me propuse a principio del año. 

Esta es mi gran oportunidad y no pienso desperdiciarla.

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