Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11: El extenuante sentimiento de no recordar pero sentir (Blake)

Blake

Los colores del atardecer son realmente hermosos, aquella mezcla de calidez en el cielo da una sensación de estar presente ante una gran obra de arte que solo se puede admirar, mas nunca llegar a tocar. Pero como todo en la vida, no dura para siempre, poco a poco la oscuridad se va expandiendo y devorando todo a su paso, dejando un firmamento en total penumbra.

¿Por qué no hay ni una sola estrella iluminándonos? Quizá sus vestigios, de lo que alguna vez fueron, acaban de llegar a su fin; sus existencias quedarán en el olvido, es un hecho que no se puede evitar por más que queramos, es inevitable, nada ni nadie puede escapar de ello.

Percatándome del movimiento nocturno tan monótono en la ciudad, acabo de recordar cuán aburrido me parece todo, no hay nada que valga la pena para siquiera esforzarme en continuar, pero aun así lo hago. Solo se debe perseverar en avanzar día tras día, incluso si no hay suficiente motivación o ésta falte por completo, porque he escuchado a muchos decir que cuando menos lo esperamos, encontraremos una razón para seguir...

¿Pero qué sucede si ya me cansé de esperar? No, estaría mintiendo con esa pregunta, más bien debería ser: ¿Qué sucede si no me interesa encontrar un motivo para seguir?

La vista es tan deprimente desde aquí, y eso que cualquiera pensaría que desde la azotea de un edifico de treinta pisos todo luciría genial. Lo único interesante que encuentro desde esta posición es cómo se percibe a los transeúntes y carros, lucen tan pequeños como si fueran hormigas yendo de un lado para otro.

¿Qué se sentirá volar?

Apostaría que la sensación de elevarse por los aires debe ser liberadora, pero soy más de caídas libres, sentir el vértigo de desplomarse y no parar, seguir cayendo sin poder hacer nada para detenerlo. Sí, creo que eso me daría un sentimiento de libertad auténtico.

Quiero caer.

Lo único que debo hacer es pasar esta baranda frente a mí, una vez hecho, tengo la vía libre...

¡Hermoso! El cielo acaba de iluminarse por completo de un magnífico azul eléctrico, largos trazos imperfectos se dibujan por todo el manto oscuro, el silencio absoluto desaparece debido a los poderosos estruendos que anticipan una gran tempestad.

—¿No crees que esto es más que suficiente para seguir luchando? Porque para mí sí lo es.

A mi izquierda aparece alguien llamando mi atención, regreso a ver dudoso porque no logro reconocer quién es, pero por alguna razón me siento cómodo y en confianza. Está vistiendo una chaqueta negra encima de una sudadera blanca, un pantalón y zapatos oscuros; luce bien.

Se acerca un poco más mientras sigue observándome, como si esperara una respuesta de mi parte, mas no sé qué decirle, incluso acabo de olvidar su pregunta.

—Estoy seguro de que pronto encontrarás aquello de lo que todo el mundo habla, o quién sabe, es posible que ya está más cerca de lo que imaginas —eleva sus manos y las coloca sobre mis hombros—. Necesito que me prometas algo, es lo único que te pido... Si en algún momento debes elegir entre volar y saltar, entonces, por favor, elige volar.

No me había percatado, pero al parecer estoy temblando, hace demasiado frío aquí arriba.

—¿Me escuchaste? Solo dime que lo harás.

Las primeras gotas están comenzando a caer, la temperatura baja con cada segundo que pasa, los truenos se vuelven más intensos y los centellazos eléctricos descienden a todas direcciones.

Un momento, ¿por qué me encuentro en este lugar?

—Solo necesito escucharte decirlo, por favor.

Por supuesto, ya lo recuerdo. ¿Cómo pude haberlo olvidado? Quería experimentar esa sensación de precipitarme, buscaba sentir algo de emoción.

—Ya no hay mucho tiempo —las manos de aquella persona, que olvidé que estaba conmigo, me sostienen el rostro con firmeza pero también sutileza; estamos cara a cara—, Blake, así que prométemelo ahora mismo, siempre optarás por...

—No he podido dejar de pensarlo desde que te miré—lo interrumpo—, ¿por qué no puedo ver tu rostro?

Sus manos se deslizan de mis hombros y caen rendidas luego de oírme.

—¿Acaso nos conocemos? Porque si es así, no lo recuerdo.

Comienza a negar mientras se aleja de mí, a pesar de la lluvia logro distinguir un sollozo, y después noto que acerca sus manos a la máscara que ha estado ocultando su cara todo este tiempo.

—¿Quién eres?

Un instante antes de que termine de despojar esa careta por completo, una luz cegadora me obliga a cerrar los ojos y un fuerte estruendo no me permite escuchar nada; siento cómo salgo disparado desde donde me encuentro.

Estoy cayendo.

Se siente demasiado bien, el descenso es más rápido a cada pestañeo.

Cinco.

Ya falta poco para el impacto, puedo divisar el final de la caída.

Cuatro.

Ya no queda casi nada.

Tres.

Verdad, ¿qué me había dicho esa persona hace un rato?

Dos.

Vuela.

Uno.

Mi vista se siente tan pesada que en cualquier instante creo que caeré dormido, lo cual no fuera un problema si no estuviera justo ahora en clases. Al menos la maestra tiene una voz potente que me obliga a mantenerme atento, además que está haciéndonos preguntas a uno por uno; sería un suicidio no prestarle atención.

Estos dos últimos días no se me ha hecho fácil pegar ojo, me termino levantando a cada hora agitado y sudando, como si no hubiera estado respirando y me faltara aire. Y cuando intento volver a descansar, me toma casi una hora hacerlo.

Creo que cualquiera notaría mi falta de sueño, pues tengo dos grandes bolsas negras bajo mis ojos. Además, no quiero que absolutamente nadie se me acerque o moleste, mi humor parece el de un anciano amargado con la vida.

A todo lo anterior también se le debe sumar que mi apetito volvió a desaparecer, la última vez que comí porque me apetecía hacerlo fue hace cuatro días, cuando fui a la celebración por haber conseguido reunir las firmas. Desde allí, mis ganas de comer fueron remplazadas por rechazo y asco a cualquier comida que me pusieran en frente; los últimos tres días han sido a base de zumos y galletas, la mejor forma para callar a mi estómago.

Solo quiero llegar a casa para lanzarme a la cama y no despertar por mucho tiempo. 

Es una lástima que no pueda irme de inmediato cuando se acabe la jornada, pues se supone que hoy va a reunirse la lista para acordar los últimos detalles y decidir las principales propuestas que expondremos desde el lunes a los demás cursos.

Y tampoco me emociona mucho la idea de reunirme con ellos, pero sobre todo no me apetece nada verle la cara al rubio por lo sucedido anteayer, me da demasiada vergüenza estar en un mismo lugar, al menos por ahora, porque me encontró en un estado muy patético y vulnerable.

Además, es muy obvio que no creyó por completo mi excusa, así que también me gustaría evitar cualquier posibilidad que haya, donde pueda preguntarme sobre lo ocurrido en los vestidores esa tarde. Estoy seguro de que no sabría qué responder, o tal vez sucedería de nuevo.

—¿Nunca has pensado comer otra cosa que no sea galletas? —Jacob me quita la funda de mis manos y suspira—. Me sorprende que esto sea suficiente para llenarte, yo me moriría de hambre.

—No es mi culpa que seas un contenedor sin fondo —recupero mi comida de una jalada—, pero yo no necesito mucho porque ya vengo desayunando.

—Yo también desayuno —me apunta con su tenedor, y sonríe —, sin embargo, este espectacular cuerpo necesita alimentarse bien para mantenerse de esta forma; no puedo decepcionar a las chicas.

—He ahí está lo que nos diferencia, te preocupas por tu físico solo para impresionar a las chicas, mientras que a mí me da igual lo que piensen. Si no les gusta, me da igual, seguro habrá alguien que no se fije en banalidades.

Ni yo creo en lo que digo, sé muy bien que la apariencia es un aspecto que siempre tomo en cuenta para estar con alguien.

—Dijo el chico que tiene un abdomen marcado, y quien hace que todas babeen por él —rio—. Si eso lo hubiera dicho Michael, tendría mucho más sentido.

—¿Acaso me acabas de ofender? —regresó a ver el susodicho con un gesto molesto, pero luego río—. Deberías enterarte de que ahora los de estatura promedio somos los preferidos, y, por otro lado, ¿por qué le andas viendo los cuadritos a Blake? No me digas que también hace babear a algunos chicos.

No pude evitar carcajearme cuando el castaño comenzó a toser con fuerza porque se había atorado bebiendo su soda; todo debido al comentario mal insinuado de Michael.

—Sé que soy irresistible, pero lamento tener que romper tu corazón, ahora no estoy buscando una pareja —seguí el juego para molestarlo un poco, y creo que funcionó, pues volvió a toser.

—¿Podrían dejar de soltar puras bobadas? Estoy tratando de comer —nos lanzó una mirada afilada y se concentró en su plato, pero bastaron tres segundos para que volviera a prestarnos atención—. Solo para dejarlo en claro, le podrás gustar a muchos pero no eres en lo absoluto mi tipo —me apuntó—, y en cuanto a ti, seguro tú eres quien anda babeando por Blake —se dirigió a Michael.

—Lo entiendo, todos me aman. Tranquilos, hay mucho de mí para cualquiera que desee —reí mientras ellos bufaban.

Las siguientes horas de clase transcurrieron con normalidad, los maestros intentando abarcar lo que más podían de cada tema para prepararnos y poder rendir los exámenes finales que se acercaban con cada día.

Lo único que se salió de la rutina fue en casi al final de la última hora, como la licenciada de Gestión terminó de explicar antes de lo esperado, decidió que los minutos sobrantes podíamos aprovecharlos para conversar entre todos.

—Cuéntenme, ¿lograron las quinientas firmas para la postulación? —me miró un segundo con una sonrisa y luego se dirigió hacia la fila de la izquierda.

—Sí, por las justas conseguimos todas, si nos hubiéramos demorado diez minutos más, estuviéramos fuera —explicó William con felicidad.

—Supongo que ya tienen planeada la campaña y sus propuestas, porque si no estoy mal, esta semana se supone que empiezan a visitar cada uno de los cursos e intentar convencerlos de que voten por ustedes.

—La mayor parte de las propuestas ya están pensadas, solo nos faltan ver unos cuantos detalles y desarrollar una buena estrategia de publicidad —intervino Mia con un pobre intento de decir algo gracioso, mas la profesora solo asintió.

—Por cierto, les quería adelantar lo que me enteré hace unas horas —se acercó a su escritorio y tomó asiento antes de continuar—. Un colega me contó que ya se eligieron a los estudiantes con mejores promedios del año pasado por cada sección, y según me comentó, este año serán cinco estudiantes por cada una, además de las menciones especiales en otros criterios. 

—¿Sabe cuándo se hará la ceremonia? —Noah preguntó de inmediato, ya que es de los poco que está obsesionado con estos reconocimientos.

—Aún están organizando algunos pormenores, pero quizá en esta semana o la siguiente ya se realice la ceremonia, porque tampoco queda mucho tiempo para ello, se han demorado más de lo esperado —suspiró y recogió su maletín—. Pero les puedo anticipar que tres alumnos de este curso forman parte de esa lista, así que esperen por cualquier aviso en estos días.

Los chicos empezaron a murmurar emocionados intentando adivinar cuáles serán esos nombres dentro de la lista, pero por otro lado, mi cabeza comenzó a doler como si de martillazos se tratasen cuando la maestra me regresó a ver y sonrío; era claro lo que quería decir con eso.

Cómo deseo que el día del acto suceda algo para evitarlo, ya sea amanecer muy enfermo; que el auto se descomponga y haya un embotellamiento abismal, haciéndonos imposible llegar; que los certificados, de alguna forma, se dañen unas horas antes; o, por lo menos, mientras se esté llevando a cabo el evento, un asteroide colisione contra el instituto.

No lo sé, con que se dé cualquiera de esas opciones, no tengo ningún problema.

En serio quiero evitar subir frente a todas esas personas y exponerme a sus miradas que parecen juzgarme, tampoco me agrada la idea de mis padres acaparando toda la atención como si ellos fueron quienes se esforzaron por aquel reconocimiento.

Es demasiado probable que ellos ya estén enterados acerca de la lista corta, e inclusive no me sorprendería que ya tengan conocimiento del día del acto y cada detalle del mismo. Ellos siempre están inmiscuidos en cualquier aspecto relacionado con la educación, y mucho más si este ayuda a acrecentar su ego y a la reputación familiar, puesto que en cierta medida, también influye en construir mi futuro como socio en la empresa.

Cada vez falta menos para entrar a la vida adulta, ya que una vez finalice el instituto, empezaré de inmediato la universidad y es previsible que me pedirán terminar la carrera antes de tiempo, porque querrán alardear de ello frente a la prensa y presentarme de manera oficial como el futuro heredero de todo.

Tampoco soy hipócrita, me gusta demasiado la vida que tengo respecto a las facilidades y algunas ventajas, pero odio que busquen controlarla como si fuera la suya.

¡Joder, ellos ya vivieron, así que déjenme decidir lo que quiero hacer con mi fugaz existencia!

Lo único rescatable de los dos asquerosos últimos días, es que por fin el clima de otoño ya se siente de verdad, el fresco me ayuda a relajarme y el viento me saca sonrisas cuando hace de las suyas. Además, todo el paisaje, de a poco, se ha ido pintando de naranja, amarillo y rojo; una hermosa demostración momentánea antes de su ineludible perecer.

¿Los seres humanos podremos renacer luego de nuestro tan prolongado final? Me gustaría pensar que sí, nuestra muerte solo es la pieza indispensable para el inicio de una nueva vida, para que todos tengamos una oportunidad más de emendar nuestros errores.

Pero tampoco puedo ignorar la posibilidad de que no exista nada más después de la muerte, que solo haya el olvido absoluto para todos. Aunque si es así, ni siquiera seríamos conscientes de esa realidad, por lo tanto, no me importaría que mi existencia misma desaparezca para siempre en algún punto.

¡Mierda! El dolor de cabeza no me deja en paz.

Cuando llegue a casa tomaré algunas pastillas para detenerlo de una vez, o quizá podría optar por algún calmante o somnífero que me ayude a dormir bien, porque estoy seguro de que si sigo de esta manera, ni siquiera podré continuar otro día más...

—La vista del otoño es realmente espectacular —escucho una voz masculina a mi izquierda—, lástima que el clima lo arruina por completo.

Justo tenía que acercarse la persona con la que no quiero hablar, o al menos estar tan cerca.

—Pues discrepo contigo en lo último —lo regreso a ver—, el clima es lo que hace de esta estación tan genial.

—Por supuesto que no —niega y reposa su brazo sobre mi hombro con una sonrisa—, las épocas frías transmiten esa sensación de tristeza, nostalgia y soledad —toma distancia y se para frente a mí, tapando la vista hacia el exterior—, mientras que las cálidas están llenas de vida, alegría y son como un nuevo inicio para todos.

—Me mantengo con mi enfoque —me levanto y cuelgo mi maleta de un solo lado—, el calor es lo peor, significa bochorno, incomodidad y sudor.

—Tal parece que nunca vamos a coincidir, tenemos gustos que discrepan en casi todo, ¿verdad? —ríe y comienza a caminar luego de que haya asentido como respuesta a su pregunta.

Menos mal su comportamiento no ha cambiado hacia mí, ya estaba preparándome para el peor escenario: que se burlara o comentara con malicia sobre lo sucedido el miércoles.

Sé que no había un motivo contundente para pensar de esa manera, pero también tengo muy en claro que las personas son capaces de lo que sea, siempre hay algo que no llegamos a conocer de alguien. Y por ello ya estoy acostumbrado a mantenerme alerta por si las dudas.

—¿En dónde están los demás? —lo alcanzo para ir a la par—. Amy me envió un mensaje diciéndome que el encuentro sería aquí.

—Lo sé —chasqueó su lengua y miró hacia arriba—, pero los chicos querían picar algo, por lo tanto decidimos que el comedor sería la mejor opción. Ya sabes —se giró y empezó a caminar hacia atrás mientras movía sus manos para enumerar las razones—, allá hay suficiente espacio, calefacción, toda la comida y bebida que se nos antoje; el mejor lugar para planear nuestra campaña.

—Entonces cambiaron el punto de reunión porque quieren pasar tragando, entiendo.

—¿Ya te han dicho que eres un amargado? —cuestionó deteniéndose hasta que me acercara—. Según los resultados de estudios, las personas así tienden a vivir menos.

—¿Es en serio? —me hago el sorprendido, y cuando llego a donde está, cruzo mi brazo por sus hombros y lo comienzo a arrastrar—. Joder, vaya recompensa tan grandiosa —lo voy sacudiendo mientras andamos—, intentaré ser aún más amargado para recibir el premio mucho antes. ¿Me ayudarías? Es que siempre sacas lo peor de mí.

Jo, no exagero cuando digo que eres la persona más extraña que he conocido hasta ahora —ríe y niega por mi comentario—. ¿Quién no querría vivir por mucho tiempo? Se puede disfrutar de tantas cosas mientras sigamos con vida, después de eso ya no hay ninguna seguridad de lo que sigue —se desplaza de mi agarre y se planta frente a mí con ambas manos sobre mis hombros—. Lo más importante es el ahora, se debe sacarle todo el provecho a esta oportunidad que no sabemos cuándo llegará a su fin —expresa rápidamente y con mucha efusión, tanta que me deja aturdido por unos cuantos segundos que no despejo mi mirada de él.

—¿Y dices que yo soy el raro? —suelto un mal intento de risa—. Tú eres el único raro que habla con un positivismo demasiado excesivo —retiro sus manos, por consiguiente, continúo caminando para llegar al comedor; quiero que haya más personas con nosotros.

—¡Soy genial! —escucho sus pasos que se acercan con prisa para alcanzarme—. Y solo para dejarlo claro, prefiero ser un tonto positivo que uno negativo —declara cuando está a mi lado.

—Al menos lo tonto ya...

—Ni se te ocurra decirlo —me apunta serio en forma de amenaza, pero el fallido intento de una sonrisa me deja saber que está divirtiéndose.

—Como el señor deseé —hago una reverencia moviendo mi brazo derecho e inclinándome un poco—, pero la verdad no se puede tapar con un dedo.

—Tan bobo —me da un leve empujón, y yo solo río.

Lo que queda de camino nos mantenemos en total silencio, cada uno se encuentra ensimismado en sus propios pensamientos como si nada más existiera alrededor.

Al menos este encuentro va mucho mejor de lo que esperaba, no es del todo incómodo, aunque mantengo la idea de que ya nos reunamos rápido con los demás, solo por precaución.

Pasamos por los largos pasillos de la quinta planta hasta llegar a los elevadores centrales, aprovechamos que unos chicos están a punto de bajar y corremos para entrar, y ya una vez allí, marcamos el cuarto piso. Bajamos cuando se detiene en nuestro destino y continuamos.

A lo lejos alcanzo a divisar al grupito de tres personas que se supone están esperando nuestra llegada, pero desde aquí puedo apreciar que están más concentrados devorando todas las chucherías que han comprado.

Siendo sincero, parecen esos cerditos que van corriendo a toda velocidad y con felicidad hunden la cara en la comida que les acaban de servir, como si no hubieran ingerido nada en todo el día.

Escucho al rubio reír mientras ve a sus amigos, luego regresa su mirada a mí y achica los ojos como si estuviera pensando, después, sin previo aviso, agarra un lado de mi maleta y comienza a jalarla para obligarme a ir junto a él en dirección a la cajera.

—¿Qué estás haciendo ahora? —reclamo e intento detenerlo, mas me es imposible por el fuerte agarre—. ¿Acaso has terminado de perder la cabeza?

—En serio que adoras quejarte por cualquier cosa —afirma jocoso sin detenerse—. Y respondiendo a tu primera pregunta, pensé que era obvio que vamos a comprar algo para comer al igual que ellos —señala con su mentón a la mesa de los chicos.

—Si tanto quieres comprar, hazlo pero solo, yo no pediré nada —intento de nuevo zafarme—. No piensas soltarme, ¿verdad? —suspiro con molestia mientras dejo de luchar.

—No pienso quedar como hambriento yo solo, por lo tanto decidí que tú también te me unirías —explica cuando estamos frente a la señora que atiende—. ¿Qué vas a comer?

—Ya te dije que no voy a comprar nada, así que deja de...

—Repetiré la pregunta porque parece que no la entendiste —me interrumpe atrayéndome hacia él—, entonces ¿qué vas a comer?

—Kerrick, juro que un día de estos voy a limpiar todos los pisos del instituto con tu cara.

El rubio se parte de risa por mi comentario, pero ríe tan fuerte que llama la atención de sus amigos que regresan a ver hacia acá y nos saludan, y por otro lado, la señora tras la caja intenta contenerse para no acompañar al bullicioso chico junto a mí.

—Cada día te odio mucho más que el anterior —le doy un golpe en el brazo.

—No te creo, yo soy un amor de persona, todo el mundo me adora —exhala y acomoda su cabello mientras revisa con la mirada cada una de las opciones que ofrece el lugar para comprar.

—Eso solo sucede en tus sueños, la realidad es muy diferente —suspiro, y me acerco a la señora que espera por nuestro pedido—. Por favor, quiero un zumo de durazno y un paquete de galletas saladas.

Mientras van a buscar lo que ordené, decido revisar mi celular porque acaba de vibrar en señal de que un nuevo mensaje llegó justo ahora.

Ethan: Hola, ¿cómo estás? Ya ha sido un par de días que no te apareces por acá, ¿sucede algo?

Ethan: Supongo que todavía no estás en casa, pero quería decirte que Grace saldrá hoy y no volverá hasta mañana, por si quisieras pasar algo de tiempo juntos.

Ethan: Si al final decides venir, me avisas. Estaré esperando tu respuesta.

Verdad, olvidé por completo que aún no aclaraba la situación con Ethan. Ya ha pasado casi una semana desde aquel día, pero lo único que he hecho es ignorar sus mensajes o decirle que estoy muy ocupado con las tareas.

Tampoco quiero que esta relación basada en el placer, al menos para mí, llegue a su fin, porque de cierta manera allá he encontrado un lugar al que puedo escapar y no debo preocuparme por mis padres, mis responsabilidades o que las personas estén rodeándome por mero interés.

Sé que estaría mal de mi parte, pero si tanto quiere creer que lo nuestro puede llegar a convertirse en algo más, solo debo mantener viva esa idea hasta que llegue el momento de ponerle un punto final.

—Aquí tiene, joven Graham —con una sonrisa me entrega las cosas y yo las agarro, me acerco con el celular al datáfono para pagar.

—Muchas gracias —le devuelvo la sonrisa y me alejo.

Bien, creo que aceptaré la invitación, pues no pierdo nada. E incluso me podría ayudar a quitarme todo el estrés que cargo encima con ayuda de Ethan, nunca viene mal un buen pol...

—¿A eso le dices comer? Es como si no hubieras comprado nada —Kerrick vuelve a interrumpirme—. A esto de aquí se le llama comida —me muestra dos sándwiches.

—¿Y quién me obligó a comprar? Desde un principio dije que no quería nada —suspiro y lo dejo atrás mientras me encamino hacia la mesa donde están los demás.

—¿Acaso me acabas de dejar con la palabra en la boca? Eres muy malo, Blake.

—Amy, por favor, sácame a esta ladilla de encima —me quejo con la chica a penas llego a la mesa—, me anda fastidiando desde que me fue a buscar.

—Kerrick, ¿cuántas veces te he dicho que te comportes y no lo molestes? —lo reta la rubia frente a mí.

—Yo no le hice nada —se sienta en el puesto a mi derecha—, no es mi culpa que sea un llorón —me regresa a ver y puedo notar que por un microsegundo acaba de sacarme la lengua como un mocoso.

¡Qué vergüenza! No puedo evitar reír por aquella acción tan infantil de su parte.

¡Doble vergüenza! ¿Por qué todos me están mirando?

Ya está, solo debo concentrarme en la funda de galletas. Vamos, Blake, tú puedes hacerlo, mantén la mirada en esa funda e ignora a todos los demás...

¡Joder, es que es tonto! Estoy escuchando su risa poco disimulada, sabe muy bien lo que hizo.

—Ambos son un par de raros —sentencia la rubia exhalando—, terminemos de comer para poder empezar a discutir sobre las propuestas de campaña —ofrece, a lo que todos asentimos.

Ahora que tengo tiempo, debería aprovecharlo para hacerle saber a Ethan que sí pasaré por allá en la tarde, así me aseguro de que no haga otros planes.

Además, luego de acostarme con él (porque esa es la verdadera razón por la que me escribió), puedo ir a disfrutar de los partidos junto a unas cuantas cervezas y uno que otro cigarro.

Sí, creo que es un plan genial; vamos a escribirle...

—Toma, este es el tuyo —deja uno de los sándwiches que compró hace unos minutos frente a mí—, aunque no sabía cuál era tu favorito, así que compré el mismo que me gusta a mí.

A ver si lo entiendo...

—Por si te lo preguntas, te estoy obsequiando uno de los míos porque no creo que unas simples galletas llenen —me señala con su bebida, luego la destapa y le da un sorbo—, y no acepto un «no» por respuesta.

—Pero si no compré más es porque estoy lleno y...

—Nada de excusas, pelinegro —me interrumpe—, solo come y calla —ríe antes de continuar—. Supón que esta es mi gran venganza por esa ocasión de la pizza.

Este chico es tan... peculiar.

—Pues gracias —suspiro y destapo el recipiente—, supongo.

—De nada.

Le contestaré más tarde a Ethan, ojalá no me olvide de hacerlo.

Espera... Hace frío.

¿Por qué?

Estoy temblando.

¿Qué es esta sensación tan abrumadora?

Alguien me pidió hacer algo.

¿Cuáles habían sido sus palabras?

Mi cabeza duele, no recuerdo ni comprendo de qué hablo.

Oh, verdad...

¿Qué se sentirá volar?   

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro