Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 52: "La bala dorada".


—No quiero que me muestres lo que pasó con Mía. Quiero que me lo cuentes vos.

Alexander tomó a su hermana por los hombros y la miró con una tristeza tan profunda, que Alysa se estremeció.

—No puedo contártelo.

—¿Por qué no?

La bruja apretó los labios. Se veía ansiosa.

—Porque me aterroriza lo que puedas a llegar a pensar de mí... y porque no hay palabras que puedan expresar algunas cosas.

Alexander la contempló con desesperación.

—Yo tampoco quiero verlo. Yo también soy un cobarde —la idea de revivir ese horrible recuerdo le ponía la piel de gallina—. Necesito que me lo cuentes todo, Aly.

Sin embargo, su hermana no respetó su decisión.

—Hemos visto el futuro de Alexander Samaras —había anunciado Beatriz Glinda en una reunión de Brujas y Cazadores—. Él será el chivo expiatorio perfecto para empezar a romper la estabilidad Celestial. Se enamorará de una humana, y no cumplirá las normas por ella. Pero no se sentirá atraído por cualquier chica, sino por un alma púrpura.

Chloe y Alysa intercambiaron unas miradas cargadas de emociones.

—Dudo que nuestro artefacto incrementador de energía esté listo para entonces. Por consiguiente, debemos deshacernos del alma púrpura. Siempre nacen seres con mucha energía espiritual, por lo tanto, no lamentaremos tanto la pérdida. Sin embargo, el Cielo no lo verá de ese modo: culparán a Samaras por la muerte de la joven. Eso empezará a generar una brecha en el Cielo.

>>Tenemos Celestiales que nos apoyan, por supuesto. También fingiremos estar en paz durante un siglo, hasta que nuestro aparato esté listo y otra alma púrpura renazca. Cuando sea el momento adecuado, iremos atacando en diferentes partes del mundo.

Beatriz Glinda miró a Alysa Samaras.

—Mi alumna más destacada será quien ayude al Celestial a asesinar a la joven púrpura.

La mayor de las Samaras tragó saliva, y asintió.

—A pesar de que es una gran oportunidad para un Cazador llevarse un alma púrpura destinada, son muchos los que quieren tomarla. Para evitar conflictos internos y ganar lealtad de un Celestial, será ese Emisario quien la asesine, y vos Alysa, te encargarás de dejar rastro de Cazador para engañar a los seguidores de Dios.

>>Luego de que hayan examinado su cuerpo, lo robaremos para extraer su sangre y experimentar diferentes hechizos.

—¿Esperarán a que le designen un Emisario al alma destinada? —inquirió Alysa.

—No, ni bien corra un rumor de que la destinarán, la asesinaremos con un arma negra. No queremos que su alma deambule. Debe morir.

—No puedo seguir viendo esto ¡No puedo! —Alexander cayó de rodillas en la nieve. Sentía que la cabeza le dolía, y que no podía soportar todo lo que había divisado.

Su hermana era cómplice de la muerte de Mía Loncar. Había un Celestial que los había traicionado, y los Demoníacos estaban tramando un plan horripilante para acabar con el Reino de Dios.

—Alex, tenés que ser fuerte, por favor —sollozó su hermana mayor—. Necesitás saberlo todo. También necesitás saber que todo lo que hice fue para que nosotros tres sobreviviéramos. Vos y Chloe son lo único que me importa.

—Si te importo tanto ¿Por qué me causaste este dolor? —aulló Alexander, escondiendo su rostro en sus manos heladas.

En ese momento, un humo negro los envolvió, y volvió a meterse en los recuerdos de su hermana mayor.

Alexander reconoció la noche de forma inmediata. La noche lluviosa del quince de enero de mil ochocientos treinta en la cual Mía Loncar había sido asesinada.

Desde el punto de vista de Alysa, pudo observarse a sí mismo bailando con la muchacha. También jugando con ella bajo la lluvia y besándola.

Se sintió un poco avergonzado al notar que su hermana lo había visto intimando con una mujer, pero descartó ese pensamiento cuando vio a un sujeto encapuchado disparar con un arma negra.

Atravesó el pecho de Mía y aunque él intentó revivirla y usó su pañuelo para detener el sangrado, no lo logró.

Con el alma hecha pedazos, corrió y corrió en búsqueda del asesino. Fue en ese momento cuando su hermana usó magia negra para llevarse el pañuelo ensangrentado... y para cambiar la bala que estaba en el pecho de Mía.

La bala que sacó estaba teñida de negro. Cuando el objeto se separó del cuerpo de Mía, volvió a su color natural: dorado. Luego, colocó en el pecho de la difunta muchacha una bala negra.

Ningún humano la había visto hacer eso, por supuesto. Los inmortales eran invisibles para ellos.

Alysa se alejó lentamente de la escena del crimen. Se veía triste y arrepentida por lo que había hecho.

—Espero que reencarnes, Mía Loncar. Mi hermano merece volver a tener la oportunidad de amar.

—¿QUÉ HICISTE? ¿QUÉ HICISTE? —Alexander, arrodillado, le tomó la túnica a su hermana—. ¡ALYSA!

—¿No te diste cuenta de lo que hice? —se le quebró la voz—. Me llevé el pañuelo de Mía y fingí encontrarlo con un hechizo sanguis este año, cuando en realidad sólo localicé el de Ámbar Boyer. En resumen, traicioné a mis superiores para que vuelvas a tener la oportunidad de amar. Le di un arma corriente al Celestial, y luego cambié la bala por una negra.

Entonces ¿No era un arma negra verdadera? ¿Cómo podía ser que los registros Celestiales se hubieran equivocado?

Le dolía la cabeza y tenía el estómago revuelto.

—El Celestial ¿Quién era? —Alexander estaba descompuesto por la conmoción—. ¿Qué pasó con el alma de Mía?

—Hay más de un traidor en el Cielo, querido hermano...

—¿Qué pasó con Mía? —la interrumpió—. ¿Quién la asesinó?

—El alma de Mía estuvo deambulando por un tiempo, hasta que un Emisario la hizo ascender de forma secreta, cuando ya era seguro hacerlo.

—¿Dios no lo sabe? ¡Explicame todo, por favor! —sollozó.

—No sé qué sabe Dios y qué no, Alexander. Sólo sé que hay algunos Emisarios traidores a tu alrededor.

—¿Quiénes fueron? ¿Quiénes fueron? —las lágrimas recorrían su rostro. Pocas veces en su vida se había sentido así de desesperado.

Como ella no respondía, cambió el interrogante:

—Mía ¿Reencarnó? Por favor, decime todo, Aly.

—Alex, te falta mucho por saber, pero trataré de contarte todo lo que más pueda. Espero que luego de ello, seas capaz de perdonarme.

En ese instante, Alysa tocó la mejilla de su hermano, envolviéndolo una vez más en un horrible recuerdo.


Santiago de Chile, 26 de julio de 2019.

Ya era de día cuando Ámbar se encontró con Dimitri y con Samantha en el aeropuerto de Santiago de Chile.

Ella había ido hasta allí con la intención de regresar a Bariloche y buscar a Alexander. Debía decirle que Noah era un traidor y que el Cazador Eurico había sido el asesino de sus padres.

Su primera reacción fue esconderse. Había perdido la daga que le había dado Samaras, y ya no tendría forma de defenderse de ningún inmortal.

Sin embargo, Samantha gritó:

—¡ÁMBAR! —y se precipitó hacia ella a toda velocidad—. ¡Qué alegría que estés a salvo!

Ella asintió rápidamente y miró a Dimitri, quien estaba corriendo hacia ellas.

—No sé si podemos confiar en él —susurró Ámbar.

—Claro que podemos confiar en el Emisario Elenis. Estuvo súper preocupado buscándote y hasta ha asesinado a un Cazador... —se tomó un segundo para respirar profundamente, como si estuviera viva—. ¿Estás bien? ¡Me he preocupado mucho por vos! Por cierto, te ves terrible. Estás sucia, despeinada y manchada...

En ese momento, Dimitri se plantó frente a la escritora. Ella tembló, y retrocedió unos pasos. Aún seguía abrumada por todo lo que le había ocurrido en las últimas horas.

—¿Estás bien? —inquirió el Emisario—. Tu ropa está salpicada con sangre y cubierta de tierra ¿Qué ha sucedido?

Ámbar tenía la garganta seca. Sabía que no podría escapar de él, porque ya no contaba con energía para hacerlo.

Se sentó en un banco del aeropuerto. Le pidió agua. Una vez que bebió, decidió tantear el terreno: debía averiguar si podía confiar en Dimitri o no.

—¿Te enteraste de lo que sucedió en el aeropuerto de Bariloche? —preguntó con desconfianza.

—Hablé con Noah —Elenis se sentó al lado de Ámbar. Ella se estremeció: no quería estar cerca de ningún inmortal exceptuando a Alexander—. Me dijo que hubo un ataque de marionetas y que un Cazador mató al ángel Abathar ¿Resultaste herida?

No le había mencionado a Chloe Samaras, lo cual, ante los ojos de Ámbar, convertían a Noah en alguien aún más culpable.

—¿Sólo eso te contó?

—Sólo eso ¿Por qué?

Soltó un largo suspiro antes de decir:

—Porque había alguien más en el aeropuerto ¿De verdad no te contó?

—¿Alguien más? —se veía realmente confundido.

—Estaba Chloe Samaras —soltó, observando atentamente la reacción del inmortal.

Él frunció el entrecejo.

—¿Por qué no me diría que ella estaba allí? ¿No la habrá visto?

—Claro que la vio. Hasta dialogaron. Ella insistió en que me dejara venir a Chile, y Noah quería que me fuera con él... hasta que me escapé. Pude esconderme entre la multitud gracias al anillo.

No sabía si Dimitri estaba actuando, pero parecía que no sabía nada al respecto. Se veía serio y envuelto en sus propios pensamientos.

—¿Te dijo que la gente del aeropuerto había sido hipnotizada? Los Emisarios tienen ese poder. Y no había humo negro alrededor de la gente —lo miró fijamente.

Elenis se quedó observando fijamente el suelo, como si estuviera debatiéndose si debía creer en su primo o en una simple humana.

Sin embargo, Samantha no dudó de las palabras de Ámbar.

—¡NO PUEDE SER! —exclamó, llevándose las manos a la boca de una forma exagerada—. ¡Noah ha traicionado al Cielo! ¡Él ha hipnotizado a las personas para que fuera más fácil atraparte!

Dimitri se veía tan consternado, que tardó en reaccionar.

—Eso es lo que yo creo: que él quería quedarse a mi lado hasta que llegara la hora de mi muerte.

—No puede ser... —balbuceó el inmortal.

La escritora lo ignoró.

"No puedo creer que los Celestiales todavía no sepan quién asesinó a la muchachita", había dicho el Cazador delante de Noah y de Abathar. Sospecho que fue Noah el asesino de Mía, sino ¿Por qué haría un comentario así? —concluyó Ámbar.

—No puede ser... —Dimitri se tomó la cabeza con ambas manos—. No puede ser...

Su cabeza debía de ser una maraña de pensamientos... si es que no estaba fingiendo.

—Ni bien llegué a la ciudad, fui perseguida por un Cazador durante horas... le clavé la daga que me dio Alexander en el pecho y escapé. Por eso estoy así: sucia y manchada. No sé si el tipo vive o no, pero no me gustaría volver a cruzármelo.

Dimitri alzó la cabeza para mirarla fijamente. Parecía estar a punto de echarse a llorar.

—¿Estás bien? —preguntó, al cabo de unos segundos.

—Físicamente, sí. No me hizo daño... como te dije, estuvo haciendo tiempo.

—¿Haciendo tiempo? —parecía incrédulo.

—Sí. Se puso a hablar. Me dijo que se llamaba Eurico.

Ámbar no dejaba de poner a prueba las reacciones de Dimitri, quien asintió al escuchar el nombre del Cazador.

—Es uno de los Cazadores más antiguos, por eso el Cielo conoce su nombre. Me asombra que hayas sobrevivido a él.

—Otro inmortal que me subestima —revoleó los ojos, cansada de todo lo sobrenatural.

—Lo siento... Cuéntame ¿Qué te ha dicho?

—Me habló de mis padres, y del día en que asesinó a los señores Samaras. A los papás de Alex.

Abrió los ojos como platos.

—¿Él asesinó a los padres de Alexander? ¿Y te lo contó así nomás?

—Debe haberme dado por muerta, y quería hacer tiempo. Estuvo jugando conmigo por horas. Los Demoníacos están esperando algo, y no sé qué es.

Dimitri asintió, y se puso de pie.

—Debo llevarte a un lugar seguro, Ámbar. No puedes confiar en nadie.

Ella enarcó una ceja.

—¿Puedo confiar en vos?

—Sí. Te llevaré a un lugar sagrado. Allí los Celestiales tenemos más poder y más fuerza.

—¿Y eso será conveniente? Hay varios traidores en el Cielo. Tu primo es uno de ellos.

Él ignoró su comentario.

—No sé qué están tramando los Demoníacos, pero están sueltos por todo el mundo. Es peligrosísimo que estés acá, al descubierto. Te rastrearán y te harán daño... —se veía realmente consternado—. Aunque hayas sido destinada, no dejaré que mueras. No se repetirá la historia de Mía Loncar.

Sus ojos parecían sinceros. Ámbar quería creerle. Quería tener la esperanza de que él la ayudaría, pero su instinto no le permitía confiar. No aún.

Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para pensar: en ese instante, el aeropuerto empezó a ser invadido por marionetas demoníacas.



¡Muchas gracias por leer!

Nos vemos mañana :D

Sofi :)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro