Capítulo 51: "Eurico Tello".
En diferentes partes del mundo, había Cazadores y Emisarios luchando. Marionetas tratando de herir a los ángeles.
Mientras tanto, Chloe sabía que Noah viajaría hacia Chile, para poder ayudar a Eurico Tello a acabar con la vida de Boyer. Él no se quedaría en Bariloche como le había dicho a su primo.
También le asombraba lo iluso que era Dimitri Elenis por creerle a Noah, pero esa no era su preocupación en ese momento.
Mientras caminaba por una de las carreteras principales de la ciudad —esperando que su hermana terminara su hechizo con Alexander—, recibió un mensaje de texto de Juan Tadeo.
<<Amon murió en Buenos Aires. Lo asesinó Dimitri Elenis>>.
El corazón de Chloe dio un vuelco (corazón, sí, porque las Brujas lo conservaban).
<<No puede ser ¡NO!>>.
<<Sí. Los Cazadores van llevando la cuenta de nuestros colegas que perecieron, y ya van más de cien. Esta será una lucha sangrienta>>.
A pesar de que la noche estaba helada y de que caía nieve, Chloe se sentó en un banco que había frente al lago. Se aferró a su túnica y empezó a llorar ruidosamente.
Había dedicado toda su vida a buscar venganza. Para lograrlo, había obedecido a Alysa, a Beatriz y a Luzbel. Había estudiado, trabajado e investigado. Había matado a seres inocentes. Nunca se había vinculado con ningún hombre.
Hasta que había aparecido Amon: un muchacho cien años menor que ella, quien fue convertido en Cazador luego de que los Celestiales hubieran destinado a su abuela, su única familia.
Aunque nunca se habían besado, solían dialogar durante las noches. Él la comprendía: sabía lo que era haberlo perdido todo y, aun así, escoger la supervivencia.
Chloe lloró un largo rato, hasta que decidió secarse las lágrimas y actuar. No podía esperar a que se generara un caos en el Cielo. No podía esperar a que Alysa le diera nuevas órdenes. Debía moverse por su cuenta ¡Ser sumisa sólo le había ocasionado pérdidas!
Tenía que ir a Santiago de Chile y acabar con la vida de Eurico, antes de que él lo hiciera con la de Ámbar Boyer.
Santiago de Chile. 26 de julio de 2019, 1.00 a.m.
—Aunque te escondas, no podrás escapar de mí. Puedo olerte.
Ámbar había estado corriendo durante horas. Sabía que el Cazador estaba jugando con ella, probablemente esperando el momento indicado para asesinarla.
Ahora se había refugiado dentro de un juego para niños en un parque. A pesar de que hacía un frío horrible, la escritora se encontraba completamente sudada.
Temblaba de pies a cabeza, y estaba aterrorizada. No quería morir, pero no se le ocurría cómo podía sobrevivir a semejante monstruo.
—Silvia y Andrés Boyer criaron a una niña tan buena, que ni su hermano ni su esposo la quieren. Lo sé todo, Ámbar.
Ella no iba a salir de su escondite. A pesar de que el miedo la agobiaba, no permitiría que un Cazador la manipulara. Su hermano y su exesposo no eran sus prioridades en ese momento.
—Las almas de tus padres eran deambulantes, hasta que un Emisario las encontró y las llevó al Cielo ¿Acaso no es una historia cursi? Es una pena que tu destino no sea el mismo que el suyo. Tu alma ha sido destinada. Tu alma debería reencarnar en el reino de Dios. Tu alma es fuerte, poderosa. Pero para poder tomarla...
Esperen ¿El Cazador estaba haciendo tiempo? ¿Por qué no la asesinaba, entonces?
Se quedó en silencio, esperando que él dijera algo más. Se mordió el cachete de forma involuntaria, tratando de no emitir ningún sonido. Los nervios la estaban comiendo por dentro.
—Te cuento esto porque sé que morirás... y es solitario no tener con quién hablar.
Ámbar se abrazó con más fuerza.
—El día en que me llevé las almas de los señores Samaras hacía tanto frío como hoy. Para los Cazadores, los días de nieve o de lluvia son los mejores para atrapar almas. El agua esconde nuestro rastro de fuego.
¿Él había asesinado a los padres de Alexander? El corazón de la escritora latió con aún más violencia.
Ella había descubierto al traidor de Noah Elenis y también había dado con el asesino de los Samaras. Deseaba con locura poder estar con Alexander en ese momento.
De pronto, el Cazador se agachó y miró hacia el interior del juego en donde ella estaba escondida. Ámbar se mordió la ropa para ahogar un chillido.
—Esperaba más de un alma púrpura que un gatito asustadizo —sonrió—. Prometo ser más piadoso que como lo fui con Alexander Samaras.
¿También había atacado a Alex y le había provocado todas esas heridas en el cuerpo?
—¿Por qué no respondes?
Ámbar tenía la garganta seca y sentía que estaba a punto de desfallecer a causa del terror.
—¿Quién sos? —inquirió, con voz ronca.
—Luego de todo lo que te conté ¿Eso es lo que te interesa saber?
Asintió.
—Si voy a morir, por lo menos debo saber en manos de quién.
—Mi nombre es Eurico Te...
Ámbar no dejó pasar la oportunidad. Tomó la daga que le había dado Alexander y se la clavó en el pecho, pillando a su enemigo completamente desprevenido. Él no había esperado semejante ataque de parte de un "gatito asustadizo".
El Cazador se tambaleó hacia atrás, y ella aprovechó para correr. Correr tan rápido como pudiera. Correr con todas sus fuerzas.
Eurico.
Eurico.
Eurico.
No debía olvidar ese nombre. Eurico.
* * *
No supo cuánto tiempo estuvo corriendo. Tampoco se fijó si el Cazador la estaba siguiendo. Lo único que ella deseaba era sobrevivir, así que siguió hacia adelante. Huyendo. Tal y como le había enseñado Alex.
Reino de los Cielos. 26 de Julio de 2019.
Raguel y Poyel se encontraban frente a Namael, intentando protegerlo. Otros ángeles lo estaban apuntando con sus armas Celestiales.
—Quiero ver a Dios.
—Él no aparecerá para socializar con escoria —intervino Elohim, un ángel plateado.
Luzbel esbozó una sonrisa. Abrió sus manos y un humo negro empezó a emanar de las mismas.
Cientos de ángeles se abalanzaron sobre él, pero notaron que se trataba de una ilusión. Una ilusión creada por las Brujas que lo acompañaban. El verdadero Luzbel estaba ahora de pie detrás de Namael.
—Haremos un viajecito juntos, hermano.
Y en ese momento, se generó una lucha en el Cielo: Celestiales contra Demoníacos... mientras Namael y Luzbel se teletransportaban lejos del Reino de Dios.
Santiago de Chile. 26 de Julio de 2019.
Chloe encontró a Eurico, quien se encontraba herido en el pecho con un arma Celestial.
—¿Quién te hizo esto?
—Menos preguntas y más acción, Bruja —el sujeto escupió sangre—. A pesar de que puedo curarme rápido, el arma Celestial ralentizó mi sanación. Me duele muchísimo...
—¿Quién te hizo esto? No pienso ayudarte a menos que me digas quién fue.
El Cazador bufó.
—La humana destinada.
—¿Ámbar Boyer? —Chloe tuvo que ocultar la simpatía que empezaba a sentir por la humana, a pesar de que sus primeros encuentros con ella no le habían resultado agradables—. ¿Una simple humana te lastimó así?
—Deja de burlarte y cúrame, por favor.
—La subestimaste ¿Verdad? Pensaste que ella se escondería hasta que fuera el momento oportuno de tomar su alma —Chloe se recogió el cabello y se colocó unos guantes—. A veces, lo único que se necesita para sobrevivir, es ser inteligente.
—Bruja, deja de...
Pero Chloe fue más rápida. Aprovechó la daga Celestial para cortarle el cuello al Cazador. Luego, le arrancó la mano derecha, y dejó la cuchilla tirada en el suelo.
La vereda se empapó de la sangre escarlata de su enemigo. Él había fallecido con los ojos abiertos, sorprendido por la traición de su atacante.
Uno menos. Esto es por mis padres, hijo de puta, pensó la joven Bruja.
Samaras se aseguró de no dejar ningún rastro de su propio ADN allí, como había hecho en otras situaciones.
—Pensarán que un Celestial te asesinó, sádico hijo de perra —maldijo, secándose la sangre del Cazador de su rostro—. Tu cuerpo se desvanecerá en algunas horas, y nadie sabrá lo que realmente te sucedió. Tal y como pasó con mis padres. Te corté el cuello por ellos, y te arranqué el brazo por lo que le hiciste a Alexander. Quisiste meterlo en problemas, y casi lo lograste. Pero nunca más volverás a salirte con la tuya, basura.
Se cubrió con la túnica y se echó a andar por la ciudad, sin saber que alguien más había sido testigo de su crimen.
¡Muchas gracias por leer!
Sofi 💖
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