Capítulo 44: "Reunión diabólica".
Se estaba llevando a cabo una reunión en un lugar recóndito del planeta Tierra: el desierto de Sahara. Obviamente, estas criaturas se protegían de la arena y el sol con magia negra.
Este no era cualquier encuentro, sino que allí estaban los súbditos más importantes de Luzbel. Había alrededor de unos quinientos seres inmortales.
El Diablo —un ángel cuyas alas habían perdido todo tipo de color y lucían como un árbol en otoño—, era un "hombre" de cabello castaño claro, ojos verdes y rasgos angulares. Era alto y atlético: su belleza era una ironía divina. No se parecía en nada a Adán y Eva, los primeros ángeles.
Las brujas —y muchos Cazadores—, estaban enamorados de él. Pero él no era capaz de querer a nadie más que a sí mismo.
—Hemos esperado siglos para crear un artefacto mágico que incrementara el poder de las almas destinadas. Mis respetos a las brujas que se esforzaron durante siglos años por ello —se oyeron unos aplausos acalorados—. Ahora necesitamos dos cosas: que la mujer del aura púrpura sea destinada... y las lágrimas de Namael. Haremos llorar al favorito de Dios. Adán y Eva se revolcarán en el más allá al ver al ver al ángel rojo rogar por su vida.
Se escucharon murmullos de aprobación.
Alysa y Chloe, quienes estaban en medio de la multitud, intercambiaron unas miradas llenas de complicidad.
—¿Cómo conseguiremos las lágrimas de Namael? —preguntó un Cazador—. ¿Alguna vez ha llorado?
—Ha llorado cuando sus padres fueron al más allá. Lo vi con mis propios ojos. Podemos hacer que llore otra vez.
—¿Cómo?
—Para eso debemos usar nuestra magia: las brujas han creado amuletos y también pueden transmitir sus hechizos a través de diferentes elementos, por ejemplo: la música, el viento, el fuego, el agua, la tierra, la danza, etcétera.
—¿Eso quiere decir que el elemento principal también sirve de transmisor? —preguntó un Cazador joven—. Por ejemplo, en los hechizos sanguis, ¿La sangre no sólo sería un elemento?
—Beatriz Glinda, explícales cómo funciona, por favor —pidió amablemente Luzbel.
La mujer pelirroja aparentaba unos cuarenta años, era robusta y alta. Vestía una túnica de color púrpura, cuyos bolsillos parecían llenos de artefactos. En su cuello llevaba colgantes luminosos, en sus manos, alhajas de plata y oro. Era conocida por ser una de las primeras brujas en la Tierra.
Alysa y Chloe habían estudiado con ella. Más específicamente, Beatriz Glinda había sido quien las había convertido en brujas.
Beatriz saludó a todos con su mano derecha —la cual tenía uñas larguísimas pintadas de rojo—, y abrió sus enormes ojos color chocolate para anunciar:
—Muchas gracias, mi señor, por haber creído en el potencial de las mujeres, cuando nadie más lo hacía.
—No hace falta que me lo agradezcas tanto, Glinda. Ahora, procede a explicarle a mis súbditos cómo funciona la magia.
—Bueno, supongo que todos conocen la magia elemental: ¿Verdad?
Todos los inmortales asintieron. Sin embargo, Glinda explicó:
—Los hechizos "sanguis" son los encantamientos cuyo elemento principal es la sangre. Son los más poderosos, y suelen mezclarse con otras pócimas o hiervas venenosas. Sirven para asesinar de manera lenta y dolorosa, y también para localizar a los inmortales. Hay muchas variaciones.
>>Focus: hechizos de fuego. Generalmente se mezclan con polvos de huesos para mejor efecto. Sirven para atacar a una persona o maldecirla.
>>Aer: encantamientos de aire. Sirven para enfermar al ganado, a la siembra e incluso a las personas. Suelen usarse flores y palabras en latín para lograr mayor efectividad.
>>Los hechizos de agua, aqua, sirven para comunicarse. Es común que los mismos se acompañen con los sentidos, por ejemplo, el oído. Música y agua generan un gran poder, con la combinación, uno puede hipnotizar a las personas e incluso crear ilusiones para engañar a los inmortales.
>>Los encantamientos futurum sirven para predecir el futuro de un ser humano y se requiere de objetos que le pertenezcan...
—No somos niños, Bruja —intervino un Cazador bastante poderoso—, ya sabíamos cómo se formaban los hechizos elementales ¿Cuál es el punto aquí?
Beatriz lo contempló con cara de pocos amigos, pero continuó con su explicación:
—El punto es que, estos últimos siglos estuvimos investigando en profundidad cómo transmitir un hechizo a través de diferentes elementos de manera "sutil" y se requiere de ciertos movimientos corporales y de una gota de nuestra propia sangre —mostró cómo había que mover las manos para invocar la transmisión de magia, y el humo negro que desprendió en consecuencia—. Así hemos logrado crear amuletos y también pasar nuestros poderes a través del arte, el agua, el fuego y la tierra. La víctima no notará que está siendo encantado.
>>Ojo, en estos casos, no controlamos el fuego, sino la magia que lo mueve ¿Me explico? De este modo, pudimos hacer esto —sacó de su bolsillo una caja de oro. La pieza tenía los símbolos de los diferentes elementos de la tierra grabados en los dorsos—. Esta es nuestro último invento: aquí podremos el alma púrpura. Su poder aumentará, y será liberado cuando rociemos la caja con las lágrimas de Namael.
>>Las lágrimas del ángel rojo harán que todos los Cazadores puedan compartir el poder del alma. Una vez que todos se alimenten, estaremos listos para hacernos con el poder del Cielo.
>>Para ello, todos tenemos que jugar bien nuestro papel —Glinda miró a las hermanas Samaras—. No se olviden que tenemos que desestabilizar la seguridad que tienen los ángeles rojos y dorados.
>>Cada uno tiene que cumplir su rol —repitió—, tal y como lo hice yo cuando me acosté con Alexander Samaras hace trescientos años, y le robé un poco de su sangre. No hay forma en la que no sea localizado gracias a eso —sonrió—. Es un amante muy amoroso, demasiado para mi gusto —revoleó los ojos.
—Confirmo —intervino un Cazador.
¿Alexander había tenido relaciones con ellos dos? ¿Y qué hacían hablando de eso en esta reunión? ¡Era completamente innecesario!
Chloe apretó los puños a los costados de su cuerpo, tratando de disimular cuánto le enfurecía que alguien más hablara así de su hermano.
La habían engañado.
La habían convertido en bruja, y luego, habían asesinado a sus padres.
Quería vengarse. Quería sangre.
—Disimula —Alysa le tomó el brazo y le lanzó una mirada de advertencia—. Aún no llega el momento.
—Explica los diferentes artefactos que pueden utilizar los Cazadores para manipular a los humanos y a los Emisarios —la interrumpió Luzbel.
—Están los artefactos de control mental, esos son los más difíciles de hacer. Requieren mucha sangre y de huesos muy antiguos. Están los amuletos de protección, los que incrementan el apetito sexual, los de valentía, los controladores de marionetas, etcétera. Ustedes, Cazadores, son los encargados de crear armas con sangre, huesos y metales preciosos, que sirvan para mantener a raya a las marionetas y para asesinar a nuestros enemigos. Nosotras le ponemos nuestro toque mágico.
—Sí, Glinda —asintieron al unísono.
Uno de los Cazadores comentó:
—Debemos seguir alimentándonos de almas destinadas en el mientras tanto. No podemos descuidar nuestra inmortalidad mientras buscamos derrocar a Dios del poder. También hay que crear más aliados.
Más Cazadores, más Brujas, más marionetas, pensó Chloe.
—Es una suerte que las brujas sólo necesitemos de una gota de sangre de Luzbel para eso —Beatriz sonrió.
Era evidente que el Diablo prefería a las Brujas antes que a los Cazadores. O quizás, prefería que éstos fueran más independientes por alguna extraña razón. Chloe no sabría decirlo.
—Creo que es hora de que hablemos de cómo vamos a seguir de ahora en adelante —los interrumpió Luzbel—. Qué elementos usaremos para nuestra rebelión, cómo distribuiremos las tareas, etcétera. Lo que puedo decirles es que, Alexander Samaras y Ámbar Boyer juegan un papel crucial para el derrocamiento de Dios. Los necesito con vida hasta que llegue el momento indicado ¿Entendieron? —miró a Alysa y a Chloe—. Espero que ustedes dos se enfoquen bien en su trabajo, ya que tuve que dejar yo misma los pañuelos en la casa de su hermano.
—Lo sentimos, señora. Nos encargaremos de nuestra tarea con la mayor eficacia —respondió la mayor de las Samaras.
A Chloe le asombraba la facilidad que tenía Alysa para mentir, y cuán estratega era. Jamás dejaba que sus emociones le nublaran el juicio.
—Bien. Ustedes —se volvió hacia un hombre de apariencia vikinga y otro de aspecto asiático. Ambos se veían fuertes—. Sigan vigilando a Samaras.
—Sí, señora.
Luzbel se cruzó de brazos, y mirando fijamente a la multitud, soltó:
—Haber estado tanto tiempo inactivo me ha despertado muchas ganas de pelear. Espero que pronto destinen el alma de Boyer.
* * *
Los sitios de herrería cambiaban constantemente, Luzbel y las Brujas no vivían en ningún lugar fijo.
Alysa estaba preocupada. Glinda las había regañado y las había abofeteado por no "desestabilizar" a Alexander ellas mismas, entregándole el pañuelo de su difunta novia. Ella temía que, si la Gran Bruja llegaba a desconfiar aún más, las asesinara (había diferentes objetos que podían servir para aniquilar a inmortales. Podían ser pistolas, dagas, espadas, etcétera, siempre y cuando estuvieran impregnadas de "magia" —ya fuera de Dios o de Luzbel—, y los atacaran en lugares específicos como la yugular, el corazón, la vena aorta, etcétera, lograrían su objetivo).
Lo peor, era que Alysa escondía un secreto que le podía costar la vida y la estabilidad de Luzbel. Ni siquiera su hermana lo sabía.
En ese preciso momento, Alysa y Chloe se encontraban en una herrería en donde había Cazadores preparando espadas para su ataque. Uno de ellos —Amon era su nombre—, era un joven que aparentaba unos veinticinco años. Hacía tiempo que intentaba cortejar a Chloe, pero ella no le prestaba atención.
—Buenos días, señoritas ¿Han venido a supervisar nuestro trabajo?
—Sí ¿Cuántas armas tienen listas?
—Por ahora, mil.
—Deberán apresurarse. Sabemos que pronto haremos la rebelión, y necesitamos impregnar el metal de magia.
—Lo sé. No estuve en la reunión ¿Me podrían poner al día?
Chloe le contó todo al muchacho. Alysa, en el fondo, sospechaba que su hermana sentía una gran simpatía por él.
—Entonces ¿Quién robará las lágrimas de Namael? —preguntó, curioso.
—Un inmortal que tiene tantas ganas de destruir a Dios como nosotras —concluyó Alysa.
Honestamente, a ella le daba igual la guerra entre Dios y el Diablo. Sólo quería vengarse. Vengarse, y salvar a su hermano.
—Ah... —Amos no entendió la referencia—, bueno, cualquier cosa que haya que hacer, me avisan. Mañana cambiaremos de ubicación, estaremos en Milán.
Alysa y Chloe asintieron, y se marcharon de ese lugar... sintiéndose ansiosas y preocupadas. El momento que habían esperado durante siglos, estaba por llegar.
¡Muchas gracias por leer!
¡Nos vemos mañana!
Sofi.
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