No es que muera de amor, muero de ti
Las escaleras le parecían interminables, eternas, ¿es qué momento se le había ocurrido tomar ese camino, en lugar del acostumbrado elevador?, quería despejarse o quizá era que se encontraba dentro de una ensoñación, ese hombre, lo tenía literalmente en las nubes, que casi choca su automóvil por encontrarse pensando en su hipnótica mirada, y su sutil voz masculina, Kardia perdía el control de sus actos, y el pecho le ardía.
Iba de regreso a su departamento después de pasar dos maravillosas horas al lado de su francés soñado, hablaron largamente sobre cómo ayudar a Milo y Camus a que por lo menos se encontraran un momento a solas, lo único que se les corrió fue que si no fluían las cosas por su propio pie, tendrían que obligarlos a llevarlos engañados a un lugar donde pudieran encerrarlos, sin posibilidad de escapatoria, si, tal vez podría decirse que el plan era desesperado y hasta sádico, pero con la terquedad de sus hermanos pequeños nada era demasiado descabellado, si no aclaraban sus diferencias, su amor corría un gran peligro, ninguno de los dos mayores podía permitir eso, porque les interesaba profundamente la felicidad de sus más cercanos y queridos familiares, además el biólogo envidiaba un poco a su tonto hermanito, porque ya había experimentado lo que es tener el cariño de la persona que más deseaba.
Bueno, por lo menos le consolaba pensar que la misma carga genética de su familia, ya había intimado con la de los de L'eau, y de una manera nada inocente, si no profunda, apasionada, y ardiente, lo que deseaba explicar era que si Milo consiguió conquistar a Camus, él podría hacerlo con Dégel, aunque nunca antes alguien le pareció tan inalcanzable, ¿por qué rayos evitaba hasta mirarlo?, ¿qué lo llevaba a alejar su mano, cuando rozaba con la suya?, ¿es que acaso no le parecía lo suficientemente atrayente?, ¿había tenido mejores amantes?, ¡¿QUÉ ERA?!
Con sus pensamientos hechos un torbellino, se detuvo en el piso donde vivía Milo, le haría una visita, después de dejarlo con su madre, le mandó un mensaje de texto para comunicarle que quería ayudarlo, o por lo menos escucharlo, a lo que el Doctor no se negó, debía de estar hundido en un pozo de tristeza para acceder a algo así.
Por primera vez en muchos años, o en toda la vida, tocó al timbre de la puerta, lo último que esperaba era incomodar todavía más al pequeño bicho, no esperó más de 30 segundos, porque Milo le abrió enseguida y se hizo a un lado para que pasara directo a la sala. Lo notó sumamente apagado y arrepentido, en sus ojos azules, se notaba una clara muestra del llanto que salió sin que nadie pudiera detenerlo. Caminaron y se sentaron en los sillones cubiertos de tapiz negro de cuero, frente a una mesa de centro de fino cristal que conservaba en su interior una escultura de un escorpión celeste, junto a un pequeño jarrón con flores de magnolia.
-¿Qué te sucede Milo?, es obvio que ya lo sé, pero lo que me interesa es saber cómo vas a proceder.
-No sé Kardia, ya me di cuenta que tenías razón, y que me odio por tener este carácter tan impulsivo, me dejé llevar por todo el enojo que sentía.
Milo cubrió con ambas manos su cara, y dejó salir un sonido de frustración, su camisa estaba abierta de los tres primeros botones y su cabello más despeinado que de costumbre, en resumen, era un desastre, por dentro y por fuera, y aunque no lo pareciera, a su hermano mayor, eso pasó a preocuparle todavía más.
-Escucha, tonto, pequeño imbécil, sé que no suelo decir esto muy a menudo, pero lo importante es que ya reconociste tu error, y mira que eso para los Antares nos resulta extremadamente difícil, lo que deberías hacer es tratar de suplicar el perdón de tu querido galo.
-No me escuchará, lo lastimé tanto...
-Si no lo intentas su amor morirá...
-¡No! yo no puedo dejar que se aparte de mi lado, ¿qué hago?
-Pídele ayuda a tus amigos, obviamente al idiota de Ángelo no, a los otros tres, al gato, al que parece florecita, y al de cabello de muñeca, parecen más razonables, algo se les debe ocurrir, me molesta admitir algo así, pero mi hermano tendrá que ser romántico, muy muy romántico.
-¡Oye!, ser detallista es algo que se convierte en un placer cuando estás frente a la persona indicada, no lo entiendes... te deshaces por hacerlo feliz, se ilumina tu cara con su sonrisa...tienes razón, tengo que hablar con mis amigos, porque solo dije muchas estupideces, y Cam merece más que unas simples palabras.
-Si, si, es todo lo que quería charlar, me marcho, por favor cuéntame cómo resulta todo, aquí estaré siempre.
El ambiente se tornó muy acogedor, comparable a las mañanas de navidad que pasaron justos cuando eran niños, y aunque Milo no lo supiera, también le dio un muy buen consejo a Kardia, que lo puso a pensar en que si quería convencer a Dégel de tener algo con él, su actitud acosadora tenía que cambiar, ya que ese peliverde no era un simple ligue, era el hombre que lo traía enloquecido, así que muy a su pesar, debía atraerlo como lo que el otro era, un caballero, vaya que era una situación difícil, en cuanto pasara el conflicto de su hermano, se dedicaría de lleno a ello. Con una sonrisa y un suave abrazo fraternal, los Antares se despidieron, para tratar de descansar lo que quedaba de la noche, Milo sufría por Camus, y Kardia recordaba a Dégel dormido sobre su cama con su camisa abierta.
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Recostado en la tranquilidad de su cama, listo para dormir, lo cubría únicamente su pieza de ropa interior negra, dejando al descubierto su muy buen formado cuerpo, sonrió con nostalgia al recordar todas las noches que su amado Camus lo veía con un adorable sonrojo en sus mejillas al estar con él así, apenas iban unas pocas horas desde que le dijo que lo amaba, y ya lo extrañaba como a nadie en el mundo, ya había perdido a Shoko, y aunque era una situación diferente, se sentía igual o más vacío que en aquella ocasión, porque esta vez, la culpa había sido enteramente suya, debió dejarlo hablar... tuvo que confiar en él, y a la primera prueba falló, al parecer no era tan maduro como pensaba, tenía que salir de ahí, reflexionaba en lo mal que se había comportado, y repasó el trasfondo de detrás de toda esa situación, era obvio que alguien deseaba separarlos, tal vez habría sido ese estúpido que había besado, o quizá los tipejos que los atacaron, los quisieron matar... y él no dejaría jamás que algo le pasara a su Cammie, antes expondría su propia vida.
Realmente le pareció, que la vida es muy corta, un suspiro, un sueño, para desperdiciarla en sentimientos negativos, y el amor que tenía en su alma, era un verdadero milagro que lo hizo sentir pleno, completo nuevamente, ¿cómo pudo permitir que eso se le fuera de las manos?, dejó ir su más hermoso tesoro, anhelaba esa blanca y suave piel en sus manos, sus preciosos cabellos esparcidos en su almohada, su mirada cristalina y sus labios pronunciando su nombre en el orgasmo, lo extrañaba tanto que le dolía.
Probó en tener suerte al revisar su celular, esperando que le contestara una llamada, ¿por algo debía empezar no?, Milo buscó con temor el número de su amor, marcó con nerviosismo, y el timbre que le indicaba que la comunicación había entrado, nunca llegó, la mecánica voz de la compañía telefónica lo mandó directo al buzón, Camus tenía el aparato apagado..., revisó sus redes sociales, y afortunadamente el aquamarina no lo había eliminado ni bloqueado de ninguna, simplemente no se conectó desde que empezó el evento cultural en su escuela.
Le mandó un "lo siento" , al whatsapp, que obviamente tampoco le llegó, pero esperaba que en algún momento leyera, sabía que eso no era suficiente, así que se decidió a escribir un poco más, buscó en el libro de poemas que su ex novia le regaló antes de morir para inspirarse, y redactar algo más decente que sus torpes líneas, y apenas al abrir las páginas, saltó a su vista aquel fragmento del escritor Albert Camus, que le recordaba que dentro de su invierno yacía un verano invencible, y pensó que eso aplicaba también a ellos, suplicaba que también vencieran al frío de estar separados, y quemar con la llama ardiente de su relación. Sin tener otro medio por el cual comunicarse en ese momento, dejó a sus dedos libres para expresarle a su lindo francés que se estaba hundiendo sin él, las oraciones fluían y se impregnaban en la pantalla de su celular:
Milo 12:03 am:
"Cammie, yo sé que un lo siento no basta, fui un estúpido como me dijiste, lamento profundamente lastimar a la persona que más quiero, porque eso eres amor mío, ahora, en la soledad de mi habitación, me doy cuenta cuánta falta me haces, esa foto me sacó de mis casillas, es obvio, porque no soporto la idea, de que los labios más dulces de este planeta no sean para mi, lo que intento decir es que eres el hombre más maravilloso que he conocido, tu amor me salvó, yo vivía en una realidad gris antes de ti, creí que el amante en mis venas, estaba muriendo por una sangre ardiente ,que no podía expresar todos los sentimientos que tenía contenidos, y llegaste tú, solamente tú, a romper con todos mis esquemas, ¿sabes? cuando te vi muriendo en esa camilla en el Hospital, provocaste a algo más que el profesional que existe en mi, tu caso no era un simple trabajo, no, jamás lo sería con tan bellísimo rostro, no sabía qué era lo que me atraía, pero comprendí, que si no vivías, si no miraba esos ojos, yo terminaría de desfallecer junto contigo, perdóname por favor, me merezco todos y cada uno de los golpes que me diste, espero que algún día me regales la dicha de volver a mis brazos, te amo."
No hubo respuesta obviamente, parecía que el móvil de Camus seguía apagado, por lo que Milo seguía imaginando qué hacer, por lo que siguió el consejo de Kardia, y decidió pedir auxilio a sus inseparables amigos, quizá tenía razón en que Ángelo no era el más indicado, por ser tan sádico, pero su relación con Dita lo cambió en muchísimos aspectos, lo hizo mucho más humano, por lo que tampoco descartó su participación. Para cumplir su cometido, llamó al que era capaz de organizarlos a todos en menos de un minuto, en este caso, el marcado telefónico si fue atendido.
-"¿Bueno?, ¿qué ocurre Mili?, ¡es media noche maldito!, tengo que tener mi sueño de belleza."
-"Dita, perdón, después me llevas a tus eventos de Drag Queen si quieres, pero necesito tu ayuda."
-"Me asustas, tu tono es muy apagado, normalmente no eres así... ¿tiene que ver con el ataque en el Instituto Saint de hoy?, bueno, de ayer..."
-"Si y no, la verdad es que tuve una pelea muy fuerte con Camus..."
-"¡¿Qué?!, ¡no!, eso no es posible, son la mejor pareja que conozco, tú lo adoras Mili, él te mega ama, ¿qué pasó?"
-"Pasó... que soy un imbécil, y quiero que me ayudes a darle una sorpresa... por favor Dita, estoy destrozado..."
-"Eso lo hubieras pensado antes de cometer una estupidez, que conociéndote debió ser que hablaste de más, o no lo dejaste explicarte un malentendido, está bien, aprovechemos que mañana todavía tenemos el día libre, ven a mi casa con Shaka y Aioria."
-"¿Y Ángelo?"
-"Cariño, si supieras que mi Masky está aquí desnudo durmiendo en mi cama..., suerte que ronca como desquiciado, y no puede escucharme hablando contigo."
-"¡Agh!, ¡demasiada información!, no inventes Dita."
-"¿Quieres mi ayuda o no?, contacta a los otros dos, ahora déjame dormir, adiós guapo."
El repetido tono agudo le dio fin a esa conversación, de alguna u otra manera tenía que recurrir a todos los recursos para estar con Camus de nuevo, por otros mensajes se puso de acuerdo con sus otros amigos, a lo que Aioria contestó un "seguro bicho, cuenta conmigo, y no vuelvas a ser tan cretino.", y Shaka por su parte con un seco "está bien", trataría de dormir un poco, para no verse tan terrible en unas horas, también le dijo a Kardia lo que haría, para recibir su aprobación, que recibió de inmediato, el peliazul mayor, cómplice en las sombras del mayor de los hermanos de L'eau, le avisó que debería impedir que Camus saliera de su condominio, todo era cuestión de esperar.
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La noche le jugó una mala pasada, y no fue reparadora, sentía que la piel le quemaba al contacto con su suave manta, y es que no era que la tela fuera incómoda, lo que estaba mal en él era su sensación de vacío, de soledad, no había querido encender su celular, por temor a tener mensajes de Milo, o peor aún, no tener ninguno, esa idea le partía el corazón, cada que empezaba a quedarse dormido, se acordaba de las crueles palabras de su ¿novio?, ¿ex novio?, de su bichito... que no quería saber nada de él, se arrepentía tanto de no decirle la verdad desde el principio, de ser tan cerrado y reservado con quien no debía, y es que se suponía que con él experimentaba la mayor confianza, la ideal en una relación soñada.
Estaba dolido, tal vez si no le hubiera dicho que intentó reemplazar a su primer amor con él, intentaría algo... pero no valía la pena, no se podía obligar a alguien a correspoder, y es él amaba a Milo con toda su alma, lo derrotaba pensar que eso era unilateral, y con muchas lágrimas en sus ojos amatistas, fue vencido finalmente por el cansancio tanto físico como mental, tan triste estaba por sus errores, que ni siquiera se preocupó por darse cuenta de que un maniaco estaba tratando de hacerle daño, o al menos eso fue lo que percibió en la escuela, sabía que estaba mal, pero la mayoría de las cosas daban igual, así pasa en una decepción amorosa, parece el fin del mundo.
Los rayos de luz del sol matutino, le dieron de lleno en la cara, lo que lo obligó a despertar, para percatarse que la pesadilla era real, sólo el suave aroma del té verde en su taza favorita le amortiguaron un poco el dolor, tomó el recipiente del buró al lado de su cama, el tibio líquido le remojó los labios, dándole un sorbo de vitalidad, el amor fraterno de Dégel le daría fuerzas siempre, y por más que se quebrara su espíritu, no le hablaría a Milo, lo dejaría ir, ahora tenía que acostumbrarse a su vida monótona de nuevo.
Pensó en salir a caminar, y leer en el parque los libros que tenía pendientes para terminar su tesis de doctorado, en un mes obtendría su tan preciado título, el trabajo académico lo distraería lo suficiente, se cambió sin ganas, y tomó su mochila junto con sus llaves, dispuesto a irse del departamento, hasta que Dégel lo sujetó suavemente de los hombros y lo condujo directo al sofá de almohadones azul marino, que era el favorito de ambos.
-¿Qué sucede Dégel?, quiero salir al parque.
-No, no Camus, lo más seguro es que no des un perfil muy público, corres peligro hasta que los criminales no anden más por las calles.
-Ya no soy un niño... se cuidarme.
-No dudo eso, pero esos tipos nos superan en número y maldad, por favor hazme caso.
-Está bien... pero te vas a aburrir conmigo.
-Por favor petit, nosotros nacimos aburridos, descuida, lo que sea por mi hermano menor.
El día fue tranquilo en apariencia, los segundos, los minutos, las horas corrían lentamente en el reloj, como en la teoría de la relatividad general de Einstein, a Camus le parecía que ahí habían pasado siglos, sin su amado escorpión, el espacio-tiempo le parecía torcido, raro... no se concentraba en la materia oscura, solo en un hermoso par de ojos azules.
Dégel observaba cada reacción de su hermano, esperando la señal para que lo llevara al balcón del tercer piso en el que vivían, nervioso esperaba ver el nombre de Kardia en sus notificaciones, y su foto de perfil... esa era de infarto, divagaba en lo sexy que era... hasta que el momento llegó, recibió un "Milo está listo, lleva a tu hermano a ese barandal, y por cierto, yo también desfallezco por mirarte, me gustas mucho Dégel."
El peliverde se sonrojó con lo último, Kardia fue mucho más amable que en otras ocasiones, esa cortesía era linda, aunque también le agradaba esa otra parte salvaje y atrevida del chico que le atraía, en fin, ya tendría tiempo de concentrarse en él mismo, por el momento se contentó con conseguir que Camus se despegara de los libros.
-Cam, ¿puedes prestarme un libro?
-El que quieras Dégel, ve por él.
-Quisiera una recomendación, algo que yo pueda entender de todo lo que estudias.
-Tal vez "Breve historia del tiempo" de Hawking...
-Es perfecto, pero no sé dónde lo tienes, ¿me lo das?, así estirarás esas piernas.
-Está bien.
Previamente, sin que Camus se diera cuenta, Dégel abrió el ventanal y las cortinas de la habitación del aquamarina, dando una magnífica vista al estacionamiento de su edificio, el viento soplaba, moviendo suavemente la blanca tela, el profesor se extrañó por ese detalle, recordaba perfectamente que las había dejado cerradas, con curiosidad le preguntó al mayor si las movió, a lo que el peliverde, le contestó simplemente que se asomara al balcón para recibir su respuesta.
El docente descubrió algo que lo dejó anonadado, abajo, una camioneta del invernadero de la familia Rose, estaba repleta de rosas rojas, tan rojas que rayaban en el tono escarlata de la sangre, de un profundo y penetrante perfume, que llegaba hasta a él con el aire, Aioria cargaba con él un osito polar, igual al que alguna vez le confesó a Milo que extrañaba tanto en su infancia, Shaka ayudaba a sostener una manta que tenía escrito: "no puedo vivir sin tu frío", y al centro, más guapo que nunca, con su playera de manga larga blanca, estaba su amado Doctor, con un megáfono en una mano, y un libro en la otra.
No sabía qué decir, tenía los ojos abiertos hasta que sus párpados se lo permitían, la visión era preciosa, pero no se le olvidaba las cortantes palabras de Milo, así que no estaba dispuesto a escucharlo, a pesar de todos esos detalles, se dio media vuelta, decidido a reprimir sus sentimientos, pero la voz masculina del peliazul lo detuvo en su lugar, se oía fuerte y claro gracias al aparato.
-¡No Cammie!, ¡no te vayas!, se que soy un idiota, como tú dijiste, vine rogando porque me perdones, apenas van 24 horas y ya no puedo estar sin ti, yo te creo, sé que todo tiene una explicación, ¿pero sabes?, ¡no la necesito!, lo único que necesito es a ti, yo no soy un poeta, así que recurriré a Jaime Sabines, para hacerte saber cómo me siento sin ti.
Milo siguió hablando por el altoparlante, y con las manos y voz temblorosas, leyó con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho:
No es que me muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.
Muero de ti y de mí, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.
Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.
Camus lloraba, las lágrimas mojaban sus mejillas, todavía estaba de espaldas, sentía que Milo se había instalado tan dentro de él, que no podría arrancárselo jamás, deseaba con todo su corazón bajar hasta el estacionamiento, para darle un beso y expresarle lo valioso que era para él, pero existía algo, que lo mantenía fijo en su lugar, las palabras resonaron en su memoria, como una melodía maldita "¡Estúpido soy yo al pensar que podría reemplazar a Shoko contigo!", eso lo aniquiló, y el enojo que lo tenía moribundo lo dominó, tomó lo primero que se le cruzó en su camino, que resultó ser uno de sus libros de su pequeña biblioteca y se lo arrojó, con todas sus fuerzas, esperando que le diera en la cabeza, lo cual no consiguió porque el chico Antares se hizo a un lado.
-¡Eres un inepto Milo!, ¿crees que con unos versos me vas a convencer?, ¡date cuenta que hay palabras que una vez dichas se graban con fuego!, ayer me dijiste que no era suficiente para ti, ¡así que déjame en paz y vete!, ¡no quiero nada de ti!
Milo miraba estupefacto el ventanal que Camus cerró de un portazo, todos los regalos, y el poema que le dijo no habían sido suficientes, que también sintió unas lágrimas saladas, salían traicioneras rodando por su piel, recogió el libro que el galo le aventó y sin querer, leyó la página expuesta,en ese papel, estaba el mismo fragmento de la obra de Albert Camus que le hizo darse cuenta que debía amar nuevamente... el verano invencible..., era su destino, su felicidad, no lo dejaría ir, así que decidido, tomó el megáfono otra vez.
-¡Esto no se queda así Camus, volveré a conquistarte!, ¡entendiste!, ¡te voy a convencer, de que te amo de verdad!
Dégel escuchó todo, era imposible que alguno de los vecinos se perdiera algo de todo ese espectáculo, preocupado, se convenció de que no había otra salida mas que recurrir al descabellado plan que creó con Kardia, prácticamente iban a secuestrar a sus hermanos, y los encerrarían con llave. El abogado se alejó hasta la cocina, y marcó el teléfono del biólogo, esperó pacientemente a que el griego lo atendiera, mientras jugaba distraídamente con una cuchara con restos de helado de fresa, olvidada en el desayuno.
-"Dégel, ¿qué pasó?, dime que Milo consiguió algo..."
-"No Kardia, la verdad es que Camus sigue muy molesto, no creo que lo pueda convencer, tendremos que recurrir a medidas extremas."
-"Ya entiendo, déjamelo a mi, por el trabajo, tendremos que encerrarlos en nuestros días libres."
-"¿Nuestros?, ¿qué quieres decir?"
-"Que nosotros también nos tendremos que quedar ahí, si no podrían matarse, prepara tus maletas para el próximo viernes."
-"De acuerdo... no es la manera más ortodoxa, ¿pero qué otra opción nos queda?, ¿al menos puedo saber a dónde nos vas a llevar?"
-"Mis padres tienen una propiedad cerca del viñedo Leo, no hay nada más que uvas, campo y vino."
-"Bien..."
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Los trabajos de cada uno, y las escoltas de policías que los seguían por todos lados, para evitar otro ataque, era lo único que podía mantenerlos un poco cuerdos, Milo tenía mucho que hacer, el hospital estaba abarrotado, pero en cada momento de descanso, entre la revisión de los pacientes, recitaba al viento el poema de Jaime Sabines que su Cammie no quiso escuchar completo, cerraba los ojos, recordando sus adorables gemidos al momento de hacerle el amor, estaba tan triste sin él, que hasta pensó que sería buena idea la escapada de fin de semana que le propuso su hermano, a lo mejor así le dolería menos el corazón.
Camus por otro lado, no era un caso mejor, el domingo, en cuanto encendió su I phone, leyó el mensaje del escorpión, que sólo consiguió sacarle más sentimientos de nostalgia, no le contestó por supuesto, creyó que ignorarlo era lo mejor, a ser lastimado nuevamente, todas las mañanas sentía un frío recorrerle la espina dorsal, a pesar de estar casi en plena primavera, el sol no lo calentaba lo suficiente, seguido notaba su escritorio que tenía en su aula, demasiado gélido, de algún modo, le hacía muchísima falta el fuego de su Antares, que ni la música de Vivaldi o Mozart podrían reemplazar, a consecuencia de ello, aceptó pasear con Dégel desde el viernes al domingo, para despejar un poco su atormentada conciencia.
La noche del jueves, aquamarina y peliazul, observaban el firmamento repleto de estrellas a través de sus ventanas, fácilmente ubicaron las constelaciones de escorpio y acuario respectivamente, suspirando, mirando a la luna enmudecida, confidente de sus más profundos deseos, sin darse cuenta que realizaban las mismas acciones, Camus dijo en voz alta, la parte del poema que Milo le recitó en el megáfono, pero no le dejó acabar, era uno de sus favoritos, a pesar de ser tan melancólico.
Los amantes, aun en la distancia, estaban en sintonía, para pronunciar a Sabines:
"Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.
Nos morimos amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos(...)
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morimos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morimos."
Continuará...
Comentarios: hola queridos lectores, chicas y chicos, quería comentarles algo, lo último que puse sobre el virus que ya todos debemos conocer, no es un juego, por favor, seamos conscientes y tomemos todas las precauciones para salir pronto de esto, en mi país comenzamos con las tomas de precaución, sin embargo, mucho queda en nosotros, aunque tengamos que salir, porque no somos una nación de primer mundo. A mi me sirvió un poquito que me obligaran a dejar mi sitio de trabajo porque podré publicar un poquito más seguido, hay que verle el lado positivo a las cosas.
Y con respecto al fic, jejeje no me manten, los hermanitos mayores ya están a nada de tener su momento de intimidad, el próximo capítulo contendrá doble cariño, ya que Milo y Camus, y Kardia y Dégel se van a un lugar inóspito, así que... amor al estilo francés, aquí me quedó demasiado largo, por eso quise dedicarle una parte completa a esos lemons, no se vayan por fi, por otra parte, siento que ya estamos llegando al final, lloro, sin embargo soy muy feliz por su respuesta, ya saben voten, comenten y recomienden sin pena, ¡es gratis y bonito!.
Bendiciones para todos y cuídense mucho, hagan caso a todas las medidas de seguridad.
Nos leemos pronto... Yare.
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